SU0°C: EMPIRE OF SAND
Solo en dos ocasiones en su vida Min Yoon Gi había perdido la capacidad de hablar. Una a la tierna edad de los siete años, cuando Min Leah, su progenitora, había sido cruelmente asesinada delante de sus infantiles ojos.
En ese momento había percibido que su mundo no era como el de los demás chicos de su edad. Que la realidad tras el negocio familiar era más pesada de lo que podía comprender y que los intentos de las mujeres de su familia por conservar los restos de lo que debía ser considerado "normal" eran reminiscencias de las que también tendría que despedirse.
Yoongi había crecido bien, blindando su corazón en un entorno plagado de sangre y mentiras.
Un mundo en el que debías dictar las órdenes si no querías caer; pero de los silencios de su vida, ni siquiera el de la muerte de su madre había conseguido remover la marea turbulenta de su alma como estaba sucediendo ahora.
Justo cuando cada escalón de la construcción de mármol con forma de gargantilla era salvado por los pies de su ángel personal, Min Yoon Gi, volvía a ser ese joven inseguro con temor a equivocarse, orbitando alrededor de un hechicero de mirada azul ahumada y boca pecaminosa.
—¡Al diavolo!
Masculló en el italiano materno y a grandes zancadas rompió la especie de parálisis que reinaba en el sitio a excepción de los desconcertantes flashes que provenían de la prensa. Jimin tembló cuando la mano de su marido se apoyó en la suya.
Yoongi lo miró intensamente antes de besarle los nudillos, poniendo todo cuidado de prolongar la acción mientras lo atraía hacia su cuerpo y colocaba otra mano sobre su espalda baja.
—No pienso retractarme…
Murmuró el omega en cuanto los dedos rozaron el generoso espacio de piel que coronaban cinco lunas en su espalda. Min sonrió.
—No lo hagas… estás despampanante, señor Min.
Por alguna razón el tono insinuante de su esposo le supo a ofrenda de paz. El azul se hundió en el fuego naranja, mientras los delicados dedos del omega se entrelazaban a los de su esposo.
—¿En serio te gusta lo que vez?
Musitó Jimin en dirección de su alfa. En ese instante un nutrido grupo de periodistas los cercó al final de la escalera. Aún así, Yoongi aprovechó para cruzar el brazo que lo mantenía firme contra su costado hasta ceñirle la cintura.
Los labios del más pálido acariciaron una de las orejas adornadas con pendientes de zafiro antes de contestar al mismo tono.
—Créeme ángel, si no te debiera un par de disculpas, me encargaría de sacarte cada una de esas malditas cuerdas de tu bella piel. Te haría el amor hasta el cansancio… cariño…
El rubor que produjo aquella declaración quedó recreado en las cámaras mientras Jimin sonreía y aceptaba la primera pregunta de la prensa con la perfección de los acostumbrados a fingir.
—Señor Min Jimin… —comenzó una beta de gafas de pasta y agenda electrónica apuntando casi encima del rostro del omega—¿Qué razones lo llevaron a ser el anfitrión de este evento cuando hace solo unas horas contrajo matrimonio?¿No cree que debería estar disfrutando de su luna de miel en lugar de trabajar codo con codo con Min?
La pregunta incisiva solo causó una ligera mueca en el bello rostro de Jimin. Podía sentir la respiración de su esposo en la nuca y cómo su aroma se mezclaba con el suyo a fin de aplacar la tensión que por segundos crecía en aquel sitio.
La prensa esperaba para incarle las fauces, Jimin lo sabía, por eso se apoyó en la mano que aún sostenía para presentar su respuesta.
—Mi querida periodista, disculpe pero no creo que sus interrogantes guarden mucha relación con el objetivo de este evento. Si quiere mis confidencias sobre la vida marital póngase a la cola. Creo que se hace tarde para dar el discurso de apertura ¿No crees, amor?
El tono sedoso del omega quedó registrado en todas las televisoras que se peleaban por revelar la realidad en Kyomi. Yoongi tardó unos segundos en salir del trance antes de afianzar el apretón en la mano que le sostenía a Jimin.
Su chico era buen actor, eso no se lo podía discutir, pero el ligero temblor en su esbelto cuerpo o la humedad de los nervios que empapaba aquella mano, le gritaban de que necesitaba más que su presencia para salir adelante.
Componiendo una expresión ya conocida por la prensa y que le había adjudicado el título del Hombre de Hielo, Min Yoon Gi murmuró un "por supuesto" antes de casi arrastrar a su chico fuera de las lentes principales.
—Creo que mis pies me van abandonar en cualquier instante… no…
—No te voy a soltar… jamás…
La respuesta de Min llegó como si fueran la misma alma en dos cuerpos. Jimin se concedió una sonrisa privada mientras le observaba el perfil a su marido.
"Puede que aún haya esperanza. Tiene que haberla, Yoonie."
Su omega concordó justo cuando alcanzaban la espléndida mesa que se había dispuesto hacia el fondo del salón.
El programa preparado por Lisa incluía la cena de bienvenida, un discurso inaugural y por último, el baile de beneficencia donde los principales grupos empresariales contribuirían a causas tan loables como la Fundación Leah para apoyar a los omegas con problemas de infertilidad y cáncer.
Era un torbellino de nombres y distinciones que el de ojos azules había tenido que aprender en menos de tres horas, mientras su drama marital lo absorbía por completo, pero Jimin podía decir que la primera prueba había sido salvada.
No le importaban las miradas rapaces de los alfas o el disgusto disfrazado con hipocresía de los omegas y betas de alta cuna por usar un atuendo hasta cierto punto atrevido.
Eso quedaba fuera de la ecuación mientras contara con la atención de su alfa, y Yoongi parecía un niño pequeño al que nadie puede quitarle su juguete.
—Gracias, amor.
Musitó Jimin lo suficientemente en alto como para que los asistentes a la suntuosa mesa donde se llevaría a cabo el banquete escucharan la familiaridad con que se dirigía a su compañero mientras tomaba asiento a la cabecera, como el soberano que pretendía ser en el reino de Nunca Jamás.
Yoongi, por su parte, le acarició la mejilla con un largo pulgar antes de ocupar su lugar al lado de aquella criatura salida de sus más irreales fantasías.
Con esa señal, la música instrumental remitió lo suficiente para que la voz de Lisa llenara los altavoces.
—Buenas noches—inició la pelinegra y el halo de luz sobre su traje gris parecía haberla dibujado en bronce—Nos complace recibirlos en la Segunda Convención Internacional de Turismo y Desarrollo liderada por Min's Group en Kyomi Hall. Esperamos con mucha emoción sus contribuciones al final de la noche y recordamos que el periplo a iniciarse hoy culminará con una subasta de arte una vez de regreso al programa de Seúl. Disfruten la velada y muchas gracias por estar aquí.
Los educados aplausos y gritos infantiles de los cachorros que acompañaban a las familias se hicieron notar después del comunicado de Lisa. Jimin advirtió que la chica parecía un poco más serena que cuando la encontrara en el descansillo de la escalera.
—Señor Min, es un placer conocerlo finalmente. Déjeme decirle que ninguna foto le hace justicia a su belleza, mi amigo es un hombre afortunado. Choi Siwon, a sus pies, dulzura.
El aludido reparó en el hombre que le ofrecía una mano donde no faltaban algunas cicatrices.
Aún cuando Yoongi se mostrara distante de aquel intercambio, el de ojos azules, sabía que su esposo no le perdía de vista ni por un segundo.
—Encantado, pero prefiero que me llamen por mi nombre en lugar de mi nuevo honorífico.
Siwon lo contempló con curiosidad mientras percibía que evidentemente el heredero de los Park, que ahora se había convertido en un Min, jamás aceptaría su sutil invitación a pecar, aún cuando estuviera vestido como el mismo concepto del pecado.
Una carcajada ronca se construyó en el alfa con aroma a puros y arena. Jimin disfrazó la mueca con otra educada sonrisa que jamás llegó a iluminar sus ojos.
—Ah… Siwon, por lo visto ya has intentado hablar con el esposo de Min. Ignora a ese viejo baboso. Kim Woosung, un placer conocerlo.
Un nuevo rostro en escena y Jimin hizo un análisis mental de la lista de invitados en la que Lisa había insistido tanto.
Mesa principal los presidentes del grupo Min: Choi, Kim, Lee y Song. Mesas del fondo: Kang, Ha, Chul y Beom, los inversores más conservadores y quienes le estarían arrancando la tira del pellejo con cortesía solo por vestirse de aquella manera.
Mesas de la periferia: Los Kim de Jeju, Lee de Seúl e Im de Ilsan, los que entraban por méritos a la sociedad y eran reemplazables, los humildes dentro de la parafernalia y a los que el omega tenía la esperanza de llegar con sus futuros proyectos.
—El gusto es mío, señor Kim.
Alcanzó articular Jimin. Woosung chasqueó la lengua.
—Oh por favor, nada de señor, en todo caso, Woosung, tengo la misma edad que su esposo.
Una perfecta letra O se compuso en los pecaminosos labios que eran la comidilla del lugar. Jimin fue salvado de responder cuando la mano de su esposo cubrió la suya por encima de la mesa.
—Kim, como siempre listo para atacar. Jiminnie elegirá cómo llamarte en dependencia de tu comportamiento.
—No me digas…—bromeó el alfa mientras se reclinada en la silla de cara tapicería con motivos florales—Nunca te incluiría en el estereotipo del esposo liberal, por cierto, la pregunta del inicio en voz de Lee Seojong es la del millón ¿Cómo disfrutas de la luna de miel cuando has arrastrado a tu dulce omega al trabajo?
Jimin pudo sentir como la electricidad cortaba el ambiente. Danzar con tiburones, así lo había catalogado Yoongi alguna vez.
Ahora no tenía duda de por qué hasta el último detalle contaba. Nadie se lo pidió pero en aquel instante sabía que su marido necesitaba algo más que palabras para salir adelante.
—Yoonie, cariño ¿Me ayudas a llegar al podio? Estoy seguro que Lisa debe estar cronometrando el programa.
La expresión beligerante en el rostro del aludido no se fue del todo. Pero prefería dispararse en un pie antes de darle el gusto aquellos destripadores.
—Será un gusto, amore mio.
El perfecto acento italiano que Jimin comenzaba adorar en labios de su pareja apareció con toda la carga posible. El resto de los asistentes a la mesa se pusieron en pie cuando la silla de Jimin fue retirada.
El escenario que habían preparado y en el que hasta el momento la banda de música había evolucionado, estaba listo para recibir la alocución del nuevo miembro del clan Min. Jimin caminó con la seguridad del que se sabe en la mira de muchos ojos.
Estaba cerca a los tres escalones para acceder al podio cuando retrocedió. A Yoongi no le dio tiempo reaccionar al tiempo que su omega le rodeaba el cuello con los brazos y sus esponjosos labios abrazaban los suyos.
—Necesitaba un beso de buena suerte, te amo.
Susurró con aquella expresión de párpados caídos y hermosos grabada en el rostro. Min comprendió la estratagema en la que su esposo jugaba.
Oídos y miradas cargadas, mafia y guerras de poder recortando los chismes que lo convertían en el blanco, lo obligaban a tomar la delicada mano de su chico y besarle los nudillos otra vez, cuando en realidad hervía por dentro.
—No necesitas suerte, il mio angelo. Eres la estrella de esta noche, creo en ti.
Una sonrisa arrebatadora apareció en las facciones de Jimin, una sonrisa falsa que a fin de cuentas, para Yoongi significaba otra cosa.
"No voy a soltarte jamás. Eso sí es un hecho, aún cuando quiera armar un escándalo por esa cosa con que estás vestido.
No voy a permitir que te humillen, aún cuando me enferme que te estén llamando zorra a mi espalda por lucir tan desinhibido a mi lado.
Voy a protegerte aún cuando no lo merezca. Me estás salvando, picollo angelo. No te haces una idea de cuánto significa aún cuando seas un mentiroso eficiente."
Los pensamientos de Yoongi iban y venían mientras una lluvia de aplausos casi sintéticos recibían a su esposo sobre el escenario.
—La caridad no es una actividad que se imponga o pueda condicionarse. Llamamos caridad a las obras que deseamos hacer por los más desvalidos, sin darnos cuenta que el acto de dar y recibir ocurre invariablemente. Los más favorecidos sobre los que no tienen ni una porción de pan para comer. Los privilegiados que hoy me rodean y en el círculo en el que toda la vida me he desarrollado compartiendo una pequeña porción casi por cargo de conciencia. Por eso las actividades de la Segunda Convención de Turismo y Desarrollo en Kyomi proponen derribar esta frontera conceptual y llevar más que bienes materiales y recursos a los más desfavorecidos. Consuelo, valor y esperanza de que juntos podemos construir un futuro mejor para nuestros hijos. Muchas gracias por estar aquí y contribuir a la colecta de esta noche. Sobre todo por permitirme a mí, un perfecto extraño, ocupar este tiempo y hablar de igualdad en un mundo donde las castas y el estatus lo controlan todo…
—¿Acaso está negando que ha llegado hasta dónde está solo por ser el hijo de los Park? ¿O la hipocresía no le alcanza para convertirse en el esposo florero de un hombre que muchos dudan que sepa lo que es una emoción? Conteste a la pregunta, señor Min.
Jimin podía ver cómo una pequeña legión de hombres uniformados en negro se abatía al final del salón a la espera de una señal de Yoongi para arrastrar aquel periodista insolente que insistía en torcer sus palabras.
No importaba cuánto lo intentara, nadie dejaría correr el hecho de haber pasado del anonimato como el hijo que los Park enviaron a estudiar al extranjero hasta sobrevivir al matrimonio con uno de los rostros más codiciados y temidos de su mundo.
El micrófono crujió ligeramente cuando Jimin se apoyó sobre la madera del podio. Su mirada azul recorrió todos los rostros que pudo antes de caer con desdén sobre el supuesto periodista que lo cuestionaba.
—Vale… me ha atrapado… Soy un omega hipócrita que suele morder la mano que le da cobijo. Me visto provocativamnete para calentarle la bragueta a los que me miran y quizás solo estoy leyendo el guión que otra persona me pidió que interpretara. Debo ser muy amoral para contraer matrimonio con el hombre que todos desprecian pero que no temen en lamerle el culo cuando necesitan un favor. Oh… casi lo olvidaba, todos estamos podridos por dentro mientras señalamos pecados que no podemos cometer sobre la figura que resulta más apetecible ¿Ahora si está contento con mi discurso, señor periodista? ¿O acaso no es solo usted al que debo satisfacer? Por lo visto, descubrir que puedo ser la alimaña que todos desean les complace más que ayudar a los demás. No sé, quizás lo que acabo de decir les duela tanto que lo editen o aleguen que desvarío, en todo caso no es importante. Para bien o para mal soy Park Jimin de Min y orgullosamente estoy dispuesto a compartir todo lo que tengo con quién sea que lo necesite. Buenas noches.
Un silencio tenso quedó vibrando sobre el escenario. Un silencio solo interrumpido por el resonar del tacón de las botas de cuero negro que calzaban los pies de un ángel que acababa de abatir los pilares de un imperio de arena.
🥂
•SEOUL UNDER ZERO•
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