SU0°C: BLACK SIGN
—¡Suéltame!
El grito de Jimin se lo tragó el cierre de las puertas en el cargado ascensor que comunicaba la entrada trasera del hotel con la suite de su propietario.
Yoongi lejos de obedecer al ruego de su pareja afianzó el agarre que desde la playa se había hecho proporcional a su ira.
—¡Yoongi!
Siseó el omega cuando la cabina se puso en movimiento. La máscara de circunspección con que se había blindado su esposo ante los ojos de su personal había sido arrancada de cuajo.
Las venas del alfa palpitaban al son del descontrolado stacatto de la furia que hervía en su interior mientras sus ojos le contemplaban casi vacuos. Jimin se preparó para ser agredido cuando el mayor lo acorraló contra la baranda metálica del ascensor.
—Dime... en qué jodido idioma tengo que decirte que te comportes... Dime cómo demonios puedo protegerte si decides hacerle caso a unas adolescentes y codearte con la plebe cuando se supone que estás a cargo de un evento esta noche. Tu primer evento como anfitrión bajo mi nombre... La paciencia no es mi don, Jimin. Me estás volviendo loco y no te va a gustar el resultado...
A esas alturas las muñecas del omega ya cargaban con un verdugón violáceo cortesía de la presión que ejercía su marido.
Aún así, el menor alzó la cabeza y se estrelló contra la tormenta naranja que tenía su alfa en la mirada.
—Suéltame... Yoongi... No estoy dispuesto aguantarte más estupideces cuando no he violado ninguna regla. La compasión y el sentido del decoro seguirán siendo parte de mí, aun cuando me haya casado con un pedazo de idiota.
—¿Me estás insultando? ¿Crees que eso es inteligente? ¡Mira alrededor, chico tonto! Eres mío, puedo hacer lo que me venga en gana con esa lengua viperina que pareces tener, con tu...
—¡Joder, no me importa! Si tanto te vanaglorias de haber pagado por un esposo florero que solo te trae dolores de cabeza, era mejor que no hubieras aceptado. Te lo dije esa noche en el hotel, te lo repetí esta mañana, acepté este acuerdo porque ya tenía sentimientos hacia ti. Sentimientos que por lo visto no serán lo suficiente cuando eres este ser tan desagradable que suele aplastar a los demás ¿Nunca has visto a los que pasan hambre? ¿Nunca has sentido debilidad por los que están rotos...? ¿Acaso ya no eres humano...? ¡No me importa lo que ordenes! ¡No soy, ni seré tu marioneta!
El intento de zafarse del agarre ajeno solo consiguió que el pecho del omega quedara apresado contra el de su alfa. El gruñido de Yoongi iba en ascenso hasta que pudo admirar el cristal azul romperse en los ojos de su marido.
Las lágrimas que tanto se había esforzado por ocultar estaban allí para hacer justicia al hecho de que a pesar de su dominancia, Jimin no era del todo inmune a la voz de mando de su alfa.
Casi en cámara lenta, Yoongi reparó en las líneas azules que sus dedos habían dejado en la piel de porcelana de su chico, y una sensación similar a cuando se le propina una patada en el estómago a alguien lo sacudió.
—Jiminnie...
El tiempo siempre discurre hacia adelante y en esa ocasión no sería la excepción. El sonsonete que anunciaba la llegada del ascensor a la suite que debían compartir le sirvió al omega para finalmente librarse del control físico de su captor.
Por primera vez, Yoongi sufrió la oleada de frialdad que emanó del chico una vez que sus cuerpos se separaron. Aun bajo el umbral de la cabina dorada y ofreciéndole la espalda a aquel hombre sin corazón, Jimin se tragó los restos de su amor y pronunció las palabras que trazarían su línea de seguridad en lo adelante.
—Despreocúpate, esposo mío, no te dejaré en ridículo esta noche. Tampoco escucharás de mí otra queja, en todo caso, mi única petición será el espacio. No creo que pueda compartir una habitación contigo a menos que sea requerido. En vistas de que me repudias por no obedecer tus demandas... Yo... creo que comienzo odiar ese aspecto de nuestra vida...
Odio... Yoongi se estremeció con esa simple palabra, pero para ese entonces las puertas del otro ascensor en la planta diecinueve dejaban ver a Lisa y al equipo a cargo de arreglar el desastre de cabellos y ropas mojadas que era su joven esposo.
Jimin se encaminó hacia ellos farfullando una disculpa que le permitiera justificar la congestión en su rostro y el peso en su corazón.
Yoongi puso el ascensor en marcha nuevamente. Ni siquiera un bidón de whisky lo ayudaría a olvidar la infamia que acababa de cometer.
"Lastimar a un ángel es un pecado demasiado oscuro hasta para mí."
Se recriminó de camino a la planta inferior, allí donde Jungkook y Bangchan le dedicaron miradas igual de gélidas que su lobo y quizás su ausente consciencia.
El reflejo de su rostro crispado por la amargura y la desazón quedó grabado en el ventanal con la misma saña que los relámpagos trazaban el cielo de Kyomi.
Un panorama que otra persona disfrutaba desde la comodidad de la alcoba que con meses de antelación y una identidad falsa había rentado.
Jung Hoseok solo contaba los segundos para que la velada diera inicio, mientras sus elegantes dedos se paseaban por el pelaje de un gato de Angora con aspecto muy similar a su antiguo primer amor.
—Estás pensando en el cornudo de Min, para variar. Es tan típico de ustedes los omegas correr hacia el dolor.
Una voz grave se hizo notar en la habitación. La mirada verde primavera de Hoseok se paseó hasta la franja de sombra que únicamente iluminaban las descargas eléctricas en el firmamento negro de Kyomi.
Jay sonrió con la malignidad que pueden tener los alfas condenados a convertirse en delta.
—Sigo sin comprender por qué aceptaste venir cuando lo odias tanto—contratacó Jung mientras cruzaba las largas piernas sobre el diván en el que estaba recostado—Ah... quizás sea el hecho de que ese idiota, como tú lo llamas, siempre te aventajará en lo que sea que se proponga.
La sonrisilla petulante de Hoseok se esparció por su bello rostro. El aroma amargo de los celos y un efluvio casi tóxico al olfato se hizo notar.
La sombra que había estado contemplando la tormenta se movió con tal rapidez que solo los ojos acostumbrados a la habilidad licántropa pudieron notar cómo el odio y el rencor conducían las acciones de Jay Park antes de enredar su mano en la garganta de su amante.
La risa de Hoseok no se hizo esperar mientras la bata de seda que portaba se abría para revelar la perfección de la piel de alguien acostumbrado a la buena vida.
—Tan impaciente como el resto de tu maldita familia. No olvides quién te da de comer, Jay-shi...
—Y tú no olvides quién se encarga de servirte de juguete mientras piensas en ese cretino. Menos mal que tengo la autoestima alta, de lo contrario me afectaría el hecho de que a quien vez cuando te follo es a él. Eres un chico retorcido, Jung Hoseok.
Otra risa sensual emergió del omega mientras se acuclillaba lo justo para colocar sus manos sobre los anchos hombros plagados de tatuajes de su cómplice. El único ojo que le servía a Jay era del mismo color azul de los que exhibía Jimin.
El destino no podía ser más cruel en la guerra de las mentiras de los ilegítimos. Pensó Hoseok mientras dejaba que la lengua ajena le invadiera la boca.
Tal como en otras ocasiones, las manos que lo sujetaban con morbosa posesividad dejaron de tener tatuajes de dragones y cicatrices.
El ojo lastrado por una marca que solo estaba destinaba a los traidores fue sanado y sustituido por el espejo color ámbar que lo había confortado en tiempos donde era frágil como el mismo otoño.
El color dorado de la piel de Park arrancado por el níveo toque del acero que cargaba Min Yoon Gi, mientras los recuerdos y la imaginación que solo puede acompañar a un enajenado ponía en sus labios el hecho de llamar al amor corrupto.
—Gigi... oh... mi dulce Gigi...
Gimió el joven castaño cuando la boca ajena le mordisqueó un pezón. Algunos les gusta vivir bajo el halo de una mentira para afrontar la realidad.
Hoseok nunca superaría la negativa del verdadero Yoongi a unir sus vidas y darle su apellido cuando él era el único que podía acompañarle a través de sus oscuridades.
Mientras tanto, el hijo que los Park habían escondido en las sombras y sustituido por la agradable presencia del que hoy subía al lugar anhelado por tantos, se preparaba para saborear el veneno de su venganza.
El ruido de los relámpagos y la ingente lluvia se encargaron de camuflar la entrega enfermiza de dos almas bajo el reino de los condenados.
Dos almas que se unían a la larga lista de enemigos que con la sutileza de los hipócritas habían entregado su regalo hacia la habitación que en el hotel debía pertenecer a la flamante pareja Min. Allí donde los estilistas terminaban de preparar el peinado y el maquillaje del anfitrión de esa noche.
"Por favor Minnie, contesta mis mensajes al menos..."
El último enlace de conexión de Seok Jin concluía con ese ruego, y Jimin no pudo hacer más que morderse los labios para no maldecir su propia tozudez.
—Minnie... lo siento... por mi culpa el señor se enfadó contigo y ahora...
El rostro casi infantil de Kang Mi-Suk se presentó en el nebuloso panorama que eran los pensamientos del omega. Jimin no pudo resistirse de jalar una de las coletas de la muchacha hasta quedarse con la goma que la sujetaba entre los sudorosos dedos.
—Sukkie, cariño, tú no tienes la culpa de nada. Vamos, déjame un poco a solas. Necesito ordenar mi cabeza si no quiero que vuestro señor estalle en la recepción.
Una sonrisa carente de humor se dibujó en las comisuras del pelirosa. Mi-Suk quiso decir de que no confiaba mucho en que la soledad fuera la mejor elección para él, pero se abstuvo a tiempo.
—No dudes en llamarnos para lo que necesites. Mingi y Yun Ho están fuera montando guardia. El señor es muy estricto en cuanto a...
—A mi seguridad—interrumpió Jimin y la chica se encogió al escuchar el tono autoritario en aquella dulce voz—Disculpa, nena, gracias por todo el empeño que le han puesto a mi bienvenida. Estaré bien.
La más joven no creía en esas últimas palabras. Sin embargo, tampoco podía hacer más cuando unos muros grises parecían encerrar el centro luminoso que hasta el momento había dejado ver su nuevo señor.
Con un ligero asentimiento, y un leve efluvio a galletas de canela, la omega más joven abandonó la estancia. Fue entonces cuando el globo de la contención se desinfló dentro de Jimin.
Poseído por un ímpetu que aborrecía se levantó de la banqueta donde lo habían preparado hasta encontrar su reflejo contra el espejo del pomposo vestidor donde se suponía que debía compartir prendas con su esposo.
El lado de Yoongi estaba vacío, tal como su corazón y sus infantiles esperanzas de conquistarle algún día.
—Ni siquiera me respetas... cómo se supone que podrás quererme... Cómo se supone que pueda intentarlo cuando este amor está condenado a la muerte. Te odio, te odio muchísimo justo ahora...
Una nueva capa de lágrimas se encargó de azotarle el rostro. La obra de sus preparadores estaba arruinada, pero en el plan de supervivencia que había trazado después de ese último enfrentamiento, la apreciación delicada con que lo habían arreglado estaba descartada.
El ave dorada estaba lista para enseñar el lado que tanto habían intentado enmascarar tras el estereotipo del omega sumiso. No existe luz sin oscuridad, ni comienzo sin caos.
Jimin estaba seguro de ello mientras se arrancaba las capas de seda blanca del traje de noche que Yoongi había elegido para él y prometía luchar con lo único que podía derrumbar todos aquellos muros de cristal que por siempre lo apresaron.
"El corazón de un necio suele sobrevivir a las peores adversidades. La necedad y la locura se llevan bien cuando el amor está lastimado. Nunca podrás doblegar lo que siento por ti, amor ciego e inútil.
Nunca podrás privarme de un vuelo que ha sido marcado para los dos. Si el ángel debe pactar esta noche, déjame mostrarte el poder de ver los colores en medio de la penumbra que tienen los enamorados del averno."
Y mientras esa resolución poblaba las acciones de nuestro príncipe de Nunca Jamás, el obsequio de la ponzoña era entregado en una exquisita cesta con destino a la habitación donde debían yacer los amantes del infortunio.
El veneno de la revancha contenido en una criatura común en el clima tropical de Kyomi, las escamas amarillas y rojas ponían la señal de alarma en negro para delinear las fauces y la lengua bífida de una poco común sierpe.
Para los señores Min
"Con todo mi amor, disfruta tu última noche y desaparece. Nos veremos en el infierno."
Anónimo...
🥂
•SEOUL UNDER ZERO•
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