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SU0°C: BACKWARDS/THE TASTE OF A LIE

Jimin tragó el nudo que le comprimía las cuerdas vocales mientras los acordes de A Comme Amour, anunciaban su avance a través del pasillo adornado con los pétalos de las flores que había firmado como sus favoritas.

Decir que las piernas no le temblaban como si se tratara de gelatina era quedarse corto, pero a lo largo de su vida, había aprendido a ocultar sus inseguridades con una luminosa sonrisa, tal como la que ahora exhibía cual estandarte con destino a la prensa, su familia y por supuesto, su prometido.

Para Yoongi el caminar de quién en los próximos segundos se convertiría en su esposo era más comparable a una tortura.

Empezando por la sinuosa lentitud de sus caderas cada vez que daba un paso o la elección de un traje de bodas que distaba mucho de la imagen que Min quería proyectar en el futuro.

—La primera prueba…

Canturreó Namjoon y el jefe de los Min deseó estrangularlo con sus propias manos. En su lugar, la más tensa de las sonrisas fue dirigida al omega que en ese instante le era prometido.

—Quizás sea solo tu miedo a lo inevitable. 

Murmuró Jungkook y el que se apellidaba Kim estuvo a punto de contrarrestar con otro dardo envenenado si no fuera por la intervención de Seok Jin.

—¡Chist…!—reprendió el omega de cabellos azabache y labios de corazón—Parece mentira que se crean la casta superior de la sociedad cuando suelen comportarse como unos niños pequeños la mayoría de las veces.

—Jinnie, bien sabes que…

—¡He pedido silencio, Nam! Y por tu propia seguridad más te vale que guardes todos tus brillantes comentarios referente a Min. Es el día de mi Jimminie. Al menos deja que la farsa sea algo convincente.

Lo último era un susurro destinado aplacar las miradas que los anfitriones dedicaban a los padrinos. Después de lo que le pareció una turbulenta eternidad a Jimin, sus pies alcanzaron el escalón donde debería jurar pertenecer al alfa que ya extendía sus manos hacia él.

—Querido, sonríe… estás precioso…

Park Jurin se inclinó para recibir el ramo que su hijo sostenía. Yoongi no esperó que su futuro compañero intercambiara confidencias con su progenitora.

Bastante tenía con los Kim, presionando con sal la llaga de su cordura. Con un gesto casi extremo se apropió de las pequeñas manos del omega peli rosa. Jimin parpadeó.

—Queridos amigos, estamos aquí reunidos para presenciar la unión de dos almas escogidas por la Madre Luna para acompañarse hasta el final de los tiempos…

La letanía del sacerdote dio inicio mientras Yoongi juraba que podría ahogarse en el océano azul resaca que era la mirada ajena.

"¿Qué demonios te dije sobre esa forma de vestir? Nadie puede mirarte de esa forma más que yo. A partir de aquí me perteneces, lo entiendes, il mio angelo…"

El apretón en los delicados nudillos de Jimin se unía al mantra de quejas que su alfa estaba levantando. En otra circunstancia, siendo otro tipo de omega, Jimin se hubiera abstenido de encontrar el reflejo de su angustia en el sol que habitaba en la mirada ajena.

Sin embargo, la barbilla puntiaguda del omega se erguía como prueba irrefutable que aún en su condición de fiel y obediente esposo, no dejaría que la voluntad de Yoongi aplastara la suya. Para nada.

Si el señor Min quería un hermoso florero sin voz ni voto, bien podría tragarse la sarta de improbabilidades de unos votos, que por lo visto, apenas había podido leer antes de ese momento.

—Con este anillo y ante la Madre Luna…—murmuró el tono ronco del más pálido mientras la argolla dorada se iba a unir a la promesa de plata en el anular izquierdo de Jimin—Yo te desposo, Park Jimin, para honrarte y respetarte por el resto de mis días, convertirte en el padre de mis hijos, el centro de mi hogar y la figura irreemplazable que traiga dicha y sosiego a mis horas más oscuras. Hasta que la muerte nos separe, en esta y otras vidas. Que así sea.

El ligero centelleo en las pupilas del omega fue acompañado de varias exclamaciones de júbilo y algunas, hasta de envidia de parte de la población beta y omega, que aún no procesaba el hecho de que uno de los partidos más codiciados por la alta sociedad, contraía nupcias con el de cabellos rosáceos.

—Yo… Park Jimin, con este anillo—la voz musical del omega llenó el ligero murmullo de los que aún se recuperaban de la declaración anterior. Una mascarada que a Yoongi le revolvía el estómago y que desgraciadamente él tenía que apoyar—te desposo a ti, Min Yoon Gi, para honrarte y convertirme en tu fiel acompañante por el resto de nuestras vidas. En la pobreza y en la riqueza, en la salud y en la enfermedad, más allá de este mundo y del tiempo que nos conceda la Diosa, prometo que mi corazón, siempre te pertenecerá.

Esa última parte, que no constaba en ninguno de los ensayos que había realizado, consiguió que aquellos ojos color ámbar lo enfrentaran por primera vez desde que se habían reunido frente al altar.

Una mezcla de furia con repulsión estaba allí dibujada mientras la sonrisa de Jimin rivalizaba con la de cualquier ángel vengador.

La pequeña afrenta había sido comunicada y de no ser por las últimas palabras del sacerdote al oficiar la unión, el más joven estaba seguro de que a Yoongi poco le iba importar que hubiera media ciudad y todo el país presenciando la ceremonia por televisión en alta definición para hacerle negar lo que le había prometido.

La imagen que más se estaba esforzando por ocultar acababa de quedar expuesta por su tierno esposo. Por la Madre Luna.

Jimin acababa de declararle su amor incondicional frente a medio país y para colmo de males, él solo podía apretar los dientes y escuchar cómo los convidaban a firmar el registro en el cual todo quedaba sellado.

—Por las facultades que se me han conferido, ante la ley de los hombres y de los licántropos, yo os declaro esposos.

Musitó el diligente sacerdote y Jimin se tragó su temor de que sugiriera el temido instante de "puede besar al novio" cuando Yoongi solo se acercó para rumiarle al oído lo que ya temía.

—Tú y yo, vamos a conversar largo y tendido esta noche.

Pronunció el alfa mientras los espectadores pedían algo más que la frialdad que exudaba por su parte. Casi como si se tratara de un niño regañado, el más pálido alcanzó a unir su mano a la de Jimin antes de rodear la fina cintura del omega con un brazo.

El aroma a whisky y cuero de Min penetró en la pequeña naricilla del de ojos azules antes que la foto que pronto llenaría tabloides y revistas de posición fuera tomada.

En ella, un delicado omega observaba al alfa cuya personalidad gélida y olfato para los negocios lo colocaba en el ojo del huracán. En ella Min Yoon Gi le besaba la frente, proclamando que para bien o para mal, Min Jimin era suyo.

SEOUL UNDER ZERO•

🥂

—Deberías detenerte ahora. No volé desde el corazón de Florencia para ver cómo mi único nieto desprecia a su esposo. Yo no crié a un monstruo, niño terco.

Min Yejin, con su pálida tez e insondables ojos azul ciano, no tuvo clemencia al abrir el abanico con empuñadura de carey que había estado en su familia por siglos, antes de golpear las rodillas de Yoongi.

El aludido disfrazó su malestar con otra mueca. Del otro extremo del salón, Jimin bailaba la segunda pieza de la noche con Woon Bin.

—Nonna… este niño terco, como tú dices, tiene algo más de lo que preocuparse. El insensato con el que acabo de casarme le ha hecho creer a la prensa rosa de que nos une el amor… Cosa que solo complica más el hecho de su seguridad.

Para Yejin no pasó desapercibido el tono casi asqueado con que su nieto pronunció aquella palabra que muy pocos tenían el privilegio de experimentar en su mundo.

Sin embargo, los Min, generación tras generación, encontraban en sus omegas el puntal para mantenerse a flote.

Una sonrisa cómplice pobló el semblante apenas marcado por líneas de expresión de la mayor. Con una nueva floritura del abanico señaló hacia dónde Jimin evolucionaba en el centro de la pista.

—Ese adorable chico… aún lo recuerdo el día de la muerte de Jaejun ¿Fue el que te dejó el ramo de alerces con un pétalo de peonía?—Yoongi masculló una maldición. La matriarca de los Min amplió la jovialidad a una refrescante risa—Por supuesto que fue él, y por supuesto que aún conservas esa analogía de tu madre. Yoongi, cariño, no todo puede ser control y fuerza. El matrimonio será la única roca que te quede cuando la oscuridad extrema te aparezca… Esa es la maldición de este clan. Así que deja de ser un idiota y ve a rescatar a tu esposo de la fila que se está formando para pedirle un baile. Al menos por hoy, no empañes su belleza con tu ego. 

A regañadientes, el alfa de cabellos oscuros abandonó la mesa desde la que Jeyin regentaba como la soberana más altiva que conociera la sociedad coreana emigrada en Italia. Justo de donde provenía la familia materna de su nieto.

—Chico tonto, igual que tu padre, estás a punto de caer en la única batalla en la que los Min pierden.

—¿Qué decías, Nonna?

Min Chae Young, la única omega de la familia y prima de Yoongi, insistió en que la matriarca le prestara atención.

—Que es una hermosa recepción. Vamos, deja a esta vieja en paz y únete algún jovencito del clan los Park. Esa familia parece solo crear caras dignas de revistas comerciales.

La omega pelinegra arrugó la nariz. Lo menos que deseaba era socializar en medio de aquel campo minado donde la supremacía la tenían los alfas.

Aún cuando no pasara los quince años, la decisión de su abuela de que Yoongi asumiera la responsabilidad legal sobre ella, mientras terminaba el bachillerato, la ponía de los nervios.

—Y supongo que eso cuenta como parte de tu idea de hacerme encajar en el mundo de mi primo. Solo mira cómo trata a ese pobre omega. 

Objetó la chica antes de ajustarse los lentes de montura negra que hacían malabarismos en el puente de la recta nariz que compartía con el resto de sus familiares. Yejin negó con aquel aire de suficiencia que solo puede otorgar la edad.

—Otra que será ciega para el amor ¿Quieres ser útil? Avísame cuándo el adorable esposo de mi nieto se excuse para ir al tocador. Necesito tener una charla con ese muchacho antes que Yoongi se encargue de sacarlo de quicio.

Las cejas de la menor se arquearon ligeramente. Yejin le guiñó antes de que su mirada evaluadora recorriera el salón de la casa solariega de los Park, allí donde las personas pululaban para enmascarar la pequeña discusión que sostenía Kim Seok Jin con su testarudo hermano.

—Por última vez, acepta que la escena del altar fue más allá de esa aberración que quiso enmendar Min besándote la frente. Temo que padre te haya entregado al mismo demonio. Nam dice que los negocios de tu esposo son…

—Hyung…—interrumpió el de cabellos rosáceos—¿No crees que ya es demasiado revuelo con que estemos bailando juntos?

El azabache esbozó un puchero enfurruñado.

—Buena maniobra para esquivar el asunto principal, pero no. No pienso dejarlo correr cuando temo por tu seguridad. Jimminie… el hombre gélido con el que te has casado te arrastrará a su oscuridad si…

—Ah, Seok Jin… No te veía desde aquella fiesta de graduación a la que asistió Chae Young ¿Te importaría devolverme a mi esposo?

Como si lo hubiera invocado y sin mayor permiso que el de alguien consciente de que posee algo, las manos nervosas de Yoongi se encargaron de separar al omega de aroma a fresas del cuidado de su hermano.

—Yoongi… por lo visto no vas a morir pronto. Lo que…

—Seokjinnie, amor, deja a la pareja un poco de privacidad y ven ayudarme con tu hijo. Ese niño parece un paquete de energía ambulante.

Park Jurin apareció para interceder en nombre de lo que en los ojos felinos de Yoongi se traducía como rabia contenida. La reticencia del omega mayor era manifiesta mientras se acercaba a la pareja para murmurar con tono amargo.

—Solo porque sea omega no creas que lo tienes fácil. Ese de ahí—señaló a Jimin—es mi único hermano. Tócale un solo cabello sin su consentimiento, lastímalo o intenta humillarle como hace minutos y no te alcanzará el infierno para esconderte. 

Lejos de mostrarse consternado por aquella amenaza, la sonrisa arrogante creció en el rostro de Min.

—Dale mis saludos a Namjoon. Pensé que podría maldecirlo, pero ya la vida lo hizo al entregarle semejante compañero.

—Hijo de…

—¡Papi!

Un adorable cachorro de hebras castañas y mejillas rellenas se aferró a las rodillas de Seok Jin. Jimin aprovechó la apertura que le daba su sobrino para librarse del foco de atención y de aquellos dedos que le apretaban la cintura.

—Iré a refrescarme… vuelvo enseguida…

—Por supuesto, cariño. Mientras, Yoongi puede conocer al resto de los inversionistas. Seok Jin, trae a tu esposo el abogado para que Sung Hoon regrese con su abuela.

Woon Bin y aquella sarta de buitres que le hacían la corte aparecieron para cubrir la escapada del omega peli rosa. Otra punzada en la sien izquierda del alfa cabeza de familia de los Min resaltó lo que ya era  inevitable: aquella familia protegía al silencioso omega del aroma a fresas y los ojos profundos como el océano.

—Maldita sea, Jimin…

Masculló Yoongi mientras era cercado por su suegro y compañía. No muy lejos de allí, Min Yejin se preparaba para tener un conversación seria con el muchacho encargado de romper los muros que desde la más tierna infancia retenían a su nieto.

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