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sensitive 2/2

Se escuchó el sonido de la puerta siendo cerrada bruscamente seguido de jadeos y el ruido que producían sus labios chocando entre sí. Las luces del departamento todavía seguían apagadas y al parecer se quedarían así.

Sana tenía sus manos posesivamente sobre la cadera de Nayeon, mientras esta las tenía sobre sus hombros, se besaban con deseo, sus lenguas luchando por el control del beso, separándose apenas para recuperar el aire. La tensión comenzó en el auto, luego de una cena con sus amigas, terminándola en el elevador, olvidándose completamente de las cámaras que este tenía.

Se separaron y Sana llevó sus labios hasta el cuello de la mayor, se escuchaban los jadeos por la falta de aire reciente.

—Sana, vamos a la cama— gimió, Sana dejó su cuello y la miró con esos ojos oscuros por el deseo y los labios hinchados. Asintió rápidamente y tomó su mano para dirigirse a la habitación, completamente en la oscuridad.

Llegando a la habitación tampoco perdieron el tiempo y se besaron con euforia, Sana empujó a Nayeon con un poco de brusquedad a la cama, hoy no estaban siendo cariñosas y delicadas, pero claro, todo era por el alcohol que llevaban encima. A la mayor poco le importó la brusquedad y rápidamente se acomodó para recibir a Sana sobre ella.

La menor encendió la luz, se sacó la chaqueta que llevaba y atacó nuevamente el cuello de su novia, dejando algunas marcas, Nayeon solo se dedicaba a largar algunos gemidos. Sana desabotonó varios botones de su camisa y acarició sus senos. Ya cuando se cansó de besar su cuello intentó bajar hasta su pecho, pero la prenda se lo impedía. Desabotonó toda la camisa y solo le quedaba el sujetador.

—Levántate— le ordenó para que pudiera desabrocharlo, la mayor hizo caso— debes comprarte los que se abrochan por delante— le sugirió cuando lo sacó.

Pasó su lengua contorneando el pezón que rápidamente se endureció y luego lo llevó a su boca, chupando fuertemente recibiendo un gemido de Nayeon. Se mantuvo haciendo eso por un tiempo y dió una mordida antes de pasar al otro seno, sintiendo las manos de la mayor presionarla más hacia ella. Bajó su mano hasta el húmedo centro de su novia, acariciando sobre encima de la tela, Nayeon largó un suspiro y alzó sus caderas buscando más contacto.

Sana sacó su mano y recibió una queja de la mayor, volvió a su boca mordiendo el labio inferior de la rubia.

—Sácate la blusa— le pidió la mayor.

—Sácamela— sonrió. La mayor rodó los ojos y se alzó un poco para sacar la prenda, y seguidamente desabrochó el sujetador. Sana la miró seria.

—No te pedí que me sacaras eso.

—Tampoco te lo pedí e igual lo hiciste— le sonrió. Intentó posicionarse encima de Sana, pero se lo impidió.

—No de nuevo Im, el papel de activa es algo que puedes disfrutar de vez en cuando— rozó sus labios.

—Entonces fóllame de una vez, Minatosaki.

—Vamos a esperar para eso, soy yo la que tiene el control hoy— se paró y Nayeon por un momento pensó que realmente la haría esperar, pero fue en dirección a ese maldito cajón y entonces prefirió la primera opción.

—¿Qué haces? — Sana la ignoró.

—Sácate lo que te queda de ropa— demandó, abrió el cajón mientras observaba los objetos dentro, había pasado un tiempo desde que no usaban algunos, sonrió al recordar que tenía esa pequeña venganza pendiente.

—¿Qué buscas? — Nayeon estaba por alejarse de la cama, pero la voz de la castaña la detuvo.

—Sácate la ropa— repitió un poco más brusca, la rubia la miró con el ceño fruncido.

—Me la voy a sacar, pero dime qué buscas ahí— la menor rodó los ojos.

—Es obvio lo que busco, Im. — tomó el pequeño látigo con una punta de cuero y se volteó. Su novia la observaba fijamente, no habían usado eso desde que incursionando en el BDSM Sana tendía a descontrolarse un poco y no terminaba siendo cómodo para ninguna. Desabotonó su falda y la dejó caer, sintiendo como la mirada de la menor quemaba. —Rápido, Nayeon— se asustó cuando Sana habló haciendo sonar el látigo contra su propia mano. Terminó de desvestirse y la miró esperando alguna indicación— acuéstate y abre las piernas.

Nayeon siguió sus indicaciones un poco dudosa, la última vez que Sana había usado el látigo terminó con varias marcas y dolor. Obviamente durante el sexo el dolor no se hacía presente por el placer, pero al día siguiente siempre se lamentaba.
Miró como Sana se quedaba en la punta de la cama y la observaba.

—Deja esa cosa y ven aquí Sana, me estás cansando— la nombrada arrastró lentamente el objeto por sus muslos.

—Tócate. — ordenó fuerte y claro.

—¿Qué?

—Si tanto quieres que te toque hazlo tu misma, vamos, yo miraré desde aquí. — se dió la vuelta y tomó la silla que se encontraba al lado del escritorio, la acomodó delante de la cama y se sentó cruzando las piernas. Nayeon estaba sonrojada, si bien estaba muy acostumbrada a tener sexo seguido con Sana no era habitual que se tocara delante de ella.

—No, hazlo tú, ven Sana— se negó y cerró sus piernas para sentarse en la cama.

—Abre las piernas— dijo estricta mientras golpeaba el látigo en la cama, haciendo un ruido fuerte, la rubia pegó un saltito del susto, bufó y abrió nuevamente sus muslos, sintiendo la inesperada caricia del cuero en su centro, jadeó fuerte — Estás siendo una niña muy mala, Nayeon, no me obligues a usarlo más de lo que tengo planeado— formó un pequeño puchero, la rubia se sentía tan caliente con la actitud de Sana. Bajó su mano lentamente hasta su centro y acarició su clítoris, largando un gemido, siguió tocándose lentamente intentando buscar un ritmo.

Sus gemidos estaban siendo cada vez más frecuentes y sus caderas se alzaban inconscientemente buscando más contacto, su cabeza estaba hacia atrás mientras cerraba sus ojos fuertemente. Decidió ir más fuerte moviendo su mano aún más rápido, Sana la miraba fijamente mientras se relamía los labios, gimió fuerte y cerró sus piernas cuando tocó con más brusquedad su clítoris. Sana golpeó su muslo con el látigo haciendo sentir a Nayeon un ardor en este. Largó un fuerte gemido de dolor y placer cuando lo sintió.

—No cierres las piernas— la rubia asintió rápidamente, aunque esta no la podía ver y volvió a abrir sus piernas. Siguió tocándose, pero esta vez llevó dos dedos a su entrada.

—Ah... Sana~— La castaña sonrió.

—Más rápido— le ordenó.

—Si amor, mmh— sus dedos entraban y salían con rapidez, sus piernas se cerraron nuevamente y gritó cuando un nuevo latigazo llegó a su muslo— Sana me voy a correr— y otro golpe llegó cuando luego de unos segundos seguía sin abrir los muslos.

—Detente. —le ordenó mientras se paraba de la silla— no me obedeces así que es suficiente. — la rubia comenzó a negar rápidamente sin sacar su mano de su centro.

—Ya llego, Sana, me voy a co-¡Ah!— y otro azote golpeó su muslo mucho más fuerte que las veces anteriores, haciéndola llegar al orgasmo bruscamente, sus caderas temblaban por los espasmos y lágrimas salían de sus ojos pero definitivamente no eran por dolor, lo único que sentía en ese momento era placer.

—Te dije que parases, Nayeon— susurró a su oído, la rubia se erizó al sentirla. Estaba tratando de recuperarse del orgasmo, pero tenerla así y el alcohol en sus venas no ayudaban para nada.

—Perdón Sana, estaba tan cerca...— sus palabras se fueron apagando cuando sintió que Sana tomaba su mano y la dirigía a su boca, chupando los dos dedos que recientemente estaban dentro suyo— carajo, Sana.— la nombrada sacó los dedos de su boca y juntó sus labios, comenzando un beso brusco que duró poco porque se alejó rápidamente.

—¿Sabes? Estás siendo una niña mala, muy mala— comenzó a acariciar todo su cuerpo con el látigo— sabes que odio que me desobedezcan— se sentó nuevamente en la silla— así que de ahora en más quiero que me hagas caso, ¿Entendido? — dió un golpecito mucho más suave en su muslo

—Si, Sana— su voz salió temblorosa.

—Bien, abre las piernas y quiero que las mantengas así— Nayeon rápidamente las abrió, tomando sus muslos por debajo. — porque aún me queda pendiente devolverte lo del martes. Me diste tres— y dió un azote justo en el centro de la rubia, que largó un gemido fuerte y por instinto cerró las piernas, pero Sana tocó sus muslos para que los volviera a abrir— maltidos— y repitió la acción aún más fuerte— orgasmos. — y otro más, Nayeon gritó mientras trataba de no cerrar las piernas, sabiendo que el castigo sería peor, sus quejidos se escuchaban fuertemente.

—S-Sana mhm detente, me voy a correr de nuevo— intentó llevar su mano hasta su sexo una vez más pero antes de que pudiera sintió de nuevo el ardor en su centro, Sana había dado otro azote —¡Sana!— gritó

—Cállate— y otro más— estás siendo muy ruidosa, los vecinos van a escuchar— Nayeon jadeaba rápida y ruidosamente, cada vez cerrando más las piernas por el placer, pero cada vez que lo intentaba Sana daba otro golpe.

—Ah... siempre te importó una ¡Mierda! — sintió otro golpe—...lo que escucharan los vecinos.

—Shh, hoy es diferente. — estiró su mano y acarició el centro de la rubia, esta tembló un poco al sentir el contacto, alzando sus caderas.

—Fóllame Sana, por favor fóllame— le suplicó agarrando su muñeca y obligándola a que mantenga sus caricias, la castaña sonrió al escuchar las súplicas, pero decidió que jugaría el mismo papel que ella el martes, así que alejó su mano y fue nuevamente hacia el cajón.

—¿Ya? ¿No quieres un poco de diversión antes? — preguntó inocentemente.

—No Sana, cierra ese puto cajón y ven acá maldita sea— Nayeon estaba frustrada, recién había estado tan cerca de su segundo orgasmo, pero lo había perdido, necesitaba que Sana la follara lo antes posible.

—Mira, juguemos algo, te pondremos este lindo vibrador rosa y si cierras las piernas, látigo, pero tendrás que ser muy silenciosa porque si escucho, aunque sea un quejido, subiré la intensidad. — Sana explicó mientras caminaba hacia la cama— ¿Entendido? — Nayeon solo asintió—¿Entendido? — volvió a preguntar más fuerte mientras pegaba con el látigo en el muslo de la mayor.

—¡Mierda, Sana! ¡Si! Entiendo— su respiración era agitada.

—Bien, comenzamos— se acercó al centro de la rubia y palpeó su entrada, verificando que esté lubricada para poder poner el vibrador, se sorprendió al notar lo húmeda que estaba. Se escuchó un pequeño quejido de parte de Nayeon— ya comenzamos Nayeon, pero haré como que no escuché eso— empujó el vibrador dentro de la rubia mientras observaba como se mordía el labio para evitar hacer ruido. —¿Lista? — la mayor negó repetidamente.

"No, definitivamente no estoy lista" pensó.

Sana se acomodó en la silla y encendió el juguete, notando como las piernas de Nayeon temblaban mínimamente y sus caderas se alzaban. Las manos de la rubia sostenían sus muslos y sus uñas se clavaban profundo en estos. Sentía que no iba a aguantar mucho tiempo, sus piernas comenzaban a flaquear y recién comenzaba. Sus piernas temblaron y un quejido salió de su boca, sintiendo como la intensidad del vibrador aumentaba, se llevó rápidamente un brazo a su boca, intentado callar sus gemidos, no se había dado cuenta que cerró sus piernas hasta que sintió un fuerte ardor en su muslo acompañado de un ruido fuerte.

—¡Sana! — y la intensidad subió aún más, elevando sus caderas intentando no volver a cerrar sus piernas.

—Intensidad tres de ocho y recién comenzamos, aguanta más Nayeonnie.— acarició sus piernas, la respiración de la rubia era pesada, se sentía fallecer y no sabía si llevar sus manos hasta sus muslos para mantenerlos separados o a su boca para que sus gemidos no se escaparan.

Se escuchó otro azote y ella ya no podía mantener sus piernas separadas, así que recibió otro.

—Mmh— y otra intensidad fue seleccionada, ella seguía con las piernas apretadas mientras se doblaba un poco en la cama, recibiendo otro latigazo.

—Abre. — y otro más.

—Ahh, Mierda Sana~— la mencionada abrió sus piernas bruscamente mientras subía aún más la intensidad, recibiendo un golpe en su centro —¡Ah! — y llegó al orgasmo bruscamente mientras sus caderas daban leves espasmos. Sus jadeos y gemidos no se ausentaron, haciendo que la potencia de aquel vibrador siga subiendo, con ella viendo las estrellas y lágrimas de placer recorriendo su rostro.

Sana la miraba jadeante, los muslos de la rubia estaban colorados debido a los golpes, su cara estaba roja y con una capa de sudor, su boca no dejaba de abrirse para largar grandes gemidos. Ya no le importaba las estúpidas reglas de Sana, ella quería disfrutar completamente de ese momento.

Sana estaba agradecida con que las mujeres tuvieran la capacidad de tener orgasmos realmente seguidos sin necesidad de un "descanso", sabiendo que si estimulaba bien a su rubia pronto la tendría corriéndose delante de ella nuevamente.

—Sana~, ahh... Te necesito a-amor... ¡Sana! — la mayor estiraba su brazo hacia la castaña, esperando el momento en que se decida a soltar ese estúpido látigo y la follara. El nivel de potencia era 7 actualmente, sentía que si estaba un minuto más con esa cosa dentro de ella se correría nuevamente.

—¿Quieres otro orgasmo? — preguntó la castaña, saliendo de la silla y posicionándose a su costado, acariciando lentamente su clítoris. La rubia asentía con desesperación mientras su boca seguía largando gemidos.

—Ah~ Si, amor, haz que me corra de nuevo... mmhg— la castaña juntó sus labios con brusquedad, ahogando sus gemidos, sus lenguas chocaban y sus labios se movían con desesperación. Sana sacó el vibrador de su interior y la penetró rápido, Nayeon separó sus bocas y sus gemidos se convirtieron en gritos. —¡Ah Sana! Si, fóllame... Así mhmm...

Sana la penetraba con rapidez y fuerza, frotándose contra el muslo de su novia buscando su orgasmo. Chupaba con desesperación el cuello de Nayeon y esta clavaba sus uñas en la espalda de la menor.

—Ah Nay, vente conmigo— gimió en sus labios, completamente al borde de su primer orgasmo en la noche. Unió sus labios y sintió como el interior de Nayeon se apretaba contra sus dedos, haciendo que ambas llegaran al orgasmo en una perfecta sintonía.

Sana cayó rendida sobre el cuerpo de Nayeon mientras ambas jadeaban fuerte, sus cuerpos completamente sudados, la menor aún con sus prendas en la parte inferior de su cuerpo.

—¿Ves por qué es mejor cuando yo tengo el control? — preguntó aún agitada, retiró sus dedos del interior de la rubia escuchando un pequeño quejido.

—Un día me vas a matar, Sana— la menor salió de arriba suyo y se recostó a su lado— Solo espero recordar esto en la mañana, tomé demasiado esta noche— la castaña rió.

—Lo recordarás por el dolor en tus piernas, tranquila. La próxima lo filmaremos para que no lo olvides— acarició su muslo, la rubia negó rápidamente mientras le daba un golpecito en el brazo.

—Ni se te ocurra grabar algo de lo que hacemos, Minatosaki Sana.

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