chapter 19
Llegué tan rápido como pude, después de calzarme unos jeans y una camisa y zapatos que tenía a mano. No pretendía encajar con la onda del lugar sólo me interesaba la seguridad de quien amaba.
Cuando llegué me topé con la imagen Jay abrazándose a si mismo por el frío y luciendo preocupado, estaba en frente de la puerta. Me bajé del auto y caminé apresuradamente hacia él.
— En verdad es usted — Dijo incómodo.
— Sí. Ya habrá tiempo para contar la historia. ¿Dónde están?
Jennie salió sonriendo de dentro con un vaso en la mano.
— Seung, ¿dónde te has me — Su mirada se llenó de rabia y yo sentí que mí corazón volvía a la vida — ¿Qué carajos estás haciendo aquí? ¿No deberías estar con tu mujer? ¿O viniste con ella?
Correcto. Eso parece justo.
— Vine porque no voy a dejar que te hagan daño. No voy a dejar que te vayas con ese SeungkWan.
— ¿Qué? — Preguntó confundida y enojada.
Yo me dirigí a Jay quien me evitó la mirada.
— Bien, ya hice mi parte. Ahora hagan la suya — Respondió avergonzado y antes de irse continuó — Por favor, Jen, necesitas arreglar las cosas. Habla con ella.
Así estuvimos en silencio unos cuantos minutos.
— Bien, yo me voy — Se volvió a la puerta pero antes la atrapé por la muñeca.
— Vamos a casa — Le dije.
— Suéltame. No voy a ir contigo a ninguna parte — Se soltó con poca delicadeza — Quiero que desaparezcas de mi vida.
Ella río pero pude ver unas lágrimas colándose en sus ojos.
— Me lastimas, Lalisa — Se limpió las lágrimas que aún no había alcanzado su rostro — Y yo no puedo con ese nivel de sadismo que manejas.
— ¿Qué quieres decir?
— Qué a pesar de que te digo que te detengas sigues, cuando más me duele no te importa si me hace daño o no. Sólo lo que tú quieres. Tenías todo mi cuerpo para lastimar y te obsesionaste con herirme el corazón, y eso Lalisa, eso te vuelve una verdadera sádica.
— ¿Quieres que me detenga? — Indagué con un nudo en la garganta — ¿De verdad quieres que lo haga?
— Voy a decirlo en un idioma que puedas entender: rojo, Lalisa.
Entonces con ojos acuosos se dió media vuelta y caminó una vez más lejos de mi dirección.
Y cuando estaba a punto de voltearme para hacer lo mismo, es cuando veo que Jennie se rinde y se desmorona frente a mí. Sus rodillas se rinden, y sin embargo soy tan rápida como puedo y ella cae en mis brazos por unos pocos segundos.
— Estoy bien, estoy bien... Sólo me mareé — Aclaró Jennie, aún con ojos cerrados, su piel está blanca casi como la nieve misma.
— No estás bien — La recargué sobre mí y fuimos hasta mi auto con ella arrastrándose un poco más — Santo dios, ¿Cuánto bebiste?
— Tanto como decirte lo que siento desde que empezó esta mierda.
Abrí la puerta hábilmente y la recargué sobre el asiento del copiloto, ésta estaba casi dormida y cuando me acerqué para ponerle el cinturón, su respiración caliente golpeó mi mandíbula.
Hace cuanto que no lo besaba y cuánto quería hacerlo.
Y sin embargo salí de allí y me encaminé hacia el asiento de conductor.
— Te llevaré a tu casa — Avisé encendiendo el motor.
— No puedo — Susurró sin abrir los ojos — Mi madre piensa que estoy durmiendo en la casa de Jay, después de estudiar arduamente para el examen de historia de mañana — Jennie rió — Ni siquiera tenemos esa materia.
— Está bien — Fespondí sabiendo a dónde iríamos.
Luego de llegar a casa con Jennie en el hombro, que por cierto comenzaba a doler por el continuo peso, ella se despertó de un sobresalto y observó a su alrededor.
— No pienso quedarme aquí
Advirtió firme.
— No tienes opción, podrás irte cuando se te pase la borrachera ― Le advertí — Dormirás en mi cama — Y ante su repentina mirada filosa aclaré — Yo dormiré en el sofá aquí abajo.
Ella pareció conforme y me dejó ayudarle a subir escaleras arriba a mi habitación. Para cuando pasamos nuestro cuarto de juego, algo parecido a un escalofrío la recorrió. Pero lo ignoró y siguió caminando.
La cama estaba deshecha como la dejé y ella se arrojó encima sin decir palabra alguna. Se removió un poco, y luego de quitarse los zapatos, se metió dentro de ella con pereza.
— ¿Te molesta si me quito los pantalones?— Preguntó un poco avergonzada — Están muy ajustados y no puedo dormir así.
— Puedes hacer lo que quieras, yo te dejaré. Debo dormir algo — Expliqué y me fuí hasta la planta de abajo.
Pero cuando estaba allí en el sofá con la mirada clavada al techo no podía dejar de darme vueltas y pensar, que Jennie estaba en mi casa y yo no la podía tocar, no le podía hablar como quería ni besar.
O mejor dicho, no debía hacerlo.
Y ese para mí era el peor castigo de todos.
Solo queda un capítulo:(
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