🌺𔘓 ¦ Capítulo 5
Esa misma noche cuando llegué a mi casa precisé darme un baño de inmersión para relajar algunos músculos, los mismos que estaban casi petrificados producto del estrés que sobrecargaba.
Jimin al fin había conseguido lo que quería de mí y yo no estaba muy seguro de si realmente esto no terminaría por dañar aún más su pequeña mente. Temía que quisiera algo que no podría darle. El mismo me había dejado claro que buscaba lo que yo planteaba en mis trabajos literarios.
Pero la verdad es que cuando uno lee un libro que le gusta, generalmente una historia empalagosa de algún escritor sin nada más que hacer que vender el amor como una innovación que debes tener, la gente quiere ser participe de ella.
A todos nos gusta lo utópico de un amor que sobrepasa cualquier obstáculo, que se funde en lo armonioso y donde cualquier pelea se remedia con una sesión pasional de sexo, aunque en la vida real tristemente no sea así.
Y nosotros los escritores vendemos lo que la gente quiere comprar, nadie se ilusionaría sobre una historia de amor dónde ambos protagonistas nunca llegan a congeniar o tienen que ver todos los problemas maritales que acarren con su relación, es por eso que en mis obras más allá de los juegos de roles lo más atractivo era el trasfondo romántico, dos hombres que sin tener demasiado que hacer el uno con el otro mágicamente encuentran la forma de funcionar juntos.
Lamentablemente la paradoja de mi vida como escritor es que no creo en el amor como algo místico y sustancial sino más bien como un mecanismo biológico que motiva a las especies a aparearse y a terminar buscando no más que su propio placer.
Mi placer es joder adoptando un rol dominante, flagelar, morder, marcar, no obstante si tuviera una relación jamás la mezclaría de nuevo con ello, simplemente por el hecho de no desvirtuar el vínculo.
Es por eso que Jimin al aceptar entrar en este juego renuncia a cualquier otra cosa que podríamos llegar a tener.
Sin embargo al estar sumergido en la tina de agua caliente algo parecido al gozo se coló en mi sistema, porque al fin tendría a esa pequeña criatura bajo mi autoridad sexual, me pregunté cuanto sabría de aquello que tanto presumía querer y me alegré de saber que eso lo sabría mañana.
El día se presentó extenuante bajo mi criterio, demasiados trabajos que corregir y a falta del profesor Oh tuve que ocuparme de su materia, la misma dónde (para peor suerte) estaba mi alumno predilecto sentado justo al frente lanzándome miradas de complicidad.
¿Siempre tenía esa manía de lamerse los labios tan frecuentemente o era una provocación?
Intenté no distraerme con aquellos pensamientos de mi mismo empujándome en su boca, mientras disimuladamente acomodaba mi media erección en mis pantalones y volvía la atención a mis gafas para evitar levantar la atención en aquel lugar.
—Continuemos—solicité levantando la vista de la mirada de Jimin que se posaba justo allí volviendo a mojarse los labios.
''El maldito lo hace adrede.'' comprendí.
Llegando a casa a eso de las cinco de la tarde me dediqué a ordenar mi lugar para que se viera un poco más decente, cuando escuché el timbre sonar dos veces y mi corazón dejó de bombear por dos unos mili-segundos. Estaba aquí.
Llevaba un tiempo sin tener un sumiso, era normal para mi sentirme como si no fuera a desempeñar el papel perfectamente como lo hacía en el pasado, más teniendo en cuenta la actitud rebelde de este chico quién precisaba una buena lección de disciplina.
—Hola, profesor ¿o debo decirle maestro?—sugirió con una sonrisa provocativa.
—Pasa ya—le corté sin seguir su juego.
Llevaba un tapado color negro lo bastante largo como para cubrir sus rodillas, y su cabello estaba algo mojado por la nieve de fuera.
—Dame tu abrigo—le dije estirando la mano y éste seguidamente se sacó el abrigo dejando ver su vestimenta.
Una camisa blanca dentro de unos pantalones negros que dejaban en evidencia la hermosa figura que tenía, causándome una picazón en las manos y un calentamiento súbito en el cuerpo.
El muchachito entró a mi casa contemplando todo a su alrededor como si estuviera haciendo un examen exhaustivo de lo que era mi residencia, como si de esa forma pudiera leerme un poco más, tal vez. Supongo que en su mente se imaginaba que vivía rodeado de trajes de latex y látigos.
Alcancé a rodear su pequeño cuerpo con un brazo y sentí cómo se estremecía debajo del contacto, dejando caer la fachada de chico duro justo frente a mí.
—¿Tienes hambre... sed?—averigüé sin soltarlo.
—No, estoy bien...—se aclaró la garganta—¿Qué vamos a hacer?
—Justo ahora voy a desnudarte y a cubrirte con chocolate caliente—dije apacible soltándolo para continuar caminando.
Éste se acercó a mí rápidamente y comenzó a reír con lo que parecía nerviosismo. Entonces me giré a su dirección para observarlo con una ceja alzada lo que dio por terminada su broma.
—¿De-de verdad?—inquirió tragando con pesadez—Y-yo...
—¿Realmente estás seguro de que no deberías estar en tu casa haciendo alguna tarea o mirando alguna caricatura?—me acerqué para levantar un poco su mentón y notar el leve fruncimiento de sus belfos.
—No me asusta, Jungkook...—el hecho de que usara mi primer nombre presionó algún botón para castigar su desfachatez, sin embargo me mantuve calmo observando su respiración acelerarse casi disimuladamente.
—¿Sabes que llamar a tu amo por su primer nombre es motivo de castigo? Para ti soy ''profesor'' o ''señor''—lo corregí, ahora tomando su mandíbula con una presión casi dolorosa. Entonces me acerqué sólo un poco más para morder la piel de su mejilla suavemente—Mmm delicioso. Tal vez el chocolate sea innecesario.
Jimin dejó escapar un gemido en forma de sollozo mientras se quedaba inmóvil bajo mi sujeción.
Podría desnudarlo allí mismo y joderlo sobre el suelo si fuera un poco menos razonable, pero como una persona ya experta del BDSM sabía que había un protocolo que cumplir más con una criatura tan pura físicamente.
—Acompáñame, Jimin —ordené siguiendo mi camino.
Justo cuando estuvimos frente a la mazmorra* me detuve a sacar las llaves de mi bolsillo.
Siendo un aficionado, Jimin probablemente se haya sentido algo (bastante) impresionado ante la seriedad de mi posición, pero la realidad es que no necesitas ser un Christian Grey para tener tu propio cuarto de juegos, y obviamente no podría tener un caballo de vanguardia o un montaje de pared* sin tener a mis invitados preguntando ''¿qué carajos?''.
Me he tomado esto seriamente por muchos años, no planeando cambiar.
Una vez adentro observó con ojos curiosos el lugar justo como momentos antes, hambriento de conocimiento que quizás jamás pensó alimentar.
El lugar era lo bastante modesto como para no sentirse cohibido, salvo algunos muebles especiales no había mucho más para detenerse a examinar. Era cálido y de un color gris oscuro contrastando con un rojo sangre, el cual es mi color favorito, con una larga y afelpada alfombra del mismo color.
—¿Sorprendido?—dije cerrando la puerta.
—Me imaginaba algo como en 50 Sombras de Grey—fue sincero.
Dio un paso más adelante y no me resistí de tomarlo por la cintura sobreponiéndome a su tierno cuerpo, logrando así apoyar mi masculinidad en su redondo y firme trasero (el mismo que hizo hacia atrás ante el contacto) causándome más pensamientos perversos.
No obstante me separé y continué hasta una mesa cerca de la esquina superior derecha donde reposaba algunas hojas blancas.
Sonriéndome le ofrecí una pluma indicándole los papeles.
—¿Qué es esto?—preguntó curioso tomándolo entre sus manos.
—Es un consenso—le informé—Un acuerdo en dónde establecemos el límite de ambos, más los tuyos que míos, obviamente.
—¿Límites?—preguntó confundido.
—Bueno, supongo que no estarás en todo lo que yo quiera llevarte... Cuéntame, Jimin ¿has estado con alguien alguna vez?—pregunté recargándome un poco sobre la mesa—Sexualmente.
—Yo... Yo no. He hecho una mamada que otra pero...—reveló tornándose color rojo—Nunca, eso.
Tuve que reírme ante su pequeña muestra de pudor. Tal como me imaginaba el chico no era más que palabras, ni siquiera sabía si podía creerle lo anterior pero elegí darle el beneficio de la duda.
—Bueno entonces si yo te planteó un fisting anal* no estarás en ello—dije divertido—¿No es así?
—Fi-Fist-in...—dijo algo confundido.
Entonces me acerqué a su oído para explicarle.
—Oh no, claro que no—se acaloró dejando salir un pequeño grito.
—Eres un muchachito más tímido de lo que pensaba... Pero está bien, eso me excita. Aquí sólo tienes que escribir aquellas cosas que no estés dispuesto a hacer—le aclaré llevando su temblorosa mano con el bolígrafo sobre el papel—Lo que no te acuerdes lo arreglaremos.
Él escribió un par de cosas en el papel qué ni de broma se me pasarían por mente, logrando sacarme una carcajada que otra y haciéndolo enojar.
El niño se imaginaba que yo lo marcaría con un hierro caliente, cosa que no niego que hacen algunos amos, o que me bebería su sangre.
Pero la verdad es que no es mi estilo, por mi parte yo me centro más en el placer carnal así que por ese lado el no debería preocuparse en absoluto. Seguido le indiqué las palabras de seguridad.
Rojo: Deternerse.
Amarillo: Bajar intensidad.
Verde: Seguir.
Asimismo le señalé la importancia de los papeles en el juego de roles, ninguno usaría su nombre verdadero para evitar confusiones y estaba estrictamente prohibido llamarnos por éste una vez iniciado el juego.
Al final del mismo sólo puse una condición que el se sorprendió al escuchar, esto sólo se limitaría al campo sexual, jamás se desplayaría más allá para evitar inconvenientes.
No me gustan los celos, no me gustan las muestras de afecto, y sobre todo no me convertiría en su caballero de armadura plateada. También aclaré que fuera del juego no habría exclusividad, sé que a muchos amos les gusta ser los único de su sumiso en todo momento pero yo prefería como dije antes dejarlo sólo en la cama.
Si en algún momento deseaba tener pareja o terminar el acuerdo estaba en todo su derecho.
Una vez firmado el consenso alcancé un hermoso collar que pondría en su cuello como muestra de que ahora él era mío.
Seguidamente lo llevé hasta un espejo cercano para mostrarle lo hermoso que se veía con él.
—Bienvenido, Mimi—dije el nombre que le había elegido para el papel—Cada vez que lleves este collar deberás recordar a quien le perteneces.
—Sí—respondió fascinado ante su reflejo.
—La respuesta es, sí señor—le indiqué tomando su mentón para girarlo hacia mí.
Arrancándole un beso impetuoso, mordí sus belfos de modo que podía sentirlos calientes e hinchados en mi boca.
Y Dios, extrañaba esa boca como una tortura, éste se quejó debajo mientras lo tomaba por las nalgas y lo acercaba sólo un poco más hasta que nuestras masculinidades se rozaban entre sí generando una fricción casi diabólica.
Quería joderlo duro pero...
—Espera—lo detuve separándome para ver sus mejillas tan rosas y sus labios hinchados y rojizos. Entonces fui hasta uno de los muebles del lugar y saqué una bata de seda color negra—Ponte eso.
—Sí, señor—dijo emprendiendo camino pero lo detuve por el brazo.
—Sólo eso—aclaré.
Y este asintió yéndose hasta el baño.
Esta sería una hermosa iniciación.
Holiis, eso es todo por el capítulo de hoy. Espero os guste y nos vemos mañana. Gracias por todo y se despide:
–almin♡
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