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🌺𔘓 ¦ Capítulo 12

La mañana me despertó con unos leves rayos solares que se anticipaban por la ventana del cuarto de hotel. Junto a mí, la pantalla de mi modesto teléfono celular me indicó que eran las siete menos cuarto de la mañana, exactamente quince minutos antes de que mi alarma comenzara su tarea habitual. 
 
Girándome noté a un dormido Jimin, quien llevaba el cabello revuelto, y una camisa lo suficientemente grande como para que a simple vista se supiera que no era propia. Sus ojos estaban apretados indicándome la incomodidad que presentaba por la luz invasora, y de imprevisto todo se vio tan surrealista que me costó no pensar que aún seguía dormido.
 
Con un movimiento rápido, tomé mis pantalones y me moví unos pasos cerca de la ventana para cerrar el paso a la luz, y notar sus facciones suavizarse casi automáticamente.
 
Y así continuó su sueño.

La ducha fue rápida y por desayuno tomé un café expreso de máquina, nada pretencioso, mientras me enfilaba con apresuramiento al ministerio de educación para una reunión para nada seria, sólo de rutina.
 
Las calles de un lunes están siempre repletas en la capital, haciéndome preguntar por qué alguien elegiría vivir en un lugar tan estrepitoso sobre cualquier otro sitio. Habré chocado con alrededor de cinco personas que llegaban tarde a sus trabajos.
 
—¡Jungkook!—exclamó un hombre ni bien crucé la puerta para acercarme a mis colegas.
 
Y de inmediato lo reconocí como Jackson, un arquitecto que conocía de mis inicios en la docencia y era un amigo muy cercano antes de mudarse aquí hace tres años.
 
—Hey—respondí con una sonrisa en labios y me acerqué para estrecharlo en brazos—No te veo hace... ¿Dos años?
 
—Las niñas llevan su tiempo—rió.
 
—¿Niñas? ¿Quieres decir que...?
 
—Gemelas—respondió con orgullo sacando una foto de su billetera y mostrando la foto de dos pequeñas bebés sonrientes—Somi y Sunmi.
 
—Te felicito. Sé que siempre has deseado ser padre.

—¿Y qué hay de ti?—preguntó mientras nos sentábamos en la gran mesa de juntas—Jiyeon parece ser del tipo que quiere tener muchos niños.
 
Parece ser que mi rostro dijo más de lo que puse expresar con palabras en aquel momento porque repentinamente Jackson cambió su expresión de hiperfeliz a he metido la pata, intentando apaciguar su expresión sólo me limité a tomar de un vaso de agua que estaba frente a mí.
 
—El año pasado terminamos —respondí sin mirarlo de nuevo.
 
—Oh —dijo Jackson rascando su nuca —Parecía que... Digo, me pareció extraño no verla aquí de todos modos. Pero, ¿por qué? Ustedes parecían muy consolidados.
 
—Ya sabes, no hay matrimonio que pueda soportar un instructor de yoga de veintitrés años y buen físico —intenté bromear y sacar mi mejor sonrisa improvisada.
 
—Lo siento mucho —me extendió la mano para darme ánimos.
 
—Fue hace más de un año, Jackson. Estoy bien —dije un poco hastiado por su comportamiento de tomarlo con pinzas.

La reunión siguió su curso, y de vez en cuando un vistazo se me escapaba para tener que soportar aquellas miradas que me volvían a hacer sentir como el tipo herido que una vez fue abandonado por la persona que amaba.
 
No sé por qué intenté sincerarme, prefería seguir con la mentira de que Jiyeon se había ido a probar suerte a Francia con su verdadera pasión que era pintar, eso es mejor que decir que la persona con la que prometiste amar en las buenas y en las malas terminó dejándote en el primer año de casados. Destrozado y sin saber cómo tomarlo o que decir incluso.
 
Luego de eso todo se movió entre una gama de grises que no parecía adquirir algún tipo de color, solía liarme en encuentros de una noche y seguir mi vida como lo hacía normalmente, al cuarto de juegos no volví a entrar y mi BDSM se limitó a lo que mis palabras inventadas podían darle sentido.
 
Me corté el cabello y cambié de lugar los muebles de mi hogar, eliminando por completo cualquier vestigio que quedara de ella. No quería que nada me trajera de vuelta algún rastro de lo que fue, hasta entonces, el error más importante de mi vida. Y todo estaba en mi control hasta que el año comenzó y un chico callado entró a mi clase, robándose mi atención por completo.

No quiero rendirme a él, porque entonces no sé si pueda soportar cuando el se canse de mí y crea que es suficiente.
 
Me convenzo a mi mismo de que tengo todo bajo control.
 
Pero ¿realmente lo tengo?
 
Aquellos pensamientos me persiguieron todo el viaje de regreso casa.

Unos días más tarde, las manos de Jimin cubrieron mis ojos y con su serena voz me iba indicando el camino frente a mí mientras algunas risas se le escapaban como si fuera un niño haciendo alguna travesura, aunque absurdo porque era mi casa y conocía a la perfección me gustó tomar el papel de sumiso y dejarme llevar aunque sea en la más mínima de las cosas.
 
—No veas —dijo Jimin riendo.
 
—No veo nada —respondí con vivacidad.
 
—Aquí vienen las escaleras así que ten cuidado —advirtió tomándome de la cintura —No quiero que te mates, no sin ver mi sorpresa antes.
 
—Oh, lo tomaré en cuenta —comencé a subir.
 
Unos pasos más adelante justo cerca de mi habitación de juego comencé a imaginar de que se trataría su sorpresa.
 
—Ya puedes sacarte la venda —advirtió Jimin.
 
La venda cayó y me costó unos segundos acostumbrarme a la luz, frente a mí, sobre la mesa una maquina de escribir Olivetti studio en perfectas condiciones la misma que llamaba profundamente la atención por su color azulado. Con entusiasmo me acerqué, aún si poder creer lo que mis ojos veían, y la aprecié con más detalle tanto que pude ver que parecía casi nueva.
 
Estaba asombrado, y no porque esta pieza fuera muy rara ni muy costosa, simplemente porque fue un detalle que Jimin recordara algo tan insignificante como que siempre había querido una de estas, sólo porque me recordaba el verdadero amor por escribir y ver tus anotaciones plasmadas en papel instantáneamente.
 
—¿Y? —preguntó Jimin con una sonrisa ambiciosa —¿Qué tal?
 
—Es perfecta —lo observé orgulloso —No tenías que hacerlo.

—Quise hacerlo —Jimin se acercó y me abrazó tiernamente —Feliz cumpleaños, amo.
 
—Gracias. ¿Y esto? —tomé en mis manos la pequeña nota que había visto anteriormente y comencé a leer—''Para un gran escritor...
 
—No por favor —suplicó él, un  tanto avergonzado, mientras me quitaba la nota —Leela cuando no esté. Es algo tonto.
 
—Está bien—posé mis labios en su frente, luego observé la modesta decoración con globos y el champagne con dos copas a mi costado—¿Pero qué es esto?
 
—Bueno, como sé que eres un hombre sombrío que vive en una enorme mansión—sonrió y siguió animado —Y sé que no festejarás tu cumpleaños... Te traje tu propia celebración.
 
—Eres...
 
El insistente ruido del timbre de abajo interrumpió mis palabras, quizás salvándome de decir algo meloso y que no era propio de mí, entonces me preocupé al saber que Jimin no debería estar mi casa y si alguien conocido lo veía allí tendríamos muchos problemas.
 
—Voy a abrir. Quédate aquí —advertí.
 
—No seas paranoico—me detuvo con rapidez y una risa juguetona—Es el pastel, y es una sorpresa también, así que te quedarás aquí.
 
—¿No será un pastel erótico, cierto? —me burlé.
 
—Oh...—bufó—Gracias por arruinarlo Grinch —dijo Jimin haciendo un mohín.
 
—El grinch arruina las navidades, no cumpleaños.
 
—Sabelotodo.
 
El timbre volvió a sonar y Jimin corrió escaleras abajo con entusiasmo, emocionado como un niño que contagia esa alegría tan propia de él, fui detrás suyo. Es gracioso pensar que cuando estoy con él las pequeñas cosas se transforman en grandes cosas.
 
Me pregunto si él sentirá ese mismo calor cuando estamos juntos. Aquella sensación hogareña que jamás he tenido con nadie, porque más que mi sumiso o mi alumno, es mi mejor amigo. Y estoy eternamente agradecido por ello. Como por las pequeñas cosas como jugar una carrera por quien abre la puerta primero se vuelve mi remedio para el mal humor.

Me pregunto si él sentirá ese mismo calor cuando estamos juntos. Aquella sensación hogareña que jamás he tenido con nadie, porque más que mi sumiso o mi alumno, es mi mejor amigo. Y estoy eternamente agradecido por ello. Como por las pequeñas cosas como jugar una carrera por quien abre la puerta primero se vuelve mi remedio para el mal humor.
 
—Bueno, bueno. Abre tú —dijo el riendo por mi agarre en su cintura —Y suéltame porque entonces sí parecerá cualquier cosa.
 
El cielo enteró se nubló, y la habitación pareció volverse un cubículo cuando al abrir la puerta aquella mujer estaba allí frente a mí, sosteniendo una botella y sonriendo como si no hubieran pasado años desde la última vez que nos vimos.
 
—Jungkook... —dijo Jiyeon—Ha sido un tiempo...
 
Jimin observó confundido aquella escena y mi expresión pudo haberle dicho más que mil palabras porque él sólo se limitó a guardar silencio.
 
—Tu no pareces el repartidor—habló él finalmente.

Holiis, eso es todo por el capítulo de hoy. Espero os guste y nos vemos mañana. Gracias por todo y se despide:

–almin♡

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