Capitulo 8.

En la madrugada del siguiente día al llegar a mi casa estaban mis padres esperándome:
---¿Dónde estabas Kamilla, crees que es hora de venir a casa?---
---¿Has notado tu aspecto?---
Preguntó mi madre mirándome profundamente a los ojos con autoridad. Podría decir que el ir a la iglesia les había hecho mirar la situación sin delicadeza, me alegro porsupuesto, esperaba que mis padres se cansaran de mí y de mis acciones para que decidan mudarse y dejarme la casa para no tener a nadie encima de mí.
---¡Son una molestia constante para mí, déjenme tranquila!---,les grité cuando estaba en mi cuarto.
Cuando fuí a mi cama noté en mi móvil varias llamadas de mis amigas y amigos, me imaginé que era para alguna fiesta de coca, apagué el móvil y me quedé dormida.
Alrededor de las ocho y media de la mañana mi padre me despierta con una supuesta llamada de la escuela. Con mucha incomodidad cojí el teléfono, era la directora, me dijo que tenía que estar en una hora en la escuela inmediatamente y si no me presentaba iban a mi casa a buscarme.
Llegando al centro escolar noté mucha incomodidad de parte de los estudiantes, un automóvil estaba seca de la rectoría y otro cerca del hospital. Nerviosa pero con glamur fui por todas las escaleras hasta ver a mi queridísima directora que estaba acompañada de mis compañeros junto a varios médicos y enfermeros.
---¿Qué es lo que necesitan de mí ustedes?---
---Ya renuncié a esta escuela, ¿tanto me quieren?---, les hablé espontáneamente a todos los que estaban presentes, ellos me miraron y ni atención brindaron. La directora me dijo que tomara asiento que querían hablar algo muy serio conmigo.
---¿Estuviste en la fiesta el sábado Kamilla?---, pregunta la directora.
---Sí, ¡como la primera y más capas!, ¿cuál es el interés en saber directora?---, respondí sin perder mi postura.
Melissa, una compañera de clase, de fiesta y mucho más se arrima a mi silla y me dice sin mirarme a la cara: ---se acabó---
---Claro Meli, ya no tengo que venir más a esta pocilga de escuela, ya se acabó---, respondí con mucha ingenuidad, pero algo no me sonaba bien.
---Hay un noventa y nueve porciento de provabilidad de que hayas contraído el VIH en la fiesta del sábado Kamilla---, respondió el doctor que estaba con nosotros; mientras  estaba en shock por la noticia tan cortante que me habían dado, el analista coje mi mano para hacerme el test rápido, test que resultó ser positivo.