Capítulo 34 💖
No estoy nervioso, ¿Por qué debería estarlo? Es solo una cena.
Me seco las manos de nuevo sobre la tela gris de mi traje y miro la encimera con los platillos que preparó la señora Jones para todos nosotros. Ella me dedica una mirada rápida y una risita antes de volver a lo suyo.
Carajo, ¡Compré una jodida aerolínea la semana pasada! Una cena con mi familia debería ser un evento casual.
Excepto que no es cualquier cena: es el primer día de acción de gracias en esta casa, con Albert, incluso convencí a los Grey para que vinieran y logré que Ana aceptara verme. Bien, mis putos nervios están de punta.
—¿Señor Grey? ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarlo? —Gail arquea una ceja y sonríe.
—Si. No... ¿Albert está listo? —desvio el tema al niño y ella asiente.
—Si, Jason lo llevó arriba para que dejara algo de galletas para los invitados. —señala una bandeja casi vacía—. Y los Steele no deberían de tardar.
Carajo.
Limpio mis manos de nuevo en la tela de mi ropa y giro, necesitando poner espacio entre la rubia que se burla de mi y yo. Afortunadamente el timbre suena avisando que alguien está aquí y prácticamente corro hacia la puerta.
Le dedico mi mejor sonrisa al tiempo que tiro de la manija.
—Bienven... Agh, eres tú.
Elliot arquea las cejas de sorpresa, luego Mía lo empuja para pasar primero.
—¿Quién más creías que era? —pone una canasta de muffins en mis manos—. Los compré, no tuve tiempo de hacerlos porque las chicas y yo fuimos a la playa...
Elliot la empuja en respuesta.
—Cállate, Mía. Nadie quiere saber lo que haces con tus aburridas amigas.
—¡Niños! —Grace los regaña antes de detenerse frente a mi—. Les dije que no pelearan. Hola, cariño, ¿Cómo estás?
—Bien.
Ella besa mis mejillas y se dirige a la sala, con Carrick detrás de ella. Todos toman asiento en mis sillones, luego miran a su alrededor con expresiones confusas.
—No entiendo para qué necesitas una casa, el niño ni siquiera puede distinguir donde está. —Lelliot es el primero en ofrecer su amable opinión—. Pero hice una pequeña fortuna remodelando todo, así que me da igual.
—Por cierto, ¿Dónde está Albert? —Grace lo busca con la mirada pero obviamente no está aquí.
Solo los pasos sobre el piso de madera de la escalera nos alertan que de hecho, viene bajando con ayuda de Taylor. Y no es tan efusivo con los Grey que con los Steele.
—¡Hola, bebé!
Dejo que mi familia se acerque a Albert y lo llenen de besos y abrazos como siempre hacen, mientras voy de vuelta a la cocina. Gail me vigila por el rabillo del ojo mientras me aseguro que todo luzca delicioso.
Otro golpe en la puerta y tengo la certeza de que ahora sí es la visita correcta, Albert también debe saberlo porque suelta un chillido de emoción, o de enojo porque Elliot corre a la puerta.
—¡Yo abro! —lo veo tirar de la manija y su sonrisa cae—. Hey, yo te conozco. ¡La niñera de Christian está aquí!
Jodido Elliot.
Lo empujo para llegar a la señorita Steele primero, sin importarme que el idiota tropiece sobre sus pies y casi derribe mi mesita.
—Ana, buenas noches. Señor Steele.
Me aparto para que pasen y camino con ellos mientras saludan a mis padres. Cómo todos son invitados esta noche, nos dirigimos a la mesa y yo llevo a Albert en mis brazos.
—¡Nana! —chilla apenas la ve—. ¡Nana!
La señorita Steele se acerca para besar la mejilla.
—Hola bebé, ¡Pero qué grande estás! —Albert lucha en mis brazos por alcanzarla—. ¿Papá ha sido bueno contigo?
—¿Raymond? Por supuesto que lo ha sido, por eso lo contraté. —respondo por el infante.
La chica castaña ladea su boca.
—Me refiero a usted, señor Grey.
Esta vez dejo que Albert la alcance para tomar una de sus manos en la mía.
—Ya no soy tu jefe, Ana. Llámame Christian.
Libera su mano rápidamente, pero puedo ver el sonrojo que le recorre las mejillas, sobre todo con su padre y los míos estando atentos a la conversación. Como siempre, el jodido Elliot decide aportar a la conversación.
—Esperen un momento, ¿A Christian le gusta la flaca?
Imbécil.
—¡Elliot! —gritamos Carrick, Grace y yo al mismo tiempo.
—Carajo, todo esto fue un puto error. —froto las arrugas de estrés que se forman en mi frente—. ¿En qué jodidos estaba pensando?
Me alejo para buscar la licorera y un vaso, luego recuerdo que ambos esta en el gabinete de mi estudio. Me dirijo ahí sabiendo que Albert es el niño más cuidado de todo el maldito Seattle.
—Solo necesito un trago, tal vez dos para pasar todo este lío. —Sirvo el líquido hasta el tope del vaso y lo levanto para beberlo—. No debí invitar a mi familia, o tal vez debimos ser solo Albert y yo.
Antes de que el frío cristal toque mis labios, una delicada mano lo detiene y lo retira de mis dedos.
—No deberías beber hoy, Christian. Albert te necesita en tus cinco sentidos. —Ana regresa el líquido a la licorera y coloca la tapa—. ¿Estás bien?
Echo un vistazo rápido para asegurarme que solo ella está aquí, así podemos hablar.
—Si, solo trataba de impresionarte y Elliot lo arruinó. Lo siento, realmente quería que esto fuera perfecto.
Su boca forma una ligera curva cuando sonríe y se acerca un poco más.
—Aún es perfecto. No recuerdo la última vez que papá estaba tan feliz por acudir a algún lugar. —un fino dedo golpea su labio inferior—. Ah, si. Ya recuerdo. Fue cuando lo invitaste a ese horrible juego en tu palco VIP y yo tuve qué presenciarlo.
Eso me hace sonreír porque, mierda, Elliot también arruinó eso.
—Lo siento. —mis cejas se fruncen en confusión—. Siento que me estoy disculpando demasiado, pero de verdad quería que esto fuera sobre nosotros.
Ladea la cabeza con un pequeño gesto ante de decir.
—Si quieres que sea sobre nosotros, deberíamos salir a cenar mañana.
Espera, ¿Qué carajos acaba de pasar?
.
.
.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro