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Capítulo 13 💖

Lo primero que hago el miércoles en la mañana es el cheque para la señorita Steele por 24 mil dólares. La acompañante más costosa que he tenido, y ni siquiera estoy recibiendo sexo a cambio.

Garabateo mi firma en la línea y le entrego el cheque a Andrea para que lo ponga en un sobre. Considero hacerle firmar un compromiso en caso de que ella cambie de opinión de último minuto, pero confío en que el cheque hará el truco.

—Señor Grey. —mi asistente susurra—. ¿Quiere revisar las elecciones de la señora Caroline para la señorita Steele?

Aunque lo diga en voz baja, la mujer castaña levanta la cabeza ante el sonido de su nombre. No es que le importe en realidad, usará lo que le sea suministrado por las horas acordadas.

—Me importa un carajo lo que la niñera lleve puesto en la gala. Bien podría ser un costal de papas y no lo notaría.

Uno muy costoso, ya que pertenecen a la boutique de Neiman Marcus. Oh, y accesorios a juego también muy costosos.

Dejo que mi secretaria se haga cargo de todos los detalles del baile antes de continuar con nuestra agenda del día.

—Su abogado llamó, está listo para hacer la petición para el cambio de apellido de Albert cuando usted lo indique. —pone una hoja sobre mi escritorio y señala—. Y aquí está la lista de los terapeutas de la ciudad, John Flynn es el más recomendado de todos.

—Claro. —pongo la hoja a un lado—. La revisaré más tarde y te haré saber si quiero que agendes una cita.

—Si, señor Grey.

Andrea se levanta de su silla y sale de la oficina, dejándome de nuevo con el niño y su joven niñera. Ella intenta hacer que él repita algunos nombres cortos, sin éxito.

—Va-so.

Albert sonríe con dos dedos metidos dentro de su boca, luego los pone sobre la mejilla de la señorita Steele.

—No, Albert. Dije vaso.

El niño palmea su cara de nuevo y ríe. Estamos corriendo en círculos. Levanto el teléfono de mi escritorio y llamo al de mi asistente.

—Andrea, consígueme esa cita con el terapeuta para después del almuerzo. De preferencia dentro del horario de trabajo de la niñera.

La rubia confirma mi instrucción y termina la llamada, mi mirada entonces se dirige al ceño fruncido de la castaña.

—¿Qué?

Puedo decir que ella está enojada por algo.

—¿Siempre es tan mandón?

—Si. —obviamente—. Soy el jefe, mi trabajo consiste en decirle a los demás qué hacer.

La chica tuerce la boca en un gesto de desagrado, luego se gira para limpiar las manos de Albert y levantarlo.

—Al menos está llevándolo al terapeuta. ¿Deberíamos salir ya?

—Si.

Miro mi reloj. Si salimos ahora, podríamos pedir algunos de esos sandwiches para llevar y estar en la oficina del loquero en 30 minutos, con suerte estaremos de vuelta en una hora.

Para el momento en que entramos a su consultorio, ya nos está esperando. El doctor John Flynn hace una seña hacia el interior y nos sentamos en el sofá. Luego pongo a Albert sobre sus pies en medio de nosotros.

—Señor Grey. —se dirige primero a mí—. Su secretaria dijo que era urgente, ¿Cómo puedo ayudarlo?

¿Andrea no se lo dijo? Señalo a Albert.

—El niño no habla.

El doctor arquea las cejas solamente, su mirada moviéndose ahora hacia la niñera.

—Señora Grey, ¿Podría describir el padecimiento de su hijo?

¿Qué carajos?

—No soy su madre. —dice, al mismo tiempo que yo agrego un:

—No es su hijo.

El loquero frunce las cejas en confusión.

—Es la niñera. —aclaro.

Supongo que mis aportaciones no son suficientes para el doctor, porque sigue dirigiéndose a ella para saber sobre Albert.

—Bien. Entonces, señorita, ¿Qué ha observado en el niño?

—Se siente inseguro cerca de la mayoría de las personas, no permite el contacto físico y apenas dice cuatro palabras, si contamos la palabra "carajo".

Mierda.

Ahora sí gira la cabeza para mirarme.

—Señor Grey, ¿Cuánto tiempo pasa usted con el niño?

—No el suficiente. —murmura la chica y le dedico una mirada rápida.

—En realidad, Albert está conmigo todo el tiempo. A donde vaya, el niño va conmigo. —lo cuál es cierto, no soy un mal padre.

—¿Es así?

La niñera cruza los brazos sobre su pecho.

—El niño siempre está cerca de su padre. —¡Ajá!—. Pero al cuidado de su personal, rara vez el señor Grey se involucra en su cuidado.

¿Qué?

Giro en el sofá para mirar a la atrevida chica.

—¡Cambié su pañal!

—¡Una vez! —chilla—. Y lo alimentó, ¡Una vez! ¿Cuándo se tomará en serio la paternidad?

—¡Estoy aquí! ¡Traje al niño! —lo señalo—. ¡Me hago cargo de los problemas!

—¡No es un problema, es su hijo!

El pequeño traidor se lanza a los brazos de la niñera y ella lo sienta en su regazo, ambos mirándome como si fuera un horrible monstruo.

La señorita Steele acaricia la cabeza de Albert y continúa hablando en un tono muy bajo.

—Su madre murió, y hasta hace poco no conocía a su papá. Creo que le hace falta sentirse seguro y querido.

El doctor Flynn asiente, encantado con las palabras de la chica. ¿Para esto vine? No me ha dicho nada jodidamente nuevo.

—Solo haga que el niño hable.

El loquero me mira y sonríe, sus ojos pasando rápidamente por Albert en el regazo de su niñera.

—Oh, eso es muy fácil señor Grey. Hable con él.

—¿Qué? —creo que no estoy entendiendo—. ¿No debería hablar usted con el niño o algo?

—No, es muy pequeño. Y como la señorita ha dicho, tiene problemas de confianza. ¿Quiere que hable? Háblele usted primero.

Jodido consejo.

Me levando del sofá y tomo la cartera para dejar un billete en la mesa. Gracias por nada, doc.

La chica se pone de pie y empuja a Albert a mis brazos, una expresión arrogante en toda su cara.

—¿Lo ve? Aquí tiene a su hijo, señor Grey. Conviva con él. —lueho señala su reloj con su mano libre—. Mi turno terminó.

Carajo.

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