Capítulo 27. Una respuesta
8 de febrero 2021
Algo está mal
Desde que Brenda se fue del departamento el lunes hay algo mal y es solamente lo incómodo y vacío que se siente cualquier espacio ante la falta de su presencia ahora, sino el hecho de que parece ausentarse en mi vida también.
Paso una mano por mi cabello observando el techo desde el sofá de la sala, está oscuro y puede que ella esté trabajando ahora debido a la diferencia horaria entre Asia y América. Mi viaje estaba programado para el domingo en la noche, pero no pude evitar quedarme con ella hace una semana.
Es increíble la manera en que me atrae como un imán, lo difícil que fue salir del departamento cuando estaba en mi cama la mañana del lunes y ni siquiera estaba desnuda, si lo hubiera estado probablemente habría retrasado el viaje dos días más sin remordimientos.
Sin embargo, hay algo mal luego de eso.
Se trata de la manera en que no envió un mensaje para avisarme que había llegado a su departamento, aunque sé que lo hizo, el chofer designado para llevarla dijo que se fue en taxi, pero la siguió hasta que estuvo en la puerta de su edificio. Eso debió ser una mala señal para mí.
Los días siguientes le he enviado mensajes que se muestran como entregados, pero no contesta, la misma forma con las llamadas, las deja sonar hasta que salta la voz robótica del buzón de voz. No ha respondido ningún correo a pesar de que he intentado provocarla y según mi madre no había vuelto al trabajo hasta el día que ella fue a visitarla y cenaron juntas.
La única razón por la que no estoy más preocupado es por Cecile, dijo que está bien, por lo tanto, esa no es la razón por la que no está contestándome, a excepción del único correo al que obtuve respuesta hace tres días no he sabido nada de ella.
Obtengo mi celular del bolsillo de mi chaqueta a un lado en el sofá. No hay respuesta a los mensajes, tampoco a los correos, no hay una llamada de su parte, no es que esperara que lo hiciera, Brenda es terca y rehuyó tanto de esto que estoy seguro de que no va a doblegarse por su orgullo.
Pero de todas formas al menos contestaba mis llamadas y correos incluso cuando no era amable con ella.
Antes de que pueda ceder a mi impulso de llamarla por vez número diez el día de hoy, el nombre de mi madre aparece en la pantalla para una llamada, deslizo mi dedo sobre esta antes de llevarlo a mi oreja.
—Hiciste algo malo, Caleb Spencer—Es lo primero que dice en cuanto saludo, como cada vez que me llama ahora.
—Ya lo sé, pero ¿a cuál te refieres exactamente??
—Hablo de mi asistente, hiciste algo malo.
—Estoy seguro de que no, Cecile—Ella tararea exasperada, en eso se han basado nuestras conversaciones los últimos tres días y he repasado tanto el fin de semana con Brenda que ya estoy casi completamente seguro de que no hice nada que pudiera molestarla.
—Piensa, hiciste algo, no puede ni siquiera escuchar tu nombre y no fue una discusión entre ustedes porque dijiste que no hubo una—Echo la cabeza hacia atrás en el sofá intentando recordar—. Lo que sea que hiciste resuélvelo, Brenda se está convirtiendo en un robot.
—¡No sé qué hice! —resoplo.
—Eres igual a tu padre.
—Me ofendes, Cecile, sé un poco más considerada—Miro al techo alto, rememorando el último fin de semana.
Estuvo bien desde que llegamos, hasta el domingo en la noche, el lunes por la mañana tuve que volar a Japón porque uno de nuestros proveedores tuvo ciertos problemas lo que podía significar problemas para mí también.
Sin embargo, dejé el jet y al chófer listos para llevarla a Saint Naldens. Lo que sea que la ha enojado sucedió en ese intervalo de tiempo.
O tal vez después de que se fue de ahí.
—No sé qué hice—repito presionando mis dedos sobre el tabique de mi nariz y Cecile suspira al otro lado de la línea.
Los últimos días han sido caóticos, entre todo el trabajo acumulado, la sensación de que algo está mal y el hecho de no saber por qué no responde mis llamadas no sé por dónde mierda empezar.
—Piensa, sé que eres hombre, pero yo no los crie tan estúpidos, diriges una empresa, Por Dios, esfuérzate un poco.
—Me estás presionando y ofendiendo, Cecile—resoplo—. ¿Y no puedes preguntarle directamente?
—Estás demasiado cómodo, Caleb Nicholas. Ya te ayudé bastante, esto no es una relación de tres, así que encuentra qué mierda fue lo que hiciste mal y resuélvelo—Ella cuelga sin que pueda responder, estoy tentado a arrojar el celular contra el ventanal mientras la frustración fluye bajo mi piel, pero me abstengo mientras lo aprieto en mi puño.
No sé qué hice.
Deslizándome entre las aplicaciones decido enviar otro correo para ella.
Para: BrendaCal@gmail.com
Señorita Callahan.
¿Esto es una venganza por su plan inicial de que aceptara la invitación a la boda?
En tal caso, permítame recordarle que a usted no le gustan las manipulaciones así que espero que tampoco le guste implementarlas.
Pd. ¿Qué tal si me contestas las llamadas, muñeca?
Lo dejo a un lado mientras observo al techo nuevamente.
Los días son largos y tediosos mientras intento encontrar una respuesta a la bendita pregunta: ¿Qué se supone que hice?
Y aunque me distraigo en el trabajo e intento no pensar en eso en las reuniones y supervisiones con mi equipo no puedo evitar seguir volviendo a los días que pasamos en mi departamento.
No se trata solo de la noche del sábado, se trata de nuestras conversaciones, de dormir junto a ella el domingo, de caminar con ella en Santa Mónica, de la manera en que observaba las obras de arte cuando visitamos las galerías.
Las peleas sin sentido, las provocaciones, burlarme de su propia condición mientras sabía que quería que la besara.
Mierda, mierda, mierda.
No es hasta cuatro días después cuando finalmente responde una de mis llamadas que descubro el motivo del abismo que se abrió entre nosotros.
Un anillo.
El problema es que no tengo ni la más mínima idea de donde salió, tampoco una explicación de como se supone que llegó a mi departamento justamente ese día para que ella lo viera.
No le pregunto demasiado sobre eso, más porque no quiero hacer más profunda su molestia y puedo entender su distancia conmigo.
Realmente debe haber sido jodidamente extraño pasar días y noches conmigo para luego descubrir que estoy o voy a comprometerme, pero eso no está pasando, solo que no sé como probar eso. Le pregunto al portero, revisa las cámaras de los pasillos, pero nadie diferente entra a mi departamento, la seguridad del edificio no lo permitiría, debería haber sido antes de que llegáramos o luego de que salí mientras ella dormía, pero no hay nada.
Nunca creí en la magia o hechicería, pero estoy comenzando a hacerlo.
14 de febrero 2021
No sé a qué se refiere Cecile cada vez que dice que me parezco a mi padre.
Tal vez sea en lo olvidadizo porque sigo sin saber cómo llegó el anillo que Brenda menciona a mi departamento.
Lamentablemente para mi trabajo esto me ha atormentado más que el hecho de que nuestro proveedor en Japón estaba enviándonos piezas de mala calidad, lo que significa que debemos recoger cada una de las últimas naves que hemos llevado al mercado para revisar. Sin embargo, considero que eso puede esperar cuando aterrizo en el aeropuerto a las afueras de Keaton más allá del mediodía.
Es San Valentín, el día de la boda de mi hermano y el día por el cual terminé conociendo a Brenda y su lengua afilada por su primer correo.
Honestamente no tenía planes de venir, ella lo sabe, se lo dejé claro, pero también es claro para mí que ella ha ganado porque no estoy dispuesto a seguir con esta tortura de la distancia entre nosotros.
Entiendo su descontento, realmente lo hago, pero me enoja todavía más estar lejos de ella.
Le envié rosas por San Valentín y un regalo adicional que se supone debe estar en mi casa aquí en Keaton ahora, le pedí a mi hermano Mark que lo recibiera y lo llevara allí, porque sí, sabiendo perfectamente que ella ha contestado solo una llamada y un par de correos en las últimas dos semanas todavía tengo esperanzas de que se quede conmigo esta noche.
En cuánto salgo del aeropuerto vislumbro el efusivo Mustang de Arden, uno de mis primos por parte de Cecile.
—Caleb, que bueno verte—saluda en cuanto me acerco.
—Lo mismo digo—murmuro abrazándolo brevemente.
—Nate ya había hecho planes sin que salieras en las fotos matrimoniales—Ruedo mis ojos llevando mi maleta a la cajuela cuando la abre.
—No es precisamente su boda lo que hizo que regresara, pero podemos dejarlo que se ilusione—Me encojo de hombros mientras él ríe entre dientes antes de deslizarme en el asiento de copiloto, cuando él se desliza en su lugar tras el volante suelto un suspiro hastiado.
El viaje definitivamente fue una mierda, no importan las comodidades del jet.
No solo por la cantidad de horas de vuelo sino también por la manera en que me sigo preguntando de dónde diablos salió el anillo que Brenda vio porque cuando estuve en mi departamento, hace unas horas antes de volver a tomar el vuelo hasta aquí, esa mierda no estaba ahí, estoy casi seguro de que revisé cada rincón del departamento y no había un maldito anillo.
Paso una mano por mi cabello soltando un suspiro mientras Arden se pone en marcha.
—Al menos la tía Cecile si estará feliz de que vengas.
—Estará feliz su lado controlador por haber ganado—reviro—. Pero ella tampoco es la razón por la que estoy aquí.
—¿Trabajo?
—No, pero podemos dejar que ambos estén ilusionados.
—Si eso es con tu familia cercana no quiero pensar la poca esperanza que debemos tener los demás—Se queja haciendo girar el volante—. Yo que pensaba hacerte padrino, pero por como lo veo ni siquiera vendrás a mi boda—Arqueo una de mis cejas mirándolo al tiempo recuerdo ponerme el cinturón, mientras lo hago mi ceño se frunce.
—¿Vas a casarte?
—Le pedí matrimonio a Cassie hace dos días en California—Me mira brevemente mientras una amplia sonrisa comemierda se extiende en sus labios.
Si hay alguien realmente feliz con su novia en esta familia, ese es Arden, no lo juzgo, ella es agradable y puede soportarlo, definitivamente son el uno para el otro.
—Ella me cae bien.
—Gracias, realmente iba a quitarle el anillo que guardé por dos meses si decías que ella no te caía bien, Caleb—ironiza mientras yo recargo la cabeza hacia atrás riendo entre dientes, sin embargo, rebobino sus palabras por un segundo.
—¿Guardaste ese anillo dos meses?
—Lo hice—Entrecierro mis ojos mientras maldigo.
—Dime que no guardaste ese jodido anillo en mi departamento —Él me mira de reojo y su ceño se frunce antes de volver la vista hacia adelante.
—¿Eres psíquico? —cuestiona alzando las cejas y yo quiero dispararle cuando ni siquiera tengo un arma.
—Voy a matarte, Arden.
—¡Ni siquiera te diste cuenta que estuvo allí! ¡No estabas ahí!
—Estuve ahí hace dos semanas, imbécil.
—Si, pero no es un sofá, no obstruye tu estadía allí —Se ríe mientras yo presiono mis dedos sobre el tabique de mi nariz.
—¿Sabes quién vio ese anillo?
—Cassandra no fue porque se supone que el propósito de que estuviera ahí es que ella nunca lo viera —Vuelve a reír, demasiado feliz para mí humor torcido que tiene ganas de arrojarlo fuera del auto en movimiento—. Espera ¿Realmente alguien lo vio?
—Solo cállate ¿Quieres? —rebusco entre mis bolsillos hasta dar con mi celular.
Ni siquiera sabía cómo le iba a explicar que ese jodido anillo no era mío, pero necesitaba estar aquí, que supiera que no hay manera de que estuviera a punto de pedirle matrimonio a alguien cuando estaba con ella.
Pero aquí está mi respuesta, joder.
Intento llamarla, pero su celular me envía al buzón y estoy temiendo que volvamos a lo mismo de una semana atrás, cuando no contestaba ninguno de mis mensajes o llamadas.
—Si mi novia no me habla jamás voy a degollarte, Arden.
—¿Tienes una novia? Cecile de seguro está haciendo fiesta—Extiendo una mano golpeando su oreja y él sisea—. Joder, no seas un cabrón, Caleb.
—¿Quién mierda te manda a guardar tu maldito anillo en mi departamento y sin avisarme?
—Pero ¿cómo mierda sabes que estuvo ahí?
—Porque ella lo vio, imbécil, pensó que era mío por la C y ¿de dónde crees que iba a sacar una maldita explicación si ni siquiera sabía que estaba ahí?
—Bueno ahora ya tienes una, incluso puedes llevarla a nuestra boda como prueba—Vuelvo a golpear su oreja mientras intento llamar nuevamente a Brenda, pero no contesta—. Bueno, lo siento, si quieres se lo explico yo.
—No te atrevas, no quiero verte cerca de ella.
—Te estoy diciendo que acabo de pedirle matrimonio a mi novia, no veo la razón de tus celos enfermizos.
—Acabas de darle dos semanas de estar pensando que la he convertido en una infidelidad, se trata más de tu bienestar físico que de mis celos—Entrecierro mis ojos a pesar de que él sigue viendo hacia adelante.
—Espera ¿de verdad tienes una novia? —resoplo sin responder a eso.
Ella no lo es, pero no estoy dispuesto a que pase otro día sin que lo sea.
No estoy seguro de qué mierda me pasa con ella en este punto, pensé que podría ser algo casual, un enamoramiento platónico que podría irse cuando tuviéramos sexo o tal vez su reto de que no podría besarla y yo querría cumplirlo, al menos eso pensaba hasta hace menos de tres semanas.
No se trata de algo platónico, ni siquiera del sexo—pero no puedo quitarle méritos, el sexo con Brenda fue alucinante—, sin embargo, se trata de la manera en que me ve, no solo me mira, se trata de su arrogancia y su manera de doblegarse sin perder.
Se trata de los pequeños momentos, la manera en que ella parece como si me envolviera en una burbuja para alejarme de mi mundo lleno de excesos.
—Entonces ¿tienes una novia si o no?
—No es tu problema, Arden, mantente al margen, porque con cualquier paso en falso dejo a Cassandra viuda sin haberse casado aún—sigo llamando a su número, pero no contesta, así que llamo a mi madre, pero ya no está con ella y, si no están retrasados, falta poco para que la boda comience.
Teniendo en cuenta lo controladora que es mi muñeca debería estar ahí.
Mi muñeca.
Mierda.
—No puedes hacer eso—replica Arden sacudiendo la cabeza.
—Puedo y voy a hacerlo, no me jodas la paciencia hoy.
—Ay, pero que sensible, primo—se burla y esta vez golpeo un costado de su cuello—. Imbécil, a ese paso no vamos a llegar a la maldita boda.
—Cállate y conduce—continúo llamando, pero al final me rindo y le dejo un par de mensajes que no se muestran entregados.
Intento tranquilizarme, solo tengo que llegar a la boda, encontrarla y explicarle lo que realmente sucedió.
El problema es que cuando llego ella no está por ningún lado y nadie sabe a donde fue, ni siquiera mi madre o su amiga, Alana, la vi una vez en el pasillo del edificio donde vive Brenda y vino con ella hoy.
Si no está aquí ¿Dónde se supone que está y por qué se fue?
Maldita sea.
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