Capítulo 11. Trampas y consecuencias.
22 de enero 2021
Odio trabajar de noche.
Siempre y cuando sea fuera de mi casa porque en mi cuarto me quedo hasta la madrugada estudiando o trabajando.
El seminario al que debía asistir solo tenía horario en la tarde así que decidí cambiar mi turno aquí, teniendo en cuenta que un par de empleados se quedarán para revisar unas decoraciones y contratos además del inventario. Podría haber tomado el día libre, afortunadamente Cecile no tiene problemas en darme permisos cuando se trata de mis estudios, sin embargo, un día sin trabajar significa que se me acumulará más trabajo junto con mis tareas, así que elijo hacer mi cosa no favorita y estar en la oficina de noche.
¿Lo peor? Debo hacer lo mismo la próxima semana.
Me encamino por el pasillo abrazando la carpeta contra mi pecho antes de ocupar mi lugar tras el escritorio, relamo mis labios intentando no darle cabida a lo que escuché cuando llegué.
Una de las recepcionista dijo que el hijo mayor de Cecile estaba aquí, Caleb supuestamente nunca venía a la empresa, lo que me hace pensar que tal vez se enojó con que depositara dinero en su cuenta. Pero no me importa, no me interesa deberle nada a nadie, mucho menos a alguien tan prepotente como él.
Abriendo el primer cajón de mi escritorio tomo una de las chupetas que decidí guardar allí para evitar dormirme en el trabajo esta noche, aunque solo estaré hasta medianoche por lo que no creo que el sueño llegue temprano hoy, normalmente en casa me quedo hasta más tarde.
—¿Que estarás haciendo? —Doy un respingo ante la voz de Ginger antes de mirarla.
—Tengo que clasificar unos contratos y elecciones de Cecile, no sé qué más, pero seguramente me dejó la lista en su oficina como siempre.
—¿Y luego de aquí?
—A casa, tengo tarea.
—¿No te suena mejor ir a tomar algo? —Ladeo la cabeza con una mueca, aceptaría si también fuéramos a cenar, pero la fama de los chicos del departamento de recursos humanos es de borrachos y yo normalmente no bebo cuando tengo trabajo, luego pierdo la mañana deshaciéndome de la infernal resaca y se me acumula el trabajo y la tarea.
Parece que los últimos meses se resumen a esas palabras en mi mente.
El trabajo y la tarea. El trabajo y la tarea.
—Tal vez el próximo fin de semana, hoy no.
—Bueno, te veo a medianoche—Alza la mano despidiéndose antes de encaminarse hacia el ascensor, tuerzo los labios llevando la chupeta a mi boca mientras la veo alejarse.
En los meses que llevo aquí he salido con algunos compañeros, parece que el hecho de que Cecile sea estricta solo hace que quieran desafiarla mas bebiendo constantemente al salir del trabajo, no es que ella pueda interferir en eso porque de todas formas cada uno de nosotros hace su trabajo como debe, de lo contrario ya nos habría despedido.
Sin embargo, no es un secreto que deberíamos mantener una imagen impecable para nuestra "reputación" como si fuéramos robots que solo se dedican a ser perfeccionistas aquí.
Ridículo y explotador.
La mayoría de las personas a mi alrededor saben que no necesito el trabajo, al menos no económicamente, pero necesitan entender que si tengo tiempo libre de sobra entonces me siento inútil y que estoy perdiendo tiempo en mi vida.
No estoy segura de cuanto tiempo paso trabajando, pero a juzgar por los papeles de caramelos vacíos en el cajón son algunas horas y lo confirmo cuando alzo la vista al reloj en la pared llevando la última chupeta a mi boca.
Es casi medianoche.
Vuelvo a inclinar el rostro ignorando cuando escucho el ascensor, tal vez Ginger va a irse ya, espero que no porque todavía debo ir a la oficina de Cecile para terminar mi trabajo.
—Además de arrogante, orgullosa y prepotente—Un escalofrío me recorre la espina dorsal y aprieto los labios alzando la cabeza lentamente. Mi vista recorre los pantalones oscuros envolviendo las torneadas piernas, la camisa blanca perfectamente plisada bajo la pretina, la corbata floja colgando en su cuello y luego su rostro.
Caleb Spencer me observa con una de sus cejas arqueadas y yo solo puedo preguntarme ¿Qué mierda está haciendo aquí a esta hora? La respuesta se materializa rápidamente en mi cabeza.
Cecile.
Si fue capaz de enviarlo a mi departamento por supuesto que podría decirle que estaría aquí a estas horas.
—¿Por qué se describe a si mismo en femenino, señor Spencer? —cuestiono llevando mis dedos al palillo de la chupeta para retirarla de entre mis labios mientras apoyo los codos sobre el escritorio alzando mis cejas.
Él se inclina, presionando sus manos en la madera hasta que su rostro casi se alinea con el mío cuando inclino la cabeza hacia atrás.
—¿Quién le dijo que podía hacer eso?
—¿Hacer qué? ¿Devolver lo que no es mío? No necesito tu dinero, Spencer.
—Yo tampoco, por eso no dije que lo quisiera de vuelta—masculla en respuesta y yo ruedo los ojos.
—Y yo no he hablado en otro idioma, no me interesa tu dinero, ya cumplí con devolverlo, si quieres ir a lanzarlo desde un edificio está perfecto, pero no se van a quedar como un gasto por mi culpa.
—Yo lo consideraría más una inversión—masculla y la comisura de sus labios se alza casi imperceptiblemente, pero está ahí. Una "casi" sonrisa arrogante que exhuma diversión.
Maldito imbécil.
—¿Ah sí? ¿Y que beneficio se supone que estará obteniendo de él? —Pasea la lengua por sobre sus dientes ladeando la cabeza silenciosamente—. ¿Qué se supone que está haciendo aquí? —cuestiono luego de unos segundos en los que su mirada sostiene la mía.
—Evidentemente no vine a ver a mi madre.
—¿Entonces?
—¿Preguntar lo obvio es una forma de inflar su ego?
—Pregunto las cosas que no son obvias porque, en primer lugar, no lo necesito a usted ni a nadie para aumentar mi ego, reúno los requisitos para mantenerlo perfectamente en su lugar, en segundo, no hay una razón coherente para que piense que vino a verme a mí porque usted y yo ni siquiera somos amigos, Spencer—Entrelazo mis dedos bajo mi barbilla mientras lo observo con la sonrisa más falsa e insípida que puedo esbozar—. Entonces, sí puede ser claro sobre sus razones para estar en mi lugar de trabajo fuera del horario establecido por la empresa para ser visitante e invadiendo mi espacio personal, se lo agradecería.
Se inclina un poco más, hasta que nuestras narices casi se rozan y estamos respirando demasiado cerca.
—Creo que es bastante claro que vine a verla a usted, señorita Callahan.
—¿Por qué exactamente?
—Porque esa maldita boca insolente no sale de mi cabeza—Relamo mis labios tomando el palillo de la chupeta para retirarla de entre mi boca con un sonoro y molesto "pop"
—Y lastima su ego que sea peor que usted ¿No?
—No tiene nada que ver con mi ego—masculla bajando la vista a mis labios, alza una de sus manos hasta que sus dedos rozan mi barbilla, el segundo en que su piel hace contacto con la mía es una catástrofe por completo, erizando mi piel y haciendo que mi sangre se sienta como si cosquilleara debajo de ella—. Si así fuera no estaría aquí.
—¿Entonces? —Sus ojos se clavan en los míos unos segundos antes de volver a mis labios—. Ah no me diga que es por la prohibición—Alza una de sus cejas y el hueso de su mandíbula resalta cuando aprieta los dientes ante mi burla, chasqueo la lengua—. Si hubiera sabido que era tan fácil moverle los hilos como un títere lo habría hecho antes.
—¿Cuánto se supone que es "antes" si tenemos menos de un mes hablando, señorita Callahan?
—¿Días antes? —Me encojo de hombros volviendo a llevar la chupeta a mi boca para evitar una sonrisa divertida.
—Si hubiera sabido que solo tenía que ceder para obtener una sonrisa lo habría hecho antes—me imita acercándose más.
—¿Jugando sucio, Señor Spencer?
—No más que usted, señorita Callahan—Alejándome recargo mi espalda contra el respaldo de mi silla, suficiente distancia entre nosotros como para que mi piel deje de erizarse por su toque y cercanía.
—No lo he hecho, simplemente puse una condición a la que usted cedió, no es culpa mía que no pueda ignorar lo que sabe que es una trampa.
—Entonces tal vez debería acatar mis condiciones también—Alzo mi dedo índice negando mientras cruzo mis piernas girando mi silla.
—No soy yo quien quiere conseguir algo, ya establecimos que no me interesa una respuesta positiva a esa invitación.
—¿Ah no? ¿Entonces por qué elegir precisamente que asista a esa boda cuando podía pedir otra cosa y cuando ambos sabemos que usted también lo quiere?
—¿Quiero qué? ¿Besarlo? —Alzo la barbilla soltando una risita irónica—. Creo que está soñando con dulces, señor Spencer.
—¿De qué le sirve fingir que no estamos buscando lo mismo?
—¿Y qué estamos buscando? —cuestiono poniéndome de pies, arrojo el palillo de mi chupeta a la papelera cuando he terminado con ella y rodeo el escritorio cruzando mis brazos sobre mi pecho mientras me planto frente a él, sintiendo el ridículo cosquilleo en mis manos—. Tal vez solo tiene razón y no quiero nada más que acariciar mi ego confirmando que puedo conseguir lo que quiero—Me encojo de hombros queriendo mantenerme firme cuando sus pasos comienzan a disminuir la distancia entre nosotros, pero no puedo.
Retrocedo un paso tras otro hasta que mi espalda da con la pared y una de sus manos se presiona al lado de mi cabeza, alzo la barbilla.
—Creo que está bastante mayorcita para estos juegos, señorita Callahan.
—¿No me diga que también lo amedrenta mi edad? —Me burlo decidiendo jugar con fuego, envuelvo su corbata en mi puño tirando de ella hasta que su rostro está muy cerca del mío—. No quiera culparme a mi de traer los juegos si usted entra en ellos cada vez que los pongo sobre la mesa, señor Spencer.
Sus ojos se clavan en los míos y yo entreabro los labios sintiendo mi respiración acelerarse cuando su cuerpo presiona el mío, su mano sube y su dedo índice delinea los huesos de mi clavícula, casi puedo leer la tentación en su cara de envolver mi cuello con sus dedos, pero no lo hace, en su lugar, su rostro baja hasta que sus labios rozan mi oreja para decir:
—Tal vez debería reconsiderar las consecuencias de sus actos porque la próxima vez que me dé esa mirada tal vez no solo tendrá que prohibirme besarla sino también romper esta falda—Sus dedos rozan el dobladillo de mi falda cuando la menciona—. Y no solo para mirarla sino para follarla justo como lo desea sin importarme que estemos en este pasillo, señorita Callahan.
Trago saliva apretando mis muslos cuando un cosquilleo se desliza entre ellos y él lo nota cuando se aleja, con una sonrisa arrogante que casi quiero borrar a bofetadas antes de que roce mi labio inferior con su pulgar.
—¿Qué está haciendo? —mascullo sin aliento, él relame sus labios alejándose con dirección al ascensor luego de murmurar:
—Dándole una razón para que afirme que estoy jugando sucio, señorita Callahan.
——— · ♡ · ———
Para adelantos y noticias de esta u otras de mis historias pueden seguirme en mis redes sociales:
Instagram: CarliieLeblanc | Twitter: Carlieeleblanc | Booknet: Carlie Leblanc
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro