Capítulo 65
El dolor de cabeza hizo que Emma se despertara. Las paredes blancas y el olor a cloro y medicamentos le hicieron saber que estaba en el hospital. La mano de Luka apretaba la suya en la camilla. Intentó respirar, pero se sentía muy incómoda. Luka se levantó como petardo al sentir que le apretaba la mano.
─No te muevas, Emma. Espera.
Salió corriendo de la habitación y entraron dos enfermeras y un doctor. Le quitaron tubos y comprobaron sus signos vitales. En realidad, no pudo procesar mucho de lo que estaban diciéndole. Asintió e hizo todo lo que le pidieron. Diez minutos después, las enfermeras salieron.
─Gracias, Edgar.
─No hay de qué, Luka. Si no fuera por ese anillo que lleva, no habría podido dejarte pasar. Que todo el mundo sepa que es tu esposa o tendré problemas.
─No tienes que preocuparte por eso.
─Bien. Cualquier cosa, vendré a verla en unas horas. Descansa, Emma. Vas a estar adolorida por unas semanas, pero estarás bien.
Emma esperó a que el doctor saliera y quedaran solos Luka y ella.
─ ¿Qué...? ─intentó preguntar, pero su garganta estaba muy seca.
─Toma.
Luka se acercó a su boca con un vaso y le dio tragos de agua a sorbos. Poco a poco sintió que su garganta se aclaraba y que estaba lista para articular sonidos.
─ ¿Qué paso?
─Te dispararon en el hombro. La policía no se la va a acabar por esto.
─ ¿Y...Rafa...?
─Lo arrestaron. Igual que a Mia. La muy devota seguía esperando en la casa a que Rafael fuera por ella para sacarla de ahí. Pero creo que debo agradecerle a Rafael por apretar tu herida para que dejaras de perder más y más sangre. Estabas anémica cuando llegaste aquí. La bala entró y salió y no dañó nada. Sólo va a quedarte una cicatriz. Del pie, te lastimaste mucho. Tienes una quemadura de segundo grado y te abriste un poco el otro. No vas a poder apoyar los pies por un rato. Tienes una pequeña contusión en la cabeza, te pusieron dos puntos por la abertura. La muñeca no quedó tan mal y en unos días cerrará. Y algunos moretones por aquí y por allá, pero nada más.
─Parece que estoy completa.
Emma intentó reír, pero el abdomen le dolió. Se incorporó un poco en la camilla con ayuda de Luka.
─No deberías moverte.
─Estoy bien.
─Te juro que, si sigues diciendo eso, voy a internarte aquí.
─Mírame ─. Emma tomó el rostro de Luka por la barbilla. Tenía los ojos bañados en lágrimas. Ella inspiró hondamente antes de derramar las suyas ─. Estoy bien. Todo va a estar bien.
Luka la besó tiernamente en los labios, confiando en que su pesadilla por fin había llegado a su fin. Emma había salido de ahí casi ilesa, aunque con muchas heridas psicológicas que le llevarían su tiempo para sanar. Pero fuera de eso, Emma estaba bien y Rafael ahora recibiría la ayuda que necesitaba. Mia seguramente se quedaría un buen rato tras las rejas y el caso parecía que ya estaba completamente cerrado.
Una semana después, Emma ya podía salir del hospital. Aún no podía caminar normalmente, pero ya estaba lista para que le diera el alta. Ahora sus heridas lucían mucho peor de lo que eran. Su cuerpo estaba casi completamente lleno de moretones. Mariane, su madre, había llegado de inmediato y no se había separado de ella en ningún momento. Cuando la ayudó a bañarse, ponía una cara de espanto que preocupaba a Emma. Ella no se había visto en un espejo y esperaba que Luka no lo hiciera en un tiempo.
La policía había ido a interrogar a Emma en cuanto supieron que había despertado. Luka les pidió que fueran breves y luego los corrió para que volvieran después. Al parecer, por fin tenían las pruebas suficientes para procesar a Rafael, pero Emma insistió en que un psiquiatra lo evaluara primero. Las horas que había pasado con él le hicieron preguntarse si el problema no residía en su cabeza y no en el dinero.
Ese día estaban todos en la habitación, esperando a que el doctor firmara para que Emma pudiera irse. Estaba Roger y Mateo, James y Elizabeth, Gustavo y Mariane, Alberto, Pablo y Linda, todos esperando en la sala de espera del hospital para acompañarlos a la salida. El doctor Edgar la revisó una última vez, leyó los papeles y, finalmente, los firmó.
─Si sucede algo, no dudes en llamarme o venir, Emma. Un placer verte de nuevo, Luka.
─Gracias, Edgar.
─Gracias ─sonrió.
Emma se visitó con ayuda de Luka y, quince minutos después, estaban listos para salir.
─Por fin iremos a casa.
─Sí...
Luka no tenía planeado llegar a casa, aún. Cuando se encontró con todos en la entrada, la llenaron de besos y flores. Emma los encontró bastante arreglados para la ocasión. Se hubiera puesto la misma ropa con la que había llegado, pero uno: era un vestido de novia, dos: estaba todo manchado de sangre y roto, tres: no era para nada cómodo. Su madre, en cambio, le había llevado el día anterior un vestido blanco corto que había comprado, según ella, en un supermercado. A Emma no le parecía el caso, pero tenía mucho calor y era bastante conveniente para las heridas que tenía. Llevaba unas pantuflas en los pies del mismo tono, ya que las heridas de sus tobillos aún no sanaban por completo. Tendría que usar pantuflas por varias semanas.
Luka la ayudó a sentarse en el auto, con Ian al volante, mientras se despedían de todos. A Emma le resultó muy exagerado que todos estuvieran en la sala del hospital, pero se sintió amada por esa razón.
─Me alegra tanto verte, Ian ─sonrió.
─Y a mí, Emma.
Ian había estado con ella cuando le dispararon. No sólo fue Rafael el que la había auxiliado, él mismo los había seguido e intentado detenerlos. Recordaba vagamente su rostro, pero se sintió más tranquila cuando lo vio con ella y no rodeada de extraños. Ian se quedó con ella en el hospital hasta que Luka pudo llegar. Estaba infinitamente agradecida con él.
Luka entró al coche unos minutos después.
─ ¿Todo bien?
─Sí ─sonrió ─. Podemos irnos, Ian.
─Claro que sí, señor.
Emma recargó su cabeza en el hombro de Luka y cerró los ojos un momento. Al volver a abrirlos se dio cuenta de que el auto estaba estático. Se incorporó para ver en dónde se encontraban. No reconoció el lugar en el que estaban estacionados. Había cientos de coches alrededor.
─ ¿Dónde estamos?
─ ¿Quieres bajar para averiguarlo? ─preguntó Luka juguetón.
Luka le tendió el bastón antes de que bajara del auto. Emma lo siguió junto con Ian. Frente a ellos había una pequeña capilla. Su padre Gustavo estaba en la entrada. Emma estiró el cuello para ver a toda su familia y amigos dentro de la capilla. Luka la dejó en la puerta, junto a su padre y le dio un beso en la cabeza.
─Te veo adentro.
Emma no entendía qué era lo que estaba sucediendo. Ian le sonrió e igual entró.
─ ¿Papá? ─preguntó, confundida.
─Hija, puedes culpar a tu madre y a Luka después. Ahora mismo, tengo que acompañarte hasta allá adelante.
Gustavo señaló la entrada de la capilla y la tomó del codo para que lo acompañara. Emma lo siguió en automático sin entender qué sucedía. Escuchó a lo lejos una canción hasta que su padre le dio su mano a Luka otra vez. Emma ni siquiera se fijó en todos los rostros que iba dejando atrás. Luka la tomó de las manos y se las apretó. Ella lo miraba a él en estado de shock.
─ ¿...Acepta?
Emma miró a su alrededor a toda su familia y amigos. Si Luka no la hubiera estado sujetando, habría ido a dar al suelo desde que su padre la soltó. Luka atrajo su atención, apretando sus manos y acercando su rostro ligeramente al suyo.
─Emma... ─ella lo miró ─. Contesta.
─ ...Sí ─. Dijo sin pensar.
Escuchó otra frase y luego un sí por parte de Luka.
─ ...Puede besar a la novia.
Luka se acercó a su rostro y lo ahuecó entre sus manos.
─Luka...
─Ahora eres mi esposa, amor. ¿Puedo besarte?
Emma miró la determinación en sus ojos y comprendió todo lo que había sucedido. Aunque su mente no había procesado nada, su corazón latía sin cesar y sus labios sólo deseaban ser tocados por él. Quería ocultar sus lágrimas en su rostro. Lo quería a él. Lo necesitaba. Asintió ligeramente con la cabeza, Luka sonrió y la besó. Emma se recargó en su cuerpo y dejó que él tomara el control.
La gente comenzó a abuchearlos y aplaudir. Luka la levantó y salió en brazos con ella de la capilla. Ahora entendía por qué todos estaban tan emperifollados y la verdadera razón detrás de su vestido blanco. Jamás hubiera pensado que saliendo del hospital terminarían delante de un padre y dándose un beso que los proclamaría como marido y mujer.
Los demás salieron y comenzaron a felicitarlos. Luka los invitó a celebrar en su casa. No iban a tener una gran fiesta porque Emma recién salía del hospital, pero podían hacer un brindis y recordar lo que acababan de jurarse. Emma regresó al auto con Ian y Luka, y esta vez, regresaron a casa.
─ ¿Está...bien...? ─preguntó Emma dudosa.
─ ¿Qué quieres decir? ─preguntó con el ceño fruncido.
─Que te casaras conmigo
Luka miró hacia Ian y subió el cristal que los separaba. Sabía que no era a prueba de sonido, pero brindaba privacidad.
─ ¿Por qué estaría mal hacer algo que deseaba desde el primer momento en que te conocí?
Luka le acarició el rostro y sonrió.
─Porque yo... Supiste...
Emma bajó el rostro.
─ ¿Que te casaste con Nicolás? ─Emma asintió ─. Lo amabas, ¿no es así?
Emma alzó el rostro, impactada.
─Está bien. Me sorprendí de que no me lo hubieras dicho, pero ahora entiendo por qué tenías esos ataques cuando mi madre se emocionó por la boda.
Emma sonrió.
─Lo siento.
─No te disculpes de amar cuando lo haces. Yo te amo y ahora eres mi esposa. Eso es lo único que importa.
En la celebración, Emma y sus amigos y familia brindaron tranquilamente. A la noche, todos se fueron a sus casas y Emma y Luka se acurrucaron en la suavidad de sus camas. Por primera vez en años Emma durmió sin preocupaciones ni miedos. Ahora, no había nada que temer y Luka y ella podían vivir en paz sin tener que esperar a que algo más sucediera.
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