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Capítulo 54

Amelia y Emma llevaban desde muy temprano preparándolo todo. Mientras Amelia se encargaba de preparar la comida, Emma pasaba de un lado al otro con platos y copas que repartir. Luka había querido ofrecerse para ayudar, pero ambas lo mandaron muy lejos. No querían tener que cuidar de todo lo que hacía. Se volvieron cómplices a la hora de tener todo listo para la comida de esa tarde.

Entonces Luka se apartó y se encerró en su oficina para contestar correos y llamadas de las oficinas. A pesar de ser viernes, el trabajo siempre estaba ahí. Sobre todo, para algunas empresas en las que siempre se quedaban con algo atorado al último momento del día. Luka estaba más que acostumbrado a tener que lidiar con esos ajustes, pero ese año era diferente. Ese año lo único que quería hacer era pasar el tiempo con Emma haciendo lo que fuera. Pero su amada lo había echado de su lado cuando se juntó con su querida Amelia. Par de brujas iba a tener viviendo bajo el mismo techo. Terminaría desquiciado si no hacía que una de ellas se quedara de su lado.

Emma estaba terminando de colocar los cubiertos cuando Amelia la llamó desde la cocina.

─ ¿Qué sucede? ─preguntó, evaluando de un lado al otro todo lo que había.

No podía creer la cantidad de comida esparcida por toda la cocina. Agradeció que la cocina de Luka fuera enorme, de lo contrario, no habrían podido ni moverse. Amelia había hecho un gran trabajo colocando cuencos y comida por todos lados. Algunas de las ollas de las estufas estaban sacando vapor y, por el calor que hacía ahí dentro, supuso que el horno estaba en marcha también.

─Necesito que me digas qué tal está la sazón de ésta, ésta y ésta ─dijo, señalando cada una de las ollas.

─Okey.

Emma tomó las cucharas que había a cada lado de cada una y las probó. Amelia la miraba con mucha expectación.

─La primera y la tercera están de buen sabor, pero siento que a la segunda le falta algo.

─Con tanta comida que he probado llega un punto en el que ya no distingo de dónde son los sabores ─rio ─. Creo que le pondré más picante y especias.

─ ¿Quieres que te ayude en algo? ─preguntó, acercándose a oler el resto del banquete ─. Ya terminé de poner toda la mesa. Pensaba ir a revisar si les falta algo a las habitaciones y eso.

─Ve, hija. Yo me encargo de esto.

─Bien. ─Asintió ─. Pero, de todos modos, cuando termine, vendré aquí a ayudarte.

─Perfecto, aquí te espero ─contestó, concentrada en lo que hacía.

Emma sonrió y salió de la cocina. Entró en cada una de las habitaciones asegurándose de que todo estuviera en orden y en su lugar. Colocó algunas cosas que no había en las habitaciones. Cuando todas estuvieron perfectas, antes de bajar a ver cómo iba todo en la cocina, decidió pasar a ver a su prometido que llevaba toda la mañana encerrado en la oficina. Por el olor que se esparcía por toda la casa, Emma estaba segura de que por unos minutos más no habría gran diferencia si llegaba o no.

Tocó la puerta, pero entró cuando no obtuvo una respuesta. La razón por la que no había contestado fue porque estaba en una llamada. Emma iba a retirarse, pero Luka le hizo una seña con la mano para que entrara. Lo hizo de la forma más silenciosa que pudo. Se acercó a dónde él estaba y le hizo señas para que se sentara en su regazo. Emma lo obedeció encantada. Escuchaba términos como "pagos", "incremento", "ventas", "seguro", y dejó de prestar atención en lo que fuera que estaban discutiendo. En ese momento, lo único que quería era mostrarse juguetona, así que se puso manos a la obra.

Comenzó a mover su trasero justo en donde sentía que estaba su miembro. Luka alzó la vista, pero no la detuvo. Tomó eso como una señal para seguir. Se acercó a su cuello y lo besó, lo chupó y mordió. Cuando sintió que estaba reaccionando justo como quería, se levantó de su regazó y se arrodilló frente a él. Con su ayuda, le bajó los pantalones hasta los tobillos y dejó su miembro duro y listo para la acción frente a ella.

Emma se acercó y lamió la cabeza para absorber las primeras gotas de su excitación.

─Carajo... ─exclamó Luka ─. No, perdón. Sí, continúe.

Emma sonrió y tomó el control de la situación. Agarró su miembro con una mano y se la metió poco a poco en la boca. Podía sentir la calidez y la dureza en todo su esplendor. Emma gimió de satisfacción, lo que le arrancó a Luka un gruñido que intentó disimular al morderse el labio y echar la cabeza hacia atrás. Al sentir sus manos en su cabello, decidió continuar con los movimientos. Llegaba casi a la punta y volvía a metérselo entero, chupando y llenándolo de saliva. Aceleró los movimientos y Luka la ayudó empujando sus caderas.

─Lo siento, señor Morris. Le llamaré más tarde, tengo algo urgente que atender ─dijo a máxima velocidad.

Emma escuchó el pitido de la llamada al cortarse e, inmediatamente después, Luka arremetía con fuerza en su boca.

─ ¡Emilia! ─gritó.

Una arremetida más y se corrió en su boca. Emma sintió su simiente caliente en su boca. El sabor salado invadió sus papilas gustativas. Se lo tragó de inmediato y se apartó lentamente de su pene. Lamió la punta una vez más y lo dejó en paz. El pecho de Luka subía y bajaba, y podía notar unas pequeñas gotas de sudor deslizándose por su frente. Emma se dejó caer sobre su trasero y dejó que Luka recuperara el aliento.

─Perdón por molestarte ─dijo, levantándose ─. Iré a ver si Amelia necesita ayuda con la comida.

Luka se incorporó de la silla, tiró de su brazo y la besó. Emma se deleitó en sus labios y suspiró cuando él se apartó.

─Por ahora, te dejaré ir, pero cuando tomemos ese baño antes de la cena, voy a compensártelo, nena. Puedes venir a molestarme cuántas veces lo desees.

Emma se sonrojó, avergonzada, y salió del despacho. Sacó el aire varias veces antes de enfrentarse a Amelia después de lo que acaba de hacer. La mujer seguía moviendo las ollas sin parar. Algunas de las hornillas ya estaban apagadas, pero otras estaban encendidas con unas nuevas. La mujer parecía una completa chef, moviéndose a sus anchas a diestra y siniestra.

─Creo que todo está listo allá arriba, ¿qué necesitas? ¿En qué te ayudo? ─preguntó más efusiva de lo normal.

─Me asustaste, hija ─comentó, llevándose la mano al pecho ─. Creo que sólo hace falta poner las botellas a enfriar.

─Yo me encargo.

─Gracias, cielo.

Quince minutos después, Amelia apagaba todas las hornillas y dejaba todo como estaba. Luka llegó a la cocina y abrazó a Emma por la cintura.

─Todo huele delicioso, Amelia. Esta vez te luciste a lo grande ─sonrió.

─Para nada. Todo es muy sencillo. Además, si no te alimento bien, quién sabe lo que serías capaz de hacerle a esta pobre chica ─comentó, señalando a Emma.

─Me la comería, eso seguro ─afirmó con picardía.

Emma se sonrojó y le dio un ligero golpe en el hombro. ¿No veía que estaban frente a Amelia?

─Y, por eso mismo, me alegro haber hecho este banquete. Ahora, iré a descansar un rato antes de que lleguen los invitados.

─Gracias, Amelia ─sonrió Luka.

─No hay de qué, muchacho ─dijo, dándole unas palmaditas en las mejillas.

Cuando Emma se aseguró de que Amelia no los estaba escuchando, se dio la vuelta y volvió a darle un empujón en el hombro.

─ ¿Estás loco? ¿Por qué dices esas cosas frente a Amelia? ─sentía la vergüenza hasta las orejas.

─No me avergüenza expresar lo mucho que amo a mi mujer ─contestó altivo.

Emma volteó los ojos, pero sonrió por dentro. Ninguno de los dos dijo nada porque el deseo se podía palpar en el aire. La promesa sin cumplir rondaba sin cesar en sus mentes. Para distraerse, tomó los platos sucios y los puso en el fregadero, y Emma protestó cuando tiró de ella.

─Tenemos que lavar los platos ─dijo Emma mirando hacia atrás.

─Podemos hacerlo después. Ahora tenemos algo más importante que hacer.

Luka subió las escaleras prácticamente arrastrándola. Al cerrar la puerta de la habitación, se besaron y se quitaron la ropa con desesperación hasta llegar a la bañera. Emma escuchó el ruido de las manijas del agua al abrirse y el olor del jabón. Ella sólo tenía ojos para él y para lo que iba a suceder a continuación. Iba a ser un baño en el que ambos se asegurarían de quedar completamente limpios. Los besos y las caricias prometían eso y mucho más.

─Esta comida esta exquisita, Amelia ─comentó Elizabeth.

─Emma también me ayudó mucho ─sonrió.

Emma se puso colorada porque no había hecho nada. Todos en la mesa comían y disfrutaban de la compañía. Emma estaba feliz. Hacía demasiado tiempo que no se sentía así. Su familia y la de Luka estaban mezclados entre sí; reían y comentaban cosas sin cesar. Cada que su mirada se encontraba con la de Luka, él le sonreía y la tocaba. Un apretón de mano, de pierna, una caricia en la mejilla. Había olvidado lo que era estar en familia. Estaba tan agradecida con Luka, por todo lo que estaba dándole y lo que seguía haciendo por ella.

Una parte de Emma se sentía en las nubes. Y otra, una pequeña, seguía pensando que aquello era demasiado bueno para ser verdad. No podía creer que estuviera sintiéndose tan feliz y que no hubiera pasado nada hasta el momento. Las cosas estaban yendo bien en su trabajo, sus amigos también estaban alcanzando éxito en el amor y en el trabajo, había estado teniendo tanta dicha que parecía estar en un sueño.

Rafael no había vuelto a dar señal de vida desde esa vez en la casa. Emma no podía creer que se hubiera hartado de ella y se hubiera ido. Sabía que estaba por ahí y temía que estuviera planeando algo. Y sabía que, en todo caso, eso no sería nada bueno. Al menos, no para ella. Estaba tan muerta de miedo de que algo pasara de un momento a otro. Pero, sobre todo, tenía miedo de que Luka saliera lastimado también. A pesar de eso, no podía detener su mundo. Había decidido hace mucho tiempo que no volvería a huir ni a dejar que la intimidara. Además, ahora no estaba sola. Luka la estaba ayudando a ponerle fin a su pesadilla de una vez por todas.

El transcurso de la comida fue viento en popa; tanto que se extendió hasta la cena. Su hermano, sorpresivamente, no llevó a ninguna chica para que lo acompañara esa noche. Algo muy extraño. Pero no se veía incómodo o triste, parecía estarse divirtiendo. Igual que todos los demás. Nadie mencionó nada relativo a su boda. Gracias a dios. Emma no quería tener otro encuentro de eso. Tampoco había vuelto a tocar el tema con Luka. Tenían mucho tiempo y no quería apresurar nada. Quería disfrutar de todo eso. Tomarse su tiempo, planear, hacer todo lo que no había hecho antes; disfrutar del momento.

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