Capítulo 50
Emma llevaba un buen rato viendo la televisión en el sofá de Roger. Mateo y él se mordían las uñas, viéndola. Había estado observando la pantalla como si quisiera hacerla explotar con los ojos y apretando uno de los cojines como si quisiera desinflarlo.
─ ¿Dices que ya te llamó su novio? ─le susurró Mateo al oído.
─Su prometido ─lo corrigió ─. Cada dos minutos me está preguntando si sigue aquí. Emma es muy predecible. Supo que estaba aquí antes de que pisáramos la casa.
─ ¿Y por qué se enojaron?
─Algo sexual, al parecer ─contestó ─. Pero ni yo mismo entiendo, cariño.
─No quiero estar aquí si se matan. No quiero ir a la cárcel.
En ese instante, el timbre sonó. Emma se giró bruscamente a verlo. Parecía que echaba espuma por la boca. Roger alzó los brazos y abrió la puerta.
─Perdón, muñe. Pero es mi jefe.
─ ¡Traidor! ─gritó furiosa.
Luka lucía igual o más enojado que ella. Roger se apartó y se refugió junto a Mateo. Ambos eran atemorizantes.
─Nos vamos a casa, señorita.
─Vete tú.
─Emilia...
─ ¡No!
Roger y Mateo los seguían como si se tratara de un juego de ping pon, volteando la cabeza a un lado y al otro.
─ ¡Nos vamos!
Luka se acercó a ella, la tomó y se la colgó como un costal de patatas. Emma gritó y protestó, pero lo único que podía ver era el suelo y la espalda de Luka.
─Lamento las molestias. Con permiso.
Luka la aventó en el asiento trasero y le ordenó a Ian que arrancara antes de que pudiera cerrar la puerta tras de sí. Fu entonces que se percató de que había traído la limo. Emma maldijo. Los ricos y sus transportes.
─ ¡Déjame bajar o te juro que...!
Luka levantó el cristal para darles privacidad. La tomó de la cintura y del cuello y la pegó a su cuerpo. La besó con fuerza y ferocidad. Emma intentaba protestar, sin éxito. La levantó y la colocó a horcajadas sobre él. Luka le levantó la falda, hizo su ropa interior a un lado y de una estocada la penetró. Emma gritó y abrió los ojos sorprendida. Estaban llenos de lujuria. Sin importarle nada, lo montó con fuerza y rapidez. El pudor había desaparecido. Sin pensarlo, se llevó la mano al clítoris y lo tocó con fuerza. Cuando sus piernas comenzaron a agotarse, Luka la tomó de las caderas e hizo el movimiento por ella. Ambos estaban jadeando y sudando. Con un gritó llegaron al clímax al mismo tiempo. Emma había mordido el labio de Luka y pronto sintió el sabor metálico de la sangre. Le había abierto el labio inferior.
El auto se había detenido en algún momento, pero ambos estaban aún embriagados con el sexo que acababan de practicar. Aquello había sido salvaje y lleno de pasión. Ambos se sentían frustrados. Las cosas siempre habían sido así entre ellos. Ambos eran tan explosivos y llenos de sexualidad que, cuando tenían la oportunidad, no perdían el tiempo. Sus cuerpos siempre habían sido buenos para comunicarse entre sí.
─Eso fue muy intenso, nena ─jadeó cerca de sus labios.
Se pasó los dedos por los labios para quitarse la sangre. La besó tiernamente y jugó con su cabello para colocarlo detrás de sus orejas. Emma aún tenía los ojos cerrados y las piernas temblorosas. Luka la ayudó a bajarse la falda y luego la sentó junto a él.
─Vamos adentro, nena ─dijo.
Luka salió y ayudó a Emma a salir también. Ambos entraron tomados de la mano. Ian estaba en la cocina e hizo contacto visual con Emma. Volteó los ojos y sonrió. Ella no pudo evitar sonreírle. Parecía que incluso Ian ya estaba más que acostumbrado a sus niveles de humor. Sin embargo, el pudor en sus mejillas era algo que todavía no podía controlar.
Entraron en la habitación y Luka la apoyó contra la puerta y la besó. Emma estuvo a punto de derretirse en la puerta, pero cuando sintió que Luka le mordía el labio inferior, gruñó. Luka le arrebató la camisa y le bajó las copas del brasier para tener sus pechos al alcance. Descendió los labios por su cuello hasta llegar a su pecho. Lamió uno de sus pezones y luego se lo metió a la boca y chupó. Emma gimió y lo tomó de la cabeza para sostenerlo justo en ese lugar. Cuando terminó de jugar con ese pezón, lo soltó, y repitió el mismo proceso con el otro.
─Luka...
Se incorporó y volvió a atrapar sus labios. Le tomó los pezones entre el índice y el pulgar y los pellizcó. Emma gritó y se retorció en la puerta. Entonces tiró de ellos con fuerza y jadeó sin poder contenerlo. Estaba segura de que su grito se había escuchado hasta el piso inferior. Sintió un tremendo dolor y luego un ardor que rápidamente apaciguó cuando volvió a colocar su boca para humedecerlos. Con las manos libre, le bajó la falda y los calzones. Con ayuda de su rodilla hizo que abriera un poco más las piernas. Deslizó uno de sus dedos de arriba hasta abajo por su abertura. Sintió cómo su dedo se humedecía aún más de lo que ya estaba. Emma restregó la pelvis hacia su mano para obtener lo que quería.
─ ¿Quieres que juegue con tu húmeda vagina, nena?
Emma jadeó. Se prendía cada que le hablaba de forma sucia. Se aferró a sus bíceps con las uñas y gruñó en respuesta. Luka sonrió, le lamió los labios y la penetró con uno de sus dedos hasta el fondo. En el momento en que abrió la boca para gemir, Luka la devoró. Entraba y salía de ella a un ritmo lento y pausado, pero ella deseaba más. Desplazó su mano hasta sostener la suya y lo guió para que sus acometidas fueran más rápidas. Luka gimió y eso sólo lo incitó para que introdujera un segundo dedo en su vagina.
─ ¿Escuchas los sonidos lascivos que hace tu vagina al intentar devorar mis dedos? Eres muy sucia, Emilia.
Otra vez su nombre. Estaba llevándola al límite de la locura. De repente sintió que los dedos no eran suficientes.
─Métemela ─ordenó.
─ ¿Qué quieres, nena? Dímelo, claramente.
─Pon tu verga dura dentro de mí. Ahora ─ordenó.
Podía sentir cómo sus mejillas se sonrojaban. No era mucho de hablar sucio, pero le gustaba que le hablaran así. Luka encontró ese gesto muy adorable. Se separó un momento de ella, se quitó toda la ropa en un segundo y dejó a relucir su pene erecto y su erótico cuerpo. Emma se relamió los labios. Antes de que Luka hiciera algo, ella se arrodilló y sostuvo su verga de la base. Acercó su boca y lamió las primeras gotas de semen que brillaban con tanta intensidad. Cuando Luka se estremeció, se la llevó a la boca y la tragó. Chupó lentamente, tratando de saborearla con plenitud. Luka desplazó sus manos a su cabeza, pero no la obligó a nada, simplemente las dejó ahí. Ella agradeció el gesto. Nunca le había gustado que la obligaran a metérsela o a hacerlo a cierto ritmo. Lo encontraba desagradable, y para esos casos, prefería no hacerlo.
Se deleitó con su sabor. Lamía su pene y luego lo soltaba para lamerle los testículos. Rugió cuando se metió uno completo en la boca, succionaba y luego lo soltaba. Con ayuda de su mano, imitaba el movimiento de su boca al bajar y subir por su longitud. Luka le acariciaba el cabello al tiempo que cerraba los ojos y echaba la cabeza hacia atrás, como si estuviera disfrutando del placer más exquisito de toda su vida. Emma sonrió dentro de ella con suficiencia. Nunca había sido muy buena para el sexo oral, pero se alegraba de poder proporcionarle placer de esa forma.
De repente, se retiró bruscamente de su boca. Emma hizo una cara de desconcierto y preocupación.
─Perdón, nena. Pero ya no aguanto. Quiero estar dentro de ti ahora.
En un segundo la volteó contra la puerta, le separó las piernas y comenzó a restregarle su miembro en su apertura hasta llenarla de sus fluidos. Emma gimió expectante. Ansiaba eso. Lo necesitaba. Al ver que Luka no hacía más que tentarla, restregó su trasero hacia su pelvis.
─ ¿Me quieres dentro, nena? ─jadeó en su oído y lo mordió.
─Tú dijiste que no podías esperar... ─comentó casi sin aliento.
─Pero parece que tú tampoco.
Hizo que colocara las manos en la puerta y la penetró lentamente. Ambos gritaron al unísono. Luka colocó sus manos sobre las de ella y la hizo suya con pasión y fervor. Emma sintió que sus sentimientos se desbordaban con cada acometida que daba en su interior. Aventaba su trasero hacia él con fuerza y determinación. El sonido de sus jadeos y acometidas constantes inundaban la habitación. Ni siquiera se habían dado cuenta de que estaban a oscuras. Y, en realidad, no les importaba.
Emma no podía creer que hacía unas horas ella estaba muy molesta por lo que había sucedido. Había hecho una rabieta de lo más infantil, pero no le había importado. Con Luka era tan cambiante que podía ser madura en un segundo y una niña al siguiente. Luka la hacía sentirse de formas muy extrañas, pero las aceptaba todas. Apretó sus manos y comenzó a suplicar palabras que no tenían coherencia.
─Emi, me estás apretando demasiado ─gruñó ─. No creo soportarlo más.
─Luka... ─suplicó.
─Tócate, nena.
Desplazó sus manos a sus caderas y ella desplazó las suyas a su botón de placer. Sentía que su corazón latía a máxima velocidad. Los jadeos salían desbordados de entre sus labios. Luka le apretó el trasero y ella gimió sin control. Con una estocada profunda, la que sintió que llegaba hasta su estómago, fue la culminación para ambos. Antes de que Luka saliera de ella, Emma se desplomó en el suelo y comenzó a llorar. Toda la tarde había sido muy emotiva. No tenía idea de por qué se sentía de esa forma, pero estaba más sensible que nunca. Había estado conteniendo que sus sentimientos no se desbordaran a través de sus ojos, y cuando se sintió relajada al cien, ya no fue le fue posible resguardarlos.
─ ¿Emma? ─preguntó preocupado ─. ¿Te lastimé?
Luka la giró y ella se cubrió el rostro. Él la abrazó con fuerza y acarició su cabeza susurrándole palabras tranquilizadoras. Pasaron varios minutos antes de que pudiera dejar de hipar y sollozar. Se alejó de su abrazo para poder secarse las lágrimas. Cuando logró controlar sus emociones y limpiar su rostro, enfrentó a Luka que la miraba con gran preocupación.
─ ¿Estás bien? ─preguntó lentamente.
Ella asintió.
─Lo siento ─sonrió forzadamente.
─Oye ─la tomó del rostro para que sus miradas se encontraran ─, no tienes que forzar nada.
─No estoy forzando nada ─negó y volvió a sonreír sin éxito.
─Emilia, soy yo. Tranquila.
Emma suspiró y su rostro se transformó en una mueca extraña. Se miró el cuerpo y sólo entonces se sintió sumamente avergonzada. Tenía mal colocado el brasier y ambos estaban sentados en la puerta de la entrada de la habitación. Comenzó a reírse por la cómica imagen que tenía ante sí y por las tonterías por las que se estaba preocupando en ese momento. Luka le sonrió.
─Tomemos un baño. Ven.
La ayudó a levantarse, Emma se desmaquilló mientras él llenaba la bañera y entraron juntos en ella. Emma estaba echándose agua caliente en el cuerpo y Luka la tenía pegada a su pecho. Podía sentir su miembro flácido en su espalda y su relajada respiración.
─No sé qué me pasa últimamente. Estoy muy sensible ─comenzó a decir ─. Me comporté muy mal hoy en la tarde, lo siento.
─Yo también me pasé con la broma, nena. No tienes que disculparte por ser quien eres. Después de todo, me enamoré de esa mujer.
Emma se sonrojó y sonrió. Luka era muy directo. Ella, en cambio, era más tímida para expresarse. Mucho más. Emma recargó su cabeza en su hombro y alzó la vista.
─Creo que lo que intento decir...es...que te amo ─. Se sorprendió y luego la miró enternecido ─. Te amo. Te amo. Te amo. Te amo. Te am...
Luka la besó. Un beso tierno y largo. Podía sentir su sonrisa entre sus labios. Los sentimientos la estaban engullendo porque no estaba expresándolos adecuadamente. Había aceptado casarse con ese hombre, aceptado pasar el resto de su vida con él, dar todo lo que tenía y más. No iba a decepcionarlo por nada del mundo. Tenía que empezar a hablarle con la verdad.
Se acurrucaron en la cama pletóricos de felicidad. Emma suspiró mentalmente varias veces, apretó sus manos en su pecho y se armó de valor.
─Luka, yo...
─ ¿Mmmm?
"Tú puedes, solo tienes que decírselo, tú puedes", pensó una y otra vez.
Cerró los ojos, soltó el aire y susurró:
─Me casé con Nicolás.
Los minutos pasaron y no obtenía respuesta alguna. El cuerpo de Luka estaba completamente relajado. ¿No la había escuchado? Levantó el rostro y comprobó que Luka ya estaba con Morfeo. Emma maldijo. No pudo haber escogido un momento mejor para quedarse dormido. Rendida, se acomodó en su pecho nuevamente y se durmió con la idea de decírselo al día siguiente.
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