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Capítulo 46

─Y con eso parece que las ventas han incrementado en los últimos meses. En verdad la aplicación ha funcionado bastante bien después de la última actualización que se le ha hecho ─concluyó Jhon.

Habían estado hablando de un montón de cifras y números que Emma no entendía para nada, salvo los términos sencillos como aquí se vendió y aquí no. Pero estaba muy atenta tratando de captar todo lo que estaban compartiendo desde hacía una hora. A veces se reprendía a sí misma, cada que se cachaba viéndose el anillo en su dedo. No había dormido nada en toda la noche sin poder creer lo que su dedo sostenía. No habían hablado de nada más cuando volvieron a la casa.

En la noche, habían paseado un rato a la hora de la cena y después se retiraron a su habitación. Esa noche hicieron el amor lentamente y pausado. Exploraron sus cuerpos con amor y dulzura. Hubo palabras de ternura y cariño rodeadas de caricias y mimos. Se acurrucaron en la cama y durmieron cálidamente hasta el amanecer.

Bajaron a desayunar y después pasaron a la junta de trabajo. Emma alcanzó a visualizar algunos documentos y unos gráficos. Pero, en realidad, no entendió nada al respecto. Luka terminó la sesión con un apretón de manos con Jhon. Él le sonrió a ella y le devolvió el gesto. Emma fingió lo mejor que pudo haber entendido todo lo de la junta, pero en realidad sólo había escuchado números y más.

─Ahora que acabamos los negocios, podemos pasar a la diversión. Vamos, les invito una copa ─dijo, dándole una palmada a Luka en la espalda.

Emma levantó los hombros y siguieron a Jhon al bar. Sacó tres copas de vino y lo sirvió. Hicieron chin chin y bebieron de ellas. Emma juró que ese era el vino más dulce que hubiera probado en su vida y, además, estaba helado. Le encantó. Jhon y Luka hablaron acerca de las cosas que habían estado haciendo en los últimos meses. Mantenían contacto telefónico, pero sólo hablaban de negocios. Ahora podían detenerse a hablar de algo más. Al parecer, Jhon estaba interesado en una chica, pero no tenía idea de cómo llegar a ella y si era la correcta. Emma escuchaba atentamente los problemas por los que estaba pasando en ese momento.

─Para ustedes parece que fue demasiado fácil ─comentó, señalándolos.

Ambos se miraron y soltaron la carcajada.

─Para nada fue así ─negó Luka ─. Esta mujer es bastante difícil, pero creo que eso fue lo que me llamó la atención de ella. Y luego, sus demás cualidades hicieron que me enamorara de ella.

Emma se avergonzó. ¿Cómo podía decirle eso, así como así, a John? Ella escondió la mano en donde tenía el anillo detrás de su espalda para proteger un poco más algo que aún era de ellos solamente.

─Vale la pena si te esfuerzas ─sonrió.

─Verlos a ustedes puede que me motive a hacerlo ─comentó alzando su copa.

Emma sonrió hacia Luka y él hacia ella. Por un momento ambos olvidaron que Jhon estaba ahí con ellos. Jhon lo notó y carraspeó antes de dejar la copa vacía sobre la mesa.

─Les dejo el vino, muchachos ─dio media vuelta y los dejó solos en la habitación.

Volverían a casa al día siguiente, pero Emma sentía que pudieron haber hecho todo aquello a través de una computadora en lugar de tomar un vuelo.

─Entonces ¿vinimos hasta acá sólo para hablar de esos papeles? ─preguntó bebiendo de su copa ─. ¿No pudimos hacerlo por videoconferencia?

─ ¿No querías venir?

─No ─negó con la cabeza ─. No es eso. Pero me pareció excesivo, es todo.

Emma se encogió de hombros, y bebiendo de la copa, observó todo lo que había a su alrededor. No recordaba algunas cosas de decoración de la última vez que había estado ahí, pero a lo mejor no se había detenido a observar con detenimiento. Luka se colocó frente a ella y le sonrió. Emma amaba su sonrisa. Amaba todo de él.

─Ya no tenemos que hacer nada por el resto de la tarde, ¿te gustaría hacer algo?

Emma sonrió emocionada.

─Como, ¿qué?

─Estamos en Oahu y reservé un pequeño tour. ¿Te gustaría un poco de aventura?

─Sí ─asintió, encantada.

─Pues, tenemos unos minutos para ponernos ropa cómoda, protector solar y una chaqueta antes de salir corriendo de aquí para llegar a tiempo.

─Entonces mejor me apresuro.

Tras un viaje en camión, subieron a un bote que los llevó a recorrer la isla durante veinte minutos desde Waikiki. Aquello eran palmeras, playa y montañas. El ambiente olía a sal y frescura. Emma miraba con la boca abierta. Luka se dedicó a admirarla más a ella disfrutando que el paisaje que los rodeaba. El calor era intenso y el sol podía estar quemando su piel, pero a ninguno de los dos les importó.

Al terminar el recorrido, entraron al Sea Life Park. El recorrido tenía pases para el parque, y aunque el lugar estaba atestado de familias, ellos no eran la única pareja que estaba ahí para convivir con los animales y más. Comenzaron por hacer collares Lei. Emma hizo el suyo con muchas flores moradas y Luka con flores azules que intercambiaron y llevaron colgados en sus cuellos. Después pasaron a la cueva de los tiburones donde Emma casi se cae de nalgas cuando uno de ellos salió de la nada y se pegó al vidrio. Su corazón logró calmarse cuando se sentaron a ver el espectáculo de los leones marinos en donde terminaron mojados; sólo entonces entendieron por qué nadie se sentaba hasta adelante.

Luego, vieron cómo daban de comer a una tortuga bebé y a unos niños llorando de miedo por estar nadando con las mantarrayas. Emma jaló a Luka súper emocionada cuando vio a los pingüinos. Y Luka le propuso nadar con los delfines, pero ella se negó. Era lindo verlos, pero no traía ni traje de baño y ya habían terminado mojados; estaban casi secos. Aun así, el espectáculo de los delfines fue muy divertido; y, esta vez, se aseguraron de sentarse lejos, como todos los demás.

El parque era precioso y los animales parecían estar muy bien cuidados. Entraron en la tienda de recuerdos y Luka le compró un pingüino de peluche para que recordaran esa pequeña excursión. El día pasó volando. El protector solar no les había servido de mucho. Para cuando la noche había llegado, ambos tenían la nariz quemada. La única diferencia fue que Emma tenía la cara roja y él apiñonada.

Al final, pasaron a tomar la cena en el restaurante del parque. Flores y velas adornaban el lugar. Era súper romántico y muy hermoso. El ritmo de los tambores los acompañó durante toda la comida. Ensaladas de frutas, arroz al vapor, poi, Mahi mahi a la brasa con salsa de crema de nuez de macadamia, tarta de piña de postre y una bebida llamada Mai Tais que Emma amó en exceso.

─ ¿Piensas cambiar ahora tus mojitos? ─preguntó, alzando las cejas cuando la vio muy entusiasmada con la bebida.

─Mmmm ─pensó ─. No. No lo creo. Amo mis mojitos, pero éste Mai love Tais es muy bueno.

Al terminar la cena, disfrutaron de un espectáculo fabuloso en el que demostraban las tradiciones de Hawái y Polinesia. Fuego, baile y hombres sexys con pocas ropas fueron un deleite para los ojos de Emma. El baile de espada de fuego fue impresionante. Pasaron a una mujer y a un niño a participar en el espectáculo y Emma se puso muy ansiosa cuando notó todo lo que estaban haciendo con dos de las cosas más peligrosas que había en el mundo, fuego y espadas. Pero nada pasó y Emma terminó con el ojo cuadrado.

Regresaron a casa de Jhon muy entrada la noche. Luka tenía una llave que Jhon le había dado el primer día que llegaron, por si salían y él no se encontraba. La casa parecía estar desierta y lo comprobaron cuando, al llegar a la cocina, encontraron una nota de su parte avisándoles que pasaría la noche fuera, pero que volvería para llevarlos al aeropuerto. Emma llevaba abrazada al pecho a su pequeño pingüino, un gesto que Luka encontró adorable.

─Voy a tomar un baño.

─Vamos a tomar uno ─asintió Luka.

Emma sonrió y volteó los ojos, pero no se negó. Se sentaron disfrutando del agua caliente de la bañera. Sus cuerpos pegados y relajados. Luka jugaba con su cabello y Emma se echaba agua caliente en el cuerpo.

─ ¿Te ha gustado el día? ─preguntó Luka en su oído.

─Sí, muchísimo ─sonrió ─. Gracias por esto.

Emma bostezó y Luka sonrió.

─Creo que ha sido demasiado por hoy. Será mejor que vayamos a la cama.

─Pero si estoy muy despierta ─volvió a bostezar.

Luka rio y se levantó. Se secaron mutuamente. Luka le prestó una de sus playeras, él se puso un pantalón holgado y entraron en la cama. Ambos cayeron rendidos a los pocos segundos de tocar la almohada. Tenían que despertarse temprano para terminar de hacer las maletas y volar de regreso a casa. Aún les esperaba una cena de navidad con toda la familia reunida y una gran noticia que dar. ¡Pronto iban a celebrar una boda! 

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