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Capítulo 38

─Entonces ¿sólo con tres playeras estará bien? ─preguntó Emma.

Era la tercera vez que revisaba la maleta que estaba haciendo. Por esa razón no le gustaba irse de viaje de forma espontánea, pero quería hacer algo que no había hecho antes. Necesitaba poder estar con Luka unos días fuera de todo el ajetreo de la ciudad. Se irían ese día y volverían el lunes. Dos días de vacaciones, apartados y descansando, era justo lo que ambos necesitaban. Luka parecía estar últimamente muy estresado y Emma quería aligerarle la carga un poco. Aunque fuera sólo por un par de días.

─Señorita mojitos, lleva una puesta, una para mañana y una con la que vas a regresar. No necesitas llevar tantas cosas ─explicó, regándole un par de besos en el cuello.

Emma se sintió morir. Volteó los ojos al oír el singular apodo con el que la había estado llamando desde que la conoció. A esa altura, ya le resultaba lindo. Y adoraba la sensación de su boca en su cuello, pero no tenían tiempo para eso. Sonrió y lo apartó para terminar de guardar las cosas.

─ ¡Listo! ─exclamó al cerrar la mochila ─. Podemos irnos.

─Magia para mis oídos ─comentó, riendo.

Tomó la maleta de Emma y salieron de la habitación. Ian les sonrió al verlos y los escoltó al auto. Ian iba a llevarlos a través de la carretera, algo que ayudaría a que Luka se empezara a relajar desde ese momento.

Emma pasó el camino leyendo y Luka apreciando los paisajes y la música. En algún momento del recorrido, se dio unas palmadas en las piernas para que se recostara en él, y ella se acomodó encantada. Pasado un tiempo, los ojos de Emma comenzaron a cerrarse y el libro estuvo a punto de caer en su cara. Luka rio, porque había estado observándola todo el tiempo, y le quitó el libro de las manos.

─Te vas a golpear.

─Lo siento.

─Vamos ─le acarició el cabello de la frente y jugó con la punta de su mechón─, duérmete. Falta un rato todavía.

─Pero...

─Descansa, no te preocupes.

Emma le sonrió. Se acomodó aún más en sus piernas y cerró los ojos. Luka le acarició rítmicamente la cabeza y le pidió a Ian que pusiera algo más tranquilo y a un volumen más bajo. Cuando comenzó a sonar "Time to love de October", Emma yacía completamente dormida. Podía ver cómo su respiración se acompasada y su rostro se relajaba. Luka estaba embelesado con lo que veía.

─ ¿Señor...? ─dijo Ian muy bajito.

─Dime. ─Contestó─. Está completamente perdida.

─Voy a recibir información de Emma el lunes. ¿Quiere que le dé el reporte?

─Emma ha sido muy sincera conmigo. Me ha contado todo. No creo que haya algo en esos papeles que no sepa ya.

─Entiendo ─asintió.

Guardaron silencio un momento antes de que Luka siguiera hablando.

─Pero... ─Ian alzó la vista por el retrovisor ─, me gustaría que me dijeras lo que sea que hayas encontrado de Rafael.

─Claro, señor.

No volvieron a dirigirse la palabra el resto del camino. Cuarenta y cinco minutos después, Ian aparcaba fuera de la casa. Luka tenía una pequeña cabaña en Acapulco. Era de su familia y rara vez la usaban. Le había pedido a su personal que tuvieran listo el lugar para ellos. Ian bajó las maletas mientras Luka levantaba a Emma. Había sentido la pierna húmeda un poco antes, pero no le importó. No pensaba despertarla por una nimiedad de esas.

─Nena, despierta ─susurró.

Emma abrió varias veces sus ojos hasta que pudo ver con claridad. Se estiró un poco y se incorporó lentamente. Le sonrió a Luka y luego miró su pantalón con un pequeño charco en él.

─Lo siento mucho ─dijo sonrojada ─. Lo limpiaré y...

Luka se carcajeó.

─Tranquila, Emma. Después de todo, eres adorable cuando babeas.

La tomó de la barbilla y la acercó a él para besarla. Emma estaba colorada. No debió haberse quedado dormida, pero se había sentido muy cansada.

Bajaron del auto y entraron al tiempo que Emma miraba todo alrededor. Estaban rodeados de naturaleza, pero también estaba el camino al centro y a otras casas. El acabado rústico de madera daba la sensación de que se encontraban a varios kilómetros arriba en la montaña, pero el olor a sal en el aire los anclaba a la costa. El clima ahí se sentía mucho más caluroso, pero sabía que por las noches haría frío. Había tres escalones de madera con barandales a los lados que daban directo a la entrada de la cabaña. Un pequeño pórtico adornado con una silla para dos de madera daba la bienvenida al lugar. La cabaña tenía cuadros de paisajes en cada una de las paredes, sillones afelpados en la sala y una gran chimenea en el centro de la habitación. Al fondo había una cocina blanca pequeña, pero totalmente equipada junto con un comedor de madera con los asientos acojinados.

En el segundo piso se encontraban cuatro habitaciones. Dos con baños en ellos y los otros dos sin ellos. A mitad de pasillo había un baño completo. Cada una de las habitaciones tenía dos ventanas que daban a diferentes ángulos. Todos tenían camas matrimoniales y parecía que nadie había dormido en ellas por lo inmaculadas que se encontraban, no porque tuvieran polvo. El lugar entero olía a canela y vainilla. Se aseguraban de darle mantenimiento al lugar cada tanto a pesar de que nadie la utilizaba. A diferencia de la casa de Luka, la cabaña no destilaba modernidad ni elegancia. Se sentía muy acogedora.

─ ¿Te gusta? ─preguntó Luka acercándose por su espalda y abrazándola por la cintura.

─Es linda ─asintió, admirando las pocas fotos familiares que tenían encima de la chimenea.

─Iré a hablar con Ian y vuelvo enseguida. Siéntete como en casa.

Le dio un beso en la mejilla y la dejó sola. Emma examinó cada una de las fotos. Ahí estaba el señor James, papá de Luka, abrazando a Elizabeth, su mamá. En otra salía Linda, su hermana, y él riendo sobre un árbol caído en el campo. En otra estaban los cuatro juntos en la mesa del comedor de ese lugar, parecían celebrar algo. Luego había una en la que Linda se besaba con Pablo, su novio, bajo un árbol de navidad. Las últimas dos fotos fueron las que más llamaron su atención. En la primera estaban una joven Jane y un joven Luka abrazados y mirándose a los ojos en la playa. Y en la segunda estaban ellos dos y otros dos chicos sentados y abrazados en la playa con el mar de fondo. Emma tenía las fotos en las manos cuando Luka se colocó detrás de ella.

─Lamento que tengas que ver eso ─dijo Luka intentado quitarle las fotos de las manos, pero ella las alejó, impidiéndoselo.

─No ─negó ─. Son tu pasado y creo que eras muy lindo en aquel entonces.

Emma sonrió y dejó la foto de Jane y de él en su sitio.

─ ¿Quiénes son? ─preguntó, enseñándole la otra fotografía.

─Son Arturo y Angela ─contestó con seriedad.

Emma se estremeció.

─Lo...lo lamento ─tembló.

─Está bien ─sonrió. Le colocó la mano en la cintura y besó su cabeza ─. Esa fue la última foto que nos tomamos como grupo. Vinimos aquí un fin de semana y...luego pasó el accidente.

─Perdón ─carraspeó.

Dejó la foto en su lugar y se giró para abrazarlo por la cintura.

─Está bien. Fue hace mucho. Desde que te lo dije, me siento mejor con ello.

Emma lo miró y Luka la besó. Acarició su rostro con sus nudillos. Suspiró y lo tomó de las manos.

─Ven, quiero enseñarte el jardín trasero.

Tiró de ella y la guío a través de la cabaña. El jardín no era un jardín. Era un invernadero con luces, fuentes y plantas de todo tipo. Principalmente había flores. El lugar olía maravilloso. Emma soltó su mano en cuanto entraron. Luka sonrió al ver sus mejillas tan sonrosadas. Ella se acercó lentamente a cada una de las plantas. Luka accionó las luces y las fuentes. Emma sonrió divertida.

─Mis padres son amantes de las plantas. Este lugar es su pasatiempo.

─Es precioso.

─Igual que tú ─sonrió.

Emma vio la fogosidad que sus ojos desprendían, pero también notó todo el amor que sentía. Ella se sentía en una nube. No podía creer la suerte que tenía de estar con él.

─ ¿Quieres ir a la playa? ─preguntó Luka después de estar ensimismado, viéndola.

─Sí. ─asintió.

Subieron a la habitación en dónde se quedarían y cada uno se colocó su traje de baño y ropa para estar en la playa. Luka la tomó de la mano, salieron de la cabaña y prácticamente anduvieron unos minutos hasta tocar la arena. Se instalaron en una mesa con sombrilla. La playa estaba casi llena. La mayoría por niños con sus familias. Había muy pocos adultos solos. Se sentaron en la mesa y un mesero se acercó para ver si querían algo. Ambos pidieron sus bebidas y algo para acompañar. Emma sacó su libro de la bolsa y Luka tomó su IPad para terminar de contestar unos correos.

─Ni en fin de semana dejas de trabajar ─comentó sin apartar la vista de su libro.

─Lo siento ─se avergonzó ─. Sólo contestaré estos correos y luego tendrás toda mi atención. Además, tú estás leyendo, nena.

Emma sonrió.

"Touché, querido."

Hacía unos meses, cuando estuvo sola y lejos de Luka, se había comprado unos trajes de baño. Eran mucho más reveladores, unos bikinis. Pensó en Luka cuando los compró, pero nunca pensó que tendría la posibilidad de usarlos frente a él. Ahora era el momento, no tenía un cuerpo delgado o estético. Había muchas partes de su cuerpo que aún no aceptaba de sí misma, pero Luka la amaba como era. La había visto desnuda muchas veces y jamás la había rechazado o la había alejado de su lado.

Así que se armó de valor, cerró su libro y lo dejó en la mesa. Luka no apartó la mirada de su pequeño aparato. Se levantó y se despojó del vestido que llevaba sobre el traje. Seguía sin mirarla. Con picardía, se acercó hasta quedar frente a él y se inclinó para mirarlo a la cara y sus pechos quedaron frente a él.

─Iré a nadar un rato ─susurró, bajando su tono de voz para darle otro significado.

Luka asintió y la miró. Iba a bajar la mirada para seguir en lo suyo cuando se percató de cómo estaba vestida. Emma, envalentonada, se soltó el cabello y lo agitó para alborotarlo. Podía sentir la mirada de Luka en su espalda con cada paso que daba hacia el mar. No había tocado el agua, cuando sintió que Luka la levantaba en el aire y la metía con él en el agua. Emma estaba riendo y sintió un poco de agua salada colarse en su boca. Hizo una cara de disgusto, pero había sido tan divertida su reacción, que no le importó ese pequeño detalle.

─ ¿Qué haces? ─preguntó cuando logró respirar.

─No quiero que nadie vea a mi novia así ─contestó haciendo berrinche.

"Qué lindo," pensó.

─ ¿Así como? ¿Qué tengo? ─preguntó, mirándose el cuerpo.

─Este traje es muy... ─se sonrojó. Se cubrió el rostro con las manos ─. Sexy.

Emma le quitó las manos de la cara y notó su vergüenza. Sonrió fascinada. Le dio un beso dulce en la comisura de los labios. Y luego otro, otro y otro. Hasta que hizo que Luka sonriera también.

─Espero que no te hayas puesto eso delante de nadie más.

─No, lo compré por ti.

─Esa es mi chica.

Luka la tomó de la cintura y la pegó a su pecho. No estaban muy adentro porque ambos se mantenían en pie, tocando la arena. De vez en cuando las olas los movían adelante y atrás, pero se quedaban justo en donde estaban.

─He hablado con Mateo de ti.

─ ¿Qué ha dicho? ─preguntó, interesada.

─Estaba super feliz de escuchar de ti y de que querías regresar. Prácticamente no sabía si mi llamada era un sueño o no ─rio.

Emma sonrió. Ella también extrañaba a Mateo. Extrañaba su trabajo. Estaba emocionada por poder regresar a lo que más amaba hacer.

─Pedí que arreglaran todo de nuevo para tu regreso. Creo que el comunicado ya se extendió por toda la oficina, porque no tarda mucho para que Roger pregunte si su mejor amiga volverá a trabajar a su lado.

─Supongo que no.

─Y yo también estaré ahí ─dijo alzando las cejas ─. No podrá estar separada de mí, señorita mojitos.

Ella volteó los ojos, pero sonrió cuando Luka la pellizcó de la cadera.

─Señor Blair, creo que no tiene derecho a regañar a alguien que aún no es su empleada.

─Los futuros empleados tampoco pueden dirigirse de ese modo a su futuro jefe.

Luka la tomó del trasero y la pegó a su cuerpo. Emma gritó exaltada por el movimiento repentino. Se miraron a los ojos y se tentaron mutuamente. El deseo creció en un segundo. La pasión y excitación podía palparse sin dificultades. Así sucedía cada que se tocaban. Soltaban chispas, y como dos imanes, se atraían sin cesar. Emma podía sentir su creciente excitación que trataba de liberarse de su traje de baño, restregándose en su entrepierna.

─Acabamos de llegar, pero... ¿Quieres volver a la cabaña?

─No creo que lleguemos hasta allá.

─ ¿Qué sugieres?

Emma estaba excitada. Necesitaba sentirlo dentro de ella. Con ansias. Se mordió el labio y no encontró en dónde podrían hacerlo.

─Tengo una idea.

─ ¿Cuál? ─preguntó, ansiosa.

─Iremos a casa ─susurró en su oreja ─, tendrás que aguantar, nena.

─Luka ─se quejó y se restregó aún más.

─Aguántate, nena. 

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