Capítulo 36
─ ¿Qué recuerdas de lo que te conté de Nicolás?
─Que estuviste con él en la preparatoria y luego falleció.
Emma se sonrojó. Nunca había hablado a detalle con él. Lo único detallado eran los recuerdos que la atormentaban por las noches en sus sueños y nunca se había atrevido a hablarle de ellos. Ahora iba a llevar todos esos sueños un paso hacia la realidad.
─Creo que lo mejor es que te cuente todo desde el principio.
─Te escucharé.
Luka le acarició la mejilla y ese pequeño roce fue suficiente para brindarle el valor que le hacía falta.
─Cuando estaba en la preparatoria yo era muy tímida y reservada. Tenía una sola amiga y eso para mí era suficiente. Y luego apareció Nicolás. Él era completamente opuesto a mí. Era extrovertido y muy popular entre las chicas y los chicos. Y, por milagro, terminó fijándose en mí. Experimenté por primera vez lo que era el amor. Me hizo sentir tan amada y protegida. Pero nuestra relación era complicada porque a mis padres no les agradaba. No entendía la razón, pero Nicolás me hacía sentir tan bien que no me importó darles la espalda a mis padres.
Emma se estremeció y sonrió al recordar las peleas que había tenido con sus padres para poder verlo. O las veces que se escapó de su casa en las noches para poder pasar el rato con él. La primera vez que se besaron y la primera vez que hicieron el amor. Todo parecía que hubiera sucedido el día anterior.
─Cuando nos graduamos de la escuela, él me pidió que viviéramos juntos. Y yo acepté. Perdí el contacto con mis padres por completo. Ellos no estuvieron para nada de acuerdo y no quisieron saber de mí después de haberles dicho que me iría con él. Nicolás trabajaba en la compañía de sus padres; así que, aunque yo no tuviera dinero, él cuidó de mí. Él lo había planeado todo antes de que nos graduáramos, antes de que dijera que sí. Compró esta casa para nosotros. Para nuestra familia.
Emma miró las paredes y todo lo que estaba alrededor. Podía ver cómo Nicolás la había cargado como princesa para entrar en la casa. Emma dudó si decirle que se había casado con él, pero prefirió omitir ese detalle.
"No haría mucha diferencia, ¿o sí?"
─Las cosas fueron muy buenas los primeros años. Su hermano, Rafael, también fue muy bueno conmigo. Amaba a su hermano y a mí me había aceptado como su hermanita. A diferencia de mi familia, su familia me aceptó por completo. Yo no trabajaba y pasaba el tiempo en casa. No me quejaba para nada, pero sentía que no estaba haciendo nada por él. Y, un día, me llegó propaganda de un curso de bar tender que se impartiría a unas calles de aquí. El trabajo era perfecto porque las clases eran en la mañana y podía llegar a casa a tiempo para hacer la cena y estar con él el resto del día.
Emma suspiró. Sus manos sudaban e intentó secárselas restregándolas en su pantalón. Luka no dejaba de verla.
─Era divertido porque siempre llegaba a casa y yo lo sorprendía con una copa diferente cada noche. Pero las cosas comenzaron a complicarse después. Nicolás llegaba muy estresado y de muy mal humor porque las cosas en la oficina no iban muy bien. Y, luego, casi al final del curso, tuve prácticas y tenía que quedarme hasta muy noche. Eso sólo empeoró su humor. No me di cuenta en qué momento su consumo de alcohol había aumentado. Intenté que lo dejara, pero se ponía de muy mal humor y me daba miedo llevarlo al límite, así que lo dejaba ser.
>>Yo nunca lo había visto de esa forma, ¿sabes? Nunca supe en qué momento había cambiado tanto. Siempre había sido cariñoso y amable. Tuvimos nuestras peleas, como toda pareja, pero jamás había llegado a esos extremos. Un día no logré llegar antes de que la cena estuviera lista. Él llegó mucho antes que yo del trabajo y no había tenido tiempo ni de decirle que no llegaría a casa temprano. Cuando llegué, él estaba muy ebrio. Algo en mí ese día me envalentonó para no quedarme callada. Fue el error más grande que cometí. Me golpeó. Me dio una cachetada.
Luka se tensó. Emma vio que estaba furioso.
─Se disculpó inmediatamente después. Pero, al poco tiempo, las cosas sólo fueron a peor. Tenía miedo de ir a la policía y que no me creyeran, porque cuando tenía el poco valor de aparecerme por ahí, las marcas en mi cuerpo ya habían desaparecido. No tenía a nadie a quien recurrir. Había perdido a mi familia y a mis amigos. Y entonces pensé en acercarme a Rafael. Él me había tratado tan bien, me veía como una hermanita y pensé que podía contar con él. Ese fue mi segundo error.
Emma bajo el rostro avergonzada. Luka le acarició la mejilla y asintió en su dirección para darle valor.
─No me creyó. Pensó que estaba enojada con él y por eso había inventado algo de ese tamaño. Creyó que estaba siendo ruin y cruel. Intenté explicarle todo lo mal que me había estado tratando y cómo estaban las cosas en la casa, pero no me creyó. Todo fue inútil y él terminó furioso conmigo por difamar a su hermano. No tenía a dónde ir. Cada noche que las cosas se salían de control, después de que él cayera inconsciente, salía de la casa y corría hasta el parque. Me metía debajo de uno de los juegos de los niños y me quedaba ahí hasta que podía sentirme lo suficientemente segura como para volver.
Emma se levantó del regazo de Luka. Él protestó, pero la dejó moverse. Emma subió las escaleras. Luka intentó levantarse antes de que la alcanzara, pero ella le dio una mirada que hizo que se quedara justo en ese lugar. Emma se sentó en las escaleras, con la mirada perdida.
─Una noche llegué muy tarde a la casa. Demasiado. Incluso pensé en quedarme en casa de alguien más para no volver a la mía, pero luego pensé que eso sería mucho peor. Llegué a casa, y al ver que todas las luces estaban apagadas, pensé que Nicolás se había dormido. Intenté no hacer ruido y pensé que me había salvado cuando entré a la recamara. Pero Nicolás estaba despierto. Pensó que estaba engañándolo y que por eso había estado llegando tarde todo el tiempo. Estaba muy borracho y las cosas se salieron de control. Me golpeó primero con la mano, con el puño, cuando caí al piso mi cabeza rebotó. Me mareé por un momento. Esa noche sentí que me mataría si no lo paraba. Se acercó a levantarme del suelo y tiró de mí por el cabello. Me arrastró hasta estar fuera del cuarto. Intenté encontrar algo con qué defenderme, pero no tenía nada a mi alcance. Estaba sangrando, mareada y no podía sostenerme en pie. Vi lo furioso que estaba. Mi cuerpo entero temblaba y entonces se acercó a mí. Tiró de mi cuerpo y volvió a golpearme. Caí al piso y, antes de que él se volviera a acercar, lo pateé. No me di cuenta de que las escaleras estaban detrás de él.
Emma miró hacia arriba y luego hacia abajo. Como si aún estuviera viendo cómo su cuerpo caía a través de ellas.
─Se golpeó en la cabeza. Cuando llegó al piso, él ya estaba muerto ─Luka se había levantado del sillón en algún momento y estaba abrazando a Emma. Ella había estado llorando por un rato sin percatarse de ello ─. Fue mi culpa. Yo lo maté.
─Eso no es cierto, Emma ─susurró ─. Tú no tuviste la culpa.
Emma se secó las lágrimas y se separó de él un poco.
─La policía dijo que se había resbalado de las escaleras y murió. Pensaron que había sido culpa del alcohol. Su familia me apoyó luego de ver cómo me encontraba, pero...
─Pero Rafael te culpó.
─No me lo perdonó. Él pensó que yo lo había asesinado. Amaba a su hermano y ahora... Su familia no supo de él después del funeral. Yo tampoco. Pasó un mes y después conocí a Roger. Estuve muy mal por perderlo. A pesar de todo, yo lo amé. Y, al cabo de un mes, recibí una carta de amenaza por parte de Rafael. Intenté verme después con él, pero nunca logré hacerlo. Las amenazas se volvieron más frecuentes. Temía por mi vida.
>>Una noche llegué a casa y el lugar estaba destruido. Había letreros en las paredes escritos con sangre y ya no pude quedarme aquí. Pinté la casa y busqué un departamento. Pero él me volvió a encontrar. Entonces cambié mi nombre, mi apariencia, todo para que me perdiera el rastro. Mi familia me buscó cuando supo de la muerte de Nicolás y las cosas mejoraron entre nosotros, pero no podía ponerlos en peligro. Por eso mantuve mi dirección e identidad escondidas. Tenía pesadillas todo el tiempo y me volví adicta a las relaciones riesgosas y a los medicamentos. Roger me ayudó a rehabilitarme y estuve a salvo ahí, por un tiempo al menos.
>>Luego conseguí el trabajo en la editorial y todo iba bien. Pensé que ya me había olvidado o que estaba en otro lugar, pero luego recibí otra amenaza. No quería que estuvieras involucrado y por eso me fui sin decir nada. Me había vuelto experta en no estar en un lugar por mucho tiempo, en cambiar mi nombre, y en usar pelucas y pupilentes. Roger me ayudó mucho en eso, pero cuando conseguimos el trabajo en la editorial, me juré que dejaría de correr. Así que renté un departamento y me arriesgué. Pensé que las cosas por fin estaban yendo por buen camino, pero al recibir esa amenaza, supe que me había encontrado y por eso volví a desaparecer.
─Sí, por tres años. Casi muero en esos años. Pensé que jamás te volvería a ver.
Luka le dio un beso suave en los labios. Necesitaba el contacto. Ambos. En aquella casa que, a pesar de aún estaba llena de mueble, se sentía tan grande y vacía. Pero su alma y su corazón se sentían llenos con Luka.
─Mi nombre real no es Emma ─Luka abrió los ojos, sorprendido. Emma soltó una pequeña risa, como una niña ─. Es Emilia.
─ ¿Emilia? ─Ella asintió ─. Todo este tiempo he estado con una completa desconocida.
El rastro de diversión abandonó su rostro, pero Luka le sonrió.
─Esto se ha vueltobastante excitante.
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