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Capítulo 11

─No sé qué hizo que te levantaras así, pero no me quejo ─comentó abrazándola a su pecho ─. En absoluto.

Emma sonrió. No se sentía la mejor persona del mundo, pero adoraba poder sentirse plena gracias a Luka. Haría lo que fuera por él, pero no sabía si en eso entraba el poder sincerarse al respecto de todo. Iba a sonar egoísta, pero necesitaba que él se sincerase con ella primero.

Estaba sumida en sus pensamientos cuando Luka se levantó de la cama. La falta de calor la hizo sentirse triste.

─Hoy me tomaré el día ─dijo, buscando en sus pantalones su teléfono. Emma iba a protestar cuando volvió a hablar ─. Amelia, cancela mis juntas. No iré hasta mañana a la oficina y cuando acabes eso puedes irte. Bien. Hasta mañana.

Emma lo miró con la boca abierta.

─No puedo creer que hayas hecho eso ─negó con la cabeza.

Luka sonrió. Tenía planes para todo el día y eso incluía su trabajo. Pero conociendo el hueso duro de roer que era, se negaría con rotundidad cuando le pidiera no asistir a su trabajo.

─No puedo, Luka ─contestó, metió su ropa al baño y abrió la regadera. Luka la siguió ─. Tengo que trabajar en el bar hoy. No puedo dejar a la pobre de Lizet lidiar con todas las mesas y la barra. Podemos salir a donde quieras todo el día, pero tengo que estar en ese bar a las seis.

─Está bien ─accedió. Luka la metió en la ducha y besó sus labios ─. Te acompañaré al trabajo y luego volveremos aquí para hacer el amor el resto de la noche.

Emma rio. Tomó el jabón entre sus manos y Luka se lo arrebató para enjabonar su cuerpo, sin dejar de prestarle atención a sus zonas erógenas. Emma se estremeció y se pegó a su cuerpo.

─Y si mañana...no llego a mis juntas, serás la responsable.

─Y eso, ¿por qué? ─preguntó con las palabras jadeantes entre sus labios.

─Porque alguien tiene que tomar la responsabilidad, y al ser tan irresistible, debes tener la culpa.

Emma escuchó cómo el jabón caía al suelo, y luego sintió sus manos. Emma guio sus movimientos y lo impulsó a llegar hasta su zona de placer. Tocó su botón y un jadeo fuerte se escuchó entre las cuatro paredes del baño. Por un momento, el agua dejó de importar. Acababan de acostarse y ella ya lo necesitaba. Lo quería dentro y no podía esperar ni un minuto más para que eso sucediera. Pero antes de que ella pudiera entregarse por completo, él se separó y se enfocó en sí mismo. Emma lo miraba sin comprender qué estaba esperando que hiciera, pero parecía que acababa de borrarla del mapa. Cuando él terminó de ducharse, por fin se percató de su presencia.

─ ¿Qué? ─preguntó, confundido.

Emma abrió los ojos de par en par y se señaló. Luka la miró, confundido y luego asintió.

─Tendrás que quedarte con las ganas. Igual que como yo me quedo con las mías ─contestó, señalando su miembro duro y listo para entrar en acción.

No esperó a que Emma contestara. Le plantó un beso casto y salió de la ducha. Con frustración, terminó de lavarse. Le haría pagar por eso, no lo iba a olvidar. Cerró la regadera, se secó y salió para vestirse. Luka ya no estaba en la habitación, y la ropa que llevaba consigo, tampoco. Pero escuchó ruidos de trastes en la cocina. Que hiciera el desayuno no sería suficiente para perdonarle lo que había hecho.

Emma terminó de vestirse y arreglarse. Un pantalón de mezclilla, playera y tenis tenían que ser suficientes para lo que fuera que él tuviera en mente. Bajó a la cocina y el estómago le gruñó al percibir el aroma. Luka estaba sirviéndole pan francés acompañado de fresas y café para él y té para ella. Luka siempre había sido observador en cuanto a los detalles que a ella se referían. Sabía que tomaba té por las mañanas y por las noches, y al medio día, tomaba café. Emma sonrió ante la suerte que tenía de tenerlo a su lado; sobre todo, ahora que su desayuno estaba servido y listo para ser devorado.

─Espero te guste ─comentó cuando ambos se sentaron a la mesa.

Emma no le contestó, ni siquiera lo miró. Luka sonrió.

─Está bien. Puedes ignorarme por lo que hice, pero tienes que recordar que no eres la única que se quedó con las ganas.

Emma alzó la vista, tomó su bocado y tragó. No comentó nada, a pesar de que por su cabeza no dejaba de gritarle, y no cosas muy lindas. Tenía razón, pero no pensaba decirlo en voz alta.

─Termina de desayunar y te llevaré a un lugar no muy lejos de aquí. Tendremos tiempo de ir y venir para que llegues a tu trabajo.

Emma asintió y centró su mirada hacia su plato. Luka sonrió con picardía. Podía jugar más tiempo del que ella podría. Después de todo, él era un tipo serio y rudo, lo que hacía que no tuviera apertura a hablar con todo el mundo. Podía mantener el silencio, pero tarde o temprano la haría hablar.

Lo que tenía preparado para ese día iba a ser diferente. Quería mantenerla despejada, distraída. Últimamente la notaba estresada y preocupada. No era para menos, dada la poca información que ella le había dado de un tipo que la estaba acosando. Ian ya estaba investigando, pero iba lento. No había mucha información que ella le hubiera proporcionado como para encontrar algo, pero Ian era el mejor en su trabajo y estaba seguro de que encontraría algo. Mientras tanto, haría lo que fuera para mantenerla a salvo y lejos de ese lunático, sin importar quién fuera.

Emma terminó su plato y lo colocó en el fregadero. Luka le siguió y se colocó detrás de ella. Él colocó sus manos en sus brazos y ella se apartó para salir. Luka volteó los ojos y la siguió, dándole su espacio. El coche de Luka estaba estacionado cerca de la casa. Sin mirarlo, ella se dirigió hacia él, pero Luka la detuvo.

─Iremos en metro ─dijo.

Emma lo miró confundida. Luka jamás andaba en transporte público. Ian siempre lo llevaba de un lado al otro o manejaba él su auto. Se le hacía tan extraño ver a alguien como Luka en una estación del metro. Ella tampoco lo usaba mucho, pero estaba segura de que por lo menos lo había tomado más veces que él.

─ ¿En metro? ─preguntó asombrada.

─ ¡Ah, ya me hablas! ─gritó, orgulloso. Ella apartó la mirada, sonrojada ─. Sí, es más fácil y sólo son dos estaciones. Vamos.

Luka estiró su mano y ella la tomó de mala gana. Se dejó guiar hasta la estación del metro. Cuando empezaron a bajar las escaleras, notó que Luka se tensaba. Apretó su mano invitándolo a continuar. Ella tampoco era fanática del metro porque odiaba los lugares cerrados y con mucha gente. Pasaron bien hasta que se detuvieron a la espera del vagón. Luka estaba rígido, parecía que tenía un tubo en la espalda. De no haber sido por eso, ella se hubiera puesto igual de nerviosa. La gente que estaba pasando por ahí los veía divertidos y extrañados. Ella estaba muriéndose de la risa con la situación, lo que alivió muchísimo la rigidez de su cuerpo.

─ ¿Qué es tan gracioso? ─preguntó Luka sin mover ni un ápice su rostro.

Emma rio todavía más.

─Pudimos haber ido en coche. No necesitabas someterte a tanto sufrimiento ─contestó, alegre.

─Quería vivir la experiencia completa ─explicó, encogiéndose de hombros. El metro hizo un movimiento brusco y Luka se agarró con fuerza al tubo, y apretó su mano hasta casi hacerla protestar del dolor ─. Lo bueno es que bajamos en la siguiente.

Emma notó algo peculiar de la siguiente estación. Por alguna razón se le hacía conocida, pero no recordaba de qué. Igual que Luka, se alegró de poder bajarse y respirar el aire contaminado de la ciudad; por lo menos no estaban a varios metros bajo tierra. Prácticamente ambos salieron corriendo y sus corazones no se calmaron hasta que vieron la luz del sol. Emma observó en dónde se encontraban y algo dentro de ella se detuvo. Aquel lugar lo conocía muy bien y deseó con todas sus fuerzas poder estar en otro lado. Cualquier lugar de la ciudad le hubiera servido, menos ese. El viaje había sido corto, igual que la última vez que lo había hecho. Unos años atrás. 

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