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Capítulo 30

Emma abrió los ojos de golpe. Luka estaba a dos centímetros de su rostro. Dudó. ¿Quería? Percibió la lujuria de sus ojos y el reflejo de la suya en los de él. Asintió con los labios entreabiertos. Luka volvió a hundir la esponja en el agua sin dejar de mirarla. Emma se echó hacia atrás. Empezó por su cuello y bajó lentamente a todas las partes de su cuerpo. Pasó entre sus pechos. No la tocó, sólo la esponja recorría su cuerpo. Masajeó un pecho primero. Sus pezones se erizaron al ligero roce de la esponja. Repitió lo mismo en el otro. Siguió bajando. Emma aguantó la respiración cuando se detuvo en el ombligo. Deslizó la esponja por la pierna derecha hasta la punta de los pies. Raspó su planta y subió por dentro. Al llegar al centro de su placer, se detuvo. Separó la esponja de su cuerpo y volvió a sentirla en el lado izquierdo. Repitió lo mismo y se detuvo. Emma respiraba agitadamente. Un dedo de Luka tocó su entrepierna y abrió los ojos dando paso a un ligero jadeo. Luka la miraba, no dejaba de mirarla, mientras su dedo subía y bajaba tratando de entrar en ella. Emma abrió las piernas para él. Sintió su dedo en el clítoris y gimió.

En cuanto Luka escuchó lo excitada que estaba, no lo dudó dos veces. Introdujo un dedo en su interior. Emma se estremeció. Se aferró con fuerza a la bañera. Luka movió su dedo dentro y fuera. Ella empujó sus caderas para sentirlo más adentro. Luka se acercó, sin dejar de mover su dedo en su interior, y la besó. Fue un beso profundo, apasionado. Emma abrió la boca para permitirle pasar. Su lengua la saboreó, la exploró, y ella gustosa, lo recibió. Empezó a gemir en su boca. Luka la torturó con su dedo. Introdujo un segundo. Ella quería más. Deseaba más de él. Emma sintió que se vendría en cualquier momento. Luka se detuvo de golpe. La ayudó a ponerse de pie y la sacó de la tina.

Dejó a un lado el pudor de que él la viera desnuda. Tomó su mano y la llevó de vuelta a la habitación. Emma quería taparse, con cualquier cosa, o al menos secarse, pero no tenía nada al alcance. La recostó en la cama y volvió a besarla. Sus manos recorrieron toda su espalda para luego subir y jugar con sus pechos. Los masajeó como si estuviera tratando de saber la talla de su sostén. Encontró sus pezones y los pellizcó. Sus labios abandonaron su boca y fueron directamente a ellos. Emma gimió y echó la cabeza hacia atrás mientras tomaba el rostro de Luka animándolo a continuar.

En algún momento, desapercibido para Emma, Luka se había quitado la bata. Vio su pecho desnudo, lleno de vellos ligeramente rizados. Emma jamás había sido de las que se volvían locas con los hombres velludos; al contrario, a ella le parecían asquerosos, pero Luka no era tan velludo y su pecho no le importó. Le gustaba ver unos cuantos de sus vellos más claros que otros. Puso su mano en su cuello y la bajó lentamente por su pecho, recorriendo cada centímetro. Arañó su espalda cuando su boca volvió a comerle los labios. Luka se incorporó en la cama y vio su maravilloso y masculino pene erecto. Emma se tensó al instante, pero tuvo que morderse los labios, quería metérselo en la boca. Él bajó hasta su pubis, y cuando Emma sintió que tocaba su botón, gimió. Introdujo dos dedos dentro de ella sin dejar de chupar su clítoris. Emma se retorció debajo de él. Sentía tanto placer. Ningún hombre jamás la había chupado como lo estaba haciendo él. Comenzó a jalar las cobijas de la cama y a gemir sin cesar. Miró hacia abajo y vio cómo Luka la chupaba con afán, con devoción. Emma se excitó mucho más al verlo así. Se dejó caer en la cama.

─Tócate los pechos, Emma ─ordenó.

Ella no lo pensó dos veces y lo hizo. Se masajeó los pechos y se detuvo un poco en sus pezones. Pero el verdadero éxtasis provenía de su parte baja. La respiración de Emma estaba agitada y no sabía a dónde moverse.

─Así, nena. Así.

Los movimientos de Luka se aceleraron. Emma jadeaba sin cesar y sintió cómo el placer incrementaba a segundos. Un escalofrío le recorrió la espalda. Se vendría, lo sabía. ¿Qué estaba sintiendo? ¿Qué estaba pasando? Emma no tenía respuestas para esas ni para ninguna otra pregunta.

─Apriétame, nena.

Emma apretó las paredes de su vagina y el placer creció y creció hasta que explotó. Emma gritó y apretó los ojos con fuerza. Su espalda abandonó la cama por un momento al levantar las caderas para acercarlas más a la boca de Luka. Emma se relajó unos momentos después, pero aún respiraba aceleradamente. Luka se levantó y la besó. Sabía a él y a ella. Podía sentir el sabor salado de su excitación.

Luka se colocó a su lado y le puso el pene a la altura de la boca. Emma lo miró y no tuvo siquiera que preguntarle. Se lo metió. Sintió lo rígido, suave y caliente que estaba. Absorbió el poco líquido que salió de la cabeza de su pene con la lengua. Y luego metió todo su glande. Lo chupó y lo llenó de saliva. Puso una mano en la base para poder controlar los movimientos. Sintió que Luka se estremecía. Al mirarlo a la cara, Luka tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos. Parecía que lo estaba haciendo sentir bien, así que Emma continuó chupando. Al poco rato, sin dejar de chuparlo, deslizó la mano hasta sus testículos y los masajeó. Luka se movió un poco, pero Emma se tomó todo su tiempo. Lo tocaba como si fuese de seda.

Luka se estiró por encima de ella y comenzó a jugar con su vagina. Su dedo subía y bajaba. Sabía que estaba bañándose de sus jugos y los deslizó hasta su clítoris, donde continuó torturándola. Ella no dejó de chupar su pene, sus testículos y viceversa. Emma gemía de vez en cuando y sus lamentos terminaban envolviendo su miembro en el fondo de su garganta. No estaba pensando en lo que hacía, se limitaba a sentir. Y, en ese momento, estaba sintiendo mucho placer. A pesar de estar nerviosa y de querer cumplir con sus expectativas, desea eso. Deseaba a Luka como no había deseado a ningún hombre. Repentinamente, Luka se retiró y se colocó frente a ella. Emma lo veía embelesada. La besó en los labios y bajó por su cuello. Se separó para deslizar su lengua por el ombligo, haciendo que se estremeciera. Deslizó sus manos por sus piernas y se las levantó para colocarlas en sus hombros. Emma se tensó al instante. Aún no estaba lista para él, pero no quería decírselo. Se inclinó y depositó un beso dulce y tierno en su muslo interno. Pero ella no podía apartar la vista de su miembro, ahora húmedo, esperando estar dentro de ella.

Condujo su pene hasta su entrada e introdujo la punta lentamente. Se tensó al instante y jadeó de dolor. Luka intentó entrar más, pero Emma frunció el ceño y apretó sus antebrazos. Se detuvo y volvió a intentarlo, pero ella lo detuvo.

─Duele...

─ ¿Mucho? ─Emma lo pensó y luego negó. Estaba nerviosa, eso era todo ─. Si te duele, me dices y pararé. ¿Está bien?

Emma asintió. No podía ni hablar. En algún momento se había puesto muy nerviosa y había comenzado a racionalizar todo. Sentía placer, mucho. Había esperado mucho tiempo para que eso sucediera, pero ahora que estaba sucediendo, no sabía cómo actuar. Luka intentó entrar en ella varias veces. Forzó esa entrada un poco. Emma sabía que el dolor persistiría sin importar cuán dilata se pusiera. Trató de sujetarlo para asegurarle que podía continuar, pero cuando le preguntó si sentía dolor, ella fue sincera con él. Salió despacio de ella y fue al baño. Cerró la puerta al entrar.

"¿Qué me pasa?", pensó con lágrimas en los ojos.

Emma se acomodó boca abajo en la cama y vio en dirección a la puerta del baño. Estaba adolorida y no sabía por qué. Quería hacerlo, quería acostarse con Luka. Le gustaba y había ido a su casa para que algo así pasara. Era su plan desde un principio. Lo quería llevar a cabo, pero ahora que estaba ahí, desnuda en su cama, no sabía qué hacer. Estaba tan nerviosa. Mucho más que cuando había perdido su virginidad. ¿Tendría que ver con que le gustaba y pensaba que jamás pasaría algo entre ellos por su trabajo? O, ¿era algo más?

Sus locos pensamientos fueron interrumpidos cuando él salió del baño. Realmente pensó que no volvería a salir. Emma aprovechó para ver su cuerpo con mayor claridad. No era el cuerpo de un muchacho, era el cuerpo de un hombre. Un hombre varonil y experimentado. Un hombre que le calaba los huesos. Que la hacía estremecer. Que la ponía nerviosa sólo con escuchar su voz. Que podía mantenerla hipnotizada con una sola mirada. ¡Cómo amaba esos ojos!

Luka se recostó boca arriba en la cama, a su lado. Luego, se acomodó de lado y acaricio su cabello, su rostro, su espalda y se detuvo en su trasero. Sus dedos se deslizaron lentamente ahí. Emma se mordía el labio una y otra vez. ¿Qué le diría? ¿Qué pasaría? Por su cabeza pasaron un montón de cosas. Pensando que él ya no querría tocarla. Que ya no se sentía atraído por ella. Que no intentaría continuar con lo que estaba pasando. Lo había arruinado. Ahí había quedado la velada romántica.

Intentó levantarse y ver si él aún estaba excitado. Pero no quería ni moverse. Él la estaba viendo, contemplando, y se sentía vulnerable. En algún momento, se le cerraron los ojos.

Cuando volvió a abrirlos, Luka aún estaba acostado junto a ella. Tenía los ojos cerrados, pero su pecho no subía y bajaba con lentitud. No estaba dormido. Emma sabía que no había dormido tanto, sólo unos minutos tal vez.

─Haz lo que quieras conmigo ─susurró Luka, exaltándola.

Emma se relamió los labios, y después de unos segundos, se levantó de la cama y se acostó encima de él. Comenzó a besarle los labios, las mejillas, el mentón, el cuello. Todo lo hacía de manera lenta y pausada. Deslizó sus manos por su cabello, sus mejillas y las apoyó en su pecho.

─Métemela ─suplicó ella.

─Métela tú.

Emma se sonrojó. Jamás se había metido un miembro ella sola. Siempre eran ellos quienes la metían y ella se quedaba quieta a la espera. Se acercó a su boca y le susurró:

─Métela tú, por favor.

Luka se movió un poco y Emma sintió cómo se abría paso. Estando ella encima, podía controlar el movimiento. Poco a poco su pene entró en ella, y cuando terminó por sentarse en su totalidad, Emma gimió de dolor al sentirlo tan adentro. Emma jadeaba y apretó los puños en su pecho. Luka sonrió al verla tan perdida en su placer.

Cuando su cuerpo quedó amoldado y se acostumbró, comenzó a moverse. Luka le colocó las manos a la altura de la cintura para guiar sus movimientos. Subía y bajaba sobre él, dejando que su excitación fluyera. Se inclinó hacia adelante y se fundieron en un beso. Luka deslizó su mano a su cuello y tiró de su cabello. Emma gimió y mordió ligeramente su labio. Luka perdió el control con ese simple gesto.

La tomó de las piernas y la giró para dejarla boca arriba. Le puso las piernas a cada lado de sus hombros y la penetró esta vez con mayor facilidad. Entró y salió de ella a un ritmo sin igual. Emma gemía cada que lo sentía entrar en ella. Luka se acercó a su oído y le susurró todas las cosas que sentía de forma perversa y sucia. A ella le excitaba escucharlo así. Sentirlo tan duro y tan adentro. El dolor que había sentido antes había desaparecido. Ahora era puro placer. Las acometidas de Luka se volvieron más rápidas y profundas. Con cada roce de su pelvis con la suya, le arrancaba un gemido tras otro cargado de deseo.

─Me voy a venir, mi amor.

─Vente.

Y así, sin más, se vino. Emma se convulsionó a su alrededor, apretando su miembro. Luka vertió todo su placer en el condón, muy dentro de ella. Un gruñido gutural le indicó el momento en el que él también se había dejado consumir por el placer. Sus frentes estaban sudorosas y sus respiraciones estaban igual de agitadas. Luka la había apretado de la cadera con tanto ímpetu que cuando se separó, tenía sus dedos marcados en la piel.

Luka salió de ella despacio, se deshizo del condón y se recostó a su lado. Emma se acurrucó entre sus brazos al tiempo que sus respiraciones se normalizaban. Emma acariciaba su cabello una y otra vez, hasta que escuchó que roncaba. Dejó de acariciarlo y se dejó llevar por su respiración. Justo cuando ella comenzaba a quedarse dormida, él se despertó. La miró a los ojos y la besó.

─Tus ojos están brillosos ─susurró en su boca ─. Eso ha sido grandioso. Eres preciosa, Emma.

Emma no dijo nada. Luka se acercó a ella y la abrazó y besó.

Después de regarla de besos, tomó su mano y tiró de ella para ir al baño. Entraron juntos en la ducha. A pesar de haber intimado, Emma se sintió avergonzada de tener que lavar su cuerpo frente a él. Aprovechando cada que él cerraba los ojos, ella se enjabonaba el cuerpo. Luka se estiraba de vez en cuando para besarle el cuello o tocarla ligeramente, sin intención de hacer algo más. No se dijeron palabra, pero el silencio era justo lo que ambos necesitaban en ese momento.

Cuando estuvieron vestidos y arreglados, salieron del cuarto tomados de la mano. Emma lo siguió sin decir nada. Al llegar a las escaleras le dio un beso tierno y dulce. Entraron a su auto y condujo casi en silencio a casa de Emma. Ella no tenía ni idea de qué hora era. Parecía que estaba a punto de amanecer o que apenas iba a anochecer. Él deslizó su mano por la pierna de Emma y la depositó ahí. Condujo así, tomando su mano, hasta su casa.

Al llegar, ella se giró y le dio un buen beso que la dejó sin aliento. Se bajó del auto y entró a su casa. Sintió el frío en su cuerpo, y no era por parte del viento, sino por lo que acababa de ocurrir. Una punzada fuerte en su pecho la hizo encogerse en la entrada de su casa. A partir de ese instante, supo que nada volvería a ser como antes. Habían cruzado la línea y con creces.


¡Hola, chicos! Espero que estén disfrutando del libro. ¡Ya llegamos al capítulo 30! ¡Qué emoción! Solo por eso, los invito a hacer una dinámica. Pueden comentar sus preguntas en este capítulo y las estaré contestando en el próximo. Pueden ser sobre la historia, sus personajes, situaciones, sobre mí, de lo que gusten. ¡Un saludo a todos y gracias por leerme!😊😊😊

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