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Capítulo 26

Llegaron a la hora del postre. Luka la sorprendió con unas fresas bañadas en chocolate envinado. Estaban para chuparse los dedos. Emma pidió un té y él un café para acompañar. Luka vio como los ojos se le dilataban cuando probó las fresas. No tuvo más remedio que pedir un segundo plato. Ella se negó, pero él la quería consentir. Quería todo para ella. Quería verla sonreír por él. Le gustaba cómo se mordía el labio cuando estaba nerviosa o cómo se lamía el exceso de chocolate derretido que caía por su boca. Él estaba fascinado.

Esa noche nada podía salir mal. Había visto a Emma mucho más tranquila y quería sacarla de su ambiente laboral. Quería que se relajara, pero esa sólo era una excusa. Lo que en realidad quería era salir con ella y pasar todo el tiempo posible a su lado.

─ ¡Estas fresas están deliciosas! ─exclamó emocionada.

─Ya lo noté. ─Se acercó hacia ella y le limpió el resto de chocolate con un dedo.

Emma se avergonzó, pero aún más cuando vio que él se metía el dedo en la boca para limpiar el resto del chocolate.

─Sí, están deliciosas ─coincidió.

Emma no pudo evitar reír. Él tomó una de las fresas y se la llevó a la boca. Era uno de los mejores postres del lugar, no esperaba menos. Nunca había hablado tanto como esa noche. Con Emma todo era mucho más fácil. Lo hacía sentir cómodo y seguro. Él podía hablarle de lo que fuera. Y lo que más le gustaba era que ella lo escuchaba a él. Emma era una chica muy dulce y divertida. Siempre que estaba con ella sonreía, y no podía creer que una chica como ella fuera tan tímida, tan insegura. Luka quería saber más de ella. Quería pasar más y más tiempo con ella.

─Hola, Luka ─dijo una voz de mujer.

Emma alzó la cabeza. Una mujer alta, delgada y rubia estaba de pie junto a la mesa. Tenía el cabello ondulado y muy bien peinado. Emma se preguntó cuántas rubias habría en su vida. Sus ojos, azules, destacaban con las sombras cafés y los labios rojos. Traía puesto un vestido azul ceñido al cuerpo, corto, que mostraba sus piernas torneadas y bronceadas. Se le veía muy sofisticada. Emma jamás podría verse de esa forma. En realidad, era muy guapa.

─Gloria...

Emma apartó la mirada de la chica para centrarse en la de Luka. Él parecía estar enfadado. Conocía esa mirada y sabía que nada bueno iba a pasar a continuación. Luka se puso de pie, con el ceño aún fruncido, y la miró furioso, diciéndole que se fuera.

─ ¿Qué haces aquí? ─preguntó molesto.

─Pasaba por el lugar y te vi ─dijo mirando a Emma.

─Emma, ella es Gloria. Una amiga.

─Mucho gusto ─sonrió Emma.

─Humm ─dijo desdeñosa ─. ¿Quién es ella? Y qué raro es que me presentes como tu amiga, Luka.

Gloria se le acercó a dos centímetro de la boca. Emma juró que le habían rosado los labios. Apartó la mirada, incómoda.

─Emma, en seguido regreso ─dijo Luka, tomando del brazo a Gloria.

─Sí... ─murmuró Emma con las sobras de la fresa que estaba comiendo entre los labios.

Luka arrastró a Gloria al otro lado del restaurante. No quería que Emma escuchara nada de lo que hablaran. De hecho, él quería que se fuera cuanto antes de ahí. Estaba pasando una velada maravillosa con Emma y no quería que Gloria la arruinara. Tenía tiempo que no la veía. Ella lo había estado buscando, pero siempre que recibía un mensaje suyo o alguna llamada, los ignoraba. No quería verla, no tenía ninguna necesidad. Él estaba feliz de tener a Emma con él y no quería que ella interfiriera en lo que fuera que él estuviera creando con Emma. Estaba enfadado. No quería verla, pero tendría que dejárselo más claro que el agua. Ella sabía que al estar con él, no tendrían ninguna atadura; es decir, su relación era meramente física. Él se lo advirtió cuando empezaron, tiempo atrás, y ella había aceptado.

"¿A qué viene esto ahora?", pensó.

─ ¿Qué haces aquí, Gloria? ─preguntó con los dientes apretados.

─ ¿Por qué no has contestado mis mensajes y mis llamadas?

─He estado ocupado, Gloria. No he tenido ninguna necesidad de verte, por eso no te he contactado.

─ ¡¿Por ella?! ─gritó con el ceño desdeñoso en dirección a Emma.

─ ¿Qué es lo que quieres? ─Su mal humor empeoraba por segundos.

─Quiero estar contigo, mi amor ─contestó, pegándose a su cuerpo y acariciando su mejilla.

Luka le apartó las manos con fuerza a los costados. No quería que lo tocara. Ya lo había tocado antes y había sentido mucho placer, pero en ese momento se sentía asqueroso.

─No me digas así, Gloria. Y ahora que estás aquí, es mejor que sepas que ya no requiero de tus servicios. Ya no me busques.

─ ¡¿Qué?! ─gritó.

Algunas de las personas que estaban alrededor voltearon a verlos. La única mirada que no estaba enfocada en ellos era la que más le importaba. Tomó el brazo de Gloria y la sacó a rastras del lugar. Cuando la fría brisa le tocó la piel, la soltó.

─No quiero hacer esto por las malas, Gloria, pero si no te vas ahora mismo, voy a tener que hacerlo de esa forma. Cuando tú y yo empezamos, te dejé muy claro qué era lo que quería. Ahora ya no lo quiero, así que deja de buscarme, por favor.

─Te arrepentirás, Luka. ─Lo señaló a la cara con los ojos llenos de lágrimas y las mejillas rojas por el coraje ─. A mí nadie, ¡nadie!, me bota, Luka. ¿Lo entiendes? Lo lamentarás.

─No me amenaces, Gloria. Que pases buena noche.

Luka se dio media vuelta y volvió dentro. Emma estaba jugando con la copa medio vacía entre sus labios. Luka se lamentó mucho por haberla dejado sola por tanto tiempo. Se apresuró a volver a su lado. Ella alzó los ojos en cuanto llegó. Estaba...aliviada de verlo de nuevo. ¿Pensó que se marcharía y la dejaría ahí? ¿Qué clase de hombre creía que era?

─Lamento lo que pasó, Emma.

─No, no te preocupes ─sonrió, quitándole importancia al asunto.

─ ¿Te gustaría ir a algún otro lugar? ─preguntó con una sonrisa pícara ─. Hay una vista muy linda de la ciudad a esta hora si sabes dónde mirar.

─Sí ─sonrió de oreja a oreja ─, me gustaría.

Luka pagó la cuenta y tomó la mano de Emma. Salieron del restaurante y se metieron en el coche. Ian condujo después de que Luka le diera una dirección. Emma no tenía ni idea de dónde era eso, así que se relajó en el asiento mientras veía cómo pasaban a través de la ciudad. Luka apretaba su mano de vez en cuando, y cuando Emma levantaba la vista para verlo, él le sonreía. Se sentía...diferente. Cuando la mujer, Gloria, había entrado, cambió por completo su estado de humor, pero ahora volvía a ser el de siempre. Emma se preguntó qué clase de relación habría tenido con esa mujer y el por qué había reaccionado de esa forma. Luka era un hombre desconocido para ella, después de todo. Pero podía adivinar el tipo de relación que tenía con él. No era tan difícil de imaginar.

Tardaron casi una hora en llegar. Emma se había puesto nerviosa cuando vio que salían de la ciudad. Pero Luka le aseguró que todo estaba bien. Confiaba en él...un poco. No había ni un solo edificio a la redonda, todo eran árboles y plantas. ¿A dónde iban? Ian se detuvo a mitad de la nada. En realidad, lo hizo porque ya no había forma de seguir en coche. Luka se bajó y ella lo siguió.

─No tardaremos, Ian.

─No se preocupe, señor.

─ ¿Vamos? ─preguntó estirando su mano.

Emma la tomó y lo siguió. Caminaron un poco a través del pasto y el prado. Emma amaba la naturaleza y el olor a tierra y jardín, pero siempre y cuando fuera adecuadamente vestida para la ocasión. El vestido no era tan adecuado para ello, pero no le importó.

De la nada apareció un río. Había un muelle pequeño no muy lejos de donde se encontraban. El río rodeaba todo el lugar, la luna se reflejaba en las aguas y hacía que el lugar tuviera luz por sí solo.

─ ¿Cómo encuentras todos estos lugares? ─preguntó divertida ─. ¿Qué eres? ¿Decides un día levantarte y caminar por todos lados y ver a dónde llegas?

─Sí, algo así ─contestó riéndose ─. Ven. Vamos a sentarnos allá.

Caminaron por el muelle y se sentaron en la orilla. Los dos se quitaron los zapatos y dejaron que sus pies rozaran el agua. Estaba fresco el clima, pero no hacía frío. Se quedaron en silencio un rato. Emma abrió y cerró la boca varias veces. Quería preguntarle sobre Gloria. Podía quedar como una mujer chismosa. Sabía que eso no era de su incumbencia, pero quería saber. Una parte de ella sentía celos, pero la otra parte, la regañaba diciéndole que él no tenía nada que ver con ella; por lo tanto, no le debía ninguna explicación. Estaba inquieta. Se podía escuchar su respiración. No había nada ni nadie ahí, todo se podía percibir con claridad. Se aclaró la garganta antes de hablar.

─Luka...─Él se giró para verla ─. Mmmm..., ¿quién es Gloria?

¡Listo! Lo dijo. Pudo darle vueltas antes de preguntar, pero no tenía caso. Ella quería saber, y si él no le quería contar nada, era mejor que lo supiera desde un principio.

─Vaya que eres directa ─rio. Cuando vio que Emma hablaba muy en serio, su humor se vino abajo ─. Es...era una amiga.

─ ¿Una amiga? ─preguntó con la ceja levantada.

Emma era lista. Sabía que había algo más. Algo que no le estaba diciendo. Se frotó los brazos. No había viento, pero él sintió una ráfaga de aire frío recorriendo todo su cuerpo. Si él quería, no le tenía que contestar, pero quería hacerlo. No quería que ella se llevara una mala idea de su parte. Sobre todo, no quería generar un malentendido o hacerla sentir mal.

─Tuve algo con ella antes.

─Ah...

Emma apartó la mirada. Sabía que no debía preguntar por miedo a la respuesta que acaba de recibir. Sabía que eso era lo más probable. La mujer era una diosa. No esperaba menos de él. Pero...no le gustaba saber que había estado con esa mujer. Ella había salido con varios hombres, y sabía que él con varias mujeres, pero se sentía posesiva en ese momento.

─Pero eso ya tiene que se acabó.

─Entonces... ¿no estás saliendo con nadie?

─No, se puede decir que no. Yo no salgo, Emma. Ya te lo había dicho.

─Ah, sí ─dijo distraída.

Emma había olvidado por un segundo ese insignificante detalle. Él no tenía novias. Él, simplemente, mantenía relaciones. Sexuales, seguramente. Estaba segura de que en algún momento de su vida sí había mantenido relaciones formales y quiso saber qué o quién lo había hecho cambiar de parecer. Pero por esa noche ya había tenido suficiente. No quería indagar más. Si él quería contarle algo de su vida, lo haría.

─Tus ojos brillan con la luz de la luna.

Emma lo miró. Sus miradas estaban fijas uno en el otro. Ninguno de los dos dijo nada. Él se acercó a Emma. Le puso la mano en la mejilla y atrajo hacia él para besarla. Fue un beso dulce, tierno. No intentó separar sus labios para introducir su lengua. Simplemente juntó sus labios con los de ella. Saboreó sus labios como si se tratara del más dulce manjar. Ella posó su mano en su mandíbula, la cual estaba cubierta por su incipiente barba. Dejó que sus dedos lo tocaran y luego se apartó. Lo miró a los ojos, los cuales aún los tenía cerrados, y ella volvió a inclinarse para besarlo. Se dieron un par de besos más y luego él la miró. La contemplaba fijamente a los ojos brillosos y llenos de cariño y de amor.

─Vamos, hay que volver a casa.

Ella se puso de pie, con ayuda de él, y caminaron de vuelta al coche con Ian. Condujeron lentamente hasta casa de Emma. Luka se bajó del coche para acompañarla hasta la puerta del edificio. Le dio un ligero beso en los labios y luego se marchó. Emma se quitó la ropa, se lavó la cara y los dientes, y se acomodó en su cama. Aún le daba vueltas a los acontecimientos del día. No tenía ni idea de cómo reaccionar con Luka. Había visto su reacción ante Gloria y no quería que él fuera así con ella. Habían tenido una cita, habían salido, se habían besado, pero en el fondo, Emma sabía que Luka jamás podría ser un hombre al cual pudiera presentar en casa. 

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