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XII

Cuando Hiccup notó a su padre junto a Bocón en el salón donde se llevaría a cabo la ceremonia y aún había personas acomodando los últimos detalles. Quiso acercarse a él rápidamente, disculpándose con Kilinut al chocar con ella accidentalmente y le ayudó a recoger las telas que había tirado por chocar con ella.

—Está bien, Hiccup. —le dijo con calma al escucharlo disculparse en bajo unas cuantas veces más —También yo venía distraída. —le restó importancia

—¿No deberías estar con tu prometida? —preguntó Bocón, acercándose a ayudar con el resto de telas que había caído al suelo

—Los gemelos están con ella. —dijo con calma, terminando de darle las cosas a la mujer rubia, que lo vio confundida —¿Qué pasa? —preguntó desconcertado por su expresión, la mujer señaló con la mirada hacia atrás del castaño

—Ellos están ayudándome con los manteles. —los gemelos reían entre ellos, acomodando las telas con un cuidado inusual para ellos

—Tu madre está con ella. —informó Estoico, poniendo su mano en el hombro de su hijo —Quería hablar con su nuera antes de mañana. —Bocón terminó de ayudar a Kilinut y se alejó con ella para dejar que el jefe pudiera hablar con el castaño

—Pa, sobre el chequeo de esta noche...

—Tu madre se encargará de eso. —le aseguró con calma, avanzando con él por el salón para ir a un lugar más tranquilo —Hablará con ella sobre los chequeos y se quedará ahí para asegurarse que no la incomoden. —murmuró, el castaño suspiró en bajo sintiéndose aliviado de que su madre interviniera —Para Phlegma y las enfermeras que la acompañen, ella y tú ya han estado juntos, así que no tendrán porqué revisarla y no van a insistir en una consumación.

—Gracias por eso. —le sonrió aliviado

—Recuerda agradecerle a tu madre, fue su idea. —dejó una palmada cariñosa en su hombro —Ahora, tengo que hablar contigo sobre algo que sucedió esta mañana. —dijo con calma, avanzando hacia su oficina

—¿Es sobre Thorkell? —preguntó con molestia, Estoico lo vio desconcertado ante el repentino cambio de actitud —¿No viste lo que le hizo a Astrid? —cuestionó en bajo al notar el desconcierto de su padre

—¿Qué le hizo? —cuestionó el mayor, confundido, pues él no había presenciado algo extraño o inusual en su nuera o el padre de esta

—¿No notaste el golpe en su rostro? —el castaño frunció el ceño, recordando aquella zona rojiza en el rostro de su futura esposa

—¿Por eso te acercaste a ella? —lo vio con curiosidad, viéndolo asentir con la cabeza mientras resoplaba con enojo —No me percaté de ello. —admitió con calma —Estaré más pendiente de sus interacciones.

—Le pedí a Jack que lo vigilara. —informó a su padre, haciéndolo reír en bajo mientras negaba despacio con la cabeza

—Deberías dejarlo descansar. Mañana va a viajar, ¿No es cierto?

—No quiero que ese hombre intente hacerle algo similar o peor. —hizo una mueca

—Es su padre. —le recordó Estoico en un murmullo, llegando a su oficina

—Eso no lo justifica. —se quejó el castaño, entrando a la oficina seguido de su padre, que cerró la puerta y le hizo una seña para que se sentara en la silla frente al escritorio

—Sé que no lo justifica. —aclaró, tomando asiento en su silla —Solo digo, que no podrás mantenerla lejos de Thorkell . Ellos son su familia, no puedes separarla de ellos. Si no quieres que nos odie más de lo que ya lo hace, no le hagas eso. —le pidió con calma

—No quiero hacer eso. —negó enseguida —Solo no quiero que nadie le haga daño. —aclaró, notando en ese momento sobre el escritorio un pergamino con un logo bastante conocido, Estoico se lo pasó para que pudiera leer su contenido

—Esto llegó en la mañana. —Hiccup tomó el pergamino para leerlo enseguida, dándose cuenta que era una felicitación por sus nupcias y una solicitud para visitar su territorio en busca de un acuerdo comercial —¿Tú le informaste a Viggo de la boda? —cuestionó con calma, sin perder de vista a su hijo, que negó con la cabeza despacio mientras seguía leyendo cada una de las palabras en el pergamino

—¿Cómo es que se enteró? —preguntó en un murmullo —No le informamos a nadie fuera de Berk. Acordamos que nadie se iba a enterar de esto.

—Bocón y Spitelout están tratando de averiguar qué pasó. —el castaño resopló, dejando el pergamino sobre el escritorio —Por ahora, necesitamos mandar una respuesta para los Grimborn.

—¿Quieres que los invite a la ceremonia? —preguntó con tono sarcástico

—Quiero preguntarte si te parece correcto invitarlos a la última fiesta de la cosecha. —aclaró con calma —Tu luna de miel se habrá terminado para ese momento y podremos arreglar lo del acuerdo pronto. —el castaño hizo una mueca, recargándose en el respaldo de la silla y analizando la situación

—¿Cómo crees que van reaccionar al ver que mi esposa es humana? —observó a su padre, que se recargó también por completo en su silla

Ambos estaban conscientes que, en el territorio de los Grimborn, todos los humanos eran vistos como la especie inferior y la mayoría de ellos eran tratados como simples esclavos y, seguramente, no verían bien el hecho de que el heredero de Berk se casara con una simple humana.

—Tenemos que averiguar cómo se enteraron. Si nadie en Berk les hizo llegar la noticia, es porque aquel cazador lo hizo. —murmuró, recordando a aquel hombre que se aferraba a la idea de llevarse a Astrid con él para perdonar la deuda de Thorkell —Lo que podría decirnos...

—Que es cercano a Viggo. —completó la idea de su padre, quien asintió con la cabeza despacio

—Y si es cercano, ya debe saber que te casas con una humana.

Hiccup suspiró, pasando una de sus manos por su rostro y su cabello, tratando de pensar que se supone que harían al respecto. Sabía que los hermanos Grimborn seguramente no respetarían a su esposa en un futuro cercano (probablemente nunca) y podrían querer tomar ventaja en los acuerdos que querían hacer con su territorio debido a ese matrimonio. Queriendo hacer ver como si les estuvieran haciendo un favor con su sola presencia, queriendo tomar un punto de ventaja por sobre ellos.

—¿Qué deberíamos hacer? —preguntó con cautela a su padre, pues él sabía cómo lidiar con Viggo, él era el jefe y sabía que era lo correcto hacer en ese momento

Estoico soltó un suspiro antes de comenzar a discutir con el castaño sobre una posible respuesta para los Grimborn. Y, para Hiccup, fue un alivio que su padre le asegurara que no les dejaría faltarle el respeto a Astrid de ninguna manera. Ni ella ni ningún humano de sus tierras sería tratado como un esclavo por ningún extrangero. Sin importar quien fuera o cual fuera su cargo.

Anja sonrió comprensiva al notar la incomodidad de Astrid mientras Phlegma revisaba su estado de salud junto con dos enfermeras. Caryn le entregó una taza de té relajante y la castaña agradeció en voz baja, regresando la mirada a su nuera al escucharla resoplar molesta por sentir tantas manos sobre ella.

—Todo parece estar en orden. —sonrió una de las enfermeras alejándose de la menor mientras guardaba una pequeña libreta de notas en el bolso que colgaba de su cadera, con alegría. La otra enfermera se disculpó en un murmullo apenado, sonriendo avergonzada a la rubia y alejándose enseguida de ella para no incomodarla más.

—Solo queda una cosa por revisar. —Phlegma señaló hacia la cama y empujó suavemente a la rubia por la cintura

—¿Qué cosa? —preguntó desconcertada, dando unos cuantos pasos a la cama sin entender a qué se refería

—Phlegma, eso no es necesario. —intervino Anja, levantándose con cuidado de la silla donde había estado para cuidar de su nuera, dejando la taza en manos de Caryn

—Mi señora, la tradición dice...

—Eso no es necesario. —insistió con voz tranquila —Mi hijo sabe perfectamente con quién se está casando, Phlegma. No es necesario revisar su pureza. —negó con la cabeza

La mujer vio a Astrid con curiosidad, queriendo asegurarse que aquello fuera cierto. La rubia apartó la mirada y se sonrojó ligeramente al entender que era lo que debían revisar. Guardó silencio, apretando sus manos frente a su vientre. No le agradó sentir la mirada curiosa de las enfermeras sobre ella y quería negar aquella afirmación.

Sabía que aquellas mujeres creerían que ella y aquel castaño habían intimado antes de la boda, seguramente iban a esparcir el rumor y todos la verían mal por ello. No quería que eso pasara, no quería estar en boca de todos ni escuchar sus rumores malintencionados.

Tenía que negarlo. Pero, si ella lo negaba... ¿Tendrían que revisar que fuera una mujer "pura" para su heredero?

—Mi hijo me ha pedido que esto se quede como un secreto. No quiere habladurías sobre su esposa. —la voz de Anja la hizo girar la mirada nuevamente hacia ella, ¿él había dicho eso? —Así que, por favor... Que sea un secreto. —les pidió con voz dulce, para convencerlas. Astrid la observó con atención, notando que las enfermeras asentían con la cabeza enseguida a su petición. Se preguntaba si su manera de convencerlas era parte de algún don especial o solo un encanto natural de la mujer.

—En ese caso... ¿Hay una posibilidad de recibir un heredero pronto? —preguntó Phlegma con cautela

—No. —negaron la rubia y la castaña enseguida, la menor con tono alarmado ante aquella suposición y la mayor con calma. Anja se acercó a su nuera y puso una mano en su hombro, separándola con sutileza de la doctora.

—Esta ceremonia no se realiza por un embarazo, Phlegma. Ellos se aman y quieren unir sus vidas. —le aclaró, tratando de convencerla y que dejara tranquila a la pobre rubia, que tenía el rostro rojo por la vergüenza —Precisamente por esas suposiciones, Hiccup no quiere que nadie más se entere de que han estado juntos. No quiere difamaciones hacia su mujer. —las enfermeras volvieron a asentir con la cabeza, de acuerdo con la jefa. La doctora aún tenía dudas, sin embargo, no insistió más.

—Lamento sacar conclusiones precipitadas, mi señora. Es solo que... Es nuestro deber traer con salud a cada heredero. —se disculpó en tono bajo

—Entiendo, descuida. —le sonrió comprensiva —En cuanto sepamos de la existencia de un heredero, te lo haremos saber.

Astrid las observó intercambiando un poco más de información respecto a su salud, vio a las enfermeras dar una reverencia hacia ella y la madre de su prometido antes de salir, seguidas por la doctora.

Anja suspiró aliviada cuando en la habitación solo estaba con Caryn y su nuera. Se sentó nuevamente en la orilla de la cama y la pelirroja le volvió a dar su taza de té.

—Él y yo... nunca hemos estado juntos. —murmuró la rubia, abrazándose a sí misma y desviando la mirada, sintiéndose incómoda ante el silencio repentino

—Lo sé, pequeña. —le sonrió a medias después de darle un sorbo a su té —Pero, si ellas lo creen, no tendrían motivo para revisarte y no van a ser insistentes en comprobar que su matrimonio se consumó. —se encogió de hombros, dando otro sorbo a su té antes de volver a hablar —Y... hablando de las cosas que otros deben creer. Necesito pedirte un favor.

—Si va a pedirme que les diga a todos que amo a su hijo, eso no va a pasar. —se negó enseguida —Yo no lo amo. No creo poder hacerlo nunca y no van a obligarme a decirlo. —frunció el ceño ligeramente, decidida a no ceder ante lo que ya había decidido

—No te obligaré a nada. Nadie aquí te obligará a nada.—aclaró enseguida

—Si, claro.. —murmuró, molesta

—Entiendo que no confíes en nosotros. No tienes ningún motivo para confiar. —le sonrió con algo de tristeza —Lo único que quiero pedirte es que nos dejes demostrarte que no somos el enemigo. —dejó la taza en el plato sobre sus piernas —No somos los monstruos que crees que somos. Dale una oportunidad a los Berkianos, tanto humanos como Hooligans. Solo eso te pido. —Astrid notó que su tono era diferente al que había usado para persuadir a las enfermeras y la doctora, notó que parecía ser una petición genuina, pero no podía confiar en ella, no así de fácil.

—Solo quiero que cumplan con su parte del trato. —murmuró

—Tu familia estará protegida. Recibirán alimento y las provisiones que necesiten. Recibirán medicamentos y, de necesitarlo, recibirán atención médica gratuita de nuestros mejores doctores. —asintió con la cabeza, tratando de recordar los acuerdos a los que había accedido Estoico —Además, claro, recibirán ayuda monetaria.

—¿Más dinero? —preguntó desconcertada

—Supuse que te lo habían dicho. —murmuró, notando la repentina angustia de la menor —No, no... no es un préstamo. —aclaró enseguida —No van a quedar endeudados con nosotros. —le vio suspirar aliviada —Es para ayudarles, debido a que tu salario era importante para sostener los gastos de tu familia. —la rubia la observó un momento, analizando la situación antes de hablar de nueva cuenta

—¿No podré tener un trabajo aquí? —preguntó en bajo —Yo... tenía el plan de... Yo quería... —guardó silencio unos segundos, tratando de organizar sus ideas antes de continuar —No pienso quedarme en casa, no quiero ser solo un adorno para tu hijo. —negó con la cabeza, frunciendo el ceño, Caryn dio un pequeño respingo ante aquel comentario y la falta de respeto hacia su señora —Quiero trabajar, ganar mi propio dinero y poder ayudar a mi familia. No necesito el dinero de tu familia.

—Astrid...

—No lo necesito. —insistió con tono firme, decidida a no ceder

Anja le observó con sorpresa unos segundos antes de sonreír encantada por su actitud. No pudo evitar soltar una risita suave mientras asentía con la cabeza, desconcertando a la menor.

—Te ayudaré a encontrar un trabajo. —aseguró con calma —¿Tienes algo en mente? —cuestionó con curiosidad

—Yo... yo, no... —admitió en un murmullo —Pero haré lo que sea necesario. —asintió con firmeza —Podría tomar incluso dos trabajos si es necesario.

—¿Quieres estar lejos de mi hijo lo más posible?

—Si... —admitió en un suspiró, dándose cuenta de su error al ver la mueca de su suegra —Quiero decir... es que...

—Está bien, lo entiendo. —suspiró, poniéndose de pie con calma —Buscaré un trabajo adecuado para ti. Podremos discutirlo después de la ceremonia, ¿está bien? —le sonrió a medias, la rubia asintió con la cabeza, no queriendo decir nada más por temor a que la mujer se enfadara o se sintiera mal por culpa suya y que eso hiciera enojar a su prometido o al mismo jefe —Me encargaré de que te traigan la cena. ¿Te gustaría algo en específico? —volvió a verla después de dejar la taza ya vacía en manos de Caryn

—Nada de pescado. —murmuró, desviando la mirada y apretando sus manos al recordar las advertencias de su madre: —Eso podría enfermarme y debo estar bien para la ceremonia.

—De acuerdo. —asintió la castaña, despidiéndose de ella y saliendo de la habitación con pasos tranquilos, seguido de la mujer pelirroja

Astrid suspiró una vez estaba a solas en la habitación, queriendo calmar sus emociones revueltas y sus pensamientos.

Jack observaba con una sonrisa aquella cajita de madera donde había acomodado el collar de cadena delgada y con un dije de copo de nieve que le daría a su preciosa reina en cuanto tuviera oportunidad. Le había costado mucho trabajo realizar el dije, pero con la ayuda de Hiccup y de Bocón lo había conseguido. Acarició con sus dedos la pequeña gema que estaba en el centro del copo, un precioso zafiro que el castaño le había ayudado a colocar en aquella delicada joya.

Cerró la caja con cuidado y la acomodó entre sus pertenencias dentro de aquel baúl que le acompañaría nuevamente a las tierras de Arrendelle, a las tierras del otro lado del mar, esas tierras llenas de magia y que eran lideradas por la mujer a la que amaba con locura.

Escuchó un poco de la plática que tenía Mérida con los gemelos, quienes estaban en su habitación con la clara intención de hablar sobre aquella rubia que en unas horas se convertiría en la esposa de su amigo. Querían saber qué tan seguro sería confiar en ella, qué tan seguro sería dejar a Hiccup en sus manos, pues seguramente el castaño estaría tan embelesado por ella que en algún momento bajaría la guardia y no querían que aquella chica le hiciera daño al futuro jefe.

—Tú has convivido con ella más que nosotros. —levantó la mirada hacia la pelirroja, sabiendo que le hablaba a él —¿Qué te parece?

—Me parece que están exagerando. —dijo con calma hacia los tres, cerrando el baúl con movimientos calmados —El verla de lejos una vez o estar cerca unas horas, no puede darles un claro motivo para confiar o desconfiar de ella.

—¿Tú confías en ella? —preguntó la rubia, viéndolo con curiosidad

—Yo creo que deben darle la oportunidad de adaptarse. —les sonrió a medias —Aunque, no estaría mal que estén pendientes de Hiccup mientras no estoy aquí.

—¿Te preocupa que ella le haga algo? —cuestionó la pelirroja, los gemelos murmuraban entre ellos mientras Tuffnut trataba de mantener quieto al pequeño gato siamés al que había nombrado Eructo, quien a su vez, quería soltarse de su agarre para ir con su hermano, Guácara, que reposaba tranquilo en las piernas de la pelirroja

—No. —Jack negó con la cabeza —Me preocupa que tome decisiones estúpidas. —aclaró, bajando el baúl de la cama y usándolo como asiento para no quedar todos apretados en la pequeña cama —Se está planeando una alianza con otras regiones Hooligans. Necesito que estén cerca de él y... de ser necesario...

—Ninguno de nosotros puede intervenir como tú lo haces. —dijo Ruffnut con obviedad, tomando a su gato con cuidado de las piernas de Mérida para poder acercarlo a Eructo y que este estuviera tranquilo

—Si... eso no saldría bien para ninguno de nosotros. —secundó el gemelo, sonriendo al ver que los gatos se acurrucaban junto a él

—Podríamos intentar intervenir, pero...

—No, no. —el peliblanco interrumpió a la pelirroja, viendo sus dudas —No quiero que hagan eso. —negó con la cabeza enseguida —Quiero que cuiden de su esposa. —aclaró —Si llega a haber una negociación mientras no estoy, por favor, no se separen de ella.

—Jack...

—Sé que son humanos. —interrumpió a Ruffnut —Sé que no tienen la fuerza de un hooligan.—vio a la pelirroja, que hizo una mueca ante su comentario —Pero ustedes conocen Berk mejor que ella, saben cuando hay peligro, saben cómo actuar. Solo... quédense cerca y, por favor, no se arriesguen. —les pidió con calma, recibiendo un golpe en la cabeza con una almohada, lanzada por la joven extranjera que parecía realmente molesta

—¿Que no tengo fuerza? —preguntó, tomando otra almohada para lanzarla al peliblanco, que se cubrió con un brazo para no recibir el golpe en la cara —Ya te demostraré que si la tengo.

Los gemelos comenzaron a reír al ver a su amiga iniciar una pelea de almohadas con el peliblanco, que se disculpó entre risas suaves, haciendo enojar más a la pelirroja, que le insultó en su idioma natal mientras seguía golpeando al chico con una de esas almohadas.

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