XI
Astrid observó con atención la habitación en la que se quedaría esa noche. Era bastante amplia y tenía una enorme ventana que dejaba pasar la luz del sol. Se percató de que la ventana estaba cerrada y asegurada para que no se abriera.
Según los gemelos, que la habían acompañado hasta la habitación para ayudarle a acomodarse, era para evitar que alguien intentara "robar" a la novia. Lo que parecía ser una especie de tradición juguetona entre amigos.
Aunque ella sentía que aquello podría ser para que las novias no escaparan y esa tradición podría ser solo un invento o una excusa, pues... ¿por qué alguien robaría a la novia de un amigo suyo? Para ella eso no tenía sentido.
—¿Necesitas que te traigamos algo? —preguntó Ruffnut con calma mientras su hermano bajaba la última caja con las cosas de la recién llegada
—¿Hay algo que debería pedir? —preguntó Astrid con calma, viendo a los gemelos con mayor detenimiento, queriendo descubrir algo sobre ellos, su dones (si tenían), sus posibles debilidades, sus puntos fuertes, lo que fuera que pudiera descifrar
—Bueno... podríamos traer algo de comer. —Ruff se encogió de hombros, notando que la chica parecía estarlos analizando
—Las costumbres dicen que los novios no se vean la noche previa a la boda. —comentó el rubio despreocupado, no notando el análisis que les hacía —Sin embargo, Hiccup prefiere cenar contigo esta noche. —aquello la hizo fruncir el ceño confundida, ¿Por qué querría cenar juntos? —Dijo que deberíamos preparar algo especial para ti si estás dispuesta a cenar con él.
—No. —negó enseguida, notando el desconcierto de ambos, por lo que desvió su mirada a la ventana, pensando en una excusa para explicar su negación. Después de todo, su padre tenía razón en una cosa: su familia dependía ahora de cómo se comporta ella con toda esa gente. Y, al ver la ventana cerrada, se le ocurrió la "excusa perfecta" —Quiero decir... No me gustaría romper otra tradición. —señaló hacia la ventana, los gemelos siguieron su mirada y guardaron silencio unos segundos antes de comenzar a reír suavemente
—Ya están rompiendo una muy importante. —dijo Tuffnut acercándose a ella y poniendo su mano sobre su hombro —Serás la primera humana en desposar a un Haddock.
—Lo que significa que serás la primera humana en ser gobernante de Berk. —explicó Ruff con una sonrisa —Claro que... faltan algunos años para que Hiccup tome el liderazgo. Pero tú... —se acercó para poner una mano en su otro hombro —Traerás al mundo a sus descendientes. Y eso, amiga mía, nos dará más relevancia de la que ya tenemos. —ahí fue cuando Astrid se dio cuenta de que ambos rubios, al igual que ella, eran humanos
—¡Ja! ¿Te imaginas como será Berk cuando finalmente sea liderado completamente por humanos? —Tuff la soltó, levantando sus brazos hacia enfrente, como si quisiera poner frente a ellos las imágenes que pasaban por su cabeza —Habrá fiestas cada día y podremos rendirle tributo a Loki finalmente como se lo merece. Su día estará lleno de bromas y risas. Tal vez habrán algunos heridos.. —se encogió de hombros —tal vez no sobrevivas —señaló a su hermana, que rodó los ojos mientras soltaba a Astrid —, pero será el día de Loki más increíble de todos los tiempos. —sonrió ampliamente
—Pero eso ya lo hacemos. —le recordó la gemela, cruzándose de brazos —Cada año hacemos una fiesta para Loki.
—Oh, pero será mejor. —Tuff se cruzó de brazos igualmente —Será día de Loki cada día. —lo pensó unos segundos antes de aclarar:—Excepto por Snoggletog, ese día si quiero regalos reales.
—¿Qué hay de nuestro cumpleaños? —preguntó Ruff
—Bueno, serán dos días de regalos. Pero ni uno más, jovencita. —la señaló otra vez, frunciendo el entrecejo ligeramente
Astrid sonrió sin poder evitarlo, recordando con esa discusión a los hermanos Berserker. Recordaba perfecto como cuando eran niños, cada uno daba su opinión y la defendía hasta el cansancio. Ambos eran bastante tercos, por lo que ella solía intervenir para evitar un enfrentamiento físico o armado. Incluso al crecer, ella solía intervenir para evitar peleas o, en casos más recientes, Heather era quien intervenía para separarla a ella del pelirrojo.
Regresó la mirada a la ventana, admirando las nubes ligeramente grises, que solían traer intensas lluvias, y recordando los llantos de su mejor amiga, recordando a sus sobrinos llorando con tanta tristeza que sentía su corazón apretujarse en su pecho. Tuvo que recordarse que estaba haciendo eso por ellos, se casaría con aquel chico para asegurar que Heather y Dagur, sus hermanos, no corrieran peligro. Para asegurar que sus preciosos sobrinos tuvieran seguridad y pudieran tener un futuro feliz. Lo hacía por ellos, solo por ellos.
—¿Astrid? —la voz de Anja la regresó a la realidad, dio un brinco al sentir la mano de la mujer tomando su brazo con un toque suave, alejándose de ella un paso —Lo siento. —le sonrió comprensiva, alejándose un paso para darle espacio —Estabas algo distraída, ¿todo está bien? —cuestionó con cautela, la rubia la observó un segundo, notando que los gemelos ya no estaban en la habitación, en cambio estaba su futura suegra y una mujer pelirroja que la observaba con curiosidad
—Lo siento. —murmuró regresando la mirada a la madre de aquel castaño al que tanto detestaba —Estaba pensando.. —se detuvo, recordando que no sabía qué tan buena idea sería compartir sus problemas y pensamientos con aquella mujer —Solo veía las nubes. —señaló el cielo ligeramente nublado —Pensaba en si eso podría arruinar la ceremonia.
—Oh.. entiendo. —Anja se acercó a la cama, sentándose en la orilla al sentirse muy cansada, Caryn quiso acercarse enseguida, preocupada por su salud. Sin embargo, la castaña levantó la mano despacio para pedirle que no se acercara y le sonrió para calmar su angustia —¿Te preocupa que algo pase en la ceremonia? —cuestionó con calma a la menor, que notó la interacción de las mujeres
—¿Algo está mal con usted? —la observó con curiosidad, queriendo averiguar por qué aquella pelirroja lucía tan preocupada, queriendo encontrar un punto débil en la mujer castaña, queriendo averiguar algo que fuera útil
Anja le sonrió a medias, sabiendo perfecto lo que ella estaba haciendo, sabiendo que estaba analizando cada aspecto para ver un punto débil en ella, en su familia y todos a su alrededor. Ella lo comprendía, ella había hecho lo mismo cuando llegó a Berk hacía más de veinte años. Sabía que ella necesitaba información para sentirse segura y que la buscaría de cualquier manera que pudiera, sabía que si no le daba algunas respuestas podría ponerse en alguna situación peligrosa por tratar de encontrar respuestas.
—Estoy un poco enferma —admitió con calma —, lo cual tiene a Estoico algo preocupado. Pero no es nada grave y te aseguro que esto no va a interferir con su ceremonia. —sonrió con tristeza al ver la mueca decepcionada de la rubia —Caryn, ¿Podrías darnos un momento a solas? —le pidió a la pelirroja con una voz suave, ese tono de voz suave y amable que solía usar para conseguir lo que quería, y que siempre solía funcionar, logrando así que la mujer saliera de la habitación —Entiendo que esto no es lo que querías. —dijo hacia la rubia, palmeando la cama para invitarla a sentarse —Sé que sientes que te estamos quitando la libertad y... Siendo honesta contigo... Tanto mi hijo como yo estamos de acuerdo con esa afirmación. —hizo una mueca —Creo fervientemente que esta ceremonia no debería ocurrir. Y no porque no te quiera en mi familia, ya que...como te lo dije hace unas horas, eres completamente bienvenida. —aclaró enseguida —No me gustaría que sucediera porque no es justo ni para ti, ni para Hiccup.
—Y si eso es lo que cree... ¿Por qué no hace algo para detenerlo? —se acercó para sentarse en la cama, dejando un espacio considerable entre ellas
—Porque, por mucho que aborrezca admitirlo, Estoico tiene razón. Su unión le garantiza a tu familia entera protección de nuestra parte. —la rubia hizo una mueca —De esa manera, ningún hooligan podrá hacerles daño y nuestros acuerdos con los humanos estarán intactos.
—¿Qué acuerdos? —preguntó confundida
Anja suspiró y comenzó a contarle sobre los acuerdos firmados que existían entre Berk y el pueblo humano de dónde ella venía. Acuerdos de paz, en los que se dejaba claro que Berk no intervendría en su organización o sus problemas si no se les solicitaba y habría un comercio justo entre ambas partes.
—Se acordó que solo podríamos dar protección o resguardo a mujeres y niños, en caso de alguna invasión o problema grave. —murmuró la castaña —Procurar la seguridad de tu familia sería tomado como una ruptura de los acuerdos. Y habría problemas con los comercios que dependen de ellos.
Astrid escuchó atentamente cada una de sus palabras. Entendiendo que, de no casarse con Hiccup, estaría rompiendo la regla de no favorecer y podría poner en riesgo a muchas personas que dependían de sus negocios. Suspiró con pesadez, dándose cuenta que no tenía salida de ese horrible destino.
Se preguntaba si sus padres sabían todo aquello y si eso era lo que tanto había querido decirle. Y pensaba que ahora detestaba aún más a esa horrible especie que se sentía tan superior solo por tener mayor fuerza o alguna habilidad sobrehumana. Detestaba que su pueblo, a pesar de ser independiente y no ser parte de ningún territorio Hooligan, dependía tanto de ellos. Detestaba que su destino, de cualquier modo que lo viera, estaba siendo decidido por esa especie a quien detestaba con todo su ser.
Hiccup veía a su padre hablar con Thorkell con una calma que le hacía hervir la sangre. Pues la sola idea de que aquel hombre se hubiera atrevido a golpear a su preciosa rubia, por la razón que fuera, le parecía la mayor de las ofensas que cualquiera pudiera cometer contra ella, contra él y contra Berk entero. Ella iba a convertirse en la soberana de todo el territorio y ni Thorkell ni nadie tenía derecho alguno de hacerle daño.
No sabía que sería de su vida en un futuro, pero estaba seguro de que una vez su ceremonia terminara y su vida estuviera unida a la de ella, él iba a protegerla de cualquier cosa. Iba a cuidarla y haría lo que estuviera en sus manos para que ella pudiera ser feliz. Haría cualquier cosa...
—¿Por qué estás tan furioso? —el castaño giró la mirada al escuchar la voz suave de Jack, quién se acercó a él con cautela mientras resguardaba tras él a una muy curiosa pelirroja
—¿Algo ha pasado con tu prometida? —preguntó ella con calma, dando un respingo al notar que el futuro jefe de Berk dio unos pasos hacia ellos con aquella mirada furiosa que nunca había visto en él y le causó un escalofrío. Retrocedió un paso y Jack se colocó por completo delante de ella, deteniendo al castaño por los hombros.
—Oye, oye... ¿Qué pasó? —cuestionó con mayor firmeza
—Necesito que vigiles al padre de Astrid. —murmuró, tratando de calmar su enojo, puesto que sabía que sus amigos no tenían la culpa de nada
—De acuerdo, lo haré. —asintió con la cabeza —¿Alguna razón para que lo siga? —trató de indagar, esperando no hacer enojar más al castaño
—Estoy casi seguro que abofeteó a mi futura esposa. —resopló, desviando la mirada nuevamente hacia su padre y suegro
—De ser así... estoy seguro que no lo intentará de nuevo, no estando aquí. —le dijo con calma —No cuando su yerno lo ve como si quisiera matarlo. —dijo con gracia, sacudiendo un poco al castaño de manera juguetona para que volviera a verlo a él —¿Ella está bien? —preguntó con calma una vez tenía su entera atención
—Si. —asintió con la cabeza
—Entonces estará bien. —le sonrió a medias —De hecho... ¿No deberías estar con ella? —le vio con curiosidad
—Los gemelos están con ella. —murmuró, suspirando con pesadez y viendo nuevamente a la pelirroja tras su amigo, que los veía en silencio —Lo siento. Esta no es la bienvenida que mereces. —se disculpó, sonriendo apenado
—Si, eso de ser recibida por Jack y Chimuelo fue... extraño. —admitió con una sonrisa —No por Chimuelo, él siempre es un encanto. —aclaró enseguida, ganando una mirada indignada del peliblanco, que soltó por completo al castaño al ver que estaba más tranquilo, y giró hacia ella. Mérida soltó una risa al ver su expresión —Sabes que te aprecio. —le dijo con una sonrisa divertida
—No quiero saber lo que dirías de mí si no te agradara. —dijo con el ceño ligeramente fruncido y sonrió al escuchar una risa suave de su mejor amigo
—¡Mérida! —una entusiasta pelinegra llegó corriendo hacia ellos, empujando un poco a su primo para poder llegar a la pelirroja, que soltó una risa mientras abrazaba a la menor con cariño —Te extrañé. —admitió
—También te extrañé. —le dijo con calma
—Creo que ya no nos necesitan aquí. —murmuró Jack divertido mientras veía al castaño sobar su brazo después del empujón de su prima
—Si... ya me quedó claro. —hizo una mueca adolorido, sintiendo enseguida un golpe en el mismo brazo, que lo hizo quejarse
—¿Qué haces aquí? —preguntó Snotlout parándose a su lado —¿No deberías estar con tu novia?
—¿Por qué siempre me golpeas cuando me ves? —se quejó, dándole un golpe en el brazo igualmente, haciéndolo quejarse
—Oh, como extrañaba tus quejas. —el castaño sintió otro golpe suave sobre el hombro contrario, dado por Siri
—¿Qué pasa con ustedes? No pueden golpearme solo porque sí. —se quejó, viendo a su prima reír suavemente
—No te enojes. —se acercó a dejar un beso sobre su mejilla y revolvió su cabello haciéndolo quejarse disgustado nuevamente —Eres mi primo favorito, ¿lo sabías? —preguntó con una sonrisa
—Soy tu único primo. —le recordó
—Por eso eres mi favorito. —se encogió de hombros —¿Y dónde está tu novia? —buscó con la mirada por el pasillo viendo a algunos de los trabajadores caminando con calma por el pasillo, haciendo cada uno sus tareas
—Está en su habitación. —dijo con calma, tomando la muñeca de su prima al verla elevarse en vuelo y la detuvo para que no se fuera —Déjala tranquila, por favor. —le pidió con calma
—Solo quiero ver cómo es. —hizo una mueca, volviendo al suelo
—La verás mañana. —le sonrió a medias —No quiero abrumarla un día antes de la boda. Por favor. —pidió a su primo y a Mérida igualmente
—Es muy hermosa. —dijo la pelirroja a la menor —Es rubia y tiene unos preciosos ojos azules que resplandecen con la luz de la luna. —sonrió cariñosa, el castaño frunció el ceño por su descripción —¿Qué? Tengo razón. —se encogió de hombros, notando el desconcierto del chico, Jack soltó una risa
—Yo que tú, tendría cuidado, Mérida podría intentar seducir a tu esposa. —bromeó el peliblanco
—¿Me dejarías intentarlo? —preguntó la pelirroja con una sonrisa divertida
—Aléjate de mi prometida. —le advirtió el castaño enseguida, haciéndola reír
—Oh, descuida. A mí me gustan las pelinegras. —le restó importancia, Snotlout jaló el brazo de su hermana para abrazarla de manera protectora, haciéndola quejarse por el movimiento brusco
—Aléjate de mi hermana. —le advirtió, con el ceño fruncido y avanzando con su hermana unos pasos lejos de ellos mientras la menor se quejaba y la pelirroja reía nuevamente, Hiccup negó con la cabeza y sonrió divertido. Sintió la mano del peliblanco en su hombro y giró a verlo, notando su sonrisa tranquila.
"¿Hablaste con tu padre sobre tu preocupación?"
Escuchó en su cabeza lo que Jack quería preguntarle, haciendo una mueca enseguida. Negó con la cabeza despacio y giró la mirada en busca de su padre, dándose cuenta que ya no estaba ahí.
—Tengo que ir con él. —le informó en un murmullo, el peliblanco asintió con la cabeza y se quedó con Mérida y los hermanos Jorgenson
Hiccup avanzó en el pasillo, buscando a su padre con la mirada. Quería pedirle que intercediera y convenciera a Phlegma de ignorar una de las tradiciones que debía llevarse a cabo esa noche. No quería que incomodara más a su prometida.
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