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Siri sonrió ampliamente al ver el muelle de Berk después de haber estado lejos por un mes entero. Le habría gustado permanecer más tiempo con las Doncellas Aladas, pero no podía perderse por nada la boda de Hiccup. No solo porque fuera obligación suya como familia, también tenía genuina curiosidad por conocer a aquella mujer que había logrado entrar al corazón del castaño y que se había enamorado de él en tan poco tiempo.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca del puerto, se elevó en vuelo para bajar a tierra firme y corrió hacia los brazos de su hermano mayor, que ya la estaba esperando con los brazos abiertos.

—Pelusita, no sabes cuánto te extrañé. —murmuró el pelinegro, apretando un poco el abrazo

—Odio que me digas así. —se quejó, sonriendo sin poder evitarlo —Pero también te extrañé, avecilla. —soltó una risa al escucharlo quejarse de aquel apodo —¿Dónde está el resto de la pandilla? —preguntó con curiosidad, separándose despacio de su hermano —No es que me moleste que solo estés tu, es que.. es raro no ver al resto aquí. —hizo una mueca

—Bueno.. Hiccup está preparando los últimos detalles de la ceremonia. —comenzó a explicar con calma —Fishlegs fue a recoger a la novia y sus padres junto con los gemelos, Jack está por ahí esperando a la extranjera pelirroja..

—Uh, ¿Mérida estará en la ceremonia? —preguntó con una sonrisa emocionada

—Estoy considerando que no es buena influencia para ti. —frunció el ceño y se cruzó de brazos —Solo hablaron un poco la última vez y de repente decidiste irte una eternidad. —le reclamó

—No fue una eternidad. —le reclamó de vuelta, frunciendo su ceño con molestia —Y sabes mejor que nadie que anhelaba hacer ese viaje desde hacía mucho tiempo.

Antes de que pudieran seguir discutiendo, la voz de su madre se hizo presente.

—¿Ahora por qué están peleando? —preguntó con curiosidad

—¡Mami! —la menor se acercó para abrazar a su madre enseguida —Te extrañé tanto.

—Y yo a ti, mi niña. —sonrió, abrazándola con cariño —¿Sabes quién más te extrañó? —preguntó en un murmullo, sonriendo al verla negar con la cabeza —Un señor muy malhumorado que te ama con todo su corazón. —soltó una risita cuando señaló hacia su esposo, qué estiró sus brazos hacia su pequeña

—¡Papá! —corrió a abrazarlo siendo recibida con un gran cariño y una enorme sonrisa

—Mi niño, ¿Me ayudas con el equipaje de Siri? —preguntó Sigrid a su hijo, que asintió con la cabeza enseguida y fue con ella por el equipaje

—Creí que le ayudarías a Hiccup con los últimos detalles. —murmuró una vez estaban lejos de su padre y hermana

—Iba a hacerlo, pero Anja insistió en hacerlo ella misma. —hizo una mueca, recordando la insistencia de su cuñada —Es una necia sin remedio.

—Igual que Hiccup. —sonrió divertido, haciendo reír a la mayor

—Si... es igual a su madre. —asintió con la cabeza, comenzando a bajar el equipaje de su hija

Astrid abrazó a sus sobrinos una última vez mientras sus padres subían sus cosas al carruaje que la llevaría a Berk.

—Cuídate mucho en tu viaje. —murmuró Helga

—No olvides escribirnos. —pidió Oswald

—No nos olvides. —le pidió Igna, comenzando a llorar

—Mis niños, jamás podría olvidarlos. —les sonrió con tristeza y dejó un beso sobre la frente de cada uno —Cuídense mucho y cuiden a su padre. No olviden hacer sus deberes y háganle caso a Heather, ¿Está bien? —los tres asintieron con la cabeza y corrieron hacia su padre, que permanecía alejado de ella

—Cuídate, hermana. —dijo el pelirrojo, cargando a Igna al escucharla llorar con fuerza y acariciando el cabello de Oswald, quién lloraba en silencio mientras se aferraba a la mano de Helga

—Cuídate. Y cuida de los niños. —se despidió la rubia antes de girar a ver a Heather, que se acercó para abrazarla con fuerza

—Aún podemos huir.. —murmuró la pelinegra, sintiendo un nudo en su garganta y las lágrimas acumularse en sus ojos

—Cuida mucho a los niños. —le pidió en voz baja —Me voy a asegurar de que ese sujeto cumpla con darles comida y lo que sea que necesiten.

—No te expongas. —volvió a pedirle, negando con la cabeza

—Si tengo que pelear por ustedes, lo voy a hacer. —aseguró con firmeza —Y si tengo que dar la vida por su bienestar... —suspiró, haciendo una pequeña pausa y pasando el nudo de su garganta —Siempre podremos reencontrarnos en el Valhalla. —murmuró, apretando su abrazo en cuanto escuchó a Heather sollozar con fuerza

—Cariño, debemos irnos. —intervino Gerda, acercándose a las chicas

—No te vayas. —pidió la pelinegra entre sollozos

—Tengo que irme. —murmuró la rubia —Estaré bien, te lo prometo. Haré lo que pueda por ponerme en contacto contigo. Te lo juro. —acarició su espalda suavemente —Pero ahora.. tengo que irme.. —Heather negó con la cabeza, negándose a soltarla —Por favor.. Tengo que irme.. —sintió el nudo en su garganta hacerse más grande —Heather por favor.. No quiero angustiar a los niños. —la pelinegra terminó soltando a su mejor amiga un momento después, Astrid tomó su rostro con ambas manos y le sonrió con tristeza —Te amo. Nunca olvides eso.

—Te amo. —murmuró la pelinegra tratando de controlar sus sollozos

—Sonríe por las dos, ¿si? —le pidió con voz baja, dejando un beso en su frente antes de separarse para ir junto a su madre hacia aquel carruaje

Astrid se negó a ver hacia atrás, sabiendo que si lo hacía volvería corriendo hacia su mejor amiga, su hermana, que había caído de rodillas y continuó llorando con fuerza en cuanto la vio alejarse. Quería abrazarla, quedarse a su lado y asegurarle que nadie las podría separar. Nunca.

Pero ahí estaba, subiendo al carruaje que la llevaba a su muerte y viendo a su familia llorar de manera desconsolada por su partida.

—Ellos estarán bien. Tú concéntrate en la boda y... —su madre trató de tomar su mano, pero ella se alejó —Cariño...

—Deberías comportarte mejor. Ahora serás una esposa. Y debes asegurarte que Hiccup se sienta feliz de tener tu compañía. Por el bien de todos. —soltó una risa suave sin poder evitarlo, llena de ira

—Que fácil es para ti decirlo. —murmuró, no queriendo levantar la voz para que los gemelos, que guiaban el carruaje, no la escucharan—No serás tú quien conviva con ese imbécil todo el tiempo.

—Deja de decirle así. —le regañó Thorkell —Mañana a esta hora será tu esposo y...

—Eso no le quitará lo imbécil. —frunció el ceño

—Tienes que ser una buena esposa. —le recordó el mayor, con molestia —Tenemos una deuda con ellos, así que más te vale ser buena con él y.. complacer sus caprichos.

—Thorkell. —Gerda trató de intervenir para reprenderlo, pero otra risa de su hija le interrumpió

—¿Cómo es que duermes en las noches al saber que vendiste a tu hija? —cuestionó, con falsa curiosidad —¿Realmente puedes descansar sabiendo que no vas a volver a verme después de mañana?

—Yo no te vendí. —negó el rubio enseguida

—Ellos te dieron dinero y tú les diste mi mano. —le recordó —Eso es básicamente lo que significa vender. Dar algo a cambio de dinero. —le explicó con calma, cómo si estuviera haciéndolo con uno de sus sobrinos

—Esto es por tu bien. —insistió el hombre —De otro modo habrías sido tomada por un cazador y quién sabe lo que te hubiera hecho. —su tono de voz se elevó

—¿Cómo sabes que él no me hará lo mismo? —Astrid señaló hacia la ventana del carruaje, refiriéndose a Hiccup —¿Qué te asegura que no me hará cosas mucho peores? O.. ¿Qué tal si un día decide entregarme a ese "cazador" solo por morbo? —preguntó casi con desesperación, queriendo hacerle entender que estaba cometiendo un error y teniendo aún una esperanza de poder convencerlo de cancelar todo —Nada te asegura que sea un buen esposo. Nada te asegura que no va a matarme un día solo por aburrimiento. ¿Estás dispuesto a vivir con la culpa de que mandaste a tu única hija a su muerte?

—Él prometió que no te haría ningún daño. —Thorkell volvió a bajar la voz, frunciendo el ceño ligeramente ante las palabras de su hija —Prometió ser buen esposo para ti.

—Tú prometiste quererme, cuidarme y protegerme siempre. —murmuró, volviendo a sentir el nudo en su garganta —Y ahora me arrojas a los lobos para poder salvarte tú.

—Astrid, las cosas no son así. —Gerda tomó su mano finalmente

—Y tú... —giró la mirada a su madre —Lo dejaste hacerlo.

—Hija...

—Si ser una buena esposa significa ser como tú, que guardaste silencio mientras mi padre me condenaba... Tengan por seguro que recibirán mis restos más pronto de lo que creen. Si es que queda algo. —retiró su mano del agarre de su madre —Espero que puedan vivir con el peso de haberme mandado a mi muerte, porque yo no pienso quedarme callada. Y por nada del mundo dejaría que nadie se atreviera a lastimar a mis hijos.

—Eran hooligans. ¿Qué esperabas que hiciéramos? —preguntó su padre

—Para empezar, no apostaría dinero que no tenemos. Y de haberme metido en un problema así, trabajaría hasta el cansancio, de ser necesario, para cubrir mi deuda. —hizo una pausa, viendo a su padre hacer una mueca —Pero para ti fue más fácil prostituir a tu hija antes que trabajar para remediar tu error. —comentó con tono divertido

Lo siguiente que se escuchó fue la bofetada que el mayor le dio. Haciendo jadear con sorpresa a Gerda, quién incluso dio un brinco ante el repentino golpe. Astrid sintió su mejilla izquierda arder y lágrimas acumularse en sus ojos. Regresó la mirada a su padre mientras llevaba una de sus manos a la zona irritada.

Antes de que cualquiera pudiera decir o hacer algo, el carruaje se detuvo.

Habían llegado a Berk.

Hiccup suspiró nervioso mientras esperaba, junto a sus padres, la llegada de Astrid y sus padres. Veía constantemente a su madre, queriendo asegurarse de que realmente estaba bien y ella le sonreía con cariño al notar su preocupación. Acarició su cabello un par de veces para calmarlo y terminó tomando su mano al verlo tan nervioso.

—Todo va a salir bien. —murmuró con una sonrisa

—Eso espero, ma. —trató de sonreírle, pero le salió más como una mueca

Anja apretó un poco el agarre en su mano y giraron la mirada al bosque al escuchar el carruaje llegar.

—Si llegas a sentir algún malestar o molestia, no lo escondas. —pidió Estoico con voz suave hacia su esposa, quién asintió con la cabeza despacio

Aún se negaba a hablar con él, seguía sintiéndose furiosa con él por aquel arreglo matrimonial. Sin embargo, había acordado decirle sobre su estado de salud. Principalmente para no angustiar más a su hijo.

El carruaje, siendo guiado por los gemelos Thorston, se visualizó a lo lejos. Fishlegs, que iba detrás del carruaje con Albóndiga, aceleró un poco el trote de su yegua para quedar a la par de los gemelos.

Cuando llegaron hasta los Haddock, se detuvieron. Tuffnut bajó para abrir la puerta a los Hofferson, mientras Fishlegs bajaba de Albóndiga y ayudaba a Ruffnut a bajar del carruaje para después dirigirse juntos a bajar el equipaje.

Astrid fue la primera en salir del carruaje, tomando la mano que el rubio le extendía para no caer, pues no estaba acostumbrada a ese tipo de transporte.

Hiccup sonrió al verla, frunciendo ligeramente el ceño al notar su mejilla enrojecida y su semblante decaído. Se acercó a ella para tomar su mentón con cuidado y ver mejor aquella zona roja en su rostro, disgustado al notar que parecía un golpe.

—Bienvenidos a Berk. —la voz de su madre llamó su atención, miró de reojo a los señores Hofferson, notando que la mujer estaba nerviosa y el hombre mantenía el ceño ligeramente fruncido hacia su hija.

¿Acaso él se había atrevido a golpear a su preciosa rubia?

—Señor y señora Hofferson, ella es mi esposa, Anja. —la presentó Estoico, Astrid aprovechó el momento para retroceder un poco y hacer que el castaño soltara el agarre en su rostro —Les daremos un breve recorrido por nuestras tierras antes de llevarlos a sus habitaciones.

Anja notó que la rubia menor no levantaba la mirada, no reclamó o dijo ninguna palabra. Ella esperaba comentarios sarcásticos, enojo e incluso algún insulto... Pero no había nada de eso. No tenía en ese momento el carácter guerrero que a su hijo tanto le gustaba.

Se percató de que su hijo la observaba de manera disimulada y veía con un ligero enojo hacia quien sería su suegro, lo que le desconcertó. Pero al notar aquella zona rojiza en el rostro de su futura nuera podía darse una idea de por qué su hijo estaba molesto y por qué ella estaba tan callada.

—¿Anja? —la voz de Estoico llamó su atención, giró a verlo al sentir que este ponía una mano en su espalda —¿Todo bien, querida? —preguntó en bajo, no queriendo sonar preocupado ni dar a entender a sus invitados que algo estaba mal

—Si, descuida. —asintió enseguida y sonrió, regresando la mirada a la menor, que al fin había alzado un poco la mirada hacia ella —Solo veía a Astrid. —le sonrió comprensiva al verla tan cabizbaja —Bienvenida a Berk, linda. —estiró su mano hacia ella, que dudó unos segundos antes de tomar su mano—Será un honor que seas de nuestra familia. —sonrió ampliamente al ver la ligera mueca que trataba de ser una sonrisa

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