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VIII

Una semana había pasado.

Astrid trataba de encontrar algo bueno en toda la situación tan horrible en la que sus padres la habían puesto. Pero hasta ahora lo único que podía encontrar como bueno era que aquellos hooligans habían prometido cuidar de sus padres y los Berserker una vez ella estuviera casada con ese castaño.

Quería creer que decían la verdad, quería creer que al menos su sacrificio valdría la pena. Era todo lo que deseaba, que su familia estuviera bien. Sin importar lo que le obligarían a hacer, quería que sus padres estuvieran a salvo. Y ni hablar de sus sobrinos, por quienes daría su vida a cambio de que ellos estuvieran bien y seguros.

Esos tres pequeños eran su única razón para seguir con aquel estúpido acuerdo. Eran su motivación para sonreír y disfrutar día con día, a pesar de que no tenía ganas de hacerlo.

Esa mañana en particular, le estaba costando mucho mantenerse positiva, pero Oswald había llegado a su rescate.

El pequeño se ofreció a acompañarla a comprar algunas cosas que iban a necesitar para la cena y ella había accedido a llevarlo en cuanto tuvo la autorización de Dagur. El pelirrojo, sabiendo sobre el inevitable destino de su amiga rubia, no se negó a dejar ir a su hijo con ella para tratar de animarla pues sabía que le estaba costando mucho mantenerse bien.

Durante su trayecto, el menor le contaba sobre los planes que tenía para la fiesta de despedida que le harían en casa antes de que tuviera que hacer aquel misterioso viaje en luna llena. Ella le sonrió con tristeza, sintiéndose mal por tener que mentirle respecto a ese viaje.

Se negaba a decirles la verdad, se negaba a explicarles que se casaría y se iría, probablemente para siempre. No quería preocuparlos, por lo que había inventado que se iría de viaje unos meses para ayudar a un familiar lejano al que ellos no conocían. Se habían puesto tristes, pues no pasarían ese Snoggletog juntos, pero era mejor eso a admitir la verdad.

—Tía, ¿Qué es eso? —la pregunta del menor la hizo dejar sus pensamientos un momento, al seguir con la mirada hacia donde el pequeño señalaba se dio cuenta que frente a su casa estaba aquel castaño con dos caballos

—Esos son caballos, osito. —explicó al menor con calma —Como los que tiene Valya, ¿Los recuerdas? —tomó la mano del niño para mantenerlo cerca

—Uh, si.. —asintió con la cabeza a pesar de no tener un recuerdo claro de ello —¿Crees que ese chico está perdido?

—Le preguntaré, pero tú.. debes ir a casa con las compras, Heather seguro las necesita pronto. —comentó con calma

—Está bien. —dijo con duda, no queriendo dejar a su tía con aquel sujeto desconocido

Ella suspiró profundamente y pasó de largo al castaño, soltando la mano del niño para darle un suave empujón en la espalda, queriendo hacerlo avanzar de prisa a su casa.

Cuando Oswald siguió avanzando con algunas de las compras en sus manos, Astrid se dio la vuelta para acercarse al castaño.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con molestia

—Buenas tardes para ti también. —comentó el chico con una sonrisa sarcástica

—¿Qué haces aquí? —volvió a cuestionar, con más seriedad

—Mi padre acordó con el tuyo traer unas protecciones para su propiedad. ¿No te lo dijo? —habló Hiccup con calma, no queriendo empeorar el mal humor de la rubia

—¿Y ya las pusiste? —se acercó un paso más hacia él —Porque de ser así, es mejor que te vayas ahora. —señaló hacia el bosque, él sonrió a medias sin poder evitarlo

Le gustaba que ella fuera tan territorial, que estuviera marcando sus límites en los que él no podría acercarse. No tenía intención alguna de hacerlo, de cualquier modo, pero verla defender su hogar como si realmente tuviera oportunidad de impedirle hacer algo... le parecía encantador.

—Las están poniendo. Yo no me encargo de eso.

—¿Qué te parece tan divertido? —frunció su ceño

—Nada. —negó con la cabeza y desvió la mirada un poco para tratar de borrar su sonrisa

—¿Esos caballos son tuyos? —una tercera voz llamó la atención de ambos, que miraron hacia el pequeño rubio, quién veía a su vez con mucha curiosidad hacia aquellos animales

—Uno de ellos. —Hiccup respondió —Él se llama Chimuelo. —señaló a su caballo, que se acercó unos pasos y relinchó suavemente para presentarse —Y ella es Albóndiga. —señaló a la bonita yegua color café, que se mantuvo en su lugar mientras buscaba con la mirada a su humano, que ya se había tardado mucho para su gusto

—Es muy grande. —murmuró el pequeño con una sonrisa nerviosa al tener al caballo negro tan cerca

—Deberías ir a casa, anda. —Astrid intervino, alejando a Oswald del chico y aquel animal

—Pero quiero tocar al caballo, ¿Puedo? —preguntó con una carita triste a la que ella nunca solía negarse

—Osito...

—No le hará nada. —aseguró el castaño en voz baja y tranquila, ella frunció el ceño

—No es el caballo el que me preocupa. —murmuró molesta mientras lo veía, relajando su postura al regresar la mirada al niño —Ve a casa, osito. Será en otro momento, ¿Si?

—Bueno. —hizo un puchero mientras asentía con la cabeza —Venía por la salsa. —señaló las compras que seguían en manos de la rubia

—Ya la llevo, ¿está bien? Vuelve adentro. —le pidió nuevamente, el pequeño asintió con la cabeza una vez más y corrió hacia su casa

—Es un niño encantador. —comentó Hiccup al verlo irse

—Mantente alejado de mis sobrinos. —le advirtió la rubia —Y vete de aquí lo más pronto posible. No quiero que ellos sepan quién eres.

—Me casaré contigo, tarde o temprano...

—Cállate. —lo interrumpió —No lo saben. No tienen porqué saberlo. Solo... cállate. —el castaño guardó silencio y retrocedió un par de pasos para hacerle entender que no haría nada malo

Astrid resopló molesta y se dio la vuelta para ir a la casa Berserker, no sin antes volver a ordenarle que se fuera y exigirle que no se acercara a los pequeños.

Cuando Fishlegs volvió a su lado después de terminar con su labor, él no podía dejar de sonreír. Se despidieron de Thorkell y ambos emprendieron su camino de regreso a Berk.

—Estás más feliz que hace un rato. ¿Me perdí de algo? —su amigo rubio lo vio con curiosidad

—Pude ver a Astrid. —comentó en bajo —Creo que me amenazó.

—Oh... buena manera de iniciar su matrimonio. —bromeó, haciendo reír al castaño en bajo

—Es encantadora. —dijo con un suspiró, sonriendo feliz

—Te amenazó. —le recordó el rubio —¿Cómo puede ser encantadora?

—Es que... verla dispuesta a pelear por defender y cuidar de los suyos... —volvió a suspirar, recordando la molestia de la rubia —Me encanta que sea así. Que luche, que se defienda y cuide de su familia...

—Te encanta complicarte la vida. —murmuró el rubio

—Me encanta que sea guerrera. Eso la hace muy atractiva. Ella es, simplemente es... perfecta. —Fishlegs rodó los ojos y sonrió con gracia

—¿Entonces por qué te estabas quejando la semana pasada? —Hiccup hizo una mueca y desvió la vista —Si tanto te gusta, si realmente te gusta, tienes que pelear. Y no me refiero a que sigas peleando con tus padres por si debes casarte o no. —aclaró enseguida —Me refiero a que le demuestres que eres digno de tener su afecto.

—Fishlegs...

—Si la boda es inevitable. Pelea por obtener su corazón.

El rubio sonrió satisfecho al verlo pensativo unos segundos antes de acelerar el trote de su caballo. Sabía que Hiccup quería obtener una respuesta positiva de la rubia, pero no iba a conseguirlo por arte de magia, debía esforzarse y mucho.

—Vamos, nena. Alcancemos al testarudo de Hiccup. —le dijo a su yegua con calma, que aceleró un poco el trote para tratar de alcanzar al caballo negro y su obstinado jinete

Jack sonrió al ver a Hiccup llegar al establo, alzando un pergamino hacia él para que lo viera. El castaño se acercó a su mejor amigo y bajó de su caballo con cuidado.

—Es de la reina. —avisó el peliblanco, dándole el pergamino

—¿Y si está dirigida a mi o solo quieres restregarme tu relación en la cara? —preguntó con gracia mientras desenrollaba el papel, el peliblanco soltó una risa

—Es una respuesta a tu petición. —aclaró con calma, acariciando a Chimuelo cuando este se acercó a saludarle

Hiccup leyó el contenido de aquel pergamino, haciendo una mueca y frunciendo el entrecejo ligeramente.

—No es una negativa. —murmuró Jack —Ella realmente quiere ayudar.

—Es mucho tiempo. —dijo molesto, volviendo a enrollar el pergamino al ver que Fishlegs se acercaba —Si solo me dijera donde encontrar...

—Sería peligroso, lo sabes. —el peliblanco tomó el pergamino y saludó al rubio quién recién llegaba

—¿Ha pasado algo? —preguntó con cautela, notando el mal humor del castaño

—Solo le restregaba mi relación en la cara. —se encogió de hombros y soltó una risa al sentir que Hiccup le daba un ligero golpe en el hombro

—Deberías dejar de ser tan cruel conmigo. —murmuró el castaño, sonriendo a medias —Vengo de que mi futura esposa me amenace y tú me restriegas que la reina te ama y te extraña mucho. —hizo una mueca

—Uh... ¿Tu futura esposa? —sonrió divertido —Vamos avanzando con la aceptación. —soltó una risa al sentir otro golpe en su hombro

—Hubieras visto su cara de ensoñación cuando veníamos de regreso. Parecía realmente feliz de poder verla. —comentó el chico rubio, riendo al ver la molestia del castaño

—Tienen suerte de que los considere mis amigos. —murmuró, frunciendo su ceño y avanzando unos pasos lejos de ellos, seguido por su caballo

—Tampoco es como si realmente pudieras hacernos daño. Terminarías acobardándote al final. —bromeó el peliblanco, sonriendo divertido al verlo detenerse

—El último que dijo eso terminó sin un par de dientes. —Fishlegs sonrió divertido retrocediendo con su yegua —Vamos, nena. No hay que ser testigos de otra golpiza. —avanzó con Albóndiga hacia el interior del establo

—Te encanta tentar a tu suerte. —murmuró Hiccup con seriedad hacia Jack una vez que el rubio se fue

—Oh, vamos... te gusta que lo haga. —dijo el peliblanco con diversión

El castaño rodó los ojos y negó con la cabeza, volviendo a avanzar con Chimuelo hacia el establo, seguidos por Jack, quién le contó con calma algunas noticias que había recibido sobre los poblados humanos de Berk.

Hiccup escuchó atentamente mientras quitaba la silla de su caballo, haciendo nota mental de las situaciones en las que debía ayudar a su madre ahora que no estaba tan bien de salud.

—¿Hay alguna noticia de Mérida? —preguntó una vez iban de salida del establo hacia la herrería, donde les tocaba ayudar esa tarde

—Estará aquí en luna llena. Ha conseguido la autorización para que ambos podamos estar para ti ese día. —respondió el peliblanco con calma —Y... respecto a las autorizaciones...

—Si quieres pasar Snoggletog allá, hazlo. —le sonrió —No tengo problemas con ello. Sólo avísame y le pediré ayuda a los gemelos con las preparaciones. Porque me imagino que Mérida también querrá estar ahí en esa fecha. ¿No?

—Prometió que estaría aquí la tarde siguiente. —murmuró, asintiendo con la cabeza

—Dile que se tome el día siguiente. No hay problema.

—¿Seguro? —preguntó con duda

—Si, que disfrute de su familia. —asintió con la cabeza —Además... tal vez con eso podamos ganar una autorización para que estés aquí en mi cumpleaños. —dijo con gracia

—Me aseguraré de pedírsela a la reina. —sonrió divertido ante el comentario

—Si, por favor. Seguro te hará más casi a ti que a mí. Y... Jack...

—Le preguntaré al respecto, descuida. —asintió con la cabeza, sabiendo lo que iba a decir —Yo también quiero que Anja mejore. —murmuró, poniendo su mano en el hombro del castaño, que le sonrió a medias y le agradeció en bajo 

Heather observó a Astrid mientras esta le ayudaba con la cena. Notaba que estaba molesta y podía entender la razón. Oswald les había dicho sobre el chico desconocido que habían visto y el pequeño se mostraba desconcertado por la actitud de su tía rubia.

—¿Volverá? —preguntó en bajo, sin poder evitarlo

—Más le vale no hacerlo. —murmuró Astrid con molestia

—¿Qué hacía aquí? —detuvo sus acciones un momento para girar hacia ella, necesitando una respuesta clara al respecto —El viaje es hasta dentro de tres semanas. —le recordó en bajo, viendo de reojo a sus sobrinos que estaban entretenidos con Dagur

—Su padre y mi padre acordaron poner protecciones en la propiedad. —aclaró suavemente —No estoy segura de cómo se hace, pero eso venía a hacer.

—¿Qué tipo de protección? —preguntó con curiosidad

—Protección para evitar que cualquier hooligan no deseado se acerque. —hizo una mueca —Supongo que eso no los incluye a ellos porque ahora serán "familia". —hizo comillas con los dedos ante aquella palabra —Pero al menos aquellos a los que les debía dinero mi padre y que casi incendian nuestras casas, no podrán acercarse.

—Pues... supongo que eso es un avance. —murmuró la pelinegra, haciendo una mueca y regresando la atención a la comida

—No dejaré que les hagan daño. Ni siquiera él. —negó la rubia con la cabeza

—No te expongas. —pidió la pelinegra

—Estaré bien, no te preocupes por mí. —le sonrió a medias —Y yo los voy a cuidar, te lo juro. —murmuró, Heather sonrió un poco, queriendo creer en ella, queriendo creer en que todo estaría bien, que la rubia estuviera bien y que realmente aquellos hooligans cumplieran con su parte del trato y cuidaran de su familia

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