VII
Heather tarareaba alegre mientras caminaba con sus sobrinos y su hermano de regreso a casa. Quería asegurarse de que Astrid estuviera bien, pero por el momento solo disfrutaba del trayecto junto a sus preciados niños.
Al estar cerca de la casa, notaron que la rubia estaba partiendo leña con un inusual mal humor. La pelinegra se acercó a ella desconcertada mientras Dagur se llevaba a los niños a la casa.
—Rubia... ¿Qué pasó? —preguntó acercándose con cautela hasta ella
En cuanto la joven Hofferson la escuchó, detuvo sus movimientos, comenzando a sollozar sin poder evitarlo.
—Oye, ¿Qué pasa? —se acercó enseguida para abrazarla con fuerza en cuanto tiró el hacha a un lado —Astrid, ¿Qué pasó? —volvió a preguntar, sintiéndose angustiada por la reacción de su mejor amiga
—Mi padre... ha prometido mi mano a un imbécil. —dijo entre sollozos —Me ha cambiado por unas cuantas monedas.
—¿Qué? Pero... —Heather acarició suavemente su espalda, tratando de entender qué era lo que estaba pasando
—Le prestaron dinero para pagar la deuda. Y él prometió mi mano a ese prestamista para saldar la nueva deuda. —explicó, aferrándose a la contraria todo lo que podía —Me vendió a un hooligan. —sollozó aún más al admitirlo en voz alta
Le dolía haber sido una moneda de cambio para su padre. Que la diera como mercancía o ganado al mejor postor. Le dolía que su padre no se preocupara por lo que esos sujetos pudieran hacer con ella en cuanto estuviera atada a ese castaño al que ya detestaba con todo su ser.
Le dolía tener que dejar a su familia, los pequeños a los que adoraba, su trabajo, su vida tal y como la conocía... todo iba a cambiar para ella, para Heather, los niños... para todos..
Y su padre no había pensado en eso. Él simplemente quería resolver rápidamente un problema que él mismo había causado, quería saldar una deuda que él había adquirido y no había dudado ni un instante en arrojarla a ella a los lobos por salvar su propia piel.
—¿Te prometió a un hooligan? —Heather sintió su corazón latir con fuerza ante aquellas palabras, pensando en que podría perder a su amada amiga para siempre debido a eso —¿Quieres...? ¿Qué quieres hacer? —la apretó contra sí, queriendo darle refugio
—No hay nada que pueda...
—Puedes escapar, te ayudaría. —le interrumpió la pelinegra —Te acompañaré a las montañas, podrías cruzarlas hasta llegar al mar y... seguro encontrarás embarcaciones que puedan sacarte de aquí y mantenerte a salvo.
—Heather...
—He escuchado de islas que reciben refugiados. Podrías ir ahí. Podrías...
—No puedo hacer eso. —negó con la cabeza, separándose despacio del abrazo y limpiando las lágrimas que seguían corriendo por sus mejillas —Los pondría en riesgo.
—Podemos ir contigo. —murmuró, sintiendo un nudo formarse en su garganta —No quiero perderte. Me niego a perderte. —negó con la cabeza, volviendo a abrazarla con fuerza y permitiéndose llorar junto a ella
—No puedes evitarme por siempre, hijo. —Estoico observó al castaño, que no había pronunciado palabra alguna en todo el trayecto de regreso a Berk —Sé que no es lo que querías, pero...
—Había otras maneras de hacer las cosas. —murmuró el castaño, molesto mientras se acercaba a la carreta para tomar a los cachorros de zorro con cuidado
—Me encantaría escuchar tus ideas. —Estoico lo observó, notando que parecía estar pensando en algo útil que decirle, antes de que pudiera decir cualquier cosa Anja se acercó a ellos
—Ahí están, mis amores. —les sonrió con alegría, acercándose a poner su mano en la espalda de su hijo —¿Cómo les fue hoy?
—Tengo que ir con mi tía. —le mostró a los cachorros y le sonrió a medias para caminar hacia el refugio, siendo seguido por Chimuelo
—¿Estoico? —preguntó a su esposo con curiosidad por la respuesta del menor, el pelirrojo suspiró con pesadez mientras bajaba de la carreta
—Yo llevaré la carreta y los caballos a su lugar. —comentó Bocón avanzando hacia otro lugar lejos de los jefes
—¿Recuerdas que hablamos sobre la humana que le gustaba a Hiccup? —preguntó con calma, poniendo su mano en la espalda de la mujer para caminar juntos por el sendero que llevaba directamente a su hogar
—¿Qué hiciste? —frunció el ceño desconcertada —No le has hecho daño a la chica, ¿verdad? —preguntó angustiada, deteniendo sus pasos
—No haría eso, Any. —negó con la cabeza —Por el contrario, quiero que esté a salvo. —ella lo vio con duda
—¿Qué hiciste? —preguntó nuevamente en un murmullo, observando con atención al hombre
—Hablé con su padre y se casará con Hiccup la próxima luna llena. Antes de la cosecha. —explicó con calma
—¿Qué? —frunció su ceño —¿Has arreglado un matrimonio para Hiccup?
—Anja.
—Acordamos que no haríamos eso. —reclamó molesta —Juraste que no harías esto. Que lo dejarías elegir.
—Pero si él quiere estar con ella. —dijo con tono obvio
—¿Y ella también lo quiere? —Estoico hizo una mueca y apartó la mirada —Eso pensé. —murmuró, retomando su andar con evidente molestia —Vas a anular ese trato.
—Anja...
—Sin discusiones, Estoico. —le interrumpió —No habrá boda.
—Lo hago por su bien. —la detuvo, tomando su brazo con suavidad —Para salvarla de un cazador.
—Hay otras maneras de cuidarla. No tenemos que atarla a un matrimonio que evidentemente no quiere. —comentó en bajo
—Si intercedemos para cuidarla y cuidar de su familia sería darle nuestro favor a alguien sin un motivo claro. Lo cual sería romper la regla que tenemos con el territorio humano de no intervenir ni favorecer a nadie en particular. —le recordó con calma
—Entonces decidiste que era mejor romper nuestras propias leyes. —se soltó de su agarre —Esas que tanto nos costó interponer.
—Si ella no se casa con Hiccup, esos cazadores volverán a buscarla. Una simple protección no habría impedido que la tomaran por la fuerza.
—Pero tú le has quitado la libertad igualmente. —dijo con obviedad
—Aquí no sería una prisionera. Sería la futura jefa y..
—Y no quiere serlo, Estoico. —insistió —La estás obligando a casarse con nuestro hijo, le estás arrebatando la posibilidad de elegir con quien estar.
—Hay peores opciones para casarse. —dijo él con media sonrisa
—Nunca dije que mi hijo sea una mala opción. —aclaró —Simplemente no quiero que tenga un matrimonio sin amor. Él merece más que eso.
—¿No crees que ella podría aprender a amarlo con el tiempo? —preguntó con curiosidad —¿Crees que sea tan complicado amarlo?
—Deja de poner palabras en mi boca. —murmuró molesta, retomando su camino
—Any, no te molestes. —la siguió
—Vas a cancelar ese matrimonio, Estoico. Lo digo enserio. —le advirtió, sin detener sus pasos ni voltear a verlo
—¿Qué te sucedió? —Jack se acercó a Hiccup con calma, teniendo cuidado con los cachorros que corrían por el lugar, emocionados por las visitas
—Traje dos cachorros. —murmuró el castaño, señalando con la mirada hacia su tía, que revisaba a los pequeños zorros junto con otras dos mujeres encargadas de la salud de los animales en el refugio
—Ya, claro... ¿Y por qué estás en el suelo? —preguntó con curiosidad, viendo a Chimuelo recostado a su lado, con su cabeza sobre las piernas del castaño —¿Chimuelo está bien? ¿Ha pasado algo? —Hiccup negó con la cabeza, concentrando la mirada en su caballo, que se dejaba inspeccionar por un conejo y un par de perros pequeños —Bien... ¿Qué pasó? —se sentó a su lado con cuidado, cargando al conejo para acariciarlo con suavidad
—Jack, no...
—Ha pasado algo, lo noto. —le interrumpió —Sabes que no puedes ocultarme nada, así que... Dime. ¿Qué está mal?
El castaño suspiró y recargó la cabeza en el hombro de su mejor amigo, Jack recargó su cabeza sobre la de él y vio a través de los pensamientos de Hiccup lo que había pasado.
Para el heredero de Berk era más fácil hacer aquello que contarle lo que pasaba, siempre había sido más fácil hacerlo así por lo que el peliblanco estaba acostumbrado a su manera poco usual de contarle las cosas que le molestaban o entristecían.
Suspiró en bajo una vez tenía el contexto de porqué su amigo estaba tan cabizbajo. Vio al conejo acurrucarse en sus brazos y sonrió a medias, pensando en qué decir para aligerar el ambiente.
—¿Qué vas a hacer ahora? —preguntó con voz suave
—No lo sé. —admitió el castaño, cerrando sus ojos mientras acariciaba al caballo —Por ahora, solo quiero estar aquí. En el suelo. Con Chimuelo y contigo. —murmuró
—Bien, aquí nos quedaremos entonces. —aseguró con calma —Rodeados de criaturas salvajes que probablemente nos ataquen en cualquier momento. —bromeó, viendo a uno de los perros que inspeccionaba a Chimuelo brincar hacia él con la intención de jugar
El caballo levantó la cabeza del regazo del castaño, quién abrió los ojos ante el movimiento y sonrió al ver al pequeño perro moviendo la colita, emocionado por la reacción del enorme animal desconocido.
—Bastante salvajes, tal vez nuestra vida corra peligro aquí. —le siguió la broma, enderezando la postura al igual que el peliblanco —¿Quieres jugar, amigo? —preguntó al caballo, quién pareció asentir con la cabeza mientras lo empujaba un poco —Vale, vale.. pero ten cuidado con los pequeños. —le sonrió, colocando su mano sobre él para ayudarle a transformarse en un perro de tamaño mediano, este se sacudió una vez terminó la transformación y corrió con los cachorros para jugar
—Siempre me ha intrigado esa habilidad tuya. —admitió Jack con una sonrisa, viendo a Chimuelo correr feliz por el lugar —¿De dónde salió? —vio al castaño con curiosidad
—Bocón puede hacer algo similar con el metal. —se encogió de hombros —Mamá cree que podría ser una variante de su poder.
—Claro... pero, una cosa es hacer una hacha y otra muy diferente es.. bueno.. —señaló al perro negro de ojos verdes que jadeaba mientras "huía" de un conejo, Hiccup soltó una risa suave
—Si, es bastante diferente. —admitió con gracia —La verdad es que no lo sé. Soy una mezcla extraña, ¿Recuerdas? —volvió a reír suavemente
—Eres el ser más extraño que he conocido en mi vida. —asintió el peliblanco —Y mira que conocí a un chico conejo gigante. —bromeó riendo junto al castaño
Sigrid los observó con curiosidad al escucharlos reír, sonriendo al sentir el ánimo de su sobrino más tranquilo. Regresó la mirada a los cachorros de zorro, aliviada de que estuvieran bien de salud a pesar de todo.
—¿Quieres que los coloquemos cerca de los otros zorros pequeños? —preguntó una de las mujeres que le ayudaban con los cachorros
—Si, por favor. Espero que Zarina los acepte como sus cachorros. —acarició al pequeño zorro más tímido, que se quejó y se acercó más a su hermano, quién lo acurrucó para mantenerlo a salvo
Ambas mujeres se alejaron con los pequeños para llevarlos al que sería su nuevo hogar. Sigrid quería aprovechar el momento para acercarse a su sobrino, pero antes de que pudiera dar ni un solo paso vio a un pequeño gorrión rojo, bastante conocido, volar hacia ella.
—Hola, mi niño. —saludó la mujer con cariño en cuanto esté se posó en su hombro y acarició suavemente las plumas de su pecho, lo que hizo al ave mover un poco sus alas mientras se acercaba más a su toque —¿Qué has hecho hoy? —preguntó con curiosidad, el gorrión aleteo para alejarse de su hombro y revoloteó para prenderse en fuego antes de transformarse en Snotlout
—Hola, ma.—le saludó, acercándose a dejar un beso en su mejilla —La jefa me mandó. Dijo que habrá una reunión de emergencia.
—¿Reunión de emergencia? —preguntó desconcertada, girando la mirada a su sobrino
—Hiccup, hay reunión en tu casa. —informó el pelinegro al notar la presencia del castaño —No sé que fue lo que hiciste, pero tu madre está furiosa. —sonrió divertido antes de volver a convertirse en un pequeño gorrión para salir en busca de su padre
—¿Anja furiosa? —la mujer estaba más que desconcertada, su cuñada rara vez se molestaba, por lo que seguramente había pasado algo realmente serio para ponerla así —Que nos amparen los dioses. —murmuró —¿Qué es lo que ha pasado con tu madre? —preguntó a su sobrino al verlo levantarse con calma del suelo, seguido por el peliblanco
—Nada bueno, supongo. —murmuró él, encogiéndose de hombros
—Bueno.. sea lo que sea. Seguro que es culpa de tu padre. —dijo con gracia, palmeando el hombro del castaño y avanzando a la puerta del refugio
—Puedo llevar a Chimuelo más tarde. —dijo Jack al ver que Hiccup le llamaba para salir
—El cambio no dura mucho, lo sabes. —murmuró —Además, vas a ir conmigo.
—Si es una reunión familiar...
—Te quiero conmigo, Jack. —acarició a Chimuelo y avanzó tras su tía
—Pero... —el peliblanco los siguió, dejando al conejo con cuidado en el suelo
—Sin peros. —colocó su mano sobre su ahora cachorro para devolverlo a su apariencia natural
Jack hizo una mueca, sin embargo, no se volvió a negar. Lo siguió hasta el establo, donde se despidieron de Chimuelo, que trotó alegre hacia el resto de caballos. Hiccup hizo una mueca y comenzó a avanzar a su hogar, seguido de cerca por el peliblanco, que no dijo nada durante todo el trayecto.
Cuando llegaron a la oficina de su padre, se percataron de la voz molesta de Anja, lo cual les desconcertó, pues ella no solía elevar la voz nunca. Mucho menos a Estoico. Entraron con pasos tranquilos, Jack se mantuvo unos pasos detrás del castaño. Observando con curiosidad como todos en la habitación guardaban silencio al verlo.
—¿Qué hace él aquí? —preguntó Spitelout de manera tosca al ver al invitado del castaño
—Lo mismo que nosotros, supongo. —Hiccup le restó importancia, encogiéndose de hombros —¿A qué se debe esta reunión, mamá?
—Vamos a encontrar una solución para el problema en el que tu padre te metió. —dijo Anja, tomando asiento en su lugar habitual con tono molesto, viendo al jefe con el ceño fruncido
—¿Qué problema? —preguntó desconcertado, tomando asiento junto a ella en la gran mesa de reuniones e invitando a Jack a sentarse a su lado y este obedeció
—El matrimonio que tu padre arregló. —aclaró Sigrid, pasando una de sus manos por su cara para despejarse, sintiendo la ira de su cuñada —Any, por favor... Entiendo tu enojo. Pero necesitas calmarte un poco. —le pidió con calma, la castaña gruñó molesta mientras desviaba la mirada
—Mamá. —Hiccup tomó su mano
—No vas a casarte con esa humana. —dijo ella enseguida, apretando su agarre —Yo lo voy a solucionar, tú no... No vas a pasar por eso. —negó con la cabeza
El castaño sonrió a medias, dejando un beso en la mano de su madre. Sabía la razón por la cual ella se negaba a ese matrimonio, sabía que no quería que le pasara lo mismo que a ella con Estoico. Sabía que no quería que la historia se repitiera.
Así como también entendía las razones de su padre, su insistencia por hacer esa unión, su insistencia por darle a su hijo el apoyo que él mismo no tuvo de su padre cuando le confesó estar enamorado de una mujer humana.
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