V
Astrid salió de casa más temprano de lo acostumbrado, queriendo recuperar horas para poder salir temprano y estar presente en la negociación que sus padres tendrían con aquellos Hooligans que supuestamente querían ayudarles. No iba a permitir que su padre terminara de hundir a su familia al aceptar algún trato estúpido.
Suspiró, pensando en sus pequeños sobrinos, en Heather, en Dagur. Pensó en el peligro al que los habían expuesto y sintió un gran pesar en el hecho de que algo podría pasarles por su culpa.
Saludó a algunas personas conocidas en su trayecto al trabajo y trató de despejar sus pensamientos. No quería ser pesimista en ese momento, sabía que no era bueno pensar en todos los malos posibles escenarios ni saturar su cabeza con planes de escapes que seguramente no tendrían resultados positivos para ella o la familia.
—Estás distraída hoy. —le dijo su jefa un par de horas después, notando que había tirado la ropa que debía acomodar en los estantes, por tercera vez en esa mañana
—Lo siento, Hilda. —se disculpó en bajo, suspirando con frustración mientras recogía la mercancía
—¿Qué sucede, rubia? —preguntó con calma mientras le ayudaba a recoger las cosas
—Solo.. Hay algunos problemas en casa. —se encogió de hombros, no queriendo dar información de más
—¿Son tan graves como para no querer ir a casa anoche y llegar más temprano hoy? —cuestionó con curiosidad
—Necesito dinero. —admitió, terminando de acomodar las prendas —Mi padre..
—¿Volvió a apostar? —dedujo la mayor, Astrid resopló al darse cuenta que aquella situación se había repetido tantas veces que incluso su jefa sabía sobre los problemas de apuestas de su padre —Si necesitas que te preste dinero, sabes que podría hacerlo.
—Gracias, Hilda. Pero aún te debo un poco del último préstamo y..
—Y.. no hay intereses ni prisa por recuperar el dinero. Lo sabes. —le sonrió comprensiva
—No me gusta deberte dinero. Lo sabes.
—Lo sé. —asintió con la cabeza —Por eso confío en ti.
Astrid sonrió a medias cuando la mujer se acercó y puso su mano sobre su hombro. Le agradeció nuevamente, asegurándole que si llegaba a necesitar un nuevo préstamo se lo diría.
Hiccup se acercó a su mejor amigo, que le daba un trozo de manzana a uno de los caballos del establo. Un pequeño potrillo de color café claro que solía correr alegre hacia el peliblanco en cuanto lo veía.
—Deberías nombrarlo. —sugirió el castaño con una sonrisa al verlos interactuar
—No me pertenece. —negó con la cabeza, acariciando la crin del potrillo
—Bueno, es obvio que él está enamorado de ti. —bromeó, riendo cuando el potrillo se restregó en el peliblanco
—¿Enamorado? —preguntó con una sonrisa divertida mientras mimaba al pequeño caballo —¿Así es como defines tu relación con Chimuelo? ¿Están enamorados? —soltó una risa al ver la mueca del castaño
—Es diferente. —se cruzó de brazos
—¿Por qué es diferente? —lo vio con curiosidad, notando un caballo negro acercarse a ellos con un trote ligero
—Porque él no hace.. —sus palabras se vieron interrumpidas cuando sintió un empujón en la espalda, seguido por el relinchar alegre de su caballo
—¿No lo hace? —preguntó divertido al verlo restregarse en él
—Amigo, no ayudas. —se quejó, sonriendo y acariciando al caballo
—¿Ves? Está enamorado. —se burló el peliblanco
—Oh, cállate. —se quejó, dándole atención a su caballo mientras el peliblanco se reía de él
Ambos giraron la mirada hacia el interior del establo al escuchar un alboroto y el potrillo enseguida se colocó detrás de Jack con un salto, al mismo tiempo que Chimuelo se enderezaba y se colocaba frente a ellos para protegerlos en caso de ser necesario
—De nuevo está inquieta. —murmuró el castaño, acariciando al caballo negro para calmarlo
—Esta mañana atacó a uno de los chicos que limpian el establo. —la voz de su tía se hizo presente, pero no giró a verla, manteniendo la mirada en una de las yeguas que más les había costado trabajo domar
—¿El chico está bien? —preguntó Jack, acariciando al potrillo para que no estuviera tan asustado
—Se está recuperando. —la mayor sonrió a medias
—No le harán nada, ¿Verdad? —finalmente giró la mirada a la mujer —Le ha costado trabajo adaptarse, pero no es mala.
—Descuida, Hiccup. —le sonrió —Estará segura aquí. Nos encargaremos de darle el apoyo y los cuidados que necesite hasta que pueda ser libre de nuevo.
—Eso es un alivio. —admitió con una sonrisa, regresando la mirada al caballo negro en cuanto este volvió a empujarlo con su cabeza
—¿Vas a montar hoy? Para preparar a Chimuelo. —le hizo una seña a uno de los trabajadores para que se acercara a ellos
—No, no.. —negó enseguida hacia su tía y hacia el trabajador, que se detuvo —Gracias, pero saldré con mi padre hoy y... —se quejó ante el nuevo empujón que sintió por parte del caballo, que parecía disgustado por su respuesta —Chimuelo. —le regañó con suavidad
—Tal vez puedas llevarlo contigo. —sugirió Sigrid, su tía, hermana menor de Estoico y madre de Snotlout
Ella era la encargada de rescatar y cuidar animales heridos. Les daba alojamiento, alimento y los entrenaba para poder mantenerlos en sus tierras o liberarlos en el bosque de manera segura. Era una mujer de carácter tranquilo, a comparación de Estoico. Tenía la habilidad de sentir las emociones de humanos y animales, razón por la cual sentía mucha empatía y compasión por esas bellas criaturas.
En cuanto su hermano tomó el cargo de jefe, le asignó la tarea de rescatar y rehabilitar a los animales heridos. A pesar de que el concejo anterior (que servía a su padre) se oponía a ello al considerarlo un desperdicio de recursos, Estoico cumplió el deseo de Sigrid, sabiendo lo mucho que ella anhelaba aquello.
—No sé si mi padre esté de acuerdo con...
—Yo lo voy a convencer, descuida. —guiñó un ojo hacia él, volviendo a hacer una seña hacia el trabajador —¿Necesitas un caballo también, Jack? —vio al peliblanco que negó con la cabeza suavemente
—Gracias, pero no iré con ellos en esta ocasión. —dijo con calma, girando a ver al potrillo cuando este se restregó en él una última vez antes de trotar alegre hacia su madre, una bonita yegua de color miel que lo esperaba en la entrada del establo
—De acuerdo. ¿Te han encargado alguna tarea? —preguntó con voz suave, sonriendo al ver que Chimuelo parecía feliz mientras lo preparaban
—Realmente, no. ¿Necesita que le ayude con algo?
—Necesito algo de ayuda con unos polluelos traviesos. —le dijo con calma —Siri suele calmarlos, pero ahora que no está... Han estado inquietos.
Siri era su hija menor, ella amaba explorar el bosque y le ayudaba con el rescate y sanación de las diversas criaturas que llevaban al centro de Berk. Su habilidad de vuelo le ayudaba con la rehabilitación de aves y su capacidad para convencer a su hermano mayor de hacer lo que ella quisiera también era de suma importancia, puesto que Snotlout (al tener la habilidad de cambiar de forma) solía ser una ave ejemplar para los pequeños polluelos que empezaban a volar.
—Le ayudaré con lo que pueda. —asintió con la cabeza
—Muchas gracias, pequeño. —se acercó a tomar su brazo —Hablaré con tu padre, te dejará llevar a Chimuelo. —dijo hacia su sobrino, que sonrió
—Gracias, tía. —el caballo relinchó hacia ella, haciéndola reír en bajo
—De nada, pequeños. —sonrió ampliamente, dando un par de indicaciones a los trabajadores antes de irse con el peliblanco hacia el aviario
El castaño sonrió al escuchar los pensamientos que Jack compartía con él: "Suerte con la rubia". Suspiró, sabiendo que sí... necesitaría suerte.
Agradeció al trabajador que le ayudó a poner la silla de Chimuelo y subió a su lomo con agilidad, pues estaba acostumbrado a montar a caballo desde los quince años.
Sigrid había insistido al jefe que era una habilidad necesaria y él no había podido negarse ante la insistencia de su hermana menor y de su propia esposa, Anja. Le dio la autorización para que lo intentara y se alegraba de haberlo hecho, puesto que aquel acercamiento con los caballos le había dado a Hiccup un sentimiento de libertad y confianza en sí mismo que no tenía antes.
—Bien, amigo. Busquemos a papá. —dijo a su caballo con calma, Chimuelo enseguida emprendió un trote tranquilo mientras salía del espacio delimitado para ellos, con la clara misión de ir en busca del jefe
Helga observó a sus hermanos mientras desayunaban, vio a su tía Heather, a su padre. Todos sonreían y disfrutaban de ese día como si fuera cualquier otro día normal.
Pero no lo era, ella sentía muy en el fondo que algo estaba mal. Algo sucedería, algo malo.. podía sentirlo.
—¿Pasa algo, Heli? —preguntó Oswald con calma y aquel apodo cariñosos que él y la menor solían usar con ella, notando que estaba distante y bastante seria, algo inusual en ella, que solía conversar o al menos hacer bromas ante algunos de los comentarios de su padre
—Eso quisiera saber. —murmuró la mayor, bajando la mirada a su comida
—Helga... —Dagur tomó su mano para llamar su atención —¿Qué sucede? ¿Te sientes mal?
—¿Necesitas medicina? —preguntó Igna, viéndola con atención y dispuesta a ponerse de pie para ir a buscar la medicina, a pesar de no tener idea de dónde estaba
—Estoy bien, solo... Tengo un mal presentimiento. —se encogió de hombros y le sonrió a sus hermanos para calmarlos
—Terminen de comer, pequeños. Se hará tarde. —intervino Heather, con calma y cambió de tema para que su sobrina mayor no se sintiera abrumada por más preguntas.
Sabía que desde hacía un par de años tenía esos "presentimientos". A veces, solían ser buenos y en ocasiones eran malos. Ambas trataban de ignorarlos la mayor parte del tiempo, pero siempre... SIEMPRE, se hacía realidad lo que ella sentía. Si tenía una mala sensación, pasaba algo malo. Si tenía una buena sensación, recibían buenas noticias.
Y que justo ahora tuviera uno de sus "malos presentimientos" le causaba una horrible sensación en el estómago, pues pensaba en Astrid y el problema del dinero. Temía que aquella mala situación pudiera deberse a que algo malo le pasaría a su mejor amiga.
Cuando el desayuno terminó, tomaron sus cosas para irse a la escuela. Los pequeños se desilusionaron al ver que su tía rubia no iría con ellos esa mañana. La pelinegra mayor les explicó que debía trabajar más temprano ese día y les aseguró que podrían verla por la tarde.
Helga observó a su tía y negó con la cabeza suavemente, sintiendo que no sería así. La pesadez que sentía ese día solamente la había sentido una vez, hacía dos años. Fue la primera vez que experimentaba algo así y le había pedido a los dioses por no volver a sentirlo, pues después de eso... habían perdido a su madre.
Durante el camino hasta la escuela se mantuvo en silencio, sintiéndose inquieta por lo que podría pasar con su familia. Principalmente con su tía Astrid, que la noche anterior había escuchado que estaba en problemas. Ella no debía haber escuchado la conversación entre su padre y su tía, era evidente que no querían preocuparla a ella o sus hermanos.
¿Será por eso que tenía aquel mal presentimiento? ¿Sería solo una preocupación por lo que había escuchado?
Le rogaba a los dioses que así fuera. Que solamente sea angustia por la incertidumbre de no tener idea de que pasaba concretamente en la casa Hofferson.
—¿Estás listo, hijo? —preguntó Estoico al castaño, con tono tranquilo
—Si, creo que sí. —murmuró, sonriendo nervioso
—Si no te sientes cómodo puedes quedarte. —comentó comprensivo, avanzando a la carreta que llevarían consigo, una menos elegante a la que había usado Bocón la tarde anterior cuando fue a hablar con los Hofferson, pues necesitaban llamar la atención lo menos posible.
—Puedo saber.. ¿Por qué me llevas contigo? —preguntó, mientras Chimuelo avanzaba para acercarse a los dos caballos que llevarían la carreta
—Bueno, este préstamo no habría sido posible sin tu intervención. —respondió su padre, sentándose en la carreta junto con Bocón, quién tomó el mando de la misma para iniciar a avanzar
—Bueno, si... pero... —hizo una mueca, tratando de organizar sus pensamientos un poco antes de volver a hablar
—Jack mencionó que les has estado dando ciervos. —Estoico lo observó con curiosidad —Un ciervo cada luna llena desde hace casi cinco años.
—Esos son muchos ciervos, sin duda. —comentó Bocón con algo de diversión en su voz
—Yo solo lo llevo al bosque. Ellas son quienes lo rastrean. Son buenas cazando.—aclaró enseguida, queriendo asegurarse de que no pensaran que se los daba sin más, pues sabía lo mucho que ambas chicas se esforzaban por rastrear y matar a su presa para después llevarla a su casa
—¿Ellas? Creí que solo era una chica. —le interrumpió
—Son.. son de la familia. —titubeó, rascando su nuca nervioso con una de sus manos mientras pensaba en cómo explicarle a su padre aquella situación —Verás.. Astrid y sus padres tienen una relación muy estrecha con otra familia. Se conocen desde hace mucho tiempo y se consideran tan cercanos como si de una sola familia se tratase. —comenzó a explicar con calma
—Así que la afortunada se llama Astrid. Tiene un nombre encantador. —dijo el hombre rubio, sonriendo divertido al ver que el castaño se sonrojaba un poco al darse cuenta de su descuido —Seguro es tan encantadora como su nombre. Por lo que puedo ver, te tiene completamente atrapado, Hiccup. —soltó una carcajada al notar que el chico se ponía completamente rojo por sus palabras
—¿Has hablado con ella? —Estoico sonrió a medias al ver la reacción de su hijo
—No. —negó despacio con la cabeza, bajando la mirada a sus manos —Nunca he tenido el valor para hablarle. —admitió avergonzado
—Bueno, hoy parece un buen día para iniciar una conversación con Astrid. ¿No te parece? —volvió a observar a su hijo, sintiendo curiosidad por sus reacciones, pues nunca lo había visto actuar de aquella manera por una chica
—Si, si.. podría.. podría ser el día.. —murmuró el castaño suspirando y pensando en que podría decir para iniciar una conversación con ella
Sabía que no importaba lo que dijera, ella lo mandaría al demonio en el mejor de los casos y simplemente terminaría por avergonzarse frente a aquella rubia que tanto le gustaba.
Familia Jorgenson:
*La imagen de Siri fue realizada por LailaAndrade263, gracias por esa preciosa imagen amiga mía ❤️✨*
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