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IV

Astrid avanzó con calma de regreso a su hogar, saludó a algunos de sus vecinos al verlos por el camino. No tenía muchos ánimos de hablar con nadie en ese momento, sin embargo, los conocía desde hacía tantos años que le parecía grosero no responderles cuando le saludaban.

Había salido unas horas más tarde del trabajo, pues necesitaba el pago por horas extra. Vio el cielo comenzando a tornarse en tonos rojizos y naranjas, pensó en que el otoño estaba cerca, por lo cual, las hojas de los árboles comenzarían a tornarse del mismo color naranja en dos o tres semanas más.

Hizo una mueca, dándose cuenta que pronto tendría que comenzar a buscar las provisiones para el invierno. Sintió su estómago rugir y llevó una mano a su vientre, estaba hambrienta, cansada y el estrés que estaba sintiendo no podía ser bueno para su productividad. No podía seguir deteniéndose a pensar en cosas tontas como lo bonito que se veía el atardecer ese día o en lo mucho que le gustaría ir con sus sobrinos al bosque una vez estuviera cubierto por las hojas secas que los árboles perderían.

Suspiró con frustración, frotando su rostro para tratar de despejarse y tratar de mantener una actitud buena frente a sus sobrinos, quienes en ese momento eran los que la mantenían cuerda.

Cuando estaba por llegar a su casa, se percató de que su padre estaba junto a dos hombres rubios que subieron a un carruaje para alejarse de la propiedad de los Hofferson/Berserker. Se acercó de prisa a su padre, quien le sonrió a medias al verla.

—¿Quiénes eran? —preguntó la menor enseguida, viendo hacia el lugar donde el carruaje de madera oscura comenzaba a desaparecer

—Vamos adentro, te lo explicaré. —señaló a la casa, la menor hizo una mueca y avanzó con su padre hacia la casa para saber en qué problema los había metido ahora

Gerda estaba cocinando la cena cuando los vio entrar a la casa. Les sonrió a medias y sirvió la comida para los tres. Había visto a los rubios hablando con Thorkell, pero no se animaba a preguntar por lo que habría sucedido. La menor, por su parte, esperó impaciente a que su padre comenzara a hablar.

—He conseguido un préstamo. —dijo el hombre con calma, mientras tomaba asiento en el comedor —Podremos pagar en cantidades pequeñas y en un lapso de tiempo más accesible. —comenzó a explicar

—Los hombres que estaban afuera...

—Son hooligans, si. —asintió su padre, interrumpiendo a la rubia mayor —Sin embargo, son más comprensivos.

—¿Cuál es el truco? —preguntó Astrid en bajo, viendo la comida que su madre dejaba frente a ella, sintiendo que el hambre se le iba al pensar en la horrible situación en la que su padre podría haberlas metido

—No hay truco, hija. —negó el mayor —Genuinamente quieren ayudar.

—Ningún hooligan ayuda sin esperar algo a cambio. —negó con la cabeza

—Vendrán mañana con el dinero y podremos pagar la deuda. —siguió hablando su padre, para después iniciar a comer —Así que será mejor que te comportes. —le advirtió a la menor

—¿Que me comporte? —frunció el ceño con molestia —Yo no fui quien nos metió en un problema que podría costarnos la vida.

—Astrid. —su madre la regañó con suavidad —Ya basta, lo está intentando.

—Solamente nos va a meter en un problema más grande. —murmuró entre dientes, bajando la mirada a la mesa y comenzando a comer en silencio.

En la casa Berserker, Dagur se encontraba frente a la chimenea, afilando con calma una de sus hachas. Giró la mirada al escuchar pasos en la escalera y sonrió a medias al ver a su hermana bajando con cuidado.

—¿No puedes dormir? —preguntó con calma, regresando la mirada al hacha en sus manos, la menor suspiró mientras avanzaba hacia su hermano con pasos lentos

—¿Y tú? —avanzó directo a su cocina, queriendo un poco de la hidromiel que tenían almacenada

—Aún es temprano. —se encogió de hombros

—Sigues pensando en el incendio, ¿no es cierto? —giró a verlo, dando un sorbo a su tarro

—¿Y tú? —levantó la mirada a su hermana, la cual acercó una silla para poder sentarse cerca de él

—Jamás me perdonaría si algo le pasa a los niños. —murmuró, ofreciéndole su bebida al pelirrojo, quien tomó el tarro para darle un sorbo —Aunque.. Ahora pienso más en Astrid.

—¿Qué pasa con ella? —preguntó con suavidad, devolviéndole el tarro

—Me preocupa que haga una estupidez para conseguir el dinero. —hizo una mueca —Hoy mencionó que.. haría lo que fuera necesario para conseguirlo.

—¿Qué te preocupa que haga? —preguntó el pelirrojo con curiosidad, viéndola beber y esperando a que pudiera responderle

—Me preocupa que se acerque a la Guadaña. —confesó, dejando el tarro en el suelo, entre ellos, para que él lo tomara si quisiera

—No creo que sea capaz de hacerlo.

—No la viste, su determinación da miedo. Sé que si esto no se soluciona pronto, lo hará. —sintió sus ojos llenarse de lágrimas y giró la mirada al fuego de la chimenea, queriendo ocultar su tristeza

—Heather..

—No quiero perderla, Dagur. —murmuró, sintiendo la mano de su hermano en su hombro —Si ella entra ahí.. no volveremos a verla y..

—Eso no va a pasar. —la atrajo para abrazarla con fuerza y ella correspondió el abrazo —Astrid estará bien, te lo aseguro. —murmuró, dejándola llorar para que pudiera desahogarse

El pelirrojo suspiró, acariciando la espalda de su hermana mientras pensaba en sus palabras. Él tampoco quería perder a la rubia, era como su hermana y no se perdonaría nunca si algo malo le sucediera.

Ninguno de los dos se percató de que Helga estaba despierta, la pequeña permaneció en la escalera, simplemente escuchando la conversación de su padre y su tía. No entendía muy bien de qué estaban hablando, sin embargo, entendía que algo estaba mal con su tía Astrid y ella estaba en peligro. ¿Qué podría ser tan malo?

La mañana siguiente se hizo presente.

Hiccup despertó al escuchar que llamaban a su puerta con más insistencia de lo usual. Se quejó mientras se sentaba con pereza y permitió la entrada a quien sea que estuviera fuera.

—Buenos días. —sonrió adormilado hacia su mejor amigo al verlo entrar en la habitación —¿Por qué tanta prisa?

—Tu padre te busca. —dijo en un murmullo nervioso, lo cual desconcertó al castaño

—¿Qué pasó? ¿Mi madre está bien? —se levantó de la cama de prisa

—Anja está bien. —le tranquilizó, antes de que saliera corriendo y el castaño suspiró aliviado —Es.. sobre la familia Hofferson. —comentó con calma —Tu padre va a cerrar un trato con ellos y.. quiere que vayas con él..

—¿Va a ir personalmente? ¿Fuera de Berk? y... ¿Quiere que vaya con él? —cuestionó desconcertado, frunciendo su ceño sin entender porqué su padre quería hacer aquello

—Si.. bastante raro.. —asintió el peliblanco —Así que arréglate, que debe estar esperándote. —el castaño asintió con la cabeza

—¿No te pondrás el pigmento en el cabello? —preguntó mientras avanzaba a su armario

—Bueno.. no será necesario. —se encogió de hombros siguiéndolo por la habitación una vez había cerrado la puerta para que nadie más entrara

—¿No irás con nosotros? —preguntó desconcertado, retirando su pijama y girando a ver con curiosidad al contrario

—No creo que sea la mejor idea. —negó con la cabeza —Irás a la casa de los Hofferson, si Astrid me ve.. —Hiccup hizo una mueca, entendiendo a lo que quería llegar. El peliblanco se había acercado a ella en un par de ocasiones, logrando ganar algo de su simpatía y no lo podía echar a perder al presentarse como amigo del hijo del líder de Berk, a quienes ella detestaba simplemente por ser Hooligans

—No podremos ayudarle después.. —murmuró, el peliblanco asintió con la cabeza —Bien.. entonces.. supongo que iremos solo él y yo..

Continuó vistiéndose mientras Jack le contaba lo que sabía sobre la familia de la rubia que tanto le gustaba y le ayudaba a arreglar su cama, una costumbre que tenía siempre que iba a despertarlo.

Hiccup prestó atención a su amigo, tratando de memorizar todos los datos que le daba. El nombre de los señores Hofferson, de los Berserker, de los niños.. Suspiró, sentía que estaba demasiado informado de la vida de Astrid y le desagradaba la idea de saber todo eso por Jack.

Quería conocerla por sí mismo, quería poder acercarse, poder hablar con ella, contar historias de su infancia o inventar algunas, poder conocer cada uno de sus gustos y las cosas que no le gustaban. Anhelaba poder pasar tiempo con ella, hacerla reír con sus chistes malos, practicar juntos tiro con arco, tener citas en ese bonito claro que él había descubierto hacía poco, llevarla a la playa, nadar con ella, cazar juntos e incluso entrenar con ella... Comer juntos, dormir juntos, poder abrazarla o darle un beso dulce de vez en cuando... simplemente tenerla a su lado.

—¿Estás escuchando? —Jack sonrió divertido al verlo perdido en sus pensamientos

—Perdona.. ¿qué decías? —se disculpó, sonriendo apenado

—Que se te hace tarde. Anda, que se irán sin ti. —soltó una risa y se sentó en el borde de la cama mientras esperaba a que el castaño estuviera listo

Al llegar al comedor principal, se acercó a su madre para dejar un beso sobre su frente antes de sentarse a su lado para poder desayunar.

—Hoy despertaste temprano. —le sonrió, viéndolo agradecer al joven rubio que le acercó su plato de comida

—Jack me despertó. —admitió con una sonrisa, viendo a su amigo hablando con Bocón en la entrada del comedor común —Dijo que mi padre quiere que lo acompañe hoy. —su madre sonrió de manera cariñosa

—Me alegra que lo acompañes, eso te va a dar más experiencia. —tomó la mano de su pequeño, quien le sonrió mientras masticaba un bocado de su comida —Solo que... tu padre se acaba de ir. —comentó con calma

—¿Qué? —preguntó en un murmullo —¿Mi padre ya se fue? —preguntó ahora a su mejor amigo al verlo acercarse a él

—Él y Bocón se van a adelantar, deben arreglar algo aquí mismo en Berk. Volverán en un par de horas por ti. —le explicó con calma

—Bueno.. —asintió con duda, el peliblanco sonrió a medias antes de tomar asiento junto al castaño para desayunar

—Come bien, mi niño. Seguramente te espera un día importante. —comentó Anja de manera alegre, soltando la mano de su hijo para subir esa misma mano a acariciar su cabello con suavidad

—¿Cómo amaneciste hoy, mamá? —le preguntó con calma, sintiéndose feliz ante las caricias en su cabello

—Me siento bien, cariño. No tienes que preocuparte por mi.

—Siempre me preocuparé por tí. —aseguró de manera firme —Eres mi madre. —la castaña se acercó a dejar un beso sobre su sien

—Y siempre le agradeceré a los dioses por poder serlo. —murmuró, sonriendo con cariño —Te adoro, mi niño.

Hiccup le devolvió la sonrisa cariñosa. Estaba realmente feliz de ver a su madre tan enérgica y cariñosa como siempre solía ser. Adoraba poder ver su sonrisa después de haber estado sintiéndose mal todo el día anterior.

Estaba preocupado por ella, siempre lo estaría. Sin embargo, confiaba en que Jack le ayudaría a conseguir una posible cura para el malestar de su amada madre.

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