II
Astrid suspiró con cansancio, el ciervo pesaba más de lo que esperaban. Lo llevaron a una pequeña habitación que se encontraba al lado de la casa Hofferson, donde solían limpiar las presas para después cortarlas y almacenarlas para la semana siguiente.
—Encontraron uno grande. —la voz de Gerda se hizo presente, la rubia asintió con la cabeza sin girar a verla, mientras que Heather la saludó en bajo
—¿Cómo se encuentra el señor Hofferson? —preguntó sin poder evitarlo
—Está descansando, se pondrá bien. —dijo simplemente, acercándose para ayudarles con el ciervo
—Espero que se sienta mejor. —dijo con calma, concentrándose después en su labor con el ciervo
Astrid no dijo más, no quería iniciar otra discusión con su madre que no llegaría a ningún lado. Mucho menos con Heather ahí, pues no quería ponerla en una posición incómoda.
Terminaron unas horas después. Guardando la carne, como de costumbre, en la casa Hofferson. Esto principalmente para que los niños no la movieran de lugar, pues ya les había pasado. Habían tenido que deshacerse de la reserva de toda la semana una vez porque los pequeños movieron la carne de lugar porque querían usar el cofre (donde estaba guardada) para jugar.
—Descansa. —dijo Heather a su mejor amiga, acercándose a darle un abrazo
—Descansa. —le dijo en bajo, abrazándola de vuelta
Una vez se despidieron, la rubia esperó hasta que su mejor amiga estuvo dentro de su casa para entrar a la suya. Aseguró la puerta y avanzó a su habitación, queriendo poder descansar al menos un poco después de aquel ajetreado día.
Durante los siguientes días, ambas familias continuaron con su rutina normal. A diferencia de Astrid, que tomó algunas de las tareas de su padre mientras este terminaba de recuperarse de aquella golpiza.
Ese día descansaba de su trabajo y estaba recolectando algunas de las bayas que ya estaban listas mientras le pedía a los dioses que el dinero que pudieran reunir al vender todo aquello pudiera ayudar para pagar la deuda de su padre.
—Tía Astrid. —la rubia giró la mirada hacia quien le llamaba, sonriendo al ver a Oswald
—¿Qué pasa, osito? —le preguntó con calma
—¿Puedo ayudarte? —preguntó apenado —He visto que tienes mucho trabajo ahora que el tío Thorkell está enfermo. —explicó enseguida, ella sonrió con ternura
—¿Dagur está de acuerdo en que me ayudes? —se agachó para estar a la altura del pequeño, que sonrió nervioso
—Pues... no me dijo que no podía hacerlo. —respondió, Astrid soltó una risa baja
—Bien, me ayudarás un poco. Cuando vuelva, le preguntaremos para estar seguros, ¿está bien? —el menor asintió con la cabeza, feliz de poder ayudar
La rubia lo puso a recolectar las Moras que ya estaban maduras mientras ella cargaba las cajas para llevarlas al almacén detrás de la casa Berserker. Después de llevar un par de cajas, se dio cuenta que Igna estaba ayudando a Oswald mientras Helga iba a buscar otra caja desocupada para llenarla.
—Tía, ¿Podemos usar algunas moras para hacer agua fresca? —preguntó la más pequeña
—Supongo que podemos tomar algunas. —le sonrió —Así su padre no se enojará porque están ayudándome. —Helga soltó una risa suave
—No creo que se enoje. —dijo con calma —Oswald ha insistido mucho en poder ayudarte, papá dijo que estaba bien si tú se lo pedías y lo dejabas ayudar.
—Y seré el mejor ayudante de todos, lo prometo. —aseguró el rubio con una sonrisa
—Seremos los mejores ayudantes. —corrigió la menor, frunciendo su ceño y concentrándose en quitar cada mora
—Está bien, seremos. —asintió el pequeño con una sonrisa
Astrid les sonrió con cariño y se acercó para ayudarles y así poder terminar más rápido. Heather volvió un par de horas después, sonriendo al ver a sus sobrinos recoger ahora las frambuesas y fresas silvestres. Se ofreció a ayudarles, sin embargo, Igna le pidió hacer agua fresca y bocadillos.
—Por favor, por favor. O nos moriremos de hambre y sed. —dramatizó, abrazando la pierna de su tía, quien soltó una risa baja
—De acuerdo, de acuerdo. —accedió —Yo me encargo de los bocadillos.
—Y el agua fresca, por favor. —insistió la menor
—¿Por qué no me ayudas con tu agua fresca? —preguntó con gracia, cargando a la menor con cuidado
—Tengo que ayudar a la tía Astrid. —señaló a la rubia, que cargó una de las cajas que ya estaba llena de frambuesas
—Ve con Heather, así terminarán más rápido y no moriremos de hambre y sed. —dramatizó igualmente, haciendo reír nuevamente a la pelinegra
—Bueno, yo te ayudo. —asintió la menor con cierta duda y haciendo una mueca
—Anda solecito, te quedará muy rica el agua. —le animó la rubia
—Eso seguro, eres muy buena haciendo aguas frescas. —comentó Helga con una sonrisa hacia su hermana, Oswald asentía con la cabeza mientras comía unas fresas
—Oye, eso no se come. —le regañó la menor
—Es que ustedes se tardan mucho. —se encogió de hombros y siguió recogiendo fresas para ponerlas en su caja
—No, eso no se hace. —volvió a quejarse Igna —Vamos, tía. Hagamos el agua y los bocadillos antes de que se acaben las fresas. —Heather la bajó con calma y esta jaló su mano para apurarla e ir a preparar comida
El rubio soltó una risa baja al verlas irse. Helga sonrió divertida y se acercó nuevamente a las frambuesas, cojeando un poco al sentir aún algo de dolor en la pierna.
—Deberías descansar si te duele. —le dijo su hermano con calma
—Ya casi terminamos, después podré ir a descansar. —respondió ella con una sonrisa
—Bien.. sólo.. si te sientes mal, dime y te ayudaré a volver a casa o iré por ayuda, ¿está bien?
—Claro, te avisaré. —asintió con la cabeza —Gracias por siempre cuidar de mi.
—Eres mi hermana, siempre cuidaré de ti. —le sonrió
Astrid volvió con ellos un momento después para seguir ayudándoles. Cuándo la merienda estuvo lista, volvieron a casa. Helga fue ayudada por su tía a caminar.
—¿Te duele mucho? —preguntó Oswald preocupado al verla hacer una mueca —Te dije que debías descansar.
—Me dolía más cuando me caí. —le sonrió —Descuida, estoy bien. —el menor hizo una mueca
—Buscaré medicina para ti en cuanto entremos a la casa. —dijo Astrid con calma
—La tía Heather la tiene en su baúl.. —murmuró Helga haciendo una mueca y deteniendo sus pasos un momento
—Bien.. Osito, necesito que te adelantes a la casa y le pidas la medicina a Heather. —le pidió al rubio, que asintió con la cabeza y corrió a la casa para buscar la medicina —¿Quieres que te cargue? —preguntó a su sobrina
—No.. yo puedo.. —negó con la cabeza, volviendo a avanzar despacio —Puedo sola, tengo que poder. —la mayor sonrió y le siguió ayudando a sostenerse mientras avanzaban
—Eres una niña muy valiente. —murmuró, haciendo sonreía a la pequeña
—Algún día.. seré tan valiente como tú. —le dijo con una amplia sonrisa
—Oh, florecita.. Yo quisiera ser tan valiente como tú. —dejó un beso sobre su cabello mientras volvían a detenerse otra vez ante el dolor de la menor
—Helga, ¿Qué pasó? ¿estás bien? —Dagur se acercó a ellas preocupado
—Papá, hola. —saludó la menor, sonriendo a medias para querer ocultar su dolor
—Me ayudó con las bayas. —comenzó a explicar la rubia mientras Dagur se acercaba para cargar a su hija mayor —Creo que estuvo mucho tiempo de pie.
—¿Eso crees? —preguntó el pelirrojo frunciendo su ceño
—Papá, yo insistí en ayudar. —le aclaró la menor —Oswald y mis tías me dijeron que debía descansar, pero.. Quería ser de ayuda.
—Mi niña, no debes esforzarte ahora. —le regañó con suavidad, avanzando con ella hacia la casa
—Ya sé, pero no quería quedarme en cama mientras ustedes trabajan. —hizo una mueca y recargó su cabeza en el hombro de su padre
—Aquí está la medicina. —Oswald salió a penas unos pasos de la casa con un pequeño recipiente donde estaba la medicina que Astrid les había conseguido
—Ahora se la damos, hijo. —le sonrió, el mayor, entrando a la casa con sus hijos
Astrid suspiró, sintiéndose mal por no haber prestado atención al dolor de su sobrina. Volvió a las plantas de frutos rojos detrás de sus casas para recoger las últimas cajas que habían llenado.
—¿Vas a querer bocadillos? —preguntó Heather un momento después, siguiéndola con pasos tranquilos entre las plantas
—Claro, solo terminaré de llevar esto a la bodega. —asintió con la cabeza
—Dagur no está molesto contigo. —le aclaró, tomando otra de las cajas para ayudarle —Sólo está preocupado por Helga, fue una caída fea y..
—Lo entiendo. —le interrumpió la rubia con una sonrisa —No me sorprendería si le prohíbe volver a subir a un árbol en un futuro cercano.
—De hecho, ya lo tiene prohibido. —dijo divertida —Ella y los menores.
—Bueno.. veremos cuanto tiempo dura la prohibición. —bromeó la rubia, riendo en bajo junto a la pelinegra
Una vez que guardaron las cajas fueron a la casa Berserker, para poder comer unos bocadillos en familia. Al mismo tiempo, la familia Hofferson recibía la visita de aquél hooligan a quien le debían dinero. El mismo que les presionó por su dinero.
Después de una breve discusión y nuevas amenazas, los hooligans salieron de la casa, arrojando una de sus lámparas de gas al jardín junto a la casa, iniciando así un incendio que rápidamente se extendió hacia las plantas de bayas tras las casas.
Dagur salió rápidamente al escuchar los gritos de los Hofferson, notando el fuego. Corrió enseguida a ayudar, siendo seguido por Astrid y Heather.
—Mamá, ¿Qué pasó? —la rubia se acercó enseguida para ayudar a apagar el fuego antes de que consumiera todo en su jardín, su madre no dijo nada, simplemente se concentró en salvar lo que pudiera.
A la lejanía, un par de castaños observaban la situación desde las ramas de unos árboles.
—¿Qué harás ahora, amigo? —preguntó uno de ellos con calma
—Hablaré con mi padre. —aseguró, viendo con enojo la situación y sintiéndose mal por no haber hecho algo para detener aquella situación
—Será mejor que lo hagas pronto, Hiccup.. antes que alguno de ellos termine herido. —le recomendó en bajo
—Voy a detener esto. —aseguró, bajando del árbol junto a su mejor amigo y avanzando hacia Berk para hablar con su padre, esperando poder tener una solución a ese problema
Una vez el fuego se extinguió, Astrid suspiró con cansancio, girando a ver a sus padres en busca de una respuesta.
—Quieren su dinero. —murmuró la mayor al sentir la mirada de su hija sobre ella
—¿Estuvieron aquí? —preguntó Dagur con angustia, viendo a su hermana, que se acercó a Astrid
—Vamos a pagar. Tú y tus hijos no se verán afectados. —dijo Thorkell en bajo hacia el pelirrojo —Te lo prometo.
—¿Me lo prometes? —preguntó de manera tosca —¿Así como has jurado dejar de apostar?
—Dagur.. —intervino su hermana, queriendo evitar una pelea
—Mis hijos ya corren riesgo por culpa tuya. —señaló al hombre con enojo —El fuego de hoy pudo haber alcanzado la casa.
—Dagur, basta. —volvió a intervenir Heather
—Tiene razón. —intervino Astrid, dejando caer al suelo el balde que había usado
—Cariño...
—Todo esto es tu culpa. —vio hacia su padre —Tu descanso terminó.
—Astrid... —su madre estaba por regañarla pero la menor no la dejó continuar
—Estoy cansada de trabajar el triple para remediar tu error. —dijo con enojo —Mañana volverás al trabajo, necesitamos..
—No es tan fácil.. —murmuró su padre, interrumpiendo a la menor —Me corrieron del trabajo. —admitió en bajo
—Pues entonces buscarás otro. —dijo con enojo —Vas a hacer lo que sea necesario para reunir ese dinero. Porque el resto de nosotros corremos riesgo por tu culpa. —después giró la mirada a los Berserker —Lamento los problemas, Dagur. No sucederá de nuevo. —se disculpó, para después avanzar hacia su casa seguida de sus padres
—No es culpa de Astrid, lo sabes. —murmuró Heather hacia su hermano mientras avanzaban a su casa
—Sé que no. —murmuró —Pero eso no hace que mis niños y tú estén a salvo. —la abrazó por los hombros
—Estaremos bien. —le dijo con una sonrisa, queriendo convencerse de que así sería
A la lejanía, un par de Hooligans les observaban. Uno de ellos sonrió al percatarse de la rubia que entraba a la casa del hombre que le debía dinero. Teniendo una idea de cómo le podían pagar esa deuda.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro