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Señora Denisse XIX

Señora Denisse

Todavía permanecía asombrado mientras Denisse se sentaba en la cama y seguía hablando.

—Cuando era pequeño Santi daba muchos problemas cuando me divorcié. Él sabe que Thomas es gay, y juntos ideamos la idea de que él se hiciera pasar por mí novio. Tho es un aficionado a la actuación y le encantó la idea de hacerse pasar por hombre—. Denisse rodó los ojos y soltó una risita—. Si escucharás cómo habla normalmente jamás habrías dudado de mí.

Mí cuerpo termino de relajarse y suspiré mientras me acercaba y me sentaba junto a ella en la cama.

—No dudé de ti, Delicia—, dije mientras tomaba su mano en la mía más grande. Miré sus uñas cortas pero muy bien cuidadas y acaricié sus dedos delgados y largos.

Denisse resopló.

—Si que dudaste de mí, Mateo—, está vez parecía más enojada—. No sé con quién estás acostumbrado a andar, pero a mí no me van esas escenas. Soy bastante grande para eso ya.

Me mordí el labio al ver su expresión seria, quería besarla entera, se veía tan linda.

—No puedo evitarlo, Delicia. Pero te prometo que lo intentaré, ¿Si?

Acerqué mí rostro al suyo mientras ella me miraba con ojos entrecerrados. Sonreí cuando ella contestó a mí beso dulce que de un momento a otro se volvió más fuerte. Rápidamente terminamos acostados en la cama, yo encima de ella tocando sus pechos por encima de la ropa y ella arañando mí espalda. Yo tragando sus gemidos cada vez que mí polla dura hacía contacto con su coño.

Denisse dejo de besarme cuando mí mano bajó a su entrepierna para encontrar su tanga mojada de sus dulces líquidos. Gruñí mientras mordía y chupaba levemente su cuello.

Sin dejar marcas me había pedido Denisse.

Fui bajando lentamente, besando por arriba de la tela, deseando sentir su piel, pero demasiado apurado para sacarla. Con mis dos manos agarré su braga y la bajé de un tirón mientras me arrodillaba entre sus piernas.

Mí boca besando su rodilla, fue subiendo por su suave muslo, mientras mis manos se cerraban en sus pantorrillas. Con un movimiento brusco subí sus piernas a su pecho y las abrí para ver si coño rosa y brillante.

—Te compensaré por la escena, Delicia— susurré sobre su coño—. Aunque también lo disfrutaré...

Mí boca llenándose de saliva, mis papilas gustativas preparándose para el festín que me daría con su vagina dulce y caliente. Mí lengua hizo el primer contacto, saboreando su caliente néctar. Mí boca se cerró en su clítoris y chupé mientras mí lengua la rodeaba. Sentí el cuerpo de Denisse tensarse y sus sonidos ahogados. La miré por sobre su montículo, sin dejar de chuparla, tenía una mano sobre su boca mientras gemía.

Quise sonreír, pero no quería dejar de saborearla. Jugué con su perla con mí músculo, gimiendo al sentir su gusto cada vez más fuerte. Mí dedo se metió en su agujero apretado y húmedo, mí dígito buscando su punto más sabroso. Hice una media sonrisa mientras mí lengua estaba afuera, cuando lo encontré. Apreté su punto G mientras chupaba su clítoris y en menos de un minuto estaba temblando y gimiendo incoherencias. Mí otra mano se movió, abriendo sus labios mientras la otra comenzaba a follarla con fuerza y curvaba mí palma. Su corrida cayendo en mí mano, la coronilla de su cabeza apoyándose en la cama mientras su espalda se doblaba. Gemí mientras tomaba sus jugos, como si fuera la maldita fuente de la vida eterna.

—Que delicia amor. Eres sabrosa— gruñí, pero sabía que ella no me escuchaba.

Denisse estaba en lo más alto de su orgasmo y comenzaba a bajar lentamente. No así mí polla, que estaba tan dura que no sabía si podría quitarme los malditos jeans. Igualmente mis manos fueron a el botón y me bajé el cierre, el sonido ahogado por los jadeos de Denisse. Me subí un poco, acomodando mí cuerpo sobre ella y manteniendo sus piernas abiertas, comencé a hundirme en ella.

—Si, tan bueno— gemí mientras su calor apretado me recibía.

Acomodé sus tobillos sobre mis hombros mientras me sumergía en mas profundo. Denisse abrió grande sus ojos preciosos y sus manos subieron por la ropa de cama, arañando. Sus dientes apretaron su labio inferior y yo chupé el mío. Sonreí cuando ahogó un gemido mientras salía y entraba en ella lentamente.

—Shh— le susurré con un dedo sobre mí boca mientras subía un poco la velocidad.

Su cara se contorsionó de placer y yo apreté los dientes. Verla era algo que me llevaría a la locura. Me hundí en ella fuerte, Denisse jadeó y me quedé allí. Torturándola y a mí. Estaba a punto de susurrarle algo cuando de la puerta provino un ruido suave.

Ambos nos congelados cuando el picaporte de movió, nuestras caras llendo allí. Por un segundo olvidé que había cerrado la puerta con llave, solté la respiración contenida cuando no pudieron entrar.

—¿Mamá? ¿Estas bien?

Tragué una maldición cuando la voz de Santiago se escuchó del otro lado.

Denisse se aclaró la garganta y contestó casi con la voz normal.

—¡Cariño! ¡Si, estoy bien! ¿Que sucede?— gritó para que la escuchará del otro lado.

—No, nada. La mayoría ya se está llendo y quería ver si estabas bien. ¿Y Mateo?

Denisse me miró con los ojos grandes y yo me encogí de hombros.

—¿Mateo? Él... Uuh, se fue.

—¿Se fue?— preguntó Santiago mientras yo le alzaba una ceja a Denisse. Ella me hizo una expresión de que no sabía qué más decir—. ¿Qué le pasó?

— Él... Aamm, recibió una llamada y tuvo que irse.

Hice una mueca cuando el coño de Denisse se apretó un poco cuando quise salir de ella. Mis ojos achinándose por lo bien que se sintió.

¿Así que quería jugar?

Me sumergí de golpe y un gemido, demasiado fuerte salió de Denisse.

—¿Estás segura que estás bien, mamá?

Sonreí de medio lado mientras seguía entrando y saliendo suavemente de ella.

—¡Oh, si!— gimoteo Denisse y yo reí en silencio cuando ella quiso golpear mí pecho, pero la esquivé—. Sólo... Sólo me duele la cabeza— dijo cuando me quedé quieto.

—¿Quieres que te traiga un calmante?

Me mordí los labios cuando ví la cara sonrojada de Denisse, la mezcla entre vergüenza y excitación.

—¡No, no! Está bien. Sólo...— Denisse hizo una mueca cuando me moví de nuevo. No podía quedarme quieto demasiado tiempo—. Sólo dormiré.

—Ok... — Santiago pareció dudoso—. Mamá una cosas más.

—Mmhmm— gimio Denisse.

— Alma se quedará a dormir.

Denisse me detuvo casi sentándose en la cama.

—¿Tienes condón?

Mis cejas se alzaron con su pregunta, pero ella tenía la mirada fija en la puerta.

—Si, mamá y Alma está tomando la pastilla que le compraste la otra vez.

—Pero tienes condón ¿o no?

Esta charla estaba siendo muy larga, comencé a moverme más rápido, tragándome el gemido.

—Si, ya te dije que tengo, mamá.

Denisse tiró la cabeza para atrás, mordiéndose el labio y cayó de espaldas en la cama.

— ¡Bien! ¡Bien!— no sabía si se lo decía a su hijo o a mí, pero sonreí empezando a moverme más lento.

—De acuerdo, que descanses.

—Gracias cariño— dijo Denisse un poco sin aire.

Mis manos dejaron sus piernas y fueron para subir su remera, mí polla poniéndose más dura al ver su sexy sujetador. Aún así, me mantuve en silencio mientras seguía follandola, variando mis movimientos, más rápido a más lento, en forma circular o directo.

Denisse bajo sus piernas por el costado de mí cuerpo mientras yo me cernía sobre ella. Termino rodeándome con ellas mientras yo agarraba sus brazos y los mantenía contra el colchón. Nuestro cuerpos casi tocándose, podía sentir como su coño comenzaba las contracciones previas de un orgasmo.

Me detuve cuando la puerta volvió a sonar.

¡Maldita sea! ¡No te dejan follar tranquilo en esta casa!

— Preciosa, me dijo Santi que estabas descompuesta. ¿Necesitas algo?

Mis cejas se subieron cuando escuché la voz de Thomas más suave de la que había escuchado las dos veces anteriores que lo ví.

Un ruido ahogado salió de mí garganta cuando Denisse uso sus músculos vaginales para apretar mí polla que estaba profundamente en ella.

—¡Oh, no! Estoy bien, Tho—, Denisse quiso sonar normal, pero un gemido salió de ella cuando comencé a moverme fuerte, sintiéndome demasiado cerca del clímax para detenerme ahora.

Del otro lado de la puerta se escuchó silencio, hasta que hubo una carcajada.

—¡Perra sucia! Te estás follando a Brad, ¿verdad?— chilló.

Yo miré a Denisse con el ceño fruncido, deteniéndome. ¿Quién mierda era Brad?

—De acuerdo, zorra vieja—, rió Thomas—. Te dejo con tu bebé.

Mí cuerpo se alzó y empecé a entrar duro en Denisse mientras ella ahoga sus gritos.

—¿Quién es Brad? ¿Eh?— gruñí una de mis manos bajando a sus tetas y apretándolas.

Pero Denisse nunca llegó a contestar, ni yo a escuchar cuando su coño comenzó a cerrarse con la fuera suficiente para hacerme ver las estrellas y perder toda mí carga.

Caí sobre ella, pero mantuve mí peso un poco alejado de su cuerpo. Cuando nuestras respiraciones se hicieron un poco más normales, Denisse rió.

— Tu.

La miré sin comprender y ella sonrió más.

— Thomas cree que eres tan caliente o más que Brad Pitt.

La miré atónito, hasta que una carcajada se me escapó.

Continuará...

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