Señora Denisse III
Señora Denisse
Tragué saliva mientras tocaba el timbre de la casa de Santiago.
La última vez que estuve en esta casa y me masturbé pensando en la madre de mí amigo, fue aproximadamente hace un mes. Después de lo que sucedió me sentí tan sucio y depravado que no quise volver más, simplemente evitaba las reuniones en la casa de él. Pero hoy no podía faltar, era el cumpleaños de Santiago y si no me presentaba iba a ser sospechoso. Lo que era más incómodo aún era tener a Emma conmigo.
La miré de reojo, su cabello rubio largo y lacio se movía suavemente con el viento. Ella estaba muy bonita con una simple camisa y pantalones vaqueros y unas botas. Era el fin de semana que nos veríamos y le pregunté si quería ir al cumpleaños. Rece para que me dijera que no y tener una escusa para no presentarme.
Pero ella quiso venir...
Emma me ayudaría a permanecer normal. Quería creer que mí reacción con la señora Denisse sólo había sido exagerada porque hace mucho no tenía sexo con mí novia. Cualquier hombre sano se exvitaría si ve a una mujer como Denisse masturbarse. Yo sólo estuve en el momento y lugar equivocados.
Mí sonrisa se tensó cuando comenzó a abrirse la puerta y murió completamente cuando un hombre de cabello negro y tan alto como yo, abrió.
—Hola, son los amigos de Santiago ¿no es cierto?
—Hola, mí nombre es Mateo y ella es mí novia, Emma— saludé extendiendo mí mano.
El hombre sonrió, sus ojos celestes se volvieron muy pequeños.
—Mi nombre es Thomas y soy el novio de Denisse, pasen por favor— dijo haciéndose a un lado.
Con disimuló, miré más fijamente a Thomas mientras pasaba al lado de él. Era delgado y alto, tal vez unos 1,80 (yo tenía unos 1,83 así que no había mucha diferencia), sus ojos claros eran amables y sus facciones agradables. Me lo imaginé, sin poder evitarlo, al lado de la señora Denisse y no me cuadraba mucho. Él era atractivo, pero no le hacía justicia a la mujer que tenía al lado.
Era como acompañar una hamburguesa con galletas saladas. Denisse sería la carne y él la cosa molesta y sin sabor.
Hice una mueca y sonreí al hombre una vez que estuvimos dentro.
—Por favor, pasen. Están en la sala.
—Gracias.
Cuando me giré para guiar a Emma conmigo me detuve en seco cuando Denisse bajaba por las escaleras. Mí mirada la recorrió, y no me importó tener a mí novia agarrada de mí brazo, fue simplemente algo que hice sin darme cuenta. Llevaba unos pantalones oscuros pegados a sus piernas, que marcaban el redondeando de sus caderas y terminaba en su fina cintura. Arriba llevaba una simple remera holgada, pero atada en su cintura. Su cabello estaba suelto y brillante como la había visto la última vez.
—Oh, Mateo—, mí corazón se agitó cuando ella me miró y sonrió—. Que bueno verte de nuevo— dijo mientras bajaba los últimos escalones. Miró a Emma, mí novia se puso tan tensa que parecía una figura de yeso—. Hola querida—, ella se detuvo a unos pasos nuestro y no me asombro darme cuenta que era más baja que mí novia en zapatillas.
Carraspeé.
—Hola, señora Denisse. Ella es mí novia Emma.
Denisse sonrió y se acercó para darle un beso en la mejilla, Emma tuvo que agacharse un poco y soltarme para devolverle el saludo. Cuando la madre de Santiago se volvió hacia mí para saludarme de la misma forma, mí corazón estaba a punto de salir por mí garganta. Ella apoyó su pequeña y pálida mano, esa misma que había usado para tocarse cuando la vi la última vez, para tocar mí brazo y alzarse de puntillas para ponerme un suave e inocente beso en mí mejilla. Intenté con todas mis fuerzas que el calor que sentía en mí cara no se notará cuando ella le dió un suave apretón a mí bíceps, pero por la mirada que me dió Emma, supe que no lo había logrado.
— Veníamos...
—Para el cumpleaños de Santiago, si lo sé—, dijo cuando dió un paso atrás sin borrar su sonrisa.
Emma volvió a mí lado, tomando mí brazo y apretándolo tanto que sentí sus uñas a pesar de la chaqueta. Force una sonrisa.
—Pasen, pasen—, dijo haciendo una seña hacia la puerta de la sala.
Thomas llegó trás ella y le pasó los brazos por la cintura y le dió un beso en la mejilla. El rostro de Denisse se sonrojó un poco por la muestra de cariño y yo prácticamente arrastre a Emma conmigo a la sala.
Porque...
A mí me hubiera gustado estar trás ella y sentir su perfume de lavanda en su cuello y su suave piel. Y por qué no, también restregar mí erección contra su grandioso trasero.
Agradecía que la chaqueta fuera lo suficientemente larga para ocultar mí polla dura a su hijo, a su novio, a la mía... Y a la propia señora Denisse.
Continuará...
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