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IV Señor de Commorragh II

Dato extra: elección de placer:

El protagonista a diferencia de su "padre" verdadero no se deja controlar por sus deseos, sin embargo, puede simplemente decidir que le da placer y que no. A pesar de eso, dejó que las emociones tomaran control de su ser transformándolo.

Segundo dato extra: Entre los mortales, no hay digno de mi:

El protagonista actualmente es mucho más poderoso que incluso Horus en su ascensión y el emperador cuando estaba vivo juntos. Además de que con cada pizca de dolor que inflige directamente, su poder aumenta.

Una larga alarma se escuchaba por todo Commorragh. Múltiples disparos tanto terrestres como al aire se dispersaban como una lluvia incesante. La invasión aunque no es seria, recobraba muchas vidas como varios niños pisando en varios hormigueros.

Una súcubo drukhari, siendo parte de los defensores de Commorragh, estaba en una zona de operaciones algo improvisada, pero efectiva. —Esto ni siquiera es una fuerza de ataque, son simplemente fuerzas de molestia desde múltiples reinos satélite. Están estudiando nuestras defensas.— Comentó con una queja la súcubo. A lado de ella había un sibarita el cual la ayudaba en dirigir parte de las fuerzas defensoras.

—Supongo que no desea que mostremos nuestras mejores defensas.— Dijo el sibarita. La zona de operaciones tembló un poco, pero ninguno de los 2 reaccionó ante el temblor. —Si, la kabala y los prisioneros de guerra no deben de participar. ¿Se los comunicaste a las demás fuerzas?— Preguntó la súcubo.

—Si. Los prisioneros de guerra, las brujas y la kabala se escondieron.— De repente llegó un temblor más fuerte causando que ambos se estabilizaran rápidamente. —Aunque las brujas tendrán que mostrarse si el ataque sigue siendo igual de fuerte por los siguientes 3 días.— Finalizó el sibarita.

—Sabes que no podemos fallar, ¿verdad?— Preguntó con un horrible temblor frío en su cuerpo, contagiando la acción al sibarita. —Si...— Una imagen de un joven humano musculoso de 188 cm con una armadura de huesos eldar se le vino en la cabeza, ya dándole ganas de llorar de miedo. —Moviliza y dirige a tus escuadrones de carne de cañón, no te muestres bajo ninguna circunstancia. Entre menos sepan, mejor.— Ordenó la súcubo mientras un leve temblor ocurría en el lugar.

El sibarita asintió y salió afuera, tomó un vehículo ligero terrestre y se fue rápidamente hacia una defensa sitiada. Se ocultó entre las ruinas de un edificio oscuro. Después de haber ocultado su vehículo muy bien, sacó un comunicador y habló. —¿Situación?—

—Están enviando algunas brujas, necesitamos refuerzos.— Comentó desde el comunicador una voz ajetreada con disparos, explosiones y gritos de fondo. —Resistan, veré si hay un escuadrón disponible.— Cambió el canal de comunicación. —¿Tienen un escuadrón disponible?— Preguntó. —Carne de cañón, solo puedo ofrecer eso.— Comunicó una voz algo presionada.

—Énvialo a estas coordenadas.— Envió coordenadas, y cambió el canal de comunicación. Pero no hubo respuesta. Volvió al canal de comunicación anterior y habló. —Olvídalo, las coordenadas cayeron.— Habló rápidamente. —¡Necesitamos refuerzos! ¡Están trayendo guerreros de kabala!— Exigió la voz ya muy ajetreada.

De repente, una explosión apareció esparciendo el muro de unas ruinas. El sibarita hizo una mueca de enojo y sacó su espada y una pequeña pistola. Disparó una vez matando a un drukhari enemigo, rebanó diagonalmente a otro para luego esquivar un corte con gracia y decapitar a un tercero. Disparó unas cuantas veces más matando a un cuarto drukhari.

El quinto y el sexto comenzaron a retirarse, pero al quinto lo partió en 2 mitades con un movimiento rápido con la espada y al sexto lo mató a disparos por la espalda. —Mierda de Mon'keigh.— Maldijo subiéndose rápidamente a su vehículo y saliéndose de ahí rápidamente a toda velocidad, atropellando en el proceso a un enemigo mientras se escondía entre las ruinas durante su huida.

En el trono oscuro.

El señor de Commorragh miraba desde afuera las numerosas unidades enemigas desde lo alto bastante confundido. No hace falta ser inteligente como para saber que las fuerzas incursoras son demasiado pequeñas para un lugar tan grande como Commorragh. ¿Por qué atacan con tan pocas fuerzas? ¿Los aldeari son tan arrogantes que su propio orgullo los hizo estúpidos?

Hizo una lectura mental sobre todos los invasores, tomándole tan solo unos minutos. Se dio cuenta de lo que planeaban: simplemente identificación de defensas. El señor oscuro miró en las mentes de sus líderes y vio que hacían todo lo posible para evitar que descubrieran más de sus defensas. Iba a dar una orden psíquica pero 3 infernales enemigos lo vieron y cargaron contra él. —¡¿Señor de Commorragh?! ¡Y una mierda Mon'keigh!— Insultó uno de ellos, pero para su shock, el señor siniestro desapareció de su vista en un instante.

No fue hasta un segundo después que se vieron a sí mismos en el piso del trono oscuro mientras sus plataformas voladoras caían al suelo chocando y destruyéndose contra el suelo. El señor oscuro estaba frente a ellos. Un infernal sacó una espada y cargó contra él, pero el señor siniestro lo agarró del cuello y lo levantó en un instante.

—¿Qué...? ¡AHHHHHHHH!— Gritaba de horror por el dolor incomprensible que sentía el drukhari, sus compañeros lo miraban en total shock al ver como se retorcía por ser perforado por los dedos del señor oscuro en sus costillas. Ambos sabían que entre los 3 él era el más masoquista y orgulloso, pero... —¡BASTA! ¡PARA!— Aquí estaba... suplicándole a un Mon'keigh por piedad.

Luego de 2 largos y agonizantes segundos, el señor siniestro lo despedazó en 2 partes sin cambiar la posición en donde perforaban sus dedos, salpicando sangre contra su casco de cráneo eldar y revelando los órganos del infernal. Los otros estaban en shock por la increíble fuerza física, pero les tocó su turno para su horror.

Después de deshacerse de los infernales y aumentar un poco su poder, chasqueó sus dedos con poder psíquico, y de su sombra, aparecieron 10 mandragoras arrodillados, temblando enormemente de miedo al punto que sus respiraciones incontroladas se oían muy claramente. El señor oscuro con telepatía les ordenó matar a los líderes del asalto enemigo, proyectando la ubicación e identidad de todos y cada uno de estos.

Los mandragoras desaparecieron de su sombra y fueron a hacer su trabajo impuesto. El señor siniestro caminó sobre los cadáveres despedazados de los infernales y se sentó en su trono con calma, esperando a que la batalla terminara. Varios minutos después, sus fuerzas comenzaron a notar que las fuerzas de ataque se volvieron menos planeadas y mucho más improvisadas, aprovechando de esto, comenzaron a purgar a los invasores.

Las fuerzas invasoras fueron rápidamente eliminadas, algunas intentaron escapar pero las naves defensoras locales los eliminaron antes de que pudieran hacer algo, mejor aún, no saben de las defensas importantes o siquiera más importantes de Commorragh o de los prisioneros de guerra. Sin embargo, no hubo vítores ni celebraciones, en cambio, un silencio sepulcral, esperando no haber disgustado a su temido señor.

El señor oscuro les envió un mensaje psíquico de que siguieran en guardia. Luego de eso, se levantó y se teletransportó hacia los homunculus, cultos de bruja y jerarcas que planeaban su siguiente incursión para sorpresa (y horror) de estos. —S-señor... ¿Se le ofrece algo?— Preguntó un jerarca bastante asustado. Les comunicó telepáticamente su deseo de saber más sobre los reinos satélite, a lo cual, extremadamente temerosos, le dieron el mapa sobre la telaraña.

El señor siniestro notó con mareos lo muy numerosos que son los reinos satélite, si se unieran todos bajo una misma bandera, Commorragh caería de forma garantizada sin importar la inteligencia, astucia, estrategia, sabiduría, preparación, frialdad y seriedad que tuviera el gobernador supremo. Sin embargo, debido a la naturaleza de los drukhari, a lo mucho pueden breves pactos de alianza antes de matarse entre sí.

Con lo que recuerda de las mentes de los líderes enemigos, actualmente solo 12 reinos satélite están bajo tres diferentes pactos de alianzas. Los que atacaron en el norte era una alianza de 5 reinos satélite, en el oeste fueron 3 reinos satélite y en el sur fueron 4 reinos satélite. Al parecer, parte del porque sus defensas ganaron tan rápido es porque las diferentes alianzas se encontraron y se enfrentaron entre sí.

También fueron de puro reconocimiento, por lo que tampoco es la gran cosa. Pensando en esto, era obvio que al cual debía atacar primero es la alianza con mayores reinos satélite. El problema es el tiempo, ya que por lo que ha visto, el enemigo no tarda casi nada en invadir Commorragh.

Es decir, que deberá dirigir más de una invasión a la vez para reducir la cantidad de enemigos. Pensó en los mandragoras, estos serán muy útiles para debilitar enormemente las defensas y estrategias del enemigo sobretodo ahora que controla a todas estas criaturas. Solo tiene que venir personalmente, revisar las mentes de todos y luego proporcionarles la información, con este proceso en cuestión de minutos los reinos satélites seleccionados caerán en la debilidad.

Usando sus poderes psíquicos, dio mensajes telepáticos a varios de los líderes incursores de Commorragh incluyendo al de su reino satélite. Se había decidido en atacar y conquistar 3 reinos satélite de una alianza en específico. Una fuerza de ataque será únicamente él una vez que termine de movilizar a los mandragoras, la segunda fuerza será formado en su mayoría por fuerzas de su reino satélite reforzadas con algunas fuerzas de Commorragh, y la tercera fuerza será únicamente de tropas de élite de Commorragh.

Sin embargo, dado a que no conoce esos reinos satélite, deberá ser llevado en una nave para que pueda teletransportarse de ser necesario, lo acaba de descubrir cuando intentó teletransportarse y no pudo debido a que no sentía ni las presencias psíquicas de estos. Envió mensajes psíquicos y uno le respondió. —Lo... lo llevaré a donde necesite.— Dijo un piloto.

Gracias a los mensajes psíquicos, no tardaron tanto como deberían en organizarse. En un lapso menor de 30 minutos, el señor oscuro vio cada reino satélite objetivo y leyó la mente de todos los habitantes. Después, llamó a sus mandragoras y estos comenzaron a eliminar cada líder enemigo, incluso hasta arcontes, ignorando las negociaciones de estos por miedo al señor siniestro. Las incursiones empezaron aprovechando el gran daño a la cadena de mando de los reinos satélite objetivo.

Sin embargo, el reino satélite que iba a atacar personalmente el señor oscuro no entraron los mandragoras. Después de todo... no es necesario. Mientras el señor siniestro purgaba y brutalizaba todo residente o visitante del reino satélite, las otras 2 fuerzas de ataque invadían los muy debilitados reinos satélite.

El señor siniestro, tras purgar, brutalizar y revivir el reino satélite que atacó (le tomó muchas horas pero no más de un día), obteniendo su lealtad mediante el horror y traumas que les causó, se teletransportó hacia la fuerza de ataque de su primer reino satélite reforzado con algunas fuerzas de Commmorragh.

Llegó entre un jerarca y un íncubo de gran renombre. —¿S-señor?— Preguntaron, el señor siniestro tan solo caminó hacia delante donde sus fuerzas frontales luchaban y usando la lectura mental, comenzó la purga brutal sobre sus enemigos, solo que esta vez perdonó a los prisioneros de guerra.

Demasiado rápido... demasiado duro... demasiado fuerte... y demasiado cruel... era lo que todos pensaban al "verlo" "combatir". No había manera en el que el enemigo ganara, desde que vino el señor oscuro, la batalla perdió toda posibilidad de ser ganada por los defensores. Quizás lo que más aterró tanto a aliados como enemigos del señor de Commorragh es su capacidad de resucitar a los muertos. 

Para cuando el segundo reino satélite atacado fue conquistado, el tercero también lo fue. Dos reinos satélite más estaban bajo su completo control, el tercero todavía se dudaba debido a que no fueron brutalizados por el señor de Commorragh, pero al menos puede estar tranquilo por un tiempo.

Unas horas después. En un reino satélite no tan distante.

Drurai estaba torturando a uno de sus humanos por la inmensa ira que sentía, aunque no a las hembras, sino a uno de sus machos, específicamente al que menos le gustaba (y el humano más rebelde). —¡Ni siquiera tuvimos una pizca de información!— Gritó de enojo. Si bien, los Aeldari tienen una inteligencia emocional mayor y más natural, eso no quiere decir que no desaten arranques de ira cuando nadie los ve, más aún considerando sus emociones sobrehumanas y siendo desatado por un Aeldari que se entrega fácilmente a sus deseos.

El humano gritaba de dolor y horror. Un guerrero de la kabala entró, forzando al arconte que se calme. —¿Y bien?— Preguntó. —Está confirmado, tres reinos satélite de nuestra alianza han caído a manos del señor de Commorragh.— El arconte tuvo ganas de arrancarse la cabellera ahora mismo, pero con mucho esfuerzo, se controló.

El lugar estaba oscuro, algo alumbrado por los rayos de luz de los soles capturados, mientras había sangre del humano en el duro y oscuro suelo de materiales desconocidos. —¿Cómo lo hizo?— Preguntó. —No tenemos mucha información, pero se sabe que la cadena de mando ya estaba muerta antes de la invasión.— Explicó el guerrero de kabala.

—Mandragoras... pero... ¿cómo se dio cuenta de forma tan específica y total?— Preguntó Drurai. No importa lo increíblemente hábil que sea el líder enemigo, incluso Asdrubael Vect le tomaría mucho más tiempo identificar la cadena de mando inferior, y aún así, no podría acabar a todos y cada uno de estos sin destruir por completo el reino satélite. Esto era demasiado extraño.

—Por cierto, el reino satélite aliado restante cortó la alianza.— Reveló el guerrero de kabala drukhari. Drurai se enojó aún más, pero lo esperaba. El arconte aliado muy seguramente buscará formar parte de otra alianza o incluso hacer alianza con reinos satélite que todavía no se han enterado del nuevo señor de Commorragh para escapar de la vista del mencionado.

—Prepararé las defensas. Trataré de llegar a un acuerdo con otras alianzas o reinos satélite, mientras tanto, avisa a los demás guerreros de la kabala.— Ordenó Drurai, dejando en paz al humano. El guerrero de kabala se marchó también, pero muy preocupado. —¿Cómo lo hizo?— Se preguntaba también.

Debajo del trono oscuro de Commorragh.

Había un lugar oscuro muy espaciado, tan espaciado que incluso un ejército podría caber. El señor de Commorragh estaba sentado, esperando un... paquete...

Varios pasos desnudos resonaban sobre la crisálida y dura superficie del suelo oscuro.  —¿Por qué pidió 200 eldar Asuryani quebradas del último reino satélite conquistado?— Preguntó un guardia drukhari a otro. —No lo sé, no creo que para que se divierta, son... demasiadas.— Respondió otro no muy seguro.

Doscientas Aeldari Asuryani. Cada una vestía de ropas rotas, con el cuerpo maltratado y miradas vacías, llenas de desesperación. Cualquiera podría decir que recibieron las peores torturas drukhari. Leyó sus mentes, y sintió algo extraño. Si, podía leer sus mentes y memorias todavía, pero están más... vacíos... rotos... separados.

El señor de Commorragh comunicó con la mano que se acercara uno de los guardias. Este mismo rápidamente obedeció apresurado y muy aterrado. Le comunicó telepáticamente unas cosas, y este rápidamente obedeció. —¡Escuchen!— Habló fuerte, causando que, a duras penas, las Asuryani alzaran la cabeza con lentitud y con los ánimos en lo más profundo de Commorragh.

—11 de ustedes tiene la oportunidad de ser libre de ser esclavas, incluyendo la tortura y de todos los demás drukhari.— Inmediatamente, los ojos vacíos de las Aeldari se abrieron con una muy leve, pero existente, esperanza. —Se pide la atención de todas y cada una de ustedes para escuchar las indicaciones.— Todas penetraron su mirada sobre el drukhari, este se habría regodeado por la atención que recibía de no ser porque el señor oscuro estaba justo a su lado.

—Entre ustedes, se enfrentarán entre todas hasta el final. Las últimas 11 que queden en pie se convertirán en... las concubinas y la consorte del señor de Commorragh.— Dudó por breves momentos, extrañado por la condición, pero rápidamente explicó al sentir la mirada penetrante de su señor. —Al volverse concubinas del señor de Commorragh, no solo dejarán de ser esclavas, sino que nunca más tendrán que someterse a las torturas ni ante otros drukhari, obtendrán su protección y hasta los alimentos y agua necesarios. Se promete que quien se vuelva su consorte tendrá mejores beneficios.— Dijo rápidamente.

Normalmente, las eldar Asuryani sentirían un inmenso repudio y asco por esto. Es como decirles que se volverán objetos sexuales para un jabalí, simio o un cerdo. Sin embargo, el orgullo y la mente de estas Aeldari están rotas, apenas entienden las palabras que reciben sus oídos sobrehumanos. De hecho, para cualquiera que haya sufrido las peores torturas de Commorragh... esto es una bendición en toda palabra.

Por lo que, en vez de asco, sus miradas se alzaron en esperanza, aunque luego bajaron un poco al escuchar lo siguiente. —Sin embargo, hay reglas en esta batalla y consecuencias también.— Continuó el drukhari, comenzando a enlistar las consecuencias. —La primera regla, no pueden usar sus poderes psíquicos.— Dijo, notando que no había ni una diferencia de expresión en los ojos de las Aeldari. —La segunda regla, no pueden matarse entre ustedes.— Esto generó un ambiente pesado entre las Aeldari.

El señor oscuro miró con satisfacción esa regla que impuso. Después de todo, es mucho más fácil matar a tu oponente que incluso dejarlo inconsciente. No hace falta ser inteligente para verificar la veracidad de esto, al momento de matar, no te contienes a diferencia de cuando no debes matar. Solo las más fuertes, obedientes, adaptadas, astutas, hábiles y controladas podrían hacer esta tarea con poca dificultad. Eso no sería un grave problema... si mínimo fueran guerreras Asuryani... y tuvieran la mente estable.

—Tercera regla, no pueden hacer equipos.— Una regla simple. No hay lugar para las débiles, solo para las más fuertes, adaptadas y astutas. —Cuarta regla, no pueden detenerse, no pararan hasta no poder más.— Una simple prueba de resilencia, autocontrol... y obediencia. —Estas serán las consecuencias en caso de no obedecer alguna regla.— Prosiguió el drukhari, llamando aún más la atención de las Aeldari.

—El propio señor de Commorragh... las destrozará... las matará... y las revivirá... para que vuelvan como esclavas.— Dijo con un inmenso temblor en el cuerpo al recordar el dolor... el dolor durante la purga de Commorragh. Las Aeldari notaron el peso de sus palabras, miraron al humano sentado en frente de ellas, podían sentir con miedo su inmenso poder psíquico, más aún con la presunta capacidad de resucitar a otros.

—La única consecuencia por perder será volver como antes, unas esclavas de Commorragh.— Finalizó el guardia, siendo despedido por el señor de Commorragh de un movimiento de mano, a lo cual obedeció caminando muy apresurado. Las Aeldari sintieron una inmensa presión en sus cuerpos, pero también algo que ningún eldar de la ciudad pensaría que fuera posible en su civilización: Salvajismo.

Todas se miraban la una a la otra, pensando en formas de derribarse, eliminar sin matar y en cómo explotar las debilidades de la una a la otra. Sin embargo, el señor de Commorragh alzó el puño, y conteniendo su golpe, dio un golpe al suelo agrietándolo, causando que todas se arrojaran la una a la otra con el instinto de "supervivencia" al máximo, desatando su adrenalina largamente suprimida.

Todas peleaban con las manos desnudas. Se arañaban, golpeaban, mordían y pateaban con toda la furia y desesperación que ponían reunir. Algunas cegaban a otras inutilizando sus ojos. El señor de Commorragh se deleitaba con la batalla, notando con facilidad las más fuertes, experimentadas, adaptadas y astutas.

Las lastres cayeron rápidamente, dejando solo las que, mínimo, no eran basuras en el combate. La más destacable derrotaba a sus adversarias con facilidad, el señor oscuro sabía de antemano gracias a la lectura mental general que ella era una ex guerrera Asuryani, no muy por encima del promedio, pero claramente demuestra la gran diferencia entre una Asuryani guerrera y una civil.

Las demás rápidamente evitaron a la más destacable, recordando que no pueden hacer equipo. La Asuryani destacable se habría relajado de no ser porque no se puede detener, según las reglas. Decidió agarrarse a las más inadaptadas, débiles, menos astutas y menos hábiles, tratando de reducir el número lo más posible para terminar la pelea antes de que se canse.

Otra más se destacó, aunque a diferencia de la más destacable, no es una guerrera Asuryani, sino una eldar paria (no tiene el gen paria, así literalmente se llaman los eldar "libres" de facción). Sus habilidades de supervivencia, aunque limitadas por el entorno entre otras cosas, le ha dado una masiva ventaja sobre las demás.

Las Asuryani identificaban a las destacadas, sin importar si no son destacables o si, evitan a las mejores, para reducir el desgaste físico. Las que caían eran las cegadas, muy agotadas por su débil cuerpo físico, o simplemente las noqueadas e inconscientes.

Finalmente, después de varios minutos, quedaron solo once. Las once miraron a sus alrededores, respirando con mucha dificultad y sudando. El señor de Commorragh dio una orden psíquica a los guerreros de kabala cercanos. Los mencionados agarraron a las derrotadas, algunas gritaron en agonía y desesperación, otras no al estar noqueadas o inconscientes. Las 11 miraron al señor de Commorragh, pero este dio una nueva orden psíquica.

Esta vez, unas brujas aparecieron de la nada y se llevaron a las ganadoras para pánico y desesperación de estas, pero no se resistieron. El señor de Commorragh esperó y 10 minutos después, las mujeres Aeldari volvieron.

Sus ropas fueron cambiadas a unas más dignas y cómodas. Sus pieles recuperaron color y ya estaban bien alimentadas. El señor de Commorragh se levantó y comenzó a revisarlas atentamente. Todas y cada una de ellas gozaban de una belleza inmensa y de un buen físico. Pensó en la más destacable de la batalla, es muy fuerte y hábil, pero al final piensa embarazar a todas y cada una de ellas...

Observó a una no tan destacable pero increíblemente hermosa, la más hermosa de las once. Su largo cabello escarlata se recargaba sobre sus hombros y pecho, sus ojos eran esmeraldas brillantes. La tomó de la barbilla y la mencionada fue sumisa ante el repentino toque. El señor siniestro acarició con el dedo pulgar la barbilla de esta, después, con un movimiento de mano, le ordenó que se arrodillara.

Obedeció la Aeldari, el señor oscuro le presionó la nuca con el dedo pulgar, la piel de esta comenzó a quemar un poco, pero luego, el dolor de la piel se convirtió en un dolor por todo el cuerpo, sin embargo, las décadas de torturas de Commorragh le dieron la suficiente resistencia como para no hacer sonidos.

Su cuerpo comenzó a crecer al igual que su masa muscular. La altura de la mujer de 214 cm cambió a 230 cm, sus huesos se endurecieron, su masa muscular aumentó sin quitar su belleza, su densidad muscular también aumentó al igual que sus poderes psíquicos. Sin embargo, también su salud se restauró por completo, estando lo más saludable posible... y fértil.

Una marca de calavera eldar con agujas se dejó en su nuca. El señor de Commorragh luego hizo con las demás, aunque tuvieron diferentes capacidades físicas en relación a su potencial físico y cuerpo entrenados, además de que a diferencia de la primera, las marcas en sus nucas eran calaveras eldar sin agujas.

Todas se arrodillaron al sentir una inmensa conexión psíquica con el señor de Commorragh, aliviadas de ser libres de más torturas de la ciudad mencionada. Todas y cada una de ellas reconocen que ahora son propiedad del señor siniestro. De repente, el señor siniestro se palmó la cara. Dio un mensaje psíquico a algunos constructores de muebles eldar (no creo que los eldar oscuros tengan ingenieros óseos).

Las nuevas concubinas y consorte del señor oscuro incluyéndolo esperaron. Después de una hora larga de espera, unos nuevos cuartos fueron construidos. El señor oscuro se movió y con un mensaje psíquico a las Aeldari hembras, les indicó a que lo siguieran. Las féminas obedecieron.

El señor siniestro mostró a cada una de ellas su respectivo cuarto, algo que fue bastante... inesperado para las Aeldari. No las culpen, han estado aquí desde décadas sufriendo incontables torturas drukhari y no tenían ni siquiera un lugar para dormir decente.

Obviamente, el cuarto de la consorte es el mejor de todos, siendo el cuarto de la que tenía la marca del cráneo eldar con agujas en la nuca. Dio una rápida mirada y luego miró a su señor esperando alguna otra orden. Al ver que ya estaba lista, ordenó a las concubinas que se marcharan, y luego cerró la puerta con tan solo un pensamiento.

Le dio una orden psíquica a su consorte. Era hora, no podía perder más tiempo. La mujer Aeldari se desvestía con lentitud y al terminar se acostó boca arriba en su cama. El señor oscuro miró el cuerpo de su consorte, no le tenía ninguna pizca de lujuria a pesar de que es mucho más hermosa que el cuerpo desnudo de Sasha.

Se quitó su armadura de huesos eldar, dejando a la Aeldari en shock al notar la belleza antinatural del señor de Commorragh. Sin embargo, no perdió tiempo y comenzó a hacer el ritual de apareamiento.

La mujer Aeldari no se sintió incómoda, pero tampoco lo disfrutaba. El señor oscuro se sintió algo asqueado. Era obvio que la Aeldari estaba mancillada por quien sabe cuantos drukhari, ya se había acostumbrado. Sin embargo, su molestia causó que derramara poder psíquico y que la Aeldari, por el dolor inesperado, comenzará a sostenerlo con sus brazos, por miedo a disgustarlo y volver a ser una esclava.

Pero eso causó que el señor siniestro quitara su miembro de la Aeldari, asustándola. Una memoria le llegó a la cabeza, algo que casi olvidaba por completo: los abrazos de su madre adoptiva. Al principio, le dio asco y por eso se apartó, sin embargo, al reconocer que es solo la Aeldari, tuvo una mirada muy pensativa.

Recordando a su "padre", agarró su miembro y lo envolvió de poder psíquico, esto asustó aún más a la Aeldari, pero no se movió. El miembro del señor oscuro volvió a su posición y entró, causando que la Aeldari gritara gimiendo no de dolor... sino de un placer incomprensible.

Se sostuvo en su consorte la Aeldari, el señor siniestro siguió en el proceso de apareamiento, enfocando su poder psíquico en el semen. Finalmente lo soltó, dejando a la Aeldari desmayada al no soportar el placer incomprensible que recibió. El señor oscuro acarició levemente la cabeza de la Aeldari, pero luego la dejó sola y vestido apenas de sus pantalones, fue con las demás concubinas.

Las concubinas a diferencia de la consorte no recibieron el placer extremo debido a que confundieron los gritos de placer de la primera por dolor y trataron de inmovilizarse y ser lo más sumisas posible, evitando abrazar o sostenerse al señor oscuro.

Después de haber terminado, las despidió a sus nuevos cuartos. Se fue a su trono oscuro y se sentó, dando mensajes psíquicos a sus retorcidos y traumatizados súbditos. Luego, comenzó a movilizar a las tropas, preparándolas para atacar unos 2 reinos satélite más.

Con Drurai.

Drurai estaba llevándose a sus hembras humanas y algunos machos humanos a una nave oscura, junto con muchas tropas de kabala y hasta un íncubo. Su fiel guerrero de kabala lo seguía. —Estabas algo seguro de tus defensas, ¿era tan solo una distracción?— Preguntó el mencionado. Drurai volteó rápidamente a verlo, asintiendo. —Me temo que no podremos enfrentarnos a Commorragh por un tiempo, al menos hasta que recuperemos fuerzas, le daremos la victoria por el momento al señor siniestro.— Respondió Drurai con simpleza.

—No te vas a ir a ningún lugar... maldita excusa de ser Aeldari...— Una voz oscura, ronca pero muy fría se escuchó al frente. Los guerreros de la kabala voltearon a verlo incluyendo el arconte y sus esclavos humanos.

Había un eldar vestido de una armadura muy parecida a la de un vengador implacable, pero oscuro, con pinchos y con los brazos y piernas descubiertos. Tenía una altura de 227 cm, sus brazos y piernas gozaban de muchos músculos de buena calidad. Varios drukhari lo miraron con deseo y burla. —¿No estás muy lejos de tu jaula?— Preguntó con burla el arconte.

El eldar no respondió y sacó su espada. El íncubo sonrió con crueldad y sacó su espada, pero el eldar se movió rápidamente con una destreza casi incomparable. Ambos chocaron brevemente sus espadas, pero el íncubo gruñó de dolor e incredulidad al tener ambas extremidades cortadas, solo para luego ser partido en 2 y seguido teniendo su cabeza decapitada.

Los guerreros de kabala se pusieron serios con la sangre enfriada al notar tal destreza del eldar y comenzaron a disparar. El eldar esquivó los disparos de un rápido deslizamiento, partiendo en 2 mitades a uno de los guerreros de la kabala. Los guerreros de kabala cercanos trataron de alejarse, no son estúpidos, sabían perfectamente que pelear cuerpo a cuerpo contra ese Aeldari es lo mismo que cortejar a la muerte.

Lamentablemente para ellos, los reflejos, adaptabilidad, flexibilidad y la gran velocidad del Aeldari también son muy superiores a los de sus adversarios, por lo que cosechó 3 cabezas de un solo zig zag. Un par de guerreros de kabala le disparaban, pero el Aeldari dio una voltereta hacia atrás y decapitó a uno de ellos en el aire, mientras que con sus piernas le rompió el cuello al otro.

Un guerrero de kabala le intentó disparar retrocediendo, pero el Aeldari cargó y partió en 2 el propio proyectil con su espada... cortando en 2 de forma diagonal al guerrero de kabala salpicando más sangre. La débil moral de los guerreros de kabala se desmoronó incluyendo al del sibarita ante las inmensas capacidades físicas del Aeldari y abandonaron al arconte para shock y miedo de este.

Sin embargo, la retirada de su cobardía solo causó que sus muertes fueran más fáciles de desatar. El Aeldari de 3 movimientos decapitó y partió los cuerpos de los desmoralizados, excepto al sibarita que alcanzó a retroceder y solo tener una mano cortada. Este cayó al suelo, disfrutaría del dolor, pero todavía no había hecho un trato con un homunculus, siendo presa del miedo a la muerte.

—¡Espera! ¡Espera! ¡Te pagaré bien! ¡Te diré lo que deseas saber!— Gritó y suplicó asustado, pero se burló el Aeldari, notando al instante su situación. —Un cobarde... como todo hombre cruel...— Comentó el Aeldari fríamente decapitándolo. La sangre se salpicó por el suelo, pero el arconte y su fiel guerrero de kabala huyeron a la nave, sin embargo, se metió rápidamente a la nave.

El guerrero de kabala cerró la puerta interna, pero el Aeldari se metió dando un espadazo que el anterior mencionado esquivó a duras penas, teniendo un corte profundo en el pecho. —¡¿Quién eres?!— Preguntó, pero lo único que recibió de respuesta lo obligó a intentar cubrirse con su espada del ataque cortante.

Sin embargo, el ataque cortante partió en 2 la hoja de espada del guerrero de kabala leal y lo partió en 2 diagonalmente. El Aeldari siguió avanzando hasta encontrarse al arconte, quien estaba a lado de algunos pocos Guerreros de kabala, otro íncubo y algunos drukhari peones. Los peones avanzaron, pero el Aeldari cosechó sus cabezas con una gracia muerta y a una velocidad desconcertante.

El íncubo trató de ir por su cabeza mientras los guerreros de kabala lo distraían con sus disparos, pero el Aeldari bloqueó su ataque y lo partió en 2 mitades de abajo hacia arriba. Usó sus mitades como escudos mientras avanzaba contra los guerreros de kabala, luego de un giro acrobático cosechó 2 cabezas y mató a los últimos 2 de un solo movimiento deslizante de corte, bañando el lugar de sangre.

El arconte mandó a sus esclavos a defenderlo mientras sacaba una pistola, el Aeldari pasó entre ellos a una velocidad muy sobrehumana y perforó el pecho de Drurai. —Mierda Mon'keigh...— Vomitó sangre maldiciendo el arconte. El Aeldari sacó la espada cortándole en el proceso un brazo, luego le cortó el otro brazo casi al instante para luego moverse y girar con todo su cuerpo y partirlo en 2, dejando caer la parte superior y luego la parte inferior del arconte, salpicando sangre y tripas cortadas.

El Aeldari de un movimiento de la espada salpicó sangre impregnada en la mencionada, luego lo limpió con su brazo y la envainó. Quitó su máscara, revelando su gran belleza física... y un gran vacío. Se sentó en el suelo y luego miró al suelo, notando una inmensa y muy poderosa presencia psíquica. —Hell jumper... véngannos a todos... por Gortz... y por Sasha...— Dijo el Aeldari con una voz fría, esperanzada y melancólica.

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