Prólogo
—¡Vete a la mierda, Kevin O'Donell!
Lanzo el alarido, el cual es festejado por mis amigas, y luego bebo de la botella de vodka. Algo que no me gusta, pero esta noche, le encontré el sabor más delicioso del mundo.
¿Puede que se deba al hecho de que me quema más la traición y el trato que tuvo Kevin conmigo? Puede ser.
Hoy en la mañana, me desperté feliz al ver el anillo de compromiso que Kevin me había dado la noche anterior. Feliz porque se había presentado el momento que siempre soñé y deseé. Desde niña, para ser exacta.
Me sentí una mujer plena, renovada, admirada y amada. Todos en mi trabajo lo notaron, se pusieron contentos y me animaron a hacer una fiesta para celebrar el acontecimiento. Es más, ya todo estaba siendo planeado.
Mi madre lloró de felicidad, debido a que con ella compartí las charlas más profundas en relación a mi vida amorosa. A mi padre le brillaron los ojos, y en su cabeza soñadora ya estábamos entrando a la iglesia.
Y cuando le conté a mis amigas, el grupo de chat estalló con las miles de ideas que tenían para vestirse como damas de honor.
Tan solo llevaba puesto un anillo de compromiso, pero en vista de mis deseos, parecía que la boda estaba más cerca de lo que parecía.
Todo era demasiado hermoso, colorido y lleno de felicidad. Hasta que la llegada de un mensaje lo cambió absolutamente todo.
Alexa Weston me contactó para contarme que mi novio no era tan perfecto como yo lo veía. Y cuando creí que eso ya era demasiado, también me escribió Rebeca Gillis.
Ambas se pusieron de acuerdo para hablarme el mismo día, casi a la misma vez, todo sin saber lo que llevaba puesto en mi dedo.
Alexa y Rebeca, no solo me contaron las cosas que Kevin hacía a mis espaldas, sino que también me dieron pruebas, me enseñaron muchas capturas de sus conversaciones, me pasaron audios y todo lo que creían que era necesario para que yo crea en ellas. Me sentí asqueada por todo.
A medida que leía cada chat, y escuchaba cada audio, aquella idealización que tenía de Kevin iba desapareciendo. De pronto no entendía quién era la persona que me había acompañado durante casi cuatro años. Ya no era un príncipe de cuentos, sino que era el monstruo más vil y horrible.
Y el golpe más terrible fue darme cuenta de que me pidió compromiso para tapar todo lo que había hecho, entre esas cosas, haber embarazado a Rebeca. El mismo día donde Rebeca le contó respecto al resultado positivo, Kevin llegó a mi departamento con un vino y una propuesta que, luego de ver todo lo que las chicas me mostraron, me resultó repugnante. Sentí unas imperiosas ganas de vomitar.
Solo Alexa sabía de mi existencia, y me pidió disculpas por dejar que todo entre ellos avanzara, también sabía todo respecto a Rebeca, es por eso que la contactó.
Y en cuanto a Rebeca, supo de mí cuando le contó sobre su embarazo a Kevin. Me enseñó la conversación que tuvieron, y Kevin me mencionó como si fuera algo insignificante, como si fuera la excusa para no hacerse cargo de la situación.
Me sentí abrumada por tanta información, por ver muchas fotografías y de escuchar audios donde se olvidaba que me prometía un mundo mejor. ¿Tan ingenua pude haber sido? El amor te vuelve una persona ciega e idiota.
Todo fue demasiado, pero tan necesario a la vez. Cada punzada de dolor que sentí por cada cosa que me compartían Alexa y Rebeca, fue el golpe de realidad que necesitaba para darme cuenta de que Kevin no era el hombre que yo creía.
Le pedí vernos en la tarde, y por supuesto, como buen tipo asqueroso, negó todo. Y no solo eso, sino que también me trató de loca. Tan jodidamente típico.
Cuando le enseñé todas las pruebas que tenía, no supo dónde meterse. De pronto se convirtió en algo diminuto, sin defensas, sin voz.
Me pidió perdón de manera desesperada, es decir, se arrodilló frente a mí. Y en vez de sentir algo conmovedor, sentí asco. Mucho asco.
La noche anterior también se había arrodillado, con ojos brillantes y una promesa de amor plasmada con una pregunta que abría la puerta hacia el futuro. Nuestro futuro. Lo tenía ahí, fingiendo su amor, siendo que horas antes le habían dicho que un bebé venía en camino.
Me traicionó, me humilló y me usó. Eso es algo por lo cual no podía perdonarlo. Lo único que hice, fue quitarme el anillo, decirle que no quiero pasar mi vida a su lado, y le pedí que por favor no deje sola a Rebeca.
Quiso que me enojara con ella y con Alexa. Es decir, intentó manipularme de todas las maneras posibles. Si no hubiera comprendido el concepto de sororidad, de seguro habría caído a sus pies. Pero no pude odiarlas, ¿por qué iba a hacerlo? Me salvaron de pasar la vida con alguien que decía amarme, pero no dudaba en engañarme cuando no estábamos juntos.
Siguió rogando por mi perdón, pero a medida que lo pedía, mis oídos se cerraban, y mi corazón se quebraba un poco más. Y con la mejor entereza que pude sacar de ese momento, le pedí que se vaya. Por suerte me hizo caso y se fue. Pero antes de irse, prometió luchar por mí. Y le respondí cerrándole la puerta en la cara.
Una vez sola, y en el silencio ensordecedor del departamento, me quebré en llanto. Pensaba en todo lo que iba a seguir. O sea, mis amigas, mis compañeros de trabajo y mi familia ya sabían del compromiso, y mientras yo estaba rota en llanto, ellos planeaban cosas a futuro que no iban a pasar.
Solo tuve fuerzas para buscar a mis amigas, quienes no tardaron en llegar para abrazarme y maldecir al muy maldito de Kevin O'Donell.
Y es desde ese entonces que estamos bebiendo. Creo que nunca bebí tanto alcohol como lo estoy haciendo ahora. Más alcohol bebo, y más ahogo las emociones tristes que tengo dentro mío. Lo sé, no es algo bueno, pero tampoco quiero echarme a llorar y ser esa mujer que no se levanta de la cama debido a la tristeza.
—Deberías hacer una lista —me propone Mónica, mi mejor amiga desde niñas. Tanto Isabela como Sofía están de acuerdo con ella.
Entonces lo hago, me pongo de pie, busco un cuaderno, un bolígrafo y me siento en el sofá.
Mis amigas leen la lista, agregan más cosas basadas en sus experiencias y salimos al balcón con la idea de prender fuego la hoja y maldecir a los hombres que nos lastimaron y humillaron.
—¡Te odio, Kevin O'Donell! —Digo cuando enciendo la hoja—. ¡Y te odio a ti maldito y jodido amor! ¡Vete a la mierda con tus emociones cursis y falsas!
La hoja se consume por el fuego, mis amigas se ríen y yo me permito llorar por todo lo que siento.
ESTRENO: 23 DE JULIO.
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