Y no es hasta que salimos del edificio que comprendo que estoy a punto de dar un paseo con alguien que solo puedo ver y escuchar yo.
Me quedo inmóvil por esa razón, no soy capaz de hacer ningún movimiento. Bastián, en cambio, está junto a tres perros callejeros, los cuales mueven sus colas, felices de estar en su presencia.
Cuando los canes se distraen por el aroma a comida que emana uno de los puestos de la avenida, Bastián aprovecha y se acerca a donde estoy. Es decir, a la entrada del edificio.
—¿Hasta cuándo vas a seguir así? —. Pregunta, miro sus ojos chocolate, pero no le respondo—. Ah, ya sé. No sabes como pasear conmigo.
—No quiero que me vean hablando sola. — Agrego para confirmar lo que acaba de decir.
Bastián se para a mi lado y mete sus manos en los bolsillos de su chamarra amarilla. Qué envidia que un color tan chillón le quede demasiado bien. Recuerdo que una vez quise comprarme un vestido de ese color. Me sentí una ridícula en el instante en que me vi al espejo del probador.
—Si nos vamos a quedar aquí todo el día, prefiero que entremos. — Le susurro y observo mis pies.
—Vamos a dar un paseo. Pero antes, quiero que veas el movimiento que tienes frente a ti. — Le hago caso, observo todo lo que tengo frente a mí.
Hay parejas de la mano, compartiendo una conversación. También hay amigos que discuten sobre una materia de la universidad. Veo a alguien paseando a su perro, o más bien su perro lo pasea a él. Y para completar, hay adolescentes inmersos en la pantalla de sus móviles. Hablan de un tiktoker famoso, y me siento una anciana al no tener idea que es ser un tiktoker.
—Todos están en su burbuja personal, Aurora. Nadie le presta atención a lo que sucede alrededor.
Cuando Bastián dice eso, mira en una dirección en específico, así que hago lo mismo. Un agujero nace en mi estómago cuando veo a una pareja, junto a su bebé de tan solo meses pidiendo alguna ayuda.
Quienes pasan junto a ellos, no le prestan atención. Ni siquiera los observan por el rabillo de sus ojos.
El hombre de la familia poco a poco va bajando su voz, y preso de lo que está sintiendo comienza a llorar. Su mujer le habla, y es ahí cuando seca rápido sus lágrimas y le regala una sonrisa a lo que dijo. Y ella se ríe por la respuesta que le da, algo que el bebé imita.
Busco el dinero que guardé en el bolsillo trasero de mi jean, me acerco a la familia y les entrego lo que pienso que puede ayudarles a pasar el día.
—¿Les hace falta algo para el bebé? —. Les pregunto, pero no responden de inmediato. Se miran entre ellos, se comunican de esa manera, y vuelven a poner sus ojos en mí—. ¿Y bien?
Bastián se acerca a nosotros y me susurra que a cinco manzanas de donde estamos hay un nuevo refugio para personas sin hogar. Me dice que casi nadie sabe de eso, que se lo comunique a la familia.
—¿Conocen el refugio Amanecer? — niegan con la cabeza—. Es nuevo, está a cinco manzanas. — Señalo hacia mi derecha—. Pueden brindarle toda la ayuda que necesiten, no se queden aquí, en cualquier momento comenzará a llover.
Miran al cielo, comprueban que un par de nubes oscuras cubren el cielo. Necesitan estar seguros, así que les repito lo del refugio.
El hombre de la familia se pone de pie, ayuda a su mujer para que también lo haga, y empiezan a juntar sus pocas pertenencias. Antes de dirigirse hacia la dirección que les indiqué, me regalan una mirada cargada de mucha bondad. ¿El mundo los desamparó y no pierden ese brillo en sus ojos?
—Gracias, señorita. Que Dios la bendiga. — Dice la mujer y el hombre asiente para sumarse a lo que dijo. Les sonrío y se encaminan hacia el refugio Amanecer.
Bastián sigue parado a mi lado, aún con las manos dentro de su chamarra. Se balancea en su lugar y sonríe.
—¿Por qué sonríes? —. Le pregunto.
—Porque la realidad de la familia va a cambiar.
—¿Ves el futuro?
—Algo así. — Me mira a los ojos—. No, no te voy a decir nada sobre el tuyo.
Me encojo de hombros.
—No sé si me gustaría saber algo de mi futuro. Me da miedo.
—A todos les aterra lo desconocido, es normal. Bien, ¿podemos ir a la cafetería donde trabajas? El pastel de chocolate que venden es el mejor de la ciudad.
Caminamos en dirección a mi lugar de trabajo. Jamás vengo cuando tengo el día libre. Bueno, creo que ninguno de sus empleados lo hace. Si es día libre, lo que menos quiere uno es visitar el lugar de trabajo.
La cafetería Milenio no es la número uno de Pallet Ville, pero su pastel de chocolate sí que lo es. Obviamente en el podio de alimentos dulces, las medialunas de Jules se llevan el primer lugar, pero estoy segura que nos ganamos el segundo con el pastel de chocolate.
Cuando llegamos, mis compañeros se sorprenden de verme.
—¿Estás loca? —. Me reprocha Lizzie—. Ve a tu casa a descansar.
—Se me ha antojado un pastel de chocolate.
—Bueno, en ese caso lo entiendo.
Sonríe, corta una porción, me pregunta si quiero beber algo para acompañar, y le pido una lágrima. Cuando todo está listo, me dirijo hacia el salón, sé que allí me está esperando Bastián. Pero, cuando veo que se ubicó en una de las mesas del medio, resoplo algo molesta.
Me observa y una sonrisa divertida se plasma en su rostro. Con eso comprendo que sabe que no me gusta ese lugar que eligió. En lo personal, siempre opto por ubicarme junto a la ventana. Detesto el lugar del medio.
—Ya. Supera tu odio por esta ubicación. — Me dice cuando me siento frente a él. De manera un tanto disimulada, deslizo el plato con la porción de pastel hacia él. Bastián niega con la cabeza, y yo frunzo el ceño—. Sé que dije que es el mejor de la ciudad y, de hecho, es la verdad. Pero no puedo comer ni beber nada que hagan ustedes.
—¿Por qué?
—Porque si lo hago, no tendré control. Y cuanto más alimento ingiera, más real me convertiré.
—¿Pasarías a ser real?
—Soy real.
—Me refiero a que serías como yo. — Observo a mi alrededor, nadie me está mirando hablar sola. Eso es bueno.
—Ah, eso. Sí, sería un humano más. —Su rostro se transforma como si hubiera olido algo feo y sacude la cabeza—. Soy feliz siendo una emoción, aunque muchos me odien o me ignoren.
—Por algo será. — Bebo un sorbo de la lágrima.
—Sí, por culpa de ustedes. Ya te lo dije antes, ¿qué culpa tengo yo de que otros hagan las cosas mal en mi nombre?
Me encojo de hombros y devoro parte del pastel. Bastián sonríe, dice que el aroma es muy placentero.
—¿Y cómo es que te has manifestado antes? —. Pregunto.
—Me presenté como lo hice ante ti. Con la única diferencia de que tu recibimiento fue el mejor que tuve.
—Y sí, estas cosas no pasan todos los días. No es normal.
—Puede que no. Pero tampoco es normal que carguen con tanto odio, y por eso visito a algunos humanos.
—¿Y fui la elegida ante tanto malestar en el mundo? —. Asiente—. Que privilegio. Si te presentas ante cada persona que te odia, ignora...
—O que necesita de mí. —Agrega.
—Y eso... Dios mío, te falta mucho trabajo. Jamás acabarías.
—Tengo esperanzas. Si más personas se acercan al amor, más se alejan del odio.
Me detengo en mis pensamientos y recuerdo a la familia que vimos antes.
—Aquella familia te necesita más que yo.
—Todos me necesitan, Aurora. El dinero que le diste a esa familia, y el dato sobre el refugio, es algo que fue impulsado por mí.
—¿Y eso qué significa?
—Que a esa familia ya los acompaña una buena energía, siempre que una acción se dispara desde el amor las cosas salen bien. Por eso sé que su realidad va a cambiar. Llevo dos horas en la tierra y ya estoy haciendo mucho. Y lo que falta todavía...
—Hablando de tierra...
—No puedo decirte nada acerca de dónde vengo. — Suspiro, sonríe y me pide que termine de comer y beber lo que pedí.
Volvemos a la calle, a pasear uno junto al otro. Bastián no me habla, y en su lugar dedica su tiempo a cantar una canción que desconozco.
—Es la nueva canción de Ed Sheeran. —Me comenta.
—¿Nueva canción? Jamás la escuché.
—Nadie lo hizo, ni siquiera él la descubrió aún. Pero va a ser un gran hit.
Continúa cantando la canción, y hasta baila. ¿Estoy escuchando la futura canción de Ed Sheeran cuando él ni siquiera escribió su letra? Oh, mierda.
Llegamos al parque de la ciudad, y Bastián decide sentarse en el césped. Sigo sus pasos y me siento a su lado. Cerca de nosotros hay una pareja de chicos, uno de ellos está llorando, mientras que el otro permanece en silencio, con sus ojos puestos en sus zapatillas.
—Le acaba de decir que en la fiesta del fin de semana besó a otro hombre. —Me informa Bastián, y los observo con más atención.
Las lágrimas del rubio son incontrolables, y la angustia se apoderó de su respiración. Es por eso que no me permito llorar más por Kevin, no quiero terminar de esa manera. Ya lloré un poco por él, no merece más de mis lágrimas.
—¿Sabes qué es lo más triste? —. Pregunta Bastián y niego con la cabeza—. Que no lamenta haber besado a otro. No se arrepiente de eso. Hace tiempo que dejó de quererlo y esta fue su sucia excusa para terminar con la relación.
El chico rubio le exige saber a su novio, o ex, lo que sea, el porqué de su engaño. Bastián dice que, si uno no quiere saber la respuesta, es mejor no preguntar. Y es por eso que el otro chico no le responde, sabe que si le dice que hace tiempo dejó de quererlo, le romperá aún más el corazón.
—Sabe que lo hizo porque ya no lo quiere. — Comenta Bastián.
—¿Y por qué exige una respuesta?
—¿Has leído alguna vez de la pulsión de muerte? —. Niego con la cabeza—. En psicología, cuando una persona busca sentir dolor, dicen que ingresan a la pulsión de muerte. Por ejemplo, quienes están tristes, ponen canciones de ese estilo para sentirse más miserables. La pulsión de muerte es la destrucción. Freddy, el chico rubio, quiere sentirse más destruido.
—Eso es triste.
—Todo lo que les está pasando lo es. Es triste que Thomas haya acudido al engaño y no a la charla sincera. Es triste que haya dejado de querer a Freddy hace meses, y aun así haya seguido en la relación, entregando vacío. Es triste que Freddy haya dado todo de él, olvidándose por completo de su persona. Y es triste tener el corazón roto.
Freddy se pone de pie y se aleja de Thomas, quien no lo sigue, sino que permanece en su lugar. Se recuesta en el césped, cubre su rostro con ambas manos y empieza a llorar. O eso me da a entender el movimiento que hace.
Cuando Freddy pasa por nuestro lado, Bastián sopla y el rubio se para en seco, voltea sobre sus talones y me observa.
—¿Me has dicho algo? —. Pregunta y seca sus lágrimas. Niego con la cabeza, suspira y continúa con sus pasos.
Observo a Bastián, quiero saber qué hizo con ese soplido.
—Él sintió lo que le dije. Quise alivianar su dolor. Va a estar bien. Tiene un corazón tan grande y es debido a eso que da mucho amor. Todo le será devuelto, a su tiempo.
—¿Y por qué a él le soplas y a mí me molestas con tu presencia?
Se ríe.
—Porque tú me odias, Freddy solo está triste. No me odia, de hecho, es un gran admirador del amor. Él si entiende que yo no tengo la culpa de que otros hagan las cosas mal, en cambio tú no. Ahora, ¿puedo hacerte una pregunta? —. Asiento—. ¿Por qué te niegas a llorar?
—Simple. Kevin no merece más de mis lágrimas.
—Bien. ¿Y por qué no lloras por ti? —. Desvío mi mirada lejos de él—. Aurora, has entregado tu corazón. Todo entero, no solo una parte. Has dado mucho, más de lo esperado y te traicionaron. — Mis ojos se llenan de lágrimas por lo que dice, pero niego con la cabeza.
No quiero llorar.
—Llora por ti, aliviana el dolor que hay en tu corazón. Yo estoy aquí.
Vuelve a hacer lo mismo que hizo con Freddy, me regala un soplido y cuando el aire choca contra mi rostro, lo siento en todo el cuerpo. Siento eso que me dijo, que él va a estar aquí y que debo llorar por mí porque me rompieron el corazón que entregue por completo, de lleno, nada de ir dándolo por partes.
Entregué todo de mí y jugaron sucio con eso. Me ilusionaron y me traicionaron. Me rompieron el corazón y me dejaron sola para que junte sus partes. Y no solo eso, sino que también me dejaron sola para comunicar que no hay casamiento.
Y entonces empiezo a llorar, y esta vez, sé que lo hago por mí. Por lo tanto, las lágrimas no tienen descanso.
Holi.
Estoy realmente muy emocionada con esta historia. Aunque bueno, creo que queda en claro ya que subí dos capítulos seguidos (siendo que la historia arrancaba el viernes jajaja).
Amo a Bastián y espero que ustedes lo sepan amar también. LA DE COSAS QUE NOS VIENE A DECIR!
Gracias por su confianza al leerme en este nuevo género :')
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