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Capítulo seis

Al día siguiente después de que anunciara el embarazo, recibió otra visita, la visita de Kokuyo y Kohaku.

-Senku, he venido a pedirte que te hagas cargo de mi hija y mi nieto adecuadamente. ¡Te exijo que te cases con ella inmediatamente!- lo miró con rostro muy serio.

Honestamente, ya sabía que no podría zafarse de esto, pero eso no significaba que quisiera hacerlo.

-Ya dije que cuidaré al mocoso, y también ayudaré a Kohaku en lo que necesité. No hace falta...-

-¡La has deshonrado!- Kokuyo lo interrumpió de repente, apuntando un cuchillo a su rostro. -¡Tal vez no hayas nacido en la aldea pero eres el líder y debes poner el ejemplo! ¡¿Qué van a pensar los otros jóvenes sí el propio líder de la aldea no sigue una norma tan básica y deshonra a una mujer de este modo?! ¡No puedes dar ese tipo de ejemplo tan escandalosamente irresponsable! ¡Cásate con mi hija o te aseguró que no me importará dejar huérfano de padre a mi nieto para recuperar su honor perdido! ¡No te estoy dando opciones aquí! ¡Será el matrimonio O LA MUERTE!-

Senku dio un paso hacia atrás, un poco sorprendido de que se lo tomará tan a pecho. Y por cada palabra que decía parecía acercar más y más el cuchillo. Realmente hablaba en serio ¿eh?

Carraspeó, mirando de reojo como Kohaku parecía insegura de sí debería interponerse entre ellos o no. Lo mejor sería responder a esta amenaza rápido antes de que esa idiota haga algo imprudente que podría ser potencialmente peligroso para ella y el mocoso.

-De acuerdo. Entonces nos casaremos, será después de que el mocoso nazca.- afirmó con fastidio.

Parecía que realmente esto de la paternidad sería más molesto de lo que pensó. ¿Él un hombre casado? Ugh. Bueno, ahora que lo pensaba ya se casó una vez, pero eso ni siquiera contaba, lo importante aquí es que ahora no podría zafarse de este matrimonio y tendría que aguantarlo por varios años en vez de varios minutos. Y con mocoso incluido. Qué putamente emocionante.

-¿Lo haremos?- preguntó Kohaku con los ojos muy abiertos.

-¡Claro que lo harán! ¡Y quiero que sea antes de que nazca mi nieto!- presionó la punta de su cuchillo contra la nariz de Senku. Menos mal que el filo no era el mejor o habría perforado su piel con ese simple roce.

-Muy bien, entonces será en unos meses. Estoy ocupado con el barco así que no hay más opción.- murmuró esta vez en un tono mucho más cauteloso. Apreciaría que su sangre se mantuviera dentro de las ramificaciones de la vena angular que corrían por su nariz, muchas gracias.

-Hmm.- lo miró de forma amenazante por un momento, antes de finalmente relajarse y guardar su cuchillo, permitiéndole por fin respirar tranquilo. –Bien, estaré esperando el anuncio de su boda en los próximos meses.- dio media vuelta para marcharse, pero al notar que Kohaku no lo seguía se giró un poco para mirarlos con reprobación. -¡Y ni se te ocurra volver a deshonrarla fuera del matrimonio o te mataré de todas formas!- agregó antes de marcharse pisoteando.

Senku rodó los ojos. Sí ya estaba embarazada ¿qué sentido tenía decirles esa mierda? No es como que el ex líder de una aldea primitiva estuviera preocupado por enfermedades de trasmisión sexual, seguramente era otra mierda de sus tradiciones. Además, no tenía absolutamente nada que temer, podía asegurar que él no tenía ni el más mínimo interés en...

-No hagas eso.- gruñó entre dientes.

-¿Por qué no? ¿No se siente bien?- preguntó con la respiración acelerada.

-Que se sienta bien no significa que...- calló, casi tragándose la lengua cuando apretó más las piernas y se frotó en un movimiento circular contra su erección. –No significa que debamos...- ella volvió a hacer eso, una y otra vez.

Su cerebro comenzó a sopesar la posibilidad de mandar el pensamiento lógico a la mierda.

Kohaku enredó sus brazos en su cuello otra vez, jalándolo para que estuviera al ras contra su cuerpo otra vez, sintiendo su figura y escuchando sus suspiros a todo volumen junto a su oreja.

-Senku...- jadeó directamente en su oído.

-¿Senku?- Kohaku agitó una mano frente a sus ojos, con una expresión de enfado opuesta al rostro sonrojado y lujurioso que acababa de ver en sus recuerdos borrosos de aquella borrachera. -¿Senku, estabas escuchándome?- se llevó las manos a las caderas, haciéndole darse una bofetada mental cuando otro recuerdo de sus propias manos en esas caderas quiso apoderarse de su mente.

Ok, mierda, eso era nuevo. Maldito sea Kokuyo y su insinuación, este era un momento terriblemente inconveniente para ponerse a pensar en sexo.

-Sí es sobre la boda, realmente no tenemos otra opción, leona.- presintiendo que ella había estado hablando de eso, rápidamente le contestó mientras alaba del cuello de su ropa para intentar refrescar un poco su temperatura corporal.

-Pero no quiero casarme todavía, tengo muchas cosas que hacer.- pff, ¿y creía que tener un hijo le iba a quitar menos tiempo?

-También tengo muchas cosas que hacer y no me ves quejándome.- rebatió todavía agitando su ropa.

-Eso es porque mi padre apuntó un cuchillo a tu rostro.-

-Oh, entonces ve a discutir con él y deja que me mate. Suerte criando al mocoso tú sola.- volteó a verla con burla, ya más calmado.

-Mmm, qué tal sí... eh... ¿Qué tal si le pedimos ayuda a Gen? ¡Él es bueno convenciendo a la gente!- sí, y también era un bastardo que debía estar disfrutando su sufrimiento, dudaba mucho que quisiera ayudarlos a no meterse en situaciones incómodas, el miserable probablemente querría un asiento en primera fila el día de la boda.

-Inténtalo sí quieres.- lo que sea para que lo dejará solo por el momento, necesitaba una buena ducha fría.

Por desgracia, ella acabó arrastrándolo a intentar convencer a Gen de convencer a Kokuyo de no realizar esa boda, pero el mentalista reaccionó exactamente de la forma en la que predijo que reaccionaría, a lo que de nuevo tuvo que detener a esa idiota de cometer una estupidez que arriesgue su vida y la del feto.

Ella verdaderamente iba a darle problemas con su imprudencia.

Al día siguiente, decidió que iba a darle un buen sermón acerca de responsabilidades y las posibles consecuencias de sus acciones. Sería un fastidio, pero sería ridículamente absurdo perder el embarazo por algo como eso y luego no quería lidiar con una posible depresión al darse cuenta muy tarde del riesgo que corría una mujer embarazada. Además de que tampoco quería fantasmas de hijos muertos en su consciencia... Seh, eso no sonaba bonito.

De camino a casa de Kohaku, muchos aldeanos se acercaron para felicitarlo por su bebé y su futuro matrimonio, al igual que algunos de la era moderna, todos bastante sorprendidos pero también viéndose genuinamente felices por él. Ja, pobres, no sabían lo molesta que esta carga sería para todo el reino científico. Esto no tenía nada de feliz, pero era lo suficientemente sensato para simplemente asentir y mantener la boca cerrada para no decir nada más que gracias. Debía disimular y seguir pareciendo un buen líder, y el efecto moral también influía en eso.

Una vez llegó a la choza de Kohaku, suspiró profundamente al verla afilando sus cuchillos. Esto iba a ser más que tedioso.

Luego de casi cuatro horas de largas explicaciones, ella finalmente cayó dormida sobre la pared, demasiado abrumada y cansada por tanta información de la cual no iba a recordar más que los conceptos más importantes, con suerte. Pero esperaba que eso le haya dejado claro que no podía arriesgarse de ningún modo a hacer sus actividades diarias o adiós embarazo.

Por supuesto, dormir bien era parte fundamental de llevar un buen embarazo, y ya la había descuidado bastante solo por no querer considerar la posibilidad, así que sería demasiado descarado de su parte dejarla dormir así.

Con una mueca de profundo hastío, se encaminó a ella y dejó que su cuerpo cayera sobre él, con su cabeza en su hombro. La levantó con mucho esfuerzo, asegurándose de no ejercer ningún tipo de presión sobre el vientre, y la llevó hasta su cama a unos metros.

A pesar de que no fue mucho el tiempo que tuvo que cargar con ella, igual acabó exhausto mientras la depositaba con cuidado sobre su colchón, jadeando profundamente.

No pudo evitar mirarla con desagrado mientras dormía plácidamente.

Sabía que fue culpa de ambos, pero igual estaba un poco receloso hacia ella por el momento, aunque claramente no iba a mostrarlo ni a decir nada que pudiera estresarla de ningún modo. Aunque no era el embarazo en sí lo que lo tenía tan molesto, al menos ahora mismo, sino el hecho de que ella no entendía el problema en el que estaban, estaba bastante despreocupada y sin noción real de lo que les esperaba, mientras que él se estaba ahogando en diez billones de temores, y ella solo sumaba más con su ignorancia.

Y a pesar de todo, sentía un fuerte impulso de cuidarla y que completará este embarazo de forma segura. Y sí llegaba a fallar... honestamente no quería ni pensarlo, su consciencia ya estaba lo suficientemente cargada de pecados del pasado como para sumarle el asesinato de su propia descendencia por negligencia.

Cuando volvió a mirar a Kohaku, esta vez fue con cansancio y un poco de envidia de que pudiera dormir tan tranquila.

Inevitablemente, sus ojos bajaron hacia su vientre, y antes de darse cuenta su mano se movió casi por su cuenta (aunque eso era ilógico) y su palma se posó por debajo de su ombligo, sintiendo el pequeño bulto que antes no estaba allí.

Sonrió cansinamente.

De verdad... de verdad iba a ser padre. Qué locura. Incluso con todo lo que maldijo y pensó y repensó ese hecho, era como sí su mente todavía no lo procesará, no se imaginaba a sí mismo con un hijo, incluso aunque ahora mismo estaba creciendo bajo la palma de su mano, envuelto en el útero de Kohaku.

De verdad iba a ser padre. Y Kohaku la madre de su hijo. Qué locura. ¿Quién lo diría? Y se iba a casar con ella. Y ni siquiera cumplieron dieciocho años aún.

Miró fijamente su mano en el vientre femenino, intentando sentir algo, algún tipo de conexión o emoción.

Pero no sintió nada. Solo preocupación de que esto arruinara sus planes, culpa por no sentir ningún tipo de cariño paternal como probablemente otros hombres que Byakuya respetaría sentirían, miedo de que esto perjudique a Kohaku de alguna forma, y profundo arrepentimiento de esa noche donde le importó más sus impulsos físicos que las cosas realmente importantes.

Haber estado borracho no justificaba nada, fue un idiota y punto.

Y ahora tendría una esposa y un hijo, una familia. Por más que las etiquetas eran una farsa, las obligaciones seguían allí. Y las cumpliría al pie de la letra.

Ahogando un suspiro, negó con la cabeza y se reprendió a sí mismo por sus pensamientos ilógicos. Realmente no tenía caso pensar en este tipo de mierdas. El estrés realmente lo estaba afectando.

Finalmente retiró la mano del vientre de Kohaku y se marchó de su casa hacia su laboratorio.

En el camino, no pudo evitar preguntarse si algún día llegaría a ser al menos la mitad de buen padre de lo que Byakuya fue con él para ese niño. Porque hasta ahora... tenía el presentimiento de que no iba a llegarle ni a los talones.

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