Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo once

A la mañana siguiente, Kohaku se despertó sintiéndose mucho mejor y de inmediato le exigió salir a dar ese paseo después de amamantar a su hija, pero él le dijo que esperé al menos hasta la tarde. Por supuesto que eso no la dejó del todo contenta y siguió insistiéndole el resto del día por la oportunidad de salir, tanto que realmente agotó su paciencia y le dijo que podría irse después de almorzar, siempre y cuando la niña estuviera durmiendo.

Cuando llegó la hora, se quedó solo con la niña durmiendo en su cesto mientras revisaba unos planos que luego tendría que llevarle a Ryusui y Kaseki. Por suerte todos eran bastante comprensivos con su situación y prometieron que harían todo lo posible por encargarse del barco sin su constante presencia allí, aunque les dijo que podían llamarlo sí surgían complicaciones.

Pero no esperaba que Chrome llegara gritando y estrellando la puerta contra la pared justo en ese momento.

Por supuesto, la mocosa empezó a chillar como si no hubiera un mañana, y Senku no pudo evitar enfadarse en gran medida con su amigo científico.

-¡Chrome, miserable, voy a matarte!- le plantó cara con una mueca de ira. -¡Incluso Taiju sabe que no puedes entrar así al lugar donde duerme un bebé!- gritó molesto, solo para que el chillido se volviera aun más insoportable. Genial, ahora él también la había hecho llorar. –Maldición, justo cuando Kohaku no está...- se frotó las sienes con frustración.

-¿Eh? ¿Cómo que no está? ¿No que no podían dejarla sola?-

-¿Qué no me ves aquí, idiota?- se cruzó de brazos. –Esa leona realmente es sorprendente, se despertó sintiéndose mucho mejor en la mañana y estuvo todo el día insistiéndome que la dejé ir a caminar aunque sea por unos minutos para estirar los músculos. Se lo permití hace dos minutos con cincuenta y siete segundos después de que amamantara y durmiera a la niña cuando tú llegas haciendo un escándalo digno de una manada de jabalíes con diarrea. ¿Qué demonios se supone que haces aquí, de todos modos?- preguntó mientras se encaminaba al cesto de la niña y la tomaba en brazos.

Comenzó a mecerla suavemente, sintiéndose un poco culpable de haber contribuido a su llanto, a pesar de que estaba un poco incómodo por la mirada incrédula que Chrome le estaba dedicando, para nada acostumbrado a verlo en su nuevo rol de padre de una recién nacida. Pero bueno ¿qué más se suponía que debía hacer? Era su responsabilidad criarla.

-Tenemos problemas con el barco, necesitamos tu ayuda, así que me enviaron a buscarte.- ¿tenían que tener problemas en el peor momento posible, eh? Típico de su mala suerte de mierda.

-Tendremos que esperar a que Kohaku regresé, de todos modos ya no es necesario que me quedé a vigilarlas constantemente, ya que casi ha pasado una semana.- calculaba que ya podría volver a trabajar aunque sea un par de horas al día.

-¿Y entonces por qué te quedas? Te necesitamos en el barco.-

-Aunque no es absolutamente necesario, todavía prefiero tomar precauciones. En este mundo de piedra es mucho más conveniente prevenir las enfermedades antes que tener que pasar por el problema de curarlas, y en el caso de una recién nacida prematura debemos ser diez billones de veces más cuidadosos, su organismo es aún más inmaduro de lo que ya debería haber sido y ya ha presentado un trastorno hepático que debo monitorear a pesar de que no es grave.- siguió meciendo a la niña, que afortunadamente ahora solo hipaba.

-Ya veo. Pero sí podrás volver a ayudar con el barco cuando crezca más ¿verdad?-

-Claro, pero tendrán que darme por lo menos otra semana y con un horario muy limitado. ¿Qué pasa con el barco?- preguntó una vez la niña dejó de llorar y comenzó a chuparse el pulgar, mirando a todos lados con sus grandes ojitos azules. Se preguntó qué tan bien podría ver su entorno y los objetos a larga distancia.

-No logramos construir la cubierta superior, la estructura se cayó a medio hacer.- las palabras de Chrome volvieron su atención a él.

-Ah, sí, imaginé que podrían tener problemas con esa parte, pero no pensé que iban a construirla aún, avanzan más rápido de lo que creí.- sonrió ladinamente.

-Te he dicho muchas veces que no nos subestimes.- Chrome pareció muy orgullo de sí mismo, cosa que lo hizo sonreír.

-Como sea, el problema debe ser la tensión máxima sobre la ménsula y su estructura en voladizo, por lo que hay que tener en cuenta el peso de los materiales y la longitud de los vanos intermedios. Puede resolverse fácilmente con una ecuación muy sencilla, pero tendré que echarle un vistazo y hablar con Kaseki primero, para estar seguro.- sonrió, emocionado por volver a participar activamente en la construcción del barco.

-Ya está medio dormida.- dijo el otro hombre después de ver a la niña bostezar. -¿Podemos irnos cuando se duerma? Solo se quedaría sola unos momentos hasta que Kohaku regresé.- al escuchar esa completa locura, Senku lo miró con una ceja en alto y el rostro contraído por la incredulidad y repulsión.

-Nunca hay que dejar a un recién nacido solo, idiota.- gruñó intentando contener sus ganas de echarlo de allí para que no siguiera fastidiándolo todavía más de lo que ya estaba. –Puede pasarle literalmente cualquier cosa y Kohaku nos cortaría la garganta a los dos, y eso solo sí tenemos suerte y elige darnos una muerte rápida.- una mamá leona enojada definitivamente no era algo con lo que quería lidiar.

Afortunadamente el miedo a Kohaku bastó para cerrarle la boca a Chrome de una buena vez y acceder a esperar a que la mujer regresara de su paseo. Por mientras Senku siguió meciendo a su hija, intentando dormirla para regresarla a su cesto puesto que estaba comenzando a pesarle bastante en los brazos, pero parecía un poco nerviosa y a pesar de sus ojos soñolientos y los bostezos que dio todavía se mantenía despierta. Y para colmo el castaño pronto no pudo contenerse de volver a abrir su bocota, lo que pareció llamar la atención de Tsukiku, que lo miraba con curiosidad pero rápidamente apartaba los ojos, probablemente incómoda ya que no conocía para nada al ex hechicero.

Preguntó si podían ir a buscar a Ruri, pero Senku dijo que no tenía caso ya que Kohaku no debía tardar mucho más, también preguntó por qué no se dormía todavía y él le dijo que probablemente estaba nerviosa por no tener su madre allí y además le dijo que probablemente contribuía a ese nerviosismo ya que era un desconocido para ella.

-Los bebés parecen ser un dolor de cabeza.- oh, sin duda.

Pero esta mocosa no era tan mala como pensaba... aunque no pensaba decirlo en voz alta.

-Son un dolor de cabeza, y un dolor de brazos también.- sonrió secamente, empezando a sudar un poco por tener que aguantarla por tanto tiempo. Pesaba menos de dos kilos y medio pero no estaba acostumbrado a cargar tanto tiempo algo de este peso.

Estuvieron unos minutos en silencio antes de que Chrome volviera a hablar, tan bocazas como siempre.

-Oye, Senku... ¿Cómo fue que... cómo llegaste a... esto?- hizo extraños ademanes con las manos, sin estar seguro de cómo expresarse. –Kohaku y tú...- oh, mierda, seguramente esto no iba a gustarle. –Nunca parecieron interesados el uno en el otro ¡ella hasta me ofreció casarnos sí Ruri terminaba con Kinro o Ginro como consolación solo porque se parecen!- esperen, ¿qué? –Ustedes nunca entendieron nada de romance y de repente ¡ZAS! Tienen una hija.- ah, ya entendía lo que ese bastardo quería saber.

Y no tenía ningún interés en admitir nada.

¿Qué se suponía que debía decir? ¿Qué fue seducido por la voz absurdamente excitante de esa leona y su cuerpo contra el suyo? Sí claro, porque eso sería tan cómodo. ¿Qué demonios estaba pensando Chrome al preguntar algo así?

Decidió cambiar el tema a otra cosa que había llamado su atención.

-¿Qué ella te ofreció qué?...- hizo una mueca al pensar en Kohaku proponiéndole matrimonio a ese idiota. –Justo cuando pensé que esa leona no podría ser más ilógica...- rodó los ojos, sintiendo la bilis subírsele a la garganta con solo pensar en ella con... Chrome. ¿En qué diablos estaba pensando? -¿Qué clase de pobre excusa de razonamiento es ese?- siempre fue ilógica pero no esperó que lo fuera a ese punto.

-No cambies de tema.- desgraciadamente Chrome se dio cuenta de sus intenciones. Y desgraciadamente no le dio más detalles respecto a esa estupidez de Kohaku. –Dime, Senku... ¿Cómo es que Kohaku y tú llegaron a tener una hija?-

¿De verdad quieres la respuesta a eso, imbécil?

-Ah...- alzó las cejas con una sonrisa maliciosa, decidiendo aprovechar la forma en la que formuló la pregunta. –No sabía que fueras tan inocente, Chrome.- iba a disfrutar esto, sería su venganza por sus preguntas estúpidas. –Verás, cuando un hombre y una mujer están absurda y ridículamente sobrecargados de hormonas como la testosterona, estrógeno, progesterona, oxitocina y...-

Fue interrumpido por un pequeño sollozo que de inmediato lo congeló en su sitio. Bajó la vista, encontrándose con la mirada de su hija fija en su rostro, pero ella tenía los ojos muy abiertos y su boca temblorosa, y de repente empezó a chillar, agitando los puños.

Inevitablemente se preocupó y se concentró en mecerla con ganas una vez más, ignorando los músculos adoloridos de sus brazos que ya no podían más con el peso extra. ¿Por qué estaba llorando así de repente? No olía nada extraño y dudaba que sea por hambre. ¿Qué le sucedía?

-¡Esto es tu culpa, bastardo!- exclamó Chrome de pronto. -¡Tu cara debió haberle dado miedo! ¡La asustaste!- lo señaló acusadoramente, confundiéndolo.

-¿Ahh?- ¿de qué tonterías estaba hablando ahora? –Eso no tiene ni un milímetro de sentido.- le frunció el ceño. –Estuve con ella todo el tiempo desde que nació, ya debería estar completamente acostumbrada a mi cara.- ¿o acaso su visión no era tan buena como él pensaba? ¿Habrían sido solo ideas suyas?

-Bueno, pero no ha visto esa sonrisa de loco antes ¿verdad? Hazla otra vez.- ¿intentaba decirle que creía que su sonrisa asusto a la niña? Eso no tenía sentido, no era tan repulsivo a la vista ¿o sí?

-Eso es ridículo. ¿Verdad, Tsukiku?- hizo la misma sonrisa que antes, solo para sorprenderse y estremecerse cuando ella estalló en gritos aún peores.

¿Qué? ¿Era en serio? ¿Ella estaba asustada de él? ¿Él la hizo llorar así?

Ok, no mentiría, eso golpeó duro a la minúscula fracción de orgullo paterno que estaba comenzando a tener.

-¡JA! ¡Te lo dije!- Chrome sonrió triunfante, luego se llevó una mano a la boca para sofocar sus carcajadas. -¡Jajaja! ¡Tu hija le tiene miedo a tu cara, Senku! ¡Jajaja!- y para colmo tenía a ese idiota burlándose de él.

-¡Cállate!- gruñó irritado, luego miró a esa mocosa irracional con el ceño fruncido. –Tsk, eres tan irracional como tu madre. Tienes exactamente la misma cara que yo, podrías asustarte a ti misma con un espejo.- siguió meciéndola con una mueca de fastidio, observando detalladamente sus rasgos increíblemente parecidos a los suyos. –Bueno, tienes la nariz de tu madre, pero por lo demás la genética te ha maldecido con mi apariencia.- bueno, no exactamente, parecía que tenía la misma estructura ósea de Kohaku, por la forma de su mandíbula y su cabeza en general, pero sus rasgos no estaban del todo definidos aún así que no estaba seguro. Pero en lo demás sí que era prácticamente su copia femenina. –El funcionamiento de tu amígdala cerebral es ridículamente absurdo.- creyó que hablarle la calmaría un poco, funcionaba cuando Kohaku lo hacía, pero no tuvo el mismo efecto con él ya que ella no detuvo su llanto.

Siguió llorando desconsolada, desesperándolos a los dos. Senku no estaba acostumbrado a no saber qué hacer y Chrome desesperándose también no ayudaba en nada. ¿Debería enviarlo a buscar a Kohaku?

Milagrosamente no tuvo que hacerlo, ya que ella entró a la casa justo en ese momento, yendo directo a tomar en brazos a su bebé de inmediato sin importarle apartar de un golpe a Chrome para lograrlo.

-¡¿Qué le pasa?! ¡¿Por qué está llorando tanto?!- preguntó bajando una de las tiras de su vestido para amamantarla.

Con la llegada de su madre, la pequeña rápidamente se calmó como por arte de magia y comenzó a mamar del pecho.

El joven padre decidió mantener la boca cerrada estratégicamente para evitarse la ira de la mamá leona, pero Chrome arruinó todo como siempre lo hacía con su enorme bocota.

-Senku hizo una cara aterradora y la asustó.- lo delató sin importarle la mirada traicionada que le envió, el muy miserable.

El rostro de Kohaku se volvió tan espeluznantemente amenazador que Chrome se encogió sobre sí mismo casi echando espuma por la boca y Senku no pudo evitar estremecerse a pesar de que estaba bastante seguro de que ella no lo golpearía, pero aun así sin dudas las ganas no le faltaban ahora mismo y probablemente solo le bastaría un golpe para matarlo.

-No fue apropósito. ¿Cómo demonios iba a saber que se asusta por cosas tan ridículas?- ok, tal vez no debió decirlo de esa forma, viendo sus ojos oscurecerse todavía más cargados de amenazas que antes.

-Solo no vuelvas a hacerlo y ya.- siseó ella entre dientes, afortunadamente sin planes de matarlo por el momento. –Imaginó que Chrome está aquí por algo del barco ¡así que largó!- el ex hechicero no lo pensó dos veces y salió corriendo hacia la puerta.

Senku hizo una mueca, mirando a su hija alimentándose abrazada a su madre. La verdad es que le gustaría acercarse a ella e intentar demostrarle que no tenía por qué temerle, pero ahora que Kohaku estaba aquí ya no lo necesitaba.

-Bien, pero regresaré en un par de horas. Sí necesitas algo manda a alguien a buscarme, estaré en la zona de construcción del barco.- murmuró con sequedad antes de seguir al otro chico.

Caminaron en silencio por un momento, Chrome todavía temblando de miedo y Senku todavía deprimido por haber hecho llorar a su hija, pero ambos se recompusieron rápidamente y entonces el idiota traicionero volvió a hablar.

-¿Y no vas a contestar mis preguntas?- insistió mientras se acercaban a la zona de construcción del barco.

-¿Qué preguntas?- lo miró inocentemente, indispuesto a darle ni un milímetro de información.

Antes de que Chrome siguiera insistiendo en sus tonterías Kaseki y Ryusui llegaron a arrastrarlos hacia el barco y él pudo suspirar aliviado y feliz de finalmente poder dejar atrás las cuestiones de su vida personal y concentrarse en la ciencia y el trabajo.

Estuvo en la zona de construcción ayudando en la cubierta superior más tiempo del que pretendía, en parte porque realmente era una tarea exigente y en parte porque no quería regresar a su casa para lidiar con dos leonas enojadas con él.

Regresó a casa de Kohaku bastante tarde y muy cansado, pero al menos el agotamiento lo hacía no querer nada más que lanzarse a la cama y dormir, lo que probablemente lo salvaría de tener que lidiar con su nueva familia.

-Construir la cubierta superior fue un poco más problemático de lo que pensé...- murmuró fantasmalmente antes de colapsar en la cama junto a donde Kohaku estaba sentada con gesto malhumorado. -¿No tuviste problemas, verdad?- preguntó apenas volteándola a ver. Ella negó con la cabeza y él suspiró aliviado. –Bien. Entonces creo que dormiré un poco.- sus ojos se cerraron lentamente. Estaba muy cansado.

-Debería patearte al suelo, pero también estoy cansada.- ella bostezó y se recostó a su lado.

Las respiraciones de ambos se acompasaron mientras lentamente caían dormidos... y en ese momento un chillido estridente resonó en la habitación, provocando que ambos se sienten de golpe, con los ojos muy abiertos.

Compartieron una mirada llena de frustración, antes de suspirar y arrastrarse miserablemente fuera de la cama para ir a atender lo que sea que le estuviera pasando a su hija.

Lo bueno de eso fue que ella ya no parecía rechazarlo de ningún modo y luego de que Kohaku la amamantara dejó que la meciera hasta caer dormida.

Mientras Kohaku volvía a dormir, Senku deposito a la bebita en su cesto y aprovechó para mirarla un poco.

Suspiró al recordar el modo en el que había llorado por su culpa. No quería volver a hacerla pasar por algo así otra vez, ni él tampoco quería sentir que la asustaba. Tendría que controlarse alrededor de ella.

-Lo siento, mocosa...- estiró una mano para acariciar su mejilla. –No te asustes por mí ¿quieres? Eres una leona, no es propio de ti. Además de que tu madre, la leona mayor, me matará como sigas así.- rió entre dientes ante su propio mal chiste. -¿Qué demonios haces conmigo?- se quedó en silencio por un momento, reflexionando acerca de lo mucho que le importaba que ella estuviera a gusto con él. Finalmente suspiró y apartó su mano. –Lo siento.- le sonrió suavemente antes de ir a dormir de una buena vez.

Los días siguientes estuvo cada vez más y más en el trabajo, pero aun así se mantuvo cuidando diligentemente de su mocosa y asegurándose de que Kohaku se cuide para recuperarse por completo. Siguió cambiando pañales, empezando a incluir algunos masajes que leyó eran buenos y siguió con chequeos diarios. Afortunadamente Francois lo ayudaba mucho con las comidas y Ryusui, Kaseki y Chrome se manejaban bastante bien con sus instrucciones aunque no pudiera estar tanto tiempo en la construcción. También pudo concentrarse un poco más en terminar todos los detalles de la nueva casa en la que vivirían.

Hablando de nueva familia, Kokuyo se puso un poco más hablador con él durante esos días, por alguna extraña razón.

-...Y Ruri siempre vomitaba sobre mí después de comer ese tipo de pescado, era asqueroso pero siempre lo soporté como un buen padre.- le hablaba sin parar sobre cosas de padres, obviamente, pero aunque ciertos detalles llamaban su atención la mayoría era solamente él muriendo de añoranza por la época en la que sus hijas eran bebés. –Probablemente no tengas ese problema con mi linda nieta, sin embargo, ya que Kohaku siempre tuvo estomago fuerte y una gran salud, en eso es igual a mí.- rió afablemente.

-Esperemos que sea así.- le ahorraría un montón de problemas que haya heredado los genes resistentes a las adversidades de su madre y no sus estúpidos genes faltos de estamina. Le ahorraría muchos, muchos problemas.

-El mayor problema de Kohaku era que siempre se me escapaba, creo que era más apegada al bosque que a mí.- y luego de decir algo útil el anciano volvía a desvariar. –Los niños crecen tan rápido... te recomiendo que disfrutes mientras puedas de la infancia de tu hija, una vez crecen parece que todo les interesa más que su viejo padre.- se quejó con lagrimitas en los ojos.

-Ajá...- ya yéndose en el barco se perdería al menos unos meses de la vida de la niña, y también estaría muy ocupado reconstruyendo la civilización por muchos años, por lo que no tendría muchas oportunidades de "disfrutar su infancia". No es que eso le pareciera bien pero era una de las consecuencias de traer vida no planificada al mundo por irresponsable.

Bufó y volvió a concentrarse en examinar el sistema de tuberías que estaba casi terminado a este punto.

-Creo que iré a visitar a mi linda nieta ahora. Pero recuerda que siempre puedes pedirme consejos si quieres.- como siempre después de hablar le daban ganas de ver a la mocosa, cosa que Senku agradecía porque eso lo mantenía lejos de estar distrayéndolo de su trabajo.

-Gracias, lo tendré en cuenta.- murmuró sin levantar la mirada de lo que estaba haciendo.

-Sigue con el buen trabajo, ya no te molestare más.- sonrió mientras le palmeaba la espalda un poco demasiado fuerte. –Me alegra ver que te esfuerzas tanto por tu esposa y tu hija. Eres un gran padre.- esas palabras lo congelaron en su sitio.

-Disculpa ¿qué?- volteó a verlo justo cuando estaba retirándose.

-Dije que eres un gran padre.- le sonrió divertido. –Ah, ya veo. ¿Eres de los padres inseguros?- rió divertido. –No te preocupes, sé que puede verse aterrador criar niños, pero todo lo que necesitas es amarlos. Si amas a tu hija, no hay forma de que no seas un buen padre para ella.- se acercó a él otra vez para apoyar su mano en su hombro. –Y por lo mucho que te esfuerzas por ella, sé que la amas mucho. Y eso es la mitad del trabajo. La otra mitad es paciencia y muchas cosas que iras descubriendo a lo largo de los meses y años.- Senku lo observó en silencio, atentamente a cada palabra que decía. –Mientras la ames, serás capaz de todo por su bien. Yo...- frunció el ceño. –Falle en muchas cosas, en especial con Kohaku, pero amo a mis hijas. Y sé que ellas me aman a su modo y son personas maravillosas. Son lo mejor que tengo en la vida y no puedo evitar enorgullecerme de eso.- sonrió felizmente. –Sé que algún día también te sentirás orgullo de ti como padre y de tu hija. O hijos si es que tienen más.- ok, eso último lo arruinó.

-No creo, definitivamente no tendré más hijos.- hizo una mueca. –Pero gracias por el consejo. Lo apreció.- sonrió sinceramente.

-Me alegra.- le palmeó la espalda otra vez un poco demasiado fuerte, pero pronto se despidió y se marchó a ver a su nieta.

Senku se quedó pensativo mientras seguía haciendo su trabajo cuidadosamente, pensando en las palabras que Kokuyo le dijo.

¿Amar a tus hijos era la mitad del trabajo de ser un buen padre? Eso sonaba a algún tipo de cursilería que Byakuya diría pero... ¿sería cierto?

Ciertamente solo deseaba lo mejor para Tsukiku y ya se había encariñado bastante pero... ¿la amaba tanto como Byakuya a él o Kokuyo a sus hijas? ¿Podía compararse a padres con años de experiencia? No estaba del todo seguro cómo se suponía que funcionaba esto de la paternidad.

Hizo una mueca y decidió dejar de pensar en eso. Simplemente daría lo mejor de sí para cuidar a la niña y ya, sus propios sentimientos realmente no importaban, era su deber y ya.

Poco después de que la mocosa cumpliera dos semanas de vida, la casa finalmente fue terminada y, después de asegurarse de que todo estuviera en perfectas condiciones para llevar a su familia allí, finalmente tomaron sus cosas y empezaron a trasladarse a la nueva casa. En el camino fueron molestados por unas aldeanas queriendo babear sobre la ternura de la recién nacida, pero rápidamente siguieron su camino y una vez cerca de la casa notó la mirada de Kohaku sobre la zona en la que vivirían, una zona medianamente cerca del laboratorio, una zona que tuvieron que urbanizar por completo a lo largo de los meses que trabajaron allí.

-Este sitio ha cambiado mucho...- comentó con obvia tristeza que lo hizo hacer una mueca.

Kohaku era una chica que prácticamente se crió en la naturaleza, corriendo entre los árboles y trepándose de las ramas. Mientras que él no veía nada raro en este paisaje, y hasta lo veía necesario para avanzar a la humanidad, ella obviamente no veía lo mismo. Y eso lo hizo pensar en lo realmente diferentes que eran ambos.

Ahora se mudarían juntos... ¿realmente todo estaría bien entre ellos? ¿Se adaptarían a vivir juntos criando a una niña? ¿Qué tantos problemas habrían hasta que lograran una convivencia amena? Esperaba que no demasiados, ya tenían suficiente con la misión de rescatar a la humanidad, a Tsukasa, criar a una recién nacida y todo lo que eso conllevaba como para también sumar problemas entre ellos a la lista.

-Tuvimos que talar muchos árboles para hacer más espacio y usar la madera, eso más la constante quema de químicos y metales pesados tiende a ahuyentar a los animales.- sonrió secamente. –La destrucción del paisaje es una consecuencia común de la urbanización, y nos queda mucho por urbanizar así que ve acostumbrándote a esta vista.- odiaba que tuviera que ser así, pero simplemente así funcionaba el avance humano.

Reconocía que Tsukasa tenía un punto al haber perseguido tan ansiosamente sus objetivos, pero esperaba sinceramente que algún día se pudiera encontrar un equilibrio entre la civilización humana científica y la madre naturaleza.

-¿En tu época no habían muchos bosques, cierto?-

-Comparado a lo que hay ahora, no, ni la décima parte.- se rascó la oreja con la mano en la que no cargaba sus planos. –No todo era color de rosa en la era moderna, teníamos casi domada a la madre naturaleza, incluso puede ser que haya sido nuestra tendencia destructiva al medio ambiente el principal motivo o uno de los motivos por el cual alguien decidió petrificar a la humanidad, aunque es una suposición descarada y sin fundamento alguno.- sonrió con una mirada feroz en sus ojos al pensar en el responsable de frenar el avance de toda la humanidad por más de tres milenios.

No podía esperar a llegar al fondo de ese misterio, la idea era sumamente emocionante para su curioso cerebro.

-¿Tú qué crees?- preguntó ella en un susurro.

Senku lo pensó por un momento.

-¿Cuál creo que fue el motivo de la petrificación?- ladeó la cabeza, pensando un poco más, antes de sonreír y lanzar una áspera carcajada. –Je, lo que crea es irrelevante. Podría hacer diez billones de suposiciones y no servirían de nada. Lo importante es encontrar la forma de entender las reglas detrás de esta fantasía absurda sacada de Dragon Quest, manipularla a nuestro antojo y revertir sus efectos. Y lo haremos. ¿No es emocionante?- sonrió enormemente con los ojos fijos en el camino delante de él, fijos en el camino que le esperaba, un camino que lucharía por superar junto a sus amigos.

Debería estar asustado por querer enfrentar a la muerte cara a cara, pero solo podía sentirse emocionado, solo podía sentir confianza en que ganarían y superarían todos los obstáculos como los habían estado superando hasta este momento.

Y lo haría con sus amigos, lo haría por el legado de su padre y por el legado de toda la humanidad. A pesar de todo el mal que hicieron, él todavía confiaba en que la humanidad estaba destinada a muchas más grandezas. Confiaba en que podrían volver al espacio, volver a pisar la luna y tal vez, algún día, pisar Marte. Y ¿quién sabe? Tal vez podrían llegar incluso más lejos. No lo sabía, pero quería averiguarlo, y para eso necesitaba a la humanidad, a la civilización, porque no era solo el sueño de un flacucho adolescente de dieciocho años, era un sueño que definiría a la humanidad como especie. Era un sueño que debía ver volverse realidad. Un sueño por el cual daría todo sin dudar.

...Aunque estuviera atrapado cambiando pañales por el momento. Pero bueno, incluso así lo lograría, estaba seguro de eso.

Y entonces un susurro apenas perceptible llegó a sus oídos.

-Tienes un padre maravilloso, ¿lo sabes, verdad?- era Kohaku, hablando suavemente con su hija dormida.

Y Senku siguió caminando como si nada, pero no pudo evitar que sus ojos se agrandaran con asombro por esas palabras. ¿Ella de verdad pensaba eso? ¿De verdad pensaba eso incluso aunque era un bastardo que se largaría al otro lado del mundo para perseguir un sueño que ellas ni siquiera entendían del todo? E incluso aunque no lo entendía del todo Kohaku estuvo dispuesta a mucho por él. ¿De verdad merecía que pensara así de él? ¿Siquiera merecía ser el padre de esa niña inocente y sin culpa de nada?

Sonrió de forma agridulce mientras mantenía los ojos fijos en el frente.

Tú eres una madre y mujer maravillosa, Kohaku.

Al ver que estaban a pocos metros de la casa, sacudió la cabeza y decidió pensar mejor en el nuevo lugar que vivirían y las ventajas que eso les traería a todos. Eso era algo mucho más optimista en lo que pensar.

-Llegamos.- informó orgullosamente.

Se sintió un poco demasiado complacido al ver el gran asombro de Kohaku, sintiendo deseos de darle un tour completo. Al entrar se encontraron con Taiju y Nikki que los habían ayudado con el equipaje, y dejaron a la mocosa con Nikki un momento para que pudieran tener ese tour.

Le mostró todo en la casa y también uno de los biberones y el extractor de leche que había mandado hacer para ayudar en la alimentación de su hija. También le mostró la habitación en la que dormirían, y claro que ella no pudo quedarse callada cuando se dio cuenta de que seguirían compartiendo habitación también en esta nueva casa como antes.

-Oye, Senku... Sí esta es mi habitación ¿por qué tus cosas están aquí también?- preguntó curiosa.

-Porque es más conveniente permanecer juntos por el momento.- dijo en medio de un bostezo. –Así será más fácil tomar turnos por la noche sí es que se despierta solo por necesitar un cambio de pañal, en ese caso yo me ocuparía y tú podrías seguir durmiendo, pero si tiene hambre iras tú y yo podré dormir más. Es más práctico.- esperaba que lo entendiera y no hiciera un escándalo al respecto.

Cómo si fuera a tener algún motivo ilógico para algo como esto.

-Oh.-

-También tenemos otras dos habitaciones, pero por el momento no tienen camas, no como esta, así que me quedaré aquí momentáneamente.- agregó.

-¿Y cuánto tiempo será exactamente?-

-Unos meses, no estoy seguro...- además, por cómo iba el ritmo del barco, lo más probable es que no faltara mucho para cuando debiera partir. –Aunque de todos modos el barco estará listo pronto.- entrecerró los ojos, haciendo una mueca cuando hizo un rápido calculo mental de cuánto tiempo les tomaría exactamente. –Muy pronto, de hecho, probablemente en otoño sí el ritmo se mantiene.- y eso... realmente no era mucho tiempo.

Los dos se quedaron en silencio, él con la mirada fija en la pared y ella mirándolo con los ojos muy abiertos.

Era como sí acabara de golpearlos en la cara lo realmente poco que le quedaba allí, con su pequeña hija, criándola ambos como ella merecía.

Tendría que irse y dejarla allí sola con su madre. ¿Qué pasaba si se enfermaba? ¿Qué pasaba sí lo necesitaba? ¿Qué pasaba sí él moría allá y su hija crecería sin tener idea de quién era su padre? Era demasiado pequeña y sí no regresaba... no quedaría ni rastro de él en su memoria. Y eso era... extrañamente más deprimente de lo que pensó.

No quería. No quería abandonar a su hija, dejarla sin padre, no quería que ella creciera preguntándose qué pudo ser de su vida si tuviera a su padre a su lado. No quería ser un fracaso como padre. Pero...

¿Qué otra opción tenía?

-Senku... ¿Qué pasara cuando el barco esté terminado? ¿Qué pasara con nuestra hija?- la voz temblorosa de Kohaku lo sacó de su ensoñación, paralizándolo por completo cuando entendió algo. Algo que no había estado esperando.

¿Por qué preguntó eso como sí... como si fuera a irse con ellos en el barco también? ¿Acaso ella pensaba...?...

No, no podía hacerle pensar que estaba obligada a ir con ellos. Él era indispensable, pero ella podría quedarse, ella tenía la opción.

-Voy a ir de una forma u otra, apenas el barco esté terminado. Eso es inevitable.- declaró firmemente. –Pero tú no tienes por qué hacerlo...- ante esas palabras, ella lo miró fijamente. –La mocosa te necesita más que nosotros, eso es un hecho. Sería el curso de acción lógico que te quedes aquí.- diez billones por ciento seguro que eso era lo más razonable y lo mejor para todos.

-¿De verdad?- lo sorprendió al sonreír secamente. -¿Incluso aunque yo soy tu mejor guerrero, Senku?- él se quedó en silencio al escuchar eso. La verdad es que había estado intentando no pensar eso, no pensar en que por supuesto que ella era completamente indispensable. Pero honestamente estaría más tranquilo si se quedara con su hija. –No sabemos a qué te enfrentaras, y con Tsukasa congelado yo soy tu mejor carta en el área de pelea.- cerró los ojos, hablando puras verdades que lo estaban golpeando duro donde dolía. –Preferiría quedarme, por supuesto, pero entiendo que puedo ser un punto clave para el éxito de esta misión.- abrió los ojos y lo miró con pesar. -¿De verdad... falta tan poco tiempo?- indagó con voz apenas audible, abrazándose a sí misma, mostrando que a pesar de su seguridad en que también era muy necesaria en el viaje no borraba su gran tristeza porque las cosas tuvieran que ser de este modo.

-Según mis cálculos, sí.- suspiró. –Y tú aún no te recuperas por completo. Apenas te recompongas, sí es que decides ir al final, deberás comenzar a entrenar para volver a ponerte en forma inmediatamente sí es que de verdad quieres llamarte a ti misma mi mejor guerrero.- sonrió amargamente. Esperaba que ella eligiera quedarse, pero la verdad es que podría ser una pieza clave entre la victoria y la derrota. Y al menos sabía que Ruri se quedaría así que ella podría ayudarlos con esto pero aun así... una tía no se comparaba a una madre. –O sea que tienes dos semanas más para tomar tu decisión, Kohaku. ¿Te quedas con nuestra hija o vienes con nosotros?- de pronto su sonrisa desapareció y la miró con seriedad mortal. –Sí eligieras venir... podría pasar hasta un año o más antes de que vuelvas a verla.- era un escenario terrible, pero había uno todavía peor. –O también existe la posibilidad... de que nunca volvamos a verla.- ante esas palabras, ella se congeló.

Y es que era horrible el solo pensarlo. La sola idea lo golpeó con tanta fuerza que lo sorprendió, pero realmente pensar que no volvería a ver a su hija, que sería un padre tan horrible, eso era... era... era tan...

Se tragó el nudo en su garganta y miró a Kohaku, que parecía haberse quedado sin palabras.

-Yo...- tragó saliva, obviamente sintiéndose en una encrucijada, probablemente todavía peor que en la que Senku se sentía.

-Piénsalo.- la interrumpió, pasando junto a ella para dirigirse a la puerta de su habitación. –Tienes dos semanas. La decisión depende únicamente de ti.- sin decir más se marchó, dejándola allí parada.

Pero no la dejó sola para que pudiera pensarlo, la dejó sola porque de repente sintió el impulso irrefrenable de ver a su hija.

¿Quién sabe cuánto tiempo tenía hasta que ya no pudiera verla tan fácilmente? Solo tenía dos semanas de nacida pero fueron las dos semanas más largas de su vida, y todavía había mucho más que podría hacer por ella, mucho más que tenía, debía y quería hacer por ella.

¿Alcanzaría a hacer todo lo que tenía, debía y quería antes de partir?

Llegó a la habitación de su hija que afortunadamente parecía muy cómoda en su cuna y despidió a Nikki, que rápidamente se marchó para volver a trabajar, dejándolo solo con la recién nacida todavía dormida.

Y a pesar de que estaba dormida y podría despertarla, no pudo resistir el impulso de tomarla en brazos y observarla fijamente, casi temblando cuando ella se acurrucó contra su pecho.

Parecía caber perfectamente en sus brazos...

Y pronto tendría que abandonarla como el bastardo oportunista y egoísta que era. Y ella no tenía la culpa de nada.

No se sorprendió cuando Kohaku entró a la habitación, de hecho hasta lo agradeció mentalmente. Necesitaba salir de allí y tomar aire, aunque sea por unos minutos. O mejor, irse a trabajar para distraer su mente.

Rápidamente le dio la niña a su madre y abandonó la habitación murmurando que trabajaría un poco en los planos del barco.

Pero en realidad se pasó como una hora mirando una hoja en blanco, antes de tomar una pluma y comenzar a escribir sin siquiera pensarlo dos veces. Pero escribir algo que no tenía nada que ver con el barco ni la ciencia.

Para Ishigami Tsukiku:

Sí lees esto, probablemente nunca regresé de mi viaje al otro lado del mundo.

No estoy seguro de qué decir, para ser honesto, pero quiero decirte algo. Quiero decirte todo lo que me sea posible decir a través de cartas.

Mi nombre es Ishigami Senku, y soy tu padre. Aunque no sé si merezca que me llames así. Seguramente no recuerdas absolutamente nada de mí, pero escribiré tanto como pueda en el poco tiempo que me queda.

Eres una pequeña mocosa de dos semanas ahora mismo y sé que estoy dejando mucho que desear como tu padre, pero...

Quiero que sepas que quisiera dar todo por ti, pero tengo una misión muy importante, una misión que no puedo abandonar. Debo salvar a la humanidad, y aunque esto sea por el bien de todos, sé que realmente podría tomarme mi tiempo si lo intentara, pero no podría dormir tranquilo sabiendo que estoy retrasando la salvación de tantas vidas, más después de posiblemente haber recibido una amenaza del posible responsable de que la humanidad se convirtiera en piedra. Simplemente no puedo retrasar esta misión.

Tú no tienes la culpa de nada, absolutamente nada.

Quisiera poder llamarme tu padre con orgullo, pero parece que ese es un sueño imposible. No te merezco ni un solo milímetro, solo soy un bastardo egoísta que no puede darse el lujo de quedarse contigo pero aun así busca egoístamente a través de una carta que conserves algo de él en tu memoria. Pero no puedo negar que odio la idea de que me olvides, incluso aunque sé que no merezco quedarme en tus recuerdos.

Realmente deseo volver de ese viaje con respuestas y poder dedicarme más a ti. Esperó que así resulten las cosas y pueda intentar ser el padre que mereces. Esperó que esta carta nunca llegué a tus manos, pero necesitaba escribirla.

-Ishigami Senku.

Suspiró luego de terminar de escribir eso, enterrando el rostro en sus manos y preguntándose por qué las cosas tenían que ser de esta forma.

No se arrepentía de haber tenido a la niña, después de tantos días cuidándola y los pequeños momentos que compartieron, simplemente no podía arrepentirse de su existencia, pero de verdad que desearía que ella hubiera nacido en otro momento, tal vez años más adelante cuando tuviera las cosas resueltas y pudiera dedicarse enteramente a criarla como lo merecía.

Pero no tenía caso pensar en ese tipo de cosas sin lógica, solo intentar hacer las cosas lo mejor posible con los medios que tenía a mano. Realmente no tenía más opción que esperar la respuesta de Kohaku y tal vez escribir más cartas. Escribir esa lo había hecho sentir aunque sea un milímetro menos miserable, aunque no estaba seguro de sí debía romperla o no... tampoco quería abrumar a su hija con sus absurdos sentimientos cuando sea una adolescente o bien una joven adulta.

Cerró los ojos, pensando en lo difícil que era toda esta situación.

Sin embargo, no podía permitirse deprimirse. Tenía que seguir adelante con sus planes y seguir criando a su hija... mientras pudiera hacerlo.

Esa noche intentó dormir pero simplemente no lo consiguió. Planeaba ir a ver a su hija como acostumbraba tanto desde sus primeros días de vida pero Kohaku le ganó esta vez y fue ella quien lo dejó solo en la cama para poder ir a la nueva habitación de su hija a observarla dormir.

La pequeña seguiría durmiendo en el cesto, claro, pero se veía muy cómoda en su cuna así que decidieron dejarla allí por hoy, y como su habitación estaba justo al lado y los materiales no eran insonoros de ninguna forma la escucharían fácilmente si se despertaba llorando a gritos como siempre.

Sorprendentemente logró dormir un par de horas, pero un sueño particularmente malo lo despertó pocos minutos antes de que saliera el sol. Negó con la cabeza y se dio un baño para despejarse un poco, luego volvió a ver a las dos féminas todavía durmiendo y no pudo evitar hacer una mueca al ver a Kohaku dormir en esa posición tan incómoda. De este modo no iba a recuperarse más rápido, incluso siendo una leona.

Pensó en arrojarle su toalla a la cara, pero estaba húmeda y no quería morir tan joven (otra vez), aunque todavía quería hacerle una pequeña travesura por haberle ganado el turno de mirar a su hija esta vez, así que fue a buscar una toalla seca.

Al regresar a la habitación, se sorprendió al ver a su mocosa revolviéndose. Rápidamente se colgó la toalla al hombro y caminó hacia ella para cargarla en brazos, creyendo que eso la haría volver a dormir, pero ella acabó abriendo los ojos de todos modos, bostezando, con una mirada bastante malhumorada en su rostro, aunque extrañamente no lloró.

Senku sonrió suavemente al verla llevarse el pulgar a la boca. Ella era... bastante adorable, incluso con esa carita malhumorada.

La apoyó cuidadosamente en su brazo y miró a Kohaku dormida en esa posición tan incómoda y sonrió traviesamente.

No lo pensó dos veces y utilizó su brazo libre para tomar la toalla en su hombro y arrojársela al rostro.

Ella se despertó sobresaltada y él contuvo la risa mientras volvía a cargar cuidadosamente a la recién nacida, pero aun así estaba preocupado así que de inmediato la mandó a darse una ducha en lo que iba a pasearse por la casa con su hija a cuestas, aprovechando que a pesar de su mal humor parecía a gusto en sus brazos.

Francois llegó para traer y servir su desayuno y también se ofreció a cargar a su mocosa después de que Kohaku regresara de su ducha y la amamantara para que pudieran desayunar tranquilamente.

Luego de que la chef se marchara y terminaran de comer, Tsukiku empezó a chillar en lo que un aroma desagradable invadía sus fosas nasales.

-¡Se hizo! ¡Cámbiala!- exigió ella alejándose un par de pasos.

-Bien, bien.- resignado, acercó el bolso que siempre llevaba a todas partes con todo lo que necesitaba para la niña. –Sin embargo, leona, pronto deberé de volver a trabajar en el barco a tiempo completo y ya no podré estar tanto aquí, así que no te salvaras de tener que cambiarla tú.- le sonrió burlonamente ante su mueca de espanto. En serio necesitaba empezar a acostumbrarse más a este lado de la paternidad. –Ugh.- aunque honestamente ni siquiera él terminaba de acostumbrarse. –Es increíble que de algo tan lindo salga algo tan repulsivo.- y la muy descarada pequeña leona se atrevía a mirarlo con pucheros adorables mientras destruía su sentido del olfato. –Apestas, mocosa.- se cubrió la nariz con dos dedos mientras retiraba el pañal sucio y lo dejaba a un lado.

Afortunadamente con la practica cada vez podía pasar por este horrible proceso más y más rápido, y pronto se la regresó a su madre diciéndole que luego de la llevara para poder bañarla y se retiró llevándose el pañal sucio para darse a otra desagradable tarea de examinar las heces, aunque empezaría a bajar la frecuencia con que lo hacía pero todavía no quería descuidarse por si tenía algún tipo de problema intestinal. No debía descuidar absolutamente nada.

Luego de encargarse de eso y preparar las cosas para el baño recibieron la visita de Suika que, después de que terminara de bañar a la mocosa, le dio la idea de que ya podría comenzar a hacer juguetes para su hija.

Una vez la regresó a los brazos de su madre rápidamente se marchó a seguir trabajando en el barco, pero también estaba emocionado por la idea que se le había ocurrido. Normalmente no creía que hacer juguetes para niños sería tan divertido, pero con todas las posibilidades que se le pasaba por la mente hasta estaba comenzando a emocionarse.

No se contuvo y apenas tuvo un momento libre empezó a hacer planos para un móvil para bebés, ayudado del mangaka, aprovechando que ahora la mocosa tenía su propia cuna. Y hasta se le ocurrió que le agregaría brillantina, por las dudas de que su visión no fuera tan buena como sospechaba que era. No estaba de más asegurarse.

Después de otro par de horas trabajando en el barco, se le pasó la hora explicándole a Chrome y Kaseki lo que quería que hicieran y los materiales que necesitaba para la brillantina, y tal vez se habría quedado más tiempo de no ser porque Ruri se apareció preguntándole si no había regresado con su hermana, a lo que rápidamente le explicó unas últimas cosas a sus compañeros científicos-artesanos antes de correr a la casa donde Kohaku probablemente lo esperaría molesta porque había prometido regresar al atardecer y se había pasado por varias horas.

Por suerte ella solo lo miró mal, pero no se quejó y simplemente le dijo que ya era hora de cenar lo que Francois cocinó para ellos, aprovechando que su hija estaba dormida en ese momento.

Cuando probó la comida, se sorprendió al comprobar que estaba un poco fría cuando el platillo era caliente, y miró de reojo a Kohaku que mantenía los ojos fijos en su hija, muriendo de ternura por las muecas que ella hacía mientras dormía.

Mantuvo su mirada en ella por un momento, sorprendiéndose de que todo parecía indicar que lo había esperado para cenar. Esa leona con un gran apetito había pospuesto el comer la deliciosa comida de Francois ¿para esperarlo? Incluso aunque estaba molesta con él por no haber regresado a la hora que dijo que regresaría, de todos modos lo espero, y no por modales, porque eso no era parte importante de esta cultura primitiva, sino porque simplemente quería cenar con él.

Aparentemente se quedó mirándola más tiempo del que pensó, porque pronto ella notó su mirada y volteó a verlo con curiosidad.

-¿Pasa algo, Senku?- lo miró con sus grandes y brillantes ojos azules llenos de curiosidad.

Y él, por algún motivo inexplicable, se quedó sin aliento por un momento, antes de reír entre dientes y negar con la cabeza.

-Nada, solo estaba pensando en calentar esta cosa, sabe mejor caliente.- murmuró con gotitas bajando por su rostro.

Aprovechó esa excusa para salir de allí por un momento, tomando su plato para calentar los dos ya que estaba. Simplemente necesitaba salir de allí, no estar en su presencia por un momento. Pero no se molestó en pensar en los extraños pensamientos que se le habían pasado por la cabeza por un segundo. No necesitaba ese tipo de mierdas ilógicas, muchas gracias.

Los días siguientes fueron bastante exigentes y difíciles, estaban aprendiendo juntos a cuidar de su mocosa, aprendiendo cosas de ella y de ellos mismos, intentaban llegar a un mejor horario para repartirse las horas de sueño perdidas pero mayormente ambos con mucha suerte alcanzaban a tener cuatro horas de sueño, con mucha, mucha suerte, todo mientras Kohaku terminaba de recuperarse por completo y él trabajaba en el barco, aunque tomándose pequeños momentos para trabajar en el juguete para su mocosa junto a Chrome y el viejo Kaseki.

Estaba un poco emocionado por su reacción ante esa cosa, tal vez le gustara o tal vez no llamaría su atención en absoluto, pero de verdad esperaba que al menos sirviera para entretenerla.

Pensó que sí estuvieran en el mundo moderno, probablemente estaría llena de juguetes incluso desde antes que naciera, pero por ahora todo lo que tenía eran los peluches que Yuzuriha había hecho para ella, aunque eran cosas que probablemente no sabría apreciar hasta que creciera más.

Luego de que cumpliera tres semanas de nacida, el día después a eso de hecho, o más bien la madrugada, Tsukiku se puso especialmente irritable y no los dejó dormir a ninguno de los dos por horas.

-¿Segura que no quieres comer más?- eran las seis de la mañana y desde las cuatro que no los dejaba pegar un ojo, haciendo intervalos entre estar malhumorada y llorar a gritos.

-Ha estado rechazando el pecho la última media hora ¿por qué aceptaría ahora, leona?- murmuró Senku frotando sus sienes, irritado y cansado en la misma medida, pero también empezando a preocuparse un poco. –A ver, dámela.- le extendió los brazos. Kohaku se la entregó y ambos se sorprendieron cuando se calmó inmediatamente. –Ah, vaya... ¿Solo quería estar conmigo?- alzó una ceja, incrédulo... aunque eso lo llenó de un extraño sentimiento cálido que casi lo hizo sonreír, pero se contuvo y miró con seriedad a Kohaku. –Sí ese es el caso entonces tú ve a dormir, necesitas estar en el mejor estado de salud posible ya que estás amamantando.- sí uno de los dos tenía que soportar el insomnio, prefería que fuera él.

-Ok...- no menos cansada que él, Kohaku dio media vuelta y se alejó un par de pasos, pero entonces el chillido potente y desconsolado volvió a resonar. –Mierda.- volvió sobre sus pasos inmediatamente. -¿Qué sucede, bebé?- preguntó desesperada, intentando hacerle caras graciosas para distraerla y que deje de llorar, pero ella continuó. –Agh, mejor dámela.- un poco decepcionado (aunque no lo admitiría) él se la dio y, sorpresa, Tsukiku dejó de llorar inmediatamente. –Oh, ¿querías volver con mamá?- sonrió enternecida.

Bueno, era obvio que prefería estar con su madre, así que Senku solo hizo una mueca y agradeció que el llanto se haya detenido.

-Al fin se calla. Qué pulmones.- se frotó los oídos, retrocediendo un par de pasos. De pronto, los chillidos volvieron a estallar. -¡Agh! ¡¿Ahora qué?!- gritó en un susurro, volviendo a desesperarse.

-Bebé, tranquila, por favor.- Kohaku parecía a un pelo de ponerse a llorar con ella. -¡Senku! ¿Qué es lo quiere? ¿No puedes saberlo con ciencia?- lloriqueó meciendo suavemente a la niña.

-La ciencia es ciencia, no una puta esfera mágica de los milagros.- se frotó los ojos, solo para darse una bofetada mental y gritarse a sí mismo por hablar con brusquedad. No debía dejar que el sueño lo superara. –Tal vez deberíamos llamar al mentalista, aunque no creo que tenga muy estudiada la psicología de los bebés.- sonrió secamente, esperando que sea solo malhumor y no algo peor.

-¿Qué tal Francois? Ella es muy buena calmándola.-

-Puede que ayuden, puede que no. Lo cierto es que los bebés son totalmente impredecibles.- se llevó la palma de la mano a la frente, lanzando un gran suspiro. –Ya la has visto, llora y se calma, vuelve a llorar, vuelve a calmarse y entonces llora todavía más fuerte.- se jaló los cabellos apretando fuertemente los dientes, maldiciendo que esa niña parecía ser tan irracional como su madre. –Cuando me la diste, pensé...- se calló de pronto, dándose cuenta de algo.

Su hija se calmó cuando Kohaku se la dio y volvió a llorar cuando ella se alejó, y luego lloró al estar en brazos de su madre pero solo cuando él se alejó. Eso significaba que...

-¿Qué?- preguntó ella curiosa y cansada.

-¡Eso es!- exclamó triunfante. –Creo que ya sé lo que quiere.- se acercó a ella y la rodeó con sus brazos, pegándolos con sus estómagos casi al ras y su hija en medio de ellos presionada contra sus pechos. Sus chillidos cesaron de inmediato, comprobando su teoría. –Ah... así que era eso.- bien, tal vez ella no sea tan irracional después de todo. –Tenía razón.- rió entre dientes, complacido de poder leer las intenciones de esa pequeña chillona exigente.

-¿Qué?- preguntó totalmente perdida. -¿Qué quiere?-

-Solo esto.- los señaló con un movimiento de cabeza. –Nos quiere a los dos. Quiere que estemos con ella juntos.-

-¡Oh!- la miró sorprendida, notando que ahora tenía su pulgarcito en su boca y parecía lista para dormirse finalmente. -¿Solo eso?-

Senku contuvo una risa, de repente de un excelente humor. Su hija quería estar con ambos, con su madre y su padre.

Aquí es donde él encajaba.

-Los bebés son tan absurdamente complicados como absurdamente simples.- resopló divertido. –O tal vez simplemente nuestra mocosa ya es demasiado caprichosa. Ja, bromeó, es imposible malcriar a un recién nacido.- rió entre dientes. –Aprovechemos que se está durmiendo y vamos a la cama.-

Se las arreglaron para subir las escaleras hasta su habitación manteniéndose ambos en contacto con la mocosa y de inmediato la recostaron en su cómoda cama con su mocosa ya dormida en medio de ellos.

Kohaku se durmió al instante, pero Senku, a pesar de lo cansado que estaba, se quedó mirando a su hija otro rato, y logró captar otra de esas sonrisas inconscientes que daba en medio de su sueño, cosa que de inmediato lo hizo sonreír con suavidad, y mucha de esa calidez volvió a su pecho, abrumándolo con alegría de saber que esa pequeña leona se sentía cómoda con él, demandaba su atención y lo necesitaba.

Y una pregunta que había estado flotando en el fondo de su mente volvió a invadirlo con fuerza.

¿Amaba a su hija tanto como Byakuya lo amaba? ¿Amaba a su hija lo suficiente como para considerar hecha al menos la mitad de su trabajo como padre decente? Eso sonaba tan ambiguo e ilógico... y la palabra "amor" siempre le dio nauseas, pero sabía que amaba a su padre, y al menos eso se admitía a sí mismo aunque nunca lo había dicho en voz alta desde que tenía memoria.

Pero al pensar en decir que amaba a su hija todavía se sentía incómodo, incluso en solo admitirlo mentalmente. Pero también sabía que no podía negar sentir... ya saben, un cariño de proporciones exageradamente gigantescas hacia ella. Y...

Agh, se sentía incomodo de solo pensar en eso. Y estaba cansado, así que solo negó con la cabeza y se acomodó para dormirse de una vez.

Mañana también tendría mucho trabajo.

Despertó por causa de Francois que traía su desayuno, y como había dormido menos que Kohaku apenas era capaz de abrir los ojos, o al menos no hasta que los chillidos molestos de su hija se hicieron escuchar probablemente en todo el reino científico.

Luego de la difícil noche anterior, ambos estaban casi muertos en vida, pero afortunadamente la chef se ofreció a sostenerla mientras desayunaban, aunque con lo pegada que parecía a ellos últimamente Senku dudaba que quisiera estar con otra persona.

Se sorprendió cuando dejó que Francois la cargara como si fuera su segunda madre, calmándose al instante.

Ni con él hacía eso tan rápido...

-Gracias...- murmuraron los dos tan impresionados como agradecidos.

-Francois es realmente maravillosa.- murmuró Kohaku luego de que comieran.

-Sí, aunque ya debe ponerse a trabajar para llenar nuestras reservas en el barco, así que no podremos abusar mucho de su amabilidad.- masculló Senku, tomando su tercera taza de café. –Por cierto... Si estás pensando en eso ¿verdad? En la decisión que tomaras.- la miró seriamente, aprovechando que salió el tema para preguntarle eso que había estado preocupándolo tanto.

-Lo estoy pensando.- asintió lentamente. –Aún no... aún no me decido.- sorbió nerviosamente su jugo de frutas.

-Tienes otra semana más.- ahogó un suspiro, conteniendo sus ganas de intentar convencerla de que debería quedarse. Era su decisión, no sería justo que manipulara su mente para que hiciera lo que él quisiera. –Piénsalo bien.- terminó su café y se puso en pie. –Veamos sí la mocosa se calmó un poco, porque sí va a seguir llorando así todo el día dudo poder ir a trabajar en el barco.- rascó su oído con cansancio.

-Bien.- terminó su jugo y lo siguió hasta su habitación, donde Francois tenía a la pequeña dormida en sus brazos.

-Intente ponerla en su cesto y se despertó inquieta al instante.- informó al verlos.

-Debe gustarle el contacto piel con piel.- supuso él. –Aparentemente a los bebés les gusta sentir la calidez y escuchar los latidos del corazón o alguna mierda de esas.- bostezó. –Demonios, planeaba ir a ayudar con el barco hoy, pero estoy tan cansado que no serviría de nada.- rió entre dientes. –Creo que mejor me quedaré a intentar dormir, cosa que dudo lograr porque seguramente la mocosa no tardara en despertar de nuevo.- sus hombros se desplomaron.

¿La paternidad siempre sería así de difícil?

-Sí me lo permiten, no me importaría quedarme un par de horas con ella.- ofreció Francois sonriendo amablemente.

Los dos padres la miraron sorprendidos.

-¿Lo harías? Pero...- Kohaku se mostró un poco insegura.

-No es una mala idea... viendo que Tsukiku parece tan cómoda con ella.- murmuró Senku, frotando su barbilla. –Y ya hemos preparado un par de biberones con leche materna por si tiene hambre, así que técnicamente no habría ningún problema. Pero...- apartó la mirada, intentando no pensar en el pequeño pellizco de molestia que sentía al ver que su hija parecía más a gusto con alguien con quien apenas interactuaba antes que él, su propio padre.

Francois sonrió, luciendo divertida.

-No tengo ninguna intención de robarles a su bebé, sí eso es lo que les preocupa.- Senku y Kohaku se estremecieron.

-¡Claro que eso no me preocupa!- gritaron a susurros, un poco demasiado a la defensiva.

-Ella estará bien conmigo mientras ustedes descansan un par de horas. Estaré libre hasta las once, ya que el almuerzo se sirve a las doce y media, por lo que podrán dormir un buen par de horas. Una vez despierten se las devolveré y ella seguirá amándolos, son sus padres, después de todo.- dijo mientras se ponía en pie y comenzaba a retirarse de la habitación llevando el bolso con todo lo que la bebé podría necesitar con ella. –Dulces sueños, los despertare sí los necesito.- cerró la puerta suavemente al marcharse aun con sus brazos ocupados por la mocosa y el bolso.

-Ni siquiera nos dio una opción al respecto.- murmuró Kohaku con gotitas bajando por su sien.

-Debemos vernos como un par de mierdas para que ofrezca tan amablemente su ayuda y gratuita.- rió Senku frotando su rostro, intentando no pensar en el discurso de la eficiente mayordomo. –Como sea, es un hecho que necesitamos dormir más, en especial tú, que necesitas recuperarte lo antes posible.- volvió a recostarse en la cama. -¿Vienes o qué?-

-Umm... sí.- se recostó a su lado, guardando su distancia. –Bueno... solo serán un par de horas.- bostezó y rápidamente cayó dormida, igual que Senku.

Ambos estaban realmente agotados.

Sin embargo, ni siquiera muerto de cansancio se permitió dormir demasiado. Era consciente de que tenía cierta tarea que terminar ese mismo día.

Despertó solo un par de horas después, con el rostro de Kohaku a pocos centímetros del suyo, pero eso ya no era una imagen extraña. De hecho se tomó un momento para reflexionar lo rápido que se acostumbró a despertar junto a ella.

Era extraño, pero después de tener sexo con ella realmente habían pocas cosas más intimas que eso, tal vez por esa razón no se sentía incomodo con esta nueva proximidad entre ellos.

Bufó y sacudió la cabeza, antes de levantarse y preparar sus cosas para volver a trabajar. Miró por última vez el rostro dormido y pacifico de Kohaku antes de sonreír y salir cerrando la puerta suavemente, sin querer despertar. Ella merecía dormir más que él.

Se encontró a Francois adelantando la preparación del almuerzo mientras mantenía un ojo vigilante en Tsukiku dormida en su cesto, tan eficiente como siempre.

-Veo que ya se despertó, Senku-sama. Imaginé que esto podría pasar así que le prepare un almuerzo para llevar.- señaló lo que probablemente era un tazón con carne asada y vegetales cocidos cuidadosamente envuelto con hojas grandes. –Su hija sigue dormida como el ángel que es. Por cierto, tiene una hermosa sonrisa mientras duerme.- sonrió suavemente sin apartar los ojos de la comida, aunque mirando de reojo con dulzura a la recién nacida dormida.

Mierda, me perdí verla sonreír mientras duerme...

Carraspeó y tomó el plato que preparó para él, mirando de reojo a su mocosa durmiendo tan profundamente como su madre.

De tal leona, tal leoncita.

Rió entre dientes ante su mala broma mental y miró sinceramente agradecido a Francois.

-Gracias. Me iré ahora.- se dio la vuelta para marcharse, pero de repente se le ocurrió algo. –Cuando Kohaku despierte, dile que me fui poco antes de que se despertara.- Francois lo miró con una ceja en alto. –Por favor.-

Ella suspiró.

-Por supuesto. Puede ir tranquilo.-

Él asintió y le dedicó otra mirada a su mocosa antes de finalmente retirarse de la casa para ir a la zona de construcción de barco, muy motivado a terminar el juguete para esa pequeña dormilona hoy mismo.

Apenas llegó lo jalaron para ayudar en diversos pequeños detalles que los trabajadores no sabían cómo resolver. Y estuvo un buen par de horas ayudando en todo tipo de cosas para finalizar con la estructura principal hasta que finalmente dejó instrucciones claras de trabajos mecánicos que los trabajadores podían realizar sin su constante vigilancia. Luego le encargó varias tareas a Chrome para que supervisara en su ausencia y fue a buscar a Kaseki, que afortunadamente ya tenía totalmente listo el móvil para bebés, pintado como le dijo y todo. ¡Como era de esperarse del genio artesano, por supuesto!

La brillantina ya estaba lista, solo necesitaba aplicarla cuidadosamente para asegurarse de que no se desprenda ni un poco, puesto que esas mierdas solían intoxicar niños, aunque era menos letal que la purpurina y mayormente en niños en edad preescolar, pero aun así se cortaría las manos antes de hacer algo que arriesgue de cualquier forma la salud de su mocosa.

Le tomó más tiempo de lo que pensó, pero finalmente terminó y fue ayudar un poco más en el barco mientras dejaba secar, lo cual no debería tomar mucho.

Una vez consideró que pasó el tiempo suficiente, puso un bolso el juguete y llamó por Chrome y Kaseki, planeando darles una sorpresa con la brillantina también a ellos, y también mandó a llamar a Suika, ya que fue gracias a ella que tuvo la idea en primer lugar, aparte de que tenía el presentimiento de que también le gustaría ver algo tan llamativo.

Aunque lo que más quería era ver la reacción de Kohaku.

Pero claro que la más importante era la de su mocosa. Se preguntaba si le gustaría su juguete, cuál sería su reacción al ver algo que se la pasó días haciendo junto a sus compañeros artesanos específicamente para ella, para entretenerla. Y los bebés eran impredecibles, así que por lo que sabía podría odiarlo y llorar cada vez que se lo pusiera delante... Esperaba que ese no fuera el caso. Honestamente quería que le gustara, que sus curiosos, grandes y brillantes ojos azules se entretuvieran con el movimiento. Quería hacer algo bueno por ella...

Una vez llegó a la casa, aunque estaba nervioso, estaba más que nada emocionado por mostrar su nueva creación a todos.

-¿La mocosa está dormida?- preguntó al ver a Kohaku en la cocina meciendo el cesto de su hija.

-No. He estado intentando que se duerma como por una hora.- hizo una mueca. –Parece malhumorada, pero por suerte no está llorando.- miró frustrada al cesto.

Ok, que esté malhumorada le dio mala espina, pero era bueno que estuviera despierta.

-Excelente, quédense aquí.- mandó mientras se marchaba escaleras arriba llevando su bolso con el móvil dentro consigo.

Entró a la habitación de la niña y de inmediato colocó el móvil en su lugar y lo probó un poco, sonriendo cuando funcionó tal como lo esperaba.

Tomó aire y bajó a llamarlos a todos para que subieran antes de regresar, apoyándose contra la puerta y preparándose mentalmente para la posibilidad de que su hija despreciara el juguete. Al menos lo intentó, y quizás cuando creciera más le gustaría, así que de todos modos no sería una completa derrota.

¿Y quién sabe? Tal vez le guste.

-¿Qué pasa? ¿Por qué tanto misterio, Senku?- una vez subieron las escaleras, Kohaku lo miró con ojos entornados mientras mecia a su hija en sus brazos.

-Ya lo verás. ¿Recuerdas que me preguntaste sobre juegos para la mocosa? Bueno, dije que le conseguiría juguetes. Y aquí tiene el primero.- abrió la puerta de la habitación de Tsukiku, expectante por la reacción de todos.

Kohaku entró a la habitación y al fijar sus ojos en la cuna jadeó.

Todos miraron asombrados al juguete, con los ojos muy abiertos, maravillados con el brillo que irradiaba, incluso Chrome y Kaseki que hicieron la mayor parte del trabajo se quedaron con la boca abierta.

-¡Wow! ¡Es increíble, Senku!- Kohaku sonrió enormemente, luego bajo la mirada hacia Tsukiku, que se veía malhumorada. -¿Cómo se llama?- preguntó curiosa.

-Es un móvil para bebés, por supuesto. Es absurdamente fácil de hacer, aunque no tenía mucho tiempo para hacerlo yo mismo y recurrí a la ayuda de mis compañeros artesanos.- sonrió mirando orgullosamente a Chrome y Kaseki.

-Sí, nosotros lo hicimos.- murmuró Chrome con la boca abierta. -¡Pero no era así antes! ¡Ahora es más... es más...!...-

-Brillante.- completó Kaseki. –Increíble. ¿Cómo le diste ese brillo a mi creación para la pequeñita? Es realmente impresionante.-

-Es simple brillantina.- Senku rió entre dientes. –La visión del recién nacido no es como la nuestra, su cerebro no está lo suficientemente desarrollado para procesar toda la información que le envían los ojos, así que ven todo borroso.- o al menos eso era lo normal, pero necesitaba más pruebas para asegurarse de que Tsukiku tenga una vista superior. –Por lo tanto para llamar su atención debemos presentarle solo objetos brillantes o que contrasten, preferiblemente de colores rojos o blancos y negros. Por eso me desapegué de la realidad y pinte de colores más llamativos los planetas del sistema solar. Excepto Marte y la Tierra. Y llené todo de brillantina.- se acercó a Kohaku y miró a su hija. –Vamos, ponla en su cuna. Quiero estudiar su reacción y saber sí debo o no debo agregar algo para que le resulte más entretenido.- eso también era una posibilidad.

-Creo que le encantara, sí a mí me fascina.- la joven madre sonrió emocionada mientras se acercaba a la cuna y se inclinaba para depositar allí a su bebé. Al menos ella tuvo la reacción esperada.

Solo faltaba la reacción la mini protagonista de todo este circo de expectación.

-¿Así que para eso querías el titanio, el aluminio y el hierro, aparte de todos esos químicos?- preguntó Chrome sorprendido. –Wow, me sorprende que algo tan bonito salga de tanto trabajo. ¡La brillan-tiene se ve genial!-

Tsukiku pestañeó cuando su madre se alejó después de dejarla en la cuna, pareciendo como si fuera a llorar en cualquier momento, pero entonces sus ojos se fijaron en el móvil.

-Se dice brillantina, idiota.- contestó Senku a las palabras del otro científico. Kohaku se rió y los dos volvieron la vista a su bebé, solo para quedarse sin aliento.

-¿Qué pasa?- Suika se paró de puntitas para ver por encima de los barrotes de la cuna.

Senku se congeló, con los ojos fijos en el rostro de su hija. El rostro sonriente de su hija. Pero no era solo un mero acto reflejo inconsciente que hacía sin querer mientras dormía, sus ojos brillaban con alegría mientras miraba su juguete, sus labios estaban curvados torpemente hacia arriba, temblorosos y alegres, y se resaltó lo regordete de su rostro, y era hermosa.

Era lo más fascinante y maravilloso que había visto en su vida.

Y ni siquiera podía expresar con palabras lo que sentía. Estaba abrumado por los sentimientos de felicidad, alivio, sorpresa y...

Y ya no podía negarlo.

La amaba. Amaba a esa mocosa. Amaba a su hija.

¿Por qué negarlo? Ella era lo mejor que le había pasado en toda su vida. No había sentido tanta felicidad hasta este momento, y todo por algo tan simple como ver su sonrisa. Pero es que era la sonrisa de su hija.

Era absurdo, pero así era el amor ¿verdad? Y amaba a su hija tanto que ni siquiera podía llegar a comprenderlo. Y no le importaba que eso significara ser blando o cursi, porque lo que más le importaba era ella. Ella era lo más importante y no podía creer que le tomara tanto tiempo admitírselo a sí mismo.

Para colmo, ella alzó los brazos hacia su juguete y su primera sonrisa consciente que rápidamente desapareció volvió a florecer mientras chillaba de felicidad, queriendo alcanzar el juguete que hizo especialmente para ella.

¿Acaso quería matarlo?

Kohaku sin duda casi muere de ternura allí mismo, pero él logró contener su propio impulso de desmayarse y se inclinó para acercarle el móvil y verla más de cerca.

Consciente de que estaba rodeado de gente, tomó aire y sonrió emocionado.

-¡Ja, sabía que le gustaría!- exclamó orgullosamente, intentando disimular que solo quería tomarla en brazos y no soltarla nunca.

Kohaku, por otro lado, era pésima disimulando, y rápidamente tomó a su hija en brazos y comenzó a llenarla de besos, cosa que Senku envidió y de repente se arrepintió de haber traído tanto público.

Aun así, solo pudo sonreír mientras todos babeaban por la ternura de su mocosa, sintiéndose afortunado de ser el padre de esa niñita chillona por más que haya llegado en el peor momento posible. Simplemente no podría arrepentirse de haberla tenido.

Y pensar que había pensado tantas cosas al saber del embarazo... y fue tan reticente con ella los primeros días... ahora se arrepentía de no haber aprovechado mejor cada minuto a su lado... sobre todo sabiendo que no le quedaba mucho más tiempo para cuidarla. No con el barco a pocos meses de terminarse.

Y ese recordatorio ardía en su pecho peor que nunca antes, pero mantuvo su sonrisa mientras veía a Kohaku devolver a su bebé en la cuna para que siguiera mirando hipnotizada su nuevo juguete.

-Gracias por esto, Senku.- le dijo sinceramente, mirándolo con sus ojos tan azules como los de sus hijas más suaves que nunca.

Y de repente se sintió incomodo cuando la calidez en su pecho solo se multiplicó al verlas a ambas tan felices, tan cómodas y tan...

Se dio una bofetada mental y relajó su postura.

-No me agradezcas.- rascó su oreja con indiferencia, apartando la mirada de ellas. –Es mi hija también, después de todo.-

Su hija. Su pequeña hija... su Tsukiku.

Le quedaba tanto por darle... y tan poco tiempo a su lado. Pero así era como las cosas debían ser. Y al menos le quedaba otros pares de meses antes de tener que decirle adiós. Unos cuantos meses para intentar ser el padre que merecía.

Y lo intentaría, no solo porque debía, sino porque quería. De verdad quería.

Continuara...

Sorpresaaaaaaaaa! :D

Conseguí una nueva computadora :'D Bueno, no es nueva x'D Es un cacharro del 2006 que funciona horrible pero funciona! QwQ

Así que creo que podré traerles un nuevo cap de Baby Stone pronto nwn

Por cierto, creo que a este fic le quedan dos caps más nomás para terminar TTwTT Ya vere xP

Ojalá que este cap les haya gustado uwu Los amo~

COMENTEN! *o*

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro