
Capítulo 54 - Final
Creo que debería de avisar de que, como dice el título, es el capítulo final. Ojalá lo disfrutéis ♥
Canción en multimedia: Willow — Jasmine Thompson
Edit multimedia: [Hecho por alxvee] ¿Jashley hasta el final?
Capítulo 54 — Límites y nuevos comienzos [Final]
──── ∗ ⋅✦⋅ ∗ ────
Hay días en los que es difícil pensar. Tu mente se desvía de su camino y recorre un oscuro laberinto donde cada esquina esconde un pensamiento peor que el anterior. Pero es solo entonces, cuando consigues perderte más de lo que nunca has hecho, que puedes dar el primer paso para salir de ahí.
Muevo los dibujos sobre mi edredón esperando ver algo claro entre bocetos a medio terminar, pinturas y rostros que hace tiempo quise borrar de mi mente. Las pulseras se mueven sobre el papel con un extraño brillo, algo que busca llamarme, que quiere atención.
Se la doy.
Miro la de mi madre y no lo comprendo. ¿Cómo algo tan pequeño puede haberme creado tantos dolores de cabeza? Aunque el pequeño objeto no tenga culpa alguna, la centro en él. Me siento mal por haberla buscado cada vez que se perdía, por haberme aferrado a ella como lo he hecho mientras perdía amistades.
Es domingo y todavía arden en mi memoria las últimas palabras que nos dedicamos Jack y yo. Pude notar, el viernes, cómo algo fallaba cuando le busqué con la idea de dejar cualquier clase de orgullo de lado y aceptar toda la culpa. Iba a hacerlo hasta encontrar en él lo mismo que había en mí por la mañana, una culpa e inquietud que me congeló en mi lugar. No supe cómo abordarlo. Por un momento volvimos a ser dos niños inseguros que tratan de dar un paso hacia adelante. Lo dejamos ir con la idea de que las cosas se calmen, de que mejoren, quizás lo hagan, quizás sea lo más fácil permitir que una conversación dicha en caliente se enfríe.
Pero yo he vivido en frío mucho tiempo. He estudiado minuciosamente cada paso a dar, he controlado quiénes serían mis amigos y cuánto les permitiría. He diseñado un futuro tan perfectamente planeado que no podía salir mal, pero esos planes, esas ideas, han perdido cualquier sentido.
Ahora lo veo más claro. Encuentro la forma en la que mis miedos me envolvieron, crearon una faceta mía que mantenía fuera a cualquier personas que se acercara lo suficiente. Una que trató de echar a Jack una y otra vez porque no comprendía un futuro en el que fuera a salir bien y mi cupo de sufrimiento estaba lleno. Le eché y, como me dijo Arianna, no me porté como debería haberlo hecho, pero él se quedó y eso era un alivio cada una de las veces. Un alivio que se convertía en culpa en cuanto le volvía a ver. Sabía que le estaba haciendo daño con eso, lo he sabido siempre, pero la presión me hundía y necesitaba respirar. Esa fue la razón por la que intenté dejarle una primera vez, las siguientes fue sólo por culpa.
Culpa porque veía que él se merecía más. Algo que no podía darle. Encontraba el daño que le hice y me odiaba por haberle querido dejar, él no se merecía a una persona tan rota como yo. Entonces trataba de explicárselo, él se negaba a aceptarlo y con otra ruptura impedida la culpa volvía. Le había hecho más daño. Eso se ha convertido en un círculo vicioso que no quiere cortar, tampoco sé si quiero que lo haga.
Hace unos meses estaba segura de que sería lo suficientemente egoísta como para quedarme con él, ahora sé que lo que siento por él es demasiado como para soportar causarle más daño. Y sigo causándoselo. ¿Cómo arreglarlo si cuando le alejo, vuelve, y todavía con más heridas?
Esta pulsera, pequeña, cuidada, tira hacia atrás en mis recuerdos. Es la primera ficha de un dominó.
Estoy mal con Jack, le hago daño, porque ya intenté alejarle una primera vez. Intenté alejarle porque es lo que hago, es lo que he aprendido. Rehuyo cualquier contacto por la forma en la que fui criada. ¿Quién puede querer sin saber lo que ha sido el cariño? ¿Quién puede entender que existen amigos reales cuando sólo sabía desconfiar?
Lo intenté. Lo intenté mucho.
La pulsera de mi madre me recuerda la persona que soy y que no quiero ser. Me presenta una imagen que derribar, una de la que trato de alejarme corriendo cada vez que tengo oportunidad.
Arrugo un dibujo entre mis manos, uno que taché al encontrarme mirando a Marina a los ojos. Bajo de la cama y, una última vez, salgo de casa de madrugada. Esta vez me deslizo por la ventana del baño y una vez fuera echo a correr.
Sé adónde voy. No tengo que pensarlo. No dudo.
Corre.
Sólo corro por la acera hasta poder meterme en el bosque. El bosque, que una vez fue mi terreno, se vuelve difícil en la oscuridad. Limito las zonas para no hacer ninguna estupidez, ninguna que no esté dentro de mi guión de esta noche.
Es la primera vez que corro sin música, pero con mis pensamientos tan altos apenas me doy cuenta de eso. Cierro el dibujo con más fuerza sobre mis manos y salto sobre un árbol caído. Llevo a tocar el suelo al caer, una buena caída que no me hace perder el tiempo antes de seguir.
No he pensado en traer mi móvil, he ignorado la idea de una linterna.
Estás cerca. Casi has llegado.
El corazón me late acelerado, el cuerpo apenas lo siento. La adrenalina recorre mi cuerpo como si estuviera huyendo, pero sólo busco. Sólo busco esa alejada zona de piedras por la que más de una vez había sentido curiosidad, una apertura que da a lo que parecían ser una cueva bajo mis pies, una a la que el acceso era imposible, una a la que nadie podría entrar.
Llego con la respiración agitada, el pelo pegándose a mi nuca por el sudor y mentalmente tan alterada que mi cuerpo se niega a sostenerme por completo. Ahí llega la parte más difícil, la parte en la que me arrodillo junto a la grieta y deslizo la pulsera fuera de mi muñeca. No se trata de algo que simplemente tirar a un contenedor o venderlo, no, es el recuerdo de la persona a la que quiero hacer desaparecer y, como una persona, necesito saber dónde termina. Es un extraño confort, una falta de incertidumbre. Tenía que encontrar un lugar donde nadie fuera a encontrarlo y que lo mantuviera alejado de mí.
En mi cabeza dejarlo ir era fácil, pero ahora, tan cerca, vuelvo a cerrar los dedos sobre la pulsera.
Voy a deshacerme de lo que me queda de mi madre, real e idealizada, voy a elegir el camino fácil. El de alejarme. Entiendo, cuando empiezo a llorar, que nadie dijo nunca que dejar ir era lo fácil. No. No lo es.
Abro la mano, recorro el objeto con la mirada para grabarlo en mi memoria. Cualquiera persona que me conozca me ha visto con esa pulsera, es algo mío, algo propio, una parte de mí. No puedo simplemente echarlo fuera como si eso fuera a borrar todos los traumas y malos ratos que han atado a mí.
Pero cuando muevo los dedos para recolocarla, se desliza. No soy lo suficientemente rápida como para alcanzarla y cae por la grieta, escucho el diminuto golpe contra la piedra. A oscuras, no puedo volver a verla.
Lloro con más fuerza en un mal intento por alcanzarla. De golpe me siento desnuda incompleta. No es un objeto, no es sólo una pulsera, es la parte de mí que con los años he ido uniendo con ella. Es una parte de mi persona, algo que me representa y ahora está, para siempre, fuera de mi alcance.
Me dejo caer por completo, sentada en el suelo y con una mano todavía sobre la piedra. Es extraño, extraño hasta un punto que me asusta el daño que me ha causado esto. Me quedo aquí. Sentada. Tratando de poner en orden mis pensamientos y emociones. Con demasiadas cosas pasando en mi vida como para sentir el más mínimo miedo por estar sola en medio del bosque y entre la oscuridad.
En realidad esa soledad me relaja.
Y, por una vez, en lo que miro al cielo en busca de una respuesta, las horas recolocan esas piezas que han ido siendo apaleadas y sacadas de su lugar. Todo vuelve a su sitio de una forma más suave con la invisible promesa de que ahora todo irá bien sin importar lo que pase.
Con la promesa de que seré una nueva persona, de que tendré una nueva vida.
Que seré mejor.
Que todo empezará a estar bien.
Está amaneciendo cuando vuelvo a casa, cuando recorro ese camino que ahora tiene distintos colores para mí. Es ver lo mismo y, al mismo tiempo, encontrar un cambio completo. Nunca he prestado demasiada atención al bosque, no salvo mis caminos marcados y zonas preferidas, pero no me había parado a verlo. Es curioso como las personas somos capaces de hacerlo tan a menudo: mirar sin ver.
Miras sin ver hasta que, un día, algo cambia. Algo en ti es diferente y la venda desaparece. Te fijas en los detalles, dejas que las imágenes te hagan sentir acogida. Dejas que llenen un hueco en tu interior que apenas sabías que existía.
Cuando me quito la sudadera ya saliendo del bosque, la hoja arrugada cae al suelo. Había olvidado que la traía conmigo. La había hecho una bola en un ataque de rabia, ahora la deshago con suavidad y la imagen no tiene el mismo efecto.
No fue mi culpa. Cada quién elige su camino. No fue mi culpa y, lo que ella hizo, no debería definirme.
Por primera vez es cuando más segura estoy de dar mi apellido, de poder decir con absoluta veracidad que soy Ashley Daking. Al mismo tiempo es la vez que más decidida estoy a que quien soy no es Ashley Daking sino Ashley. Sólo Ashley. Mi propia persona, mi propia versión.
Eso es lo que quiero ser.
Cansada de huir, de fingir, llamo al timbre dispuesta a entrar por la puerta principal. Ya ha amanecido y Brigitte estará despierta, quizás alterada porque no me ha encontrado en mi cama. Al abrir la puerta sólo la mantiene sujeta. Casi rompo a reír al recordar cómo fue la última vez.
—¿No hay policías esta vez? —pregunto con cierta burla.
Todavía muevo el papel entre mis dedos y mi ropa está cubierta de barro y tierra. Ella no se esfuerza por criticarlo. Brigitte está muy quieta, demasiado quieta y callada.
—¿Qué ha pasado?
Cuando no responde, vuelvo a presionar. Esta vez ella mantiene cierta compasión al darme la respuesta que por segunda vez en el día me hace llorar. Llorar de impotencia, llorar de frustración, llorar de rabia y de dolor.
Porque, aunque no quisiera, Marina era mi madre.
Y Brigitte acaba de decirme que se ha suicidado.
Marina es peligrosa y por lo que ha demostrado la única razón que en su cabeza le impide ser feliz sigues siendo tú.
Esas fueron las palabras de Brigitte cuando desperté en el hospital, cuando me lo contó todo. Su voz se repite en mi cabeza una y otra vez. Yo era la razón. Ella no consiguió lo que quería y le ha puesto punto final. Se convirtió en un uno a uno donde no más de una persona podía terminar con vida. Uno del que nadie más que ella se dio cuenta, uno que sólo existía en su enrevesada mente.
Lo ha hecho por mí, da igual que Brigitte me mire al entender mis pensamientos y se apresure a tratar de decir algo para negármelo. No puede mentir a nadie. Si yo era lo único que le impedía ser feliz, su cabo suelto, yo fui la razón.
Brigitte me ayuda a mantener el equilibrio cuando doy un traspié.
—Será mejor que entres, Ashley.
—No —Aparto su agarre por muy mal que pueda sostenerme ahora mismo. Ha terminado con su vida, madre mía, ¡ha terminado con su vida!—. No me toques. Por favor.
Lo deja estar, con dificultad llego hasta mi habitación.
Me dejo caer sobre la cama, todavía sucia y sin siquiera quitarme los zapatos. Lanzo los brazos sobre mi rostro y lloro. Suelto todas las lágrimas que pueden caber en mí hasta que por puro agotamiento me quedo dormida. Dormida entre futuros idealizados que desaparecen entre mis dedos cada vez que entiendo que no son reales.
Al despertar ha anochecido.
¿Anochecido?
Sigo algo mareada y con un inmenso dolor de cabeza al levantarme de la cama. No he hecho más que abrir la puerta cuando los pasos rápidos de Brigitte suben las escaleras.
—¿Me has dejado durmiendo un día entero?
He vuelto temprano, era lunes. Ahora es de nuevo de noche. ¿Desde cuándo ella permitiría esto?
—Necesitabas dormir —admite, todavía compasiva.
Sí, necesitaba dormir, pero, ¿desde cuándo ella me lo permite?
Se aclara la garganta, todavía me cuesta centrar mi atención en algo.
—Ahora iba a ir a despertarte, ha venido alguien a verte.
No sé dónde está Charles y tampoco me hace falta saberlo. ¿Estará preparando el funeral de su hermana? ¿Me dejarán asistir? ¿Quiero hacerlo?
No. Eso implicaría darle significado y ella, a partir de hoy y después de todo, será sólo una figura más. No se merece el título de "madre", no se lo merece.
—Ashley —llama, de nuevo—, está abajo. Estaré en mi despacho si necesitas algo. Alguien tiene que recogerlo todo.
Con una suave sonrisa que apenas puedo procesar, se encierra en su despacho. Todavía con el malestar haciéndome sentir en medio de un lúcido sueño, consigo bajar las escaleras. Es como cuando he estado corriendo mucho y paro de golpe. Mi cuerpo está tan acostumbrado al ritmo que por un momento es como si me encerraran en el interior de un cascarón desde donde veo pero no siento. Estoy y no estoy al mismo tiempo.
Así me siento ahora.
Tan confusa como cuando me sentí después de que Marina me hubiera drogado. Todo el mundo tiene un límite, ese fácilmente ha podido ser el mío.
De pie en el salón y donde una vez encontré a Ben, está Wen.
—¿Qué haces aquí?
Ella cierra la mano con fuerza sobre su bolso.
—He visto lo que ha pasado, ha salido en las noticias. Sé que no estamos en los mejores términos, pero sólo quería asegurarme de que estabas bien.
Y ese límite, ese límite que tenemos las personas no es sólo para rompernos. Es el que puede hacerte perder amistades o recuperarlas, es el que te hace saber si alguien te importa o cuándo ha terminado con la confianza que le dabas.
Ese límite sirve para mucho y ahora ha traído a Wen hasta aquí. A una versión incómoda de ella misma que no puede mantener las manos quietas a la espera de una respuesta.
Quizás sea porque estoy demasiado cansada de echar a la gente, demasiado cansada de esa versión de mí. Puede que sólo anhele un nuevo comienzo. O puede que simplemente necesite a alguien y ponga mi confianza en quien debo, o no debo, pero acepto su gesto como una bandera blanca en medio de la guerra.
—¿Te apetece salir un rato? Necesito que me dé el aire.
Con mi respuesta ella aprieta los labios, incapaz de saber cómo reaccionar. Estoy igual. Finalmente vuelve a apartar las manos de su bolso.
—Claro.
—Deja que me cambie de ropa primero.
—Sí, sin problema.
Antes de subir a mi habitación alcanzo a ver cómo ella se sienta con lentitud en uno de los sofás. Mira extrañada a su alrededor, no había estado aquí antes.
Los Daking siempre han sido mi barrera, una barrera creada por Marina, por ocultarla de mí, ahora que esa página ha sido arrancada y el libro cerrado, esa barrera cae. Ya ha caído. Así que le aviso a Brigitte quien me pide que la llame para venir después a recogerme siempre que sea antes de las nueve y da el visto bueno con eso.
A ella también le ha cambiado. De nuevo, con el pelo suelto, de nuevo, como esa mujer que se sentó en el baño del hospital para consolarme. Eso debió de haber despertado algo en ella que ahora no ha podido dejar ir.
Una vela encendida en medio de la oscuridad.
Las noticias. Wen ha dicho que esto ha salido en las noticias. ¿A raíz de su suicidio ya ha salido a la luz todo el caso? Es oscuro, jugoso para el público, hasta yo sé eso. Si hasta ahora había estado en silencio no dudo que haya sido gracias a Brigitte, a sus contactos y a mi seguridad. Ahora que ha terminado, nadie tiene nada que perder y es una historia más, una que se olvidará con el tiempo, una que un día sólo yo y mis más cercanos recordarán.
La historia de la niña a la que adoptaron sus tíos.
La niña de quien ocultaron el origen para darle una vida normal.
La niña que creció corriendo.
La adolescente que ha aprendido que no todos los gestos que parecen hechos con malicia lo son. La que ha entendido lo que los Daking sacrificaron por tenerme, la que entiende la rabia del señor Daking aunque no la defienda, la que entiende que Brigitte sólo quería lo mejor sin saber cómo darlo.
La que ahora piensa en Wen y ve algo más allá de todo daño que haya podido causar, el recuerdo de una amistad que, si me deja, voy a sacar a flote. Porque no ha sido lo mismo sin ella y, en su versión, yo puedo sí haber sido la mala de la película. Al fin y al cabo, todo se debe a la perspectiva. Eso he visto en los Daking. Eso entiendo ahora en Jack.
Abro los ojos a un mundo completamente diferente, uno donde entiendo a las personas, incluso un poco a Marina. Es bueno y asusta al mismo tiempo, pero quizás haya algo de razón en que saberlo todo es perdonarlo todo. Es entender, es aceptar aunque no respetar.
Saco el móvil de mi mesilla de noche y voy directa a la conversación con Jack. A los mensajes que me envió mientras dormía diciendo que él también había visto todo lo que pasó en las noticias, a los largos audios queriendo aclarar nuestra discusión, explicándose en busca de una disculpa que no tiene que darme. Porque ahora lo veo. Lo veo y siento que las heridas de tantos años pueden empezarse a cerrar.
Me he perdido en el más oscuro de los laberintos y, por fin, he podido dar el primer paso hacia la salida.
Marina no está. Los límites con los Daking son más borrosos. La libertad ya no está dentro de unas deportiva y tramos de carretera. Wen ha demostrado que las amistades pueden seguir sin importar lo que pase.
Quiero intentarlo.
Pero no me vale con pensarlo.
Así que además de asegurarle a Arianna, Ben, Wyatt e incluso Noah que estoy bien, porque también ellos han visto la misma noticia, a Jack le envío algo más.
"Lo siento. No por haber discutido, entiendo que ambos tenemos nuestros prontos y no fue tu culpa tampoco. Siento cómo me he portado, es sólo, ¿recuerdas la primera vez que salimos juntos a correr? ¿Recuerdas lo que te dije cuando me preguntaste por qué había salido? Te dije que había veces en las que no aguantaba estar en casa por más tiempo. ¿Sabes cuando los problemas te sobrepasan, cuando te hunden? Creo que nunca he sido justa contigo por esa razón. Yo siempre me sentía así. Por eso la he fastidiado más de una vez, quería hacerlo bien pero todavía no era capaz de permitir entrar a nadie, tenía tantas cosas encima que incluso una relación, incluso era tener un peso más. Algo que atender, algo que pudiera desbordar mi vaso. Siento no haber sido justa contigo y haberte presionado tantas veces. No sé cómo podías seguir ahí, pero ha significado mucho. Eres una persona que vale la pena, una de las pocas que me han hecho no querer terminar el instituto, decirle adiós a todo e irme."
Con todo lo que he tardado en escribirlo él ya se ha conectado, fijado en el "escribiendo" y dejado el mensaje con el doble tic azul nada más enviarlo.
"Me gustaría empezar de nuevo, ser justa contigo esta vez. Me gustaría que hubiera un "nosotros" real. Quiero intentarlo. ¿Qué me dices?" añado antes de que él pueda responder.
Siento el corazón en un puño, golpeteando con fuerza contra mi pecho y con la posibilidad de que lo aplasten en un pestañeo.
Nerviosa me cambio de ropa, negando al entender su silencio como una mala señal. El límite, ¿ya he cruzado el suyo?
Termino poniéndome los zapatos y él todavía no ha dicho nada. Al contrario, ni siquiera está en línea. Maldigo en voz alta, impotente al recoger el móvil y bajar las escaleras para ir con Wen, para salir por una vez como tantas veces me había pedido. Para comportarme como la amiga que ella había querido. Nunca lo intenté. No de esta forma. Y esa ha sido una pequeña espina clavada en mí desde que nos distanciamos. Tuve mis fallos, ella ha tenido los suyos.
Ella ha sobrepasado la línea. ¿Lo hizo por rabia? ¿Por despecho?
Hay cosas que hacemos en caliente y de las que luego nos arrepentimos de por vida. Por la mirada que me devuelve al volver a bajar, sé que ha sido su caso. Ella se acerca con cautela, dudo que alguna sepa como comportarse ahora. Quiero abrazarla, quiero abrazar a mi amiga, pero no estamos en ese punto y puede que nunca volvamos a estarlo.
Abre la puerta y mi móvil se ilumina una vez más antes de salir.
Antes de que la wifi desaparezca por completo llega la respuesta de Jack.
"Ya te lo dije, hasta que no haga alguna estupidez que haga que me odies, seguiremos juntos. Eso no ha cambiado, niña bonita."
Miro de nuevo a Wen después de leer el mensaje porque, por una vez, parece que todo va a ir bien.
FIN
──── ∗ ⋅✦⋅ ∗ ────
El viernes-sábado-domingo de la semana que viene estaré subiendo a historias de Instagram todos los edits que he creado y recibido de esta historia como conmemoración final ♥
──── ∗ ⋅✦⋅ ∗ ────
El próximo sábado vendrá el epílogo y quizás un extra ♥ [Paciencia, se sabrá ahí qué será de Jack con el tema rugby/hermano ]
Ha sido muy bonito haber podido compartir esto con vosotrs, espero que la historia haya sido de vuestro agrado y que os haya hecho reflexionar, distraeros, o simplemente haberos sacado una sonrisa. Os deseo lo mejor,
—Lana 🐾
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro