Capítulo 43 - Navidad
Canción en multimedia: Where my love goes — Lawson
Capítulo cuarenta y tres — Navidad
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De nuevo llegan las fechas que menos me gustan.
Me encierro en mi habitación día tras día para acabar el cuadro antes de desayunar y después de cenar. Cuatro días a la semana me quedo en el despacho de Brigitte, estudiando mientras ella sigue trabajando y, cuando lleva la mañana del veinticinco, me levanto a las siete de la mañana sólo para sacar el regalo de Ben de mi armario.
Tomo la cajita y le quito el lazo con lentitud, veo el color claro caer contra el suelo antes de levantar la tapa.
Sonrío al verlo. Siento las ganas de llorar al ver cuál es su contenido.
"Exposición: Clásicos"
"Entrada con consumición válida para el 27 de diciembre antes de las 19:00 horas"
Es como la que Wen me dio y que yo le devolví hecha una bola después de haber discutido, Ben nunca supo de ello y, aun así, ha sabido qué regalarme. Sonrío con anhelo al tomarla, murmuro un gracias que sé que no va a poder escuchar y me levanto a toda prisa para agarrar mi móvil.
Hemos seguido hablando, mucho a decir verdad, aunque sigue pasándose un par de días desaparecido a la semana, pero siempre me dice que todo está bien. Mi duda es si, como yo, miende para no preocupar al otro con la verdad o si en realidad han mejorado las cosas.
Lo último que supe fue después del "encuentro" que tuvimos a través de una videollamada donde me presentó a su hermana. Él estaba sentado a los pies de su cama y su hermana algo revolucionada quitándole espacio.
La miraba como Jack miró a Maia y Audrey, con un cariño que es difícil de describir. Sobre ella no me mintió, podía notar a través de la pantalla lo cómodo y feliz que se sentía con ella, eso me reconfortó.
Y me dijo, después de haber ayudado a decorar su casa un par de semanas atrás que incluso sus padres lo estaban intentando. Se habían mudado, ya no vivían en el mismo barrio tan conservador como antes e incluso su madre había cambiado de empleo y dejado de ser creyente después de que unos amigos cercanos perdieran a su hija por muerte súbita. Eso cambió a la mujer y al resto de su familia. Por ahora parecen ir en buen camino para hacer las paces con Ben.
Y él se ve dispuesto a perdonar
Marco su número y me dejo caer de nuevo sobre la cama. Ben me responde al tercer toque.
—Hay personas que extrañamente tenemos la necesidad de dormir. —Le escucho bostezar mientras habla—. ¿Ha pasado algo o estás despierta porque querías despertarme a mí también?
—Acabo de abrir tu regalo. Ben, muchísimas gracias.
—De nada. —Más que eso suena como un "Deeh—ada" al soltarlo con otro bostezo. Le escucho moverse entre las mantas y me lo imagino tratando de volver a dormirse—. ¿Qué tal las... las cosas estas de estas fechas. Esas cosas "algo"?
—¿Las navidades?
—Sí, eso —murmura adormilado.
—Como todos los años.
—¿Charlas deprimentes, cenas solitarias y otro libro de leyes, filosofía o política como regalo?
—Este año estoy planteándome no abrir el regalo. El año pasado tuve pesadillas con el libro de Marx. Además, ya sabes que lo único que quiero no van a darmelo.
—¿La información sobre tus padres?
Suelto un suspiro y apoyo la mano sobre mi frente.
—Sí. Sólo quiero algo, sus nombres, su dirección, alguna red social o simplemente que me digan quiénes fueron. Incluso si no quieren volver a tener contacto conmigo necesito saberlo.
—Ash —murmura con cansancio—, quienes hayan sido ellos no define quién eres tú. Ya lo hablamos, ¿recuerdas?
Lo sé, claro que lo sé. Pero él no entiende el sentimiento, no saber quiénes fueron mis padres se siente como haber sido lanzada a un vacío donde me han colocado como la primera pieza de un dominó. Está en nuestra naturaleza ser curiosos, está en la mía. ¿Tan malo es que quiera saber más?
—Sólo es curiosidad —miento.
Ben lo sabe, pero no se queja.
—Bueno, piensa que en cuanto seas mayor de edad podrás pedir esa información al orfanato y tendrán que dártela.
—Quedan cuatro meses.
—Has esperado toda tu vida, ¿qué son unos meses más?
En eso tiene razón.
—A todo esto, me has despertado y no creo poder volver a dormirme así que cuéntame algo jugoso.
—¿Ahora eres chismoso?
—Cuando me despiertan a las seis de la mañana y no tengo nada mejor que hacer, sí —responde.
—Podrías volver a dormirte.
—Mi hermana está esperando en el pasillo a que den las siete para venir a "despertarme", la estoy oyendo ir de un lado a otro, dormir está fuera del menú —Me imagino la imagen y la envidio.
Vuelvo a recordar a Emmu, la pequeña que me consideró su hermana mayor el tiempo que pasamos juntas. Siento de nuevo ese conocido pinchazo de culpabilidad, debí haberme esforzado más por volver a visitarla o por sacarla de allí. Ella confiaba en mí y yo le di la espalda en el momento en el que vi una solución mejor.
Puede que la razón la tengan aquellos que dicen que ser egoistas está en nuestra naturaleza.
—¿Las cosas con Wen se han arreglado? —pregunta de la nada.
—¿Arreglado? Te conté todo lo que ha estado haciendo, ¿crees que voy a perdonarla después de eso?
—Lo que creo... —Vuelvo a escucharle bostezar y esta vez me contagia a mí también—. Lo que creo es que puede caerme mal y puedo odiarla. Oh, y también puede ser una persona insufrible.
—¿Pero?
—¿Qué? Oh, no, no hay pero, ella es así. La cosa es que sí ha sido tu amiga durante años. Puede ser idiota, pero quiera o no es tu amiga. Tengo que reconocer que se ha portado bastante. No creo que quieras oír esto, pero sí ha tenido mucha paciencia, ella te tenía sólo a ti y nunca salías, se quedó de todas formas, no puedes culparla por haberse cansado después de, ¿qué? ¿seis años?.
—¿Estás de su parte? —Estoy a punto de gritarlo.
¿Ben? ¿Justamente Ben va a apoyarla a ella? ¿Estamos hablando del mismo Ben que la ha odiado día y noche durante los últimos dos años?
—Eh, eh, eh, no. A mí no vais a meterme en vuestros problemas, yo no estoy de parte de nadie.
—Acabas de defenderla.
—Jamás la defendería. Sólo digo que tienes que habéis pasado por mucho y ha estado ahí contigo tal y como yo he hecho durante demasiado tiempo como para dejarlo ir tan fácil. No digo que tengas que perdonarla ahora, pero sí que pienses en todo esto y no lo dejes pasar.
—¿Sabes lo que se escucha ahora por el instituto? —Incapaz de contenerme, lanzo mi último punto para volver a tenerle de mi parte y no de la de ella—. Ahora creen que ella y Jack estuvieron quedando, que después empezaron a salir y fue por eso que Wen eligió el número de él para su uniforme de equipo. Y, después, que yo me metí, que me entrometí entre ellos y rompí su relación porque tenía envidia de que ella hubiera entrado al equipo. Me han llamado "persona sedienta de atención" , "mala amiga" e incluso "zorra" sólo porque ella no es capaz de decir la verdad.
—¿Fue ella quien lo dijo?
—¡No lo sé! Pero no es que haya hecho nada para desmentirlo.
Con el grito abren la puerta de mi habitación. Brigitte me mira desde la puerta, todavía en pijama y con su pelo recogido en un moño.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta.
—Estoy hablando con Ben.
Ella se pellizca el puente de la nariz y enciende la luz de mi habitación.
—El desayuno estará listo para las siete y media. —Con eso, sale de mi habitación. Sin quejas, sin ningún ultimátum. No pregunta más ni me obliga a colgar. Sólo se va. Vuelvo a llevarme el móvil al oído, Ben está preguntando si le escucho.
—Sí, perdona, estaba diciéndote que ella está haciendo lo imposible por hundirme. Eso no lo hacen las amigas, Ben. Es que parece que lo único que la haría feliz es que, yo que sé, dejara a Jack y le rogara disculpas en medio del instituto y no. Además, ¡a ella nunca le había interesado Jack! y luego "puff", de la nada empieza a querer salir con él. No soy yo la mala persona sólo por no haber dicho lo que sentía primero, me niego a creer eso. Porque... no lo soy, ¿verdad?
Ben suelta un suspiro.
—No lo eres. La cosa es que no quiero que te quedes sola, Ashley, y menos ahora —deja escapar.
—He conocido a más gente. Ya te hablé de Arianna y extrañamente Ginny también es bastante amable conmigo últimamente. Wyatt tenía razón al defenderla, lo que me recuerda a que, ¿sabes que ellos estaban saliendo?
—¿Wyatt y Ginny? Llevan más de un año juntos.
—¿Lo sabías?
Ben ríe—. Claro que lo sabía.
—Pues eras el único, se armó una buena cuando Trevor se enteró.
—¡¿Trevor lo sabe?! —estalla sobresaltado—. ¿Como que "se enteró"?
—No sé toda la historia, pero sí, se enteró.
—¿Te importa si te cuelgo? Voy a despertarle para que me lo cuente, Trevor no es demasiado amigable que digamos y tiene suficiente influencia como para joderle el último año por completo.
—Sí, tú tranquilo. ¿Hablamos esta noche?
—Claro.
—Por cierto, ¿con tus padres...
—Sorprendentemente bien —interrumpe a sabiendas de cuál es la pregunta. Lo he preguntado tantas veces que sería extraño que no lo hubiera adivinado—. Lo están intentando mucho. No es fácil y no quiero olvidar cómo se portaron y después se desentendieron, pero por ahora lo están intentando y eso... eso es mucho.
Dejo que la suavidad de sus palabras me convenza de que es cierto. Tenía tanto miedo de que Ben hubiera estado mintiendo para no preocuparme que escucharle expresarse como lo hace me quita un peso de encima. Le conozco y no está mintiendo.
—Me alegra, de verdad que me alegra, Ben.
La línea se queda en silencio y sé que está sonriendo.
—También a mí, Ashley. Voy a colgarte, ¿vale?
—Está bien. Felices fiestas.
—Felices fiestas.
—¿Ben?
—¿Sí?
—Te echo de menos.
—Y yo a ti.
Los momentos más bien empalagosos no son lo nuestro, puede que por eso cuelgo como lo hago tras escucharle compartir mi pensamiento. Suelto un suspiro y vuelvo a dejarme caer sobre la cama.
Ahí abro los últimos mensajes que me envió Jack, una sonrisa formándose de manera inmediata sobre mis labios.
"Las piñas me confunden" — Jack 22:09
"Es decir, ¿has visto de dónde salen? Búscalo y comparte mi frustración" — Jack 22:09
Lo busco, doy con imágenes de piñas que salen de una pequeña planta al nivel del suelo. Sigo pasando imágenes. ¿Las piñas no salen de árboles altos como los plátanos o cocos? ¿Desde cuándo?
"Acabas de cambiarme la vida" —envío.
Dejo el móvil a un lado y bajo a desayunar.
El árbol está puesto en el salón, se encargó Brigitte de montarlo, adornarlo y añadir luces en distintas zonas de la casa. Le gusta la navidad, puede no decirlo ni tratar de mostrar emoción pero sus gestos lo dicen todo y, por cómo decora la casa cada año, sé la verdad.
Como durante las otras mañanas de navidad, ella ha preparado el desayuno. Ha hecho hombrecitos de gengibre que ahora descansan sobre un plato en el centro de la mesa. Mi zumo de naranja y crepes. Brigitte está ya en su asiento de siempre, con su típico café de primera hora y un par de hombres de gengibre cerca. El señor Daking no ha bajado todavía, últimamente se ha distanciado más que de costumbre. Sale de casa temprano y vuelve tarde, lo único que escucho por su parte son partes de conversaciones que tiene con su mujer. Lo supe hace meses, van a terminar divorciándose, pero mientras lo hagan después de que yo sea mayor de edad no me preocupará, no me preocupará porque yo ya habré puesto kilómetros entre nosotros.
—Ashley —llama Brigitte—, sé que no he sido la mejor madre. Te he exigido mucho, pero si lo he hecho es porque puedes llegar a ese nivel. En esta vida te van a tratar de pisar, más cuando intentes encontrar un trabajo. Te van a poner una etiqueta por la carrera que hayas estudiado, por la universidad que hayas elegido e incluso por ser mujer y yo sé eso mejor que muchas personas. Me hubiera encantado que alguien me hubiera dicho que abrirse paso entre compañeros de trabajo es muy duro, hay pocas mujeres en altos cargos y si no te esfuerzas no vas a ser una de ellas. Quiero que apliques a las universidades de la Liga de la Hiedra, si vas a una te ayudará muchísimo y con tus notas puedes conseguir plaza.
Mis dedos alcanzan una de las galletas navideñas y empiezo a descuartizarla. Conozco ese discurso, ¿cómo no hacerlo cuando de lo poco de lo que me habla es de mis estudios? De sacar matrículas, preparar la prueba de acceso a la universidad y de qué universidades deberían de interesarme. Se pasa los días hablándome sobre Brown, Yale, Princeton o alguna de las ocho universidades de renombre que a ella tanto parecen gustarle.
Me bebo el zumo sin saber bien qué quiero responder. Estaría bien asistir a una de esas y el primer año quizás entre becas pudiera conseguir plaza, pero, ¿y después? No tendré ningún resguardo económico porque mi relación con los Daking va a ser cortada de raíz. No me interesa saber más de ellos ni depender de ninguna forma de esta familia. De esta supuesta familia.
—Lo haré —No miento. Quiero aplicar a esas, quiero saber si tendría alguna opción, después seleccionaré mis otras preferencias.
Brigitte se relaja un poco.
—Bien —dice.
Como los años anteriores, lo único que quiero no está entre mis regalos. Entre la ropa y libros de filosofía y economía que recibo. No quiero esto, no quiero nada material, sólo dos nombres, los de mis padres. ¿Tan difícil es dedicarme cuatro palabras? Sus nombres y primer apellido al menos, algo de donde tirar.
No lo hacen, yo me he cansado de presionar.
Y así pasan los días. Consigo ir a la exhibición para la que Ben me ha regalado una entrada y me encuentro en más de una ocasión buscando a alguien a mi lado con quien compartir mi asombro. Ninguna de las veces lo consigo.
Llega enero y, con eso, una subasta a la que no quiero asistir. Estar tantos días encerrada y más en estas fechas hace que me plantee cosas que no me gusta recordar. Me da el bajón y me escondo entre las mantas la mitad del tiempo en busca de acallar mis pensamientos.
Han cerrado mi balcón, no puedo ir a correr.
Mis amigos están lejos, no tengo alguien con quien distraerme.
Durante días he estado sólo yo con mis pensamientos y eso me ha pasado factura así que el dos de enero le mando un mensaje a Arianna para felicitarle el cumpleaños y le miento diciendo que no me encuentro bien y no podré ir a la subasta. Ella lo acepta, me dice que me mejore y ahí se queda todo.
Lo único que consiguen estas fechas es tirar de mis nervios, bajar mi estado de ánimo y una fuerte impotencia que con el ajetreo de día a día había aprendido a dejar de notar.
Y esas son, sin necesidad de resumir, mis navidades.
Las fechas en las que la familia se reúne y disfruta de su compañía no son más que una cárcel en la que quedarme hasta el final de las vacaciones. Sola, porque todas las personas están ocupadas o de aquí para allá. Todas salvo los Daking.
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Ben es un amor ¿o no? Son tan Dean/Charlie <3
Me mata que en las otras historias hago las navidades largas porque ahí cae el drama, y las de estos es como: Un capítulo, adiós, volvamos a clase JAJAAJJAAJ
A todo esto, ya que no ha habido Jashley en este capítulo os dejo uno de mis edits favoritos. Lo hizo OrtizCecy y, no voy a mentir, lo llegué a poner de fondo de pantalla porque me tiene enamorada. ¡Gracias de nuevo! ♥
—Lana 🐾
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