Capítulo 4 - Barbacoas
Chico en multimedia: Wyatt Scheinet (Robbie Amell)
Canción en multimedia: Mirror — Kat Dahlia *-*
Capítulo cuatro — Barbacoas ღ
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A las seis de la tarde estoy mirando hacia la casa a la que Wen me ha arrastrado. Ella está distraída, llevándome hasta la puerta y sin poder borrar la amplia sonrisa de sus labios. Mientras tanto, yo únicamente busco en mi móvil algún mensaje de apoyo por parte de mi mejor amigo quien, sin haberse molestado por haber cancelado nuestro plan de los viernes, se ha asegurado de meterme miedo y reírse de mí. Leo el último mensaje que me enviado y termino sonriendo.
"Odiaría ser tú en estos momentos" — Ben 18:02
"Gracias por los ánimos" — 18:03
"Para eso estamos ;)" — Ben 18:03
Wen hace un amago de arrebatarme el móvil al llegar a la puerta, lo bloqueo y guardo con rapidez. La conozco, si ella le echa un ojo a los mensajes de Ben no hará más que ganar otra excusa para criticarle durante lo que queda de semana. Saca su móvil, mira su reflejo en la pantalla y suelta un suspiro cargado de nerviosismo.
—Esto va a ser perfecto —Canturrea antes de llamar al timbre. Su mano izquierda se aferra a mi brazo con tanta fuerza que duele—. Después de esto podremos ir a todas esas fiestas privadas de equipo, ¿no es genial?
La miro sin entender—. Wyatt ya nos invita a esas fiestas.
Desde que se "unió" a nuestro grupo o, mejor dicho, se hizo amigo de Ben durante el segundo año de instituto, son inseparables. Nunca he visto el nuestro como un grupo completo o normal, más bien son Wyatt y Ben y, en otro lugar, Wen y yo. De no ser porque Ben y yo también somos inseparables nunca nos hubiéramos juntado todos y, aun así, todavía se notan las diferencias de confianza. Fue curioso que cuando Wyatt entrara en el equipo de Rugby no se le subiera a la cabeza. Él prefirió no sentarse en la mesa que ellos ocupaban ni pasar el tiempo con ellos en los descansos salvo alguna que otra excepción. Se mantuvo cercano a nosotros y admito que me sorprendió, pero tampoco me quejo. Aunque conozco a Ben lo suficiente como para saber que un amigo como él vale demasiado como para dejarle ir tan fácilmente, al parecer Wyatt pensó lo mismo.
Ella niega.
—No es lo mismo.
Fuerzo una sonrisa para no discutir con ella. Claro que es lo mismo.
Cuando la puerta se abre Wen alza la barbilla y una sonrisa en la que muestra todos sus dientes cubre sus labios. Algo tan falso que tengo que obligarme a mantener la compostura mientras que el tono de voz de mi amiga cambia al saludar a la castaña que acaba de abrirnos la puerta. La forma en la que Wen se mueve, como si cada uno de sus gestos fuera un reflejo del de la chica que acaba de abrir la puerta hace que parezca que casi son amigas de toda la vida. Casi.
—Trix, esta es Ashley. Ash, esta es Trixie Rivera.
Trixie. Tengo que morderme el labio para no preguntar por qué me es tan fácil relacionarlo con hadas. Los ojos azules de la castaña se abren todavía más al mirarme, su sonrisa parece auténtica cuando me da un corto abrazo a modo de saludo.
—Las amigas de Wen son amigas mías —Con eso nos toma a Wen y a mí del brazo para obligarnos a cruzar la puerta de la casa.
Miro alrededor curiosa, no era lo que me esperaba. Quizás había pensado que todo sería blanco y negro, algo así como el estilo que los Daking han puesto en casa, pero no es así, en su lugar me encuentro con una casa de estilo rural, con muebles de madera claros y una chimenea de piedra en el salón. Incluso en los cuadros encuentro diferencias notorias, ese cuadro de un lago, los árboles de un frondoso bosque en otro... Mi mirada pasa por cada mueble y rincón de las zonas que vamos atravesando, mis pasos lentos tras los de mi amiga y Trixie. Sé que están teniendo una animada conversación mientras nos movemos porque creo poder distinguir sus voces sobre el silencio en el que mi mente lo ha sumergido todo. No puedo evitarlo. Quienes no me conocen me creen distraída, siempre mirando hacia otro lado, ignorando conversaciones, pero quienes, como Ben y Wen, se han tomado el tiempo de conocerme, saben que soy incapaz de no mirar al mundo de forma diferente a como el resto lo hace. Analizo cada lugar como si fuera a sacar cientos de fotografías y necesitara saber los mejores puntos, disfruto de los diferentes colores y formas al buscar grabarlos en mi memoria para luego poder representarlos con rápidos trazos y líneas. No soy distraída, sólo que no centro mi atención donde el resto de las personas la ponen, y eso está bien. Está bien para mí, hace que me sienta cómoda, tranquila incluso. Después de todo, mi mente siempre ha sido el único rincón seguro que he conocido.
El jardín es amplio, aunque todavía sea de día han encendido algunas luces blancas que cuelgan cerca de la carpa que hay montada. Han movido un par de sillas aquí, algunos cojines sobre la manta que hay tirada en el suelo y un sofá de exterior completamente ocupado junto a la valla.
Trixie lleva las manos a ambos lados de su boca para tratar de amplificar su voz, no he hablado con la mitad de las personas que hay en este jardín en lo que llevo de instituto y, aunque eso debería de hacerme sentir incómoda, deja de serlo al captar las rápidas sonrisas del resto del equipo de Voley aquí presente y de sus gestos para que nos acerquemos.
—¡Ya estamos todas! —Grita Trixie—. Charlotte, te nombro preparadora de barbacoas oficial.
Una chica baja de pelo rubio corto se levanta con pesadez del sofá. Otra ocupa su sitio con rapidez, riéndose al recibir una mala mirada por parte de la rubia. Como una niña, la chica que le acaba de quitar el sitio saca la lengua hacia su amiga a modo de burla. Puede que no sean tan cortantes como la gente quiere dar a entender.
—Vale, pero si luego toda la casa salta por los aires y me meten en la cárcel que conste que vosotras me pagáis la fianza —Comenta Charlotte acercándose hacia la barbacoa. Se echa el pelo hacia atrás—. Ah, y la hamburguesa que mejor quede, es la mía.
Con eso Trixie se acerca a mí, cuando vuelvo a buscar a Wen ella ya está sentada en una de las sillas, hablando tranquilamente con cuatro chicas, una de ellas mi compañera de laboratorio, Amelie.
—Ashley —Trixie se asegura de mirar sobre su hombro para asegurarse de que ninguna otra persona pueda escucharnos desde donde están, entonces me devuelve la mirada—, escucha, sé que no nos conoces demasiado, pero las amigas de cualquier amiga que tengamos, es nuestra amiga, así que no te preocupes ¿Por qué no me acompañas y te presento al resto? —Ante mi silencio, suelta una suave carcajada y niega—. Vamos, no mordemos, no seas tímida.
No era mi idea venir aquí. No me considero una persona tímida, pero simplemente no he venido con la intención de hacer nuevas amistades, sólo a acompañar a Wen y darle "apoyo moral" porque mi amiga no quería venir sola. Eso sin contar que lleva rogándome que la acompañe desde que hemos salido del instituto.
Finalmente cedo, le dedico a Trixie una suave sonrisa y ese "Perfecto" que muestran que he aceptado. Después de todo, tampoco es como que estar de pie y sola en una esquina sea un plan mejor. Trixie me lleva hacia el sofá, llega a acercarme una silla cuando va a buscar otra para ella. Palmea el asiento a su lado para invitarme a unirme a la conversación.
—Bueno bebés, esta es Ashley, ¿qué tal si nos presentamos y tratamos de actuar con normalidad para que no se espante?
Las tres chicas que están en el sofá me son algo familiares. Dos de ellas son gemelas, sólo que una se ha teñido el pelo de negro y la otra es rubia, ambas con largas y brillantes melenas que llegan hasta sus caderas estando sentadas. Los ojos de ambas son de un gris frío que las vuelve amenazadoras, sus rasgos, en cambio, llevan a ser tan suaves que borran cualquier signo de amenaza.
—Soy Arianna y mi hermana Ariadna —Empieza la gemela rubia, pronuncia los nombres con tan poco énfasis que mi cerebro tarda un segundo en decirme dónde está la diferencia.
La chica de pelo oscuro y piel bronceada que le había quitado el sitio a Charlotte se acomoda en el sofá antes de hablar.
—Soy María, y, sí, María, no Mary, por favor no te equivoques, es bastante molesto.
—Se te ha olvidado la segunda parte de tu monólogo —Dice la gemela pelinegra con diversión ¿Ariana o Ariadna? Cuanto más pienso en eso más me doy cuenta de la forma en la que los nombres se están empezando a borrar de mi memoria. Debería de empezar a prestar más atención a esta clase de cosas.
—Oh, ¡vamos! —Se queja María—. Eso sólo fue una vez.
Trixie se ríe y la gemela pelinegra vuelve a hablar, sus ojos brillando ante la diversión de algún recuerdo.
—Cariño, te pasaste una hora de reloj echándole la bronca a un cachondo que confundió tu nombre. Prácticamente le contaste acerca de toda tu familia y sangre latina, ¿cómo quieres que no nos parezca extraño que ahora ni lo menciones?
María rueda los ojos, ignorando cuanto puede el comentario.
—Bien —sigue hacia mí—, como mi estúpida amiga ha dicho, soy latina y orgullosa de ello —Sonríe y lanza una mala mirada hacia la gemela que había hablado—. Y lo de estúpida no iba con cariño.
Ariadna, creo, ríe y abraza a María.
—No mientas, sé que me adoras.
—Te adoraría más si te enterraras a diez metros bajo tierra.
Trixie da una palmada—. ¿Qué he dicho de no espantar a Ashley? Nada de amenazas, no quiero que la traumaticéis y luego no quiera acercarse ni con un palo.
Ariadna enarca una ceja.
—Creo que Trixie está un poco amargada —murmura hacia María, lo hace lo suficientemente alto como para que podamos escucharlo, pero también volviéndolo como un murmullo como para que realmente hubiera parecido que lo era.
En el mismo tono, María contesta:— Un poquito.
—¿Será porque Chace lleva en Finlandia ya dos meses? —Sigue Ariadna.
Trixie deja escapar un gruñido.
—Probablemente —María hace una mueca—. ¿Soy yo o le están saliendo arrugas en la frente de fruncir tanto el ceño?
—Sí, mírala —Ariadna entrecierra los ojos hacia Trixie, como si realmente creyera que su amiga no puede escuchar nada de lo que están diciendo—. Parece que ha envejecido como diez años.
—¿Sólo diez? Yo el otro día oí cómo una niña la llamaba señora.
—Oh, por el amor de Dios —Se queja Trixie, pasa una mano por su rostro y ahoga un grito—. Vosotras dos vais a trabajar el doble en el próximo entrenamiento.
—Sí, definitivamente está amargada —Se une la otra gemela. Ariana apoya una mano sobre el hombro de su hermana y termina por reírse junto al resto de sus amigas—. Venga, Trix, suelta un poco las cuerdas. Ashley no parece de las que se espante, ¿verdad que no?
Con eso la atención de las cuatro se centra en mí.
—No —He convivido con Ben, he ido incluso de vacaciones con él y Wyatt, después de una semana con ellos no hay nada que pueda espantarme.
—Aunque sí pareces algo tímida —Sigue diciendo Ariana—. No te preocupes, no vamos a colgar carteles humillantes de ti en el instituto hasta el martes.
Me guiña un ojo y vuelve a reír, aliviando algo de la tensión que yo he estado sintiendo desde que he aceptado venir aquí. Quizás Wyatt tenía razón esas veces que hablaba con nosotros de sus reuniones con el equipo de Rugby y las chicas de Voley, no son malos. Al contrario, son agradables y felices de poder añadir a alguien más a su círculo de amistades. Me pregunto si la única razón por la que no suelen hacerlo es porque las personas de otros grupos del instituto simplemente no se atreven a intentar tener una conversación con alguno de ellos.
—Por cierto, ¿tú eres la amiga de Wyatt, no? —Me pregunta Arianna
—Supongo que una de ellas, ¿por qué?
—Por nada —Se echa hacia atrás en el sofá y Ariadna y María vuelven a empezar a cuchichear mientras miran a la rubia y ríen. En un momento dado Ariana golpea a su hermana en la cabeza, logrando una sonora queja—. Callaos.
Ariadna, en vez de callar, clava sus ojos grises en mí, una capa de pestañas oscuras los vuelve más intensos.
—Es que aquí a la amiga le da un paro al corazón cada vez que cierto chico se cruza en su camino.
Arianna vuelve a golpear a su hermana—. ¡Ariadna!
Ella sólo se encoje de hombros.
—¿Qué? Es verdad.
—Pero no hacía falta que... —Me mira de reojo, buscando que su hermana entienda el error. Así que Wyatt tiene otra admiradora más, si Arianna supiera que Wyatt tiene una lista con los nombres de las chicas que ha descubierto que están tras él y las ha puesto por orden de las que más le atraen quizás no pensaría igual. Me lo callo.
—Tranquila —Interrumpo, entendiendo lo incómodo que el sentimiento de que Wyatt se entere tiene que ser—, no voy a decirle nada.
Arianna suelta un fuerte suspiro y lleva las manos a la parte baja de su corta sudadera blanca, jugueteando con los hilos que han empezado a soltarse.
—Gracias —murmura, insegura todavía de poder, o no, confiar en mi palabra. Sabe tan bien como yo que no le queda otra opción. Para su suerte yo soy de las personas que cumplen lo que dicen.
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No sé por qué pero me imagino a Wen y Ashley al inicio del capítulo tal que:
Wen: (Dean/ El chico de la derecha que dice "esto es divertido") y Ashley tan (Claire/La rubia de la izquierda que está tan: "Claro, lo que tú digas campeón *sarcasmo*)
PD—¿Os imaginéis que la novela termine en el próximo capítulo? Sería como: Charlotte, quiene estaba preparando la barbacoa, usó demasiadas pastillas para que ardiera más, todo estalló y los personajes murieron. Salvo Ben y Wyatt, ellos... ellos se fueron a Disney Land. Fin :)
¡Un beso y nos leemos los jueves! ღ
— Lana 🐾
PD2—Para quienes no lo sepan, "Senior Year" hace referencia al último curso, en este caso, del instituto ღ
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