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Capítulo 39 - Hogar dulce hogar

Canción en multimedia: Genie in a bottle — Sofia Karlberg

Capítulo treinta y nueve — Hogar dulce hogar

Disfrutad del capítulo :)

──── ∗ ⋅✦⋅ ∗ ────

No es hasta pasadas las cuatro que decidimos irnos. Jack se decide por tumbarse entre las mantas y poner un cojín sobre su cabeza como si pudiera desaparecer y no conducir. Me tumbo a su lado durante unos minutos, él desliza el cojín a un lado y aparta el pelo de mi rostro, moviendo sus manos sobre mi pelo hasta que consigo que se levante.

Termino siendo yo la adormilada y con pocas ganas de volver a su asiento. Llego a proponer quedarme ahí tumbada hasta llegar a casa, pero con un "Siéntate a mi lado y así hablamos un rato", me convence para levantarme y tomar el asiento del copiloto.

Aunque después no hablamos durante todo el camino. Yo cierro los ojos y Jack me deja dormir el camino de vuelta, lo hace hasta estar a escasos cinco minutos de mi casa. Me tallo los ojos y estiro un poco.

—¿Me dejas tu móvil? —pido antes de ahogar un bostezo.

—Estamos a punto de llegar.

—Por favor, estoy aburrida.

Hace una mueca y palmea sus bolsillos para poder sacarlo. Lo desbloquea para mí. Me cuesta acostumbrarme a la luz de su móvil, cuando lo hago empiezo a buscar entre sus juegos.

—¿Podrías mirar si Trevor ha dicho algo? —pregunta.

Abro su conversación, algo adormilada centro su nombre entre los mensajes que ha recibido y lo abro.

"Audio 01:17" 23:02

"S k no vs a leer ahora sto, pero te he hecho kso" 01:24

"Actualización: estácON jOE" 03:27

Lo leo en voz alta creando las palabras que están a medio escribir mientras tanto. Veo a Jack cerrar las manos con más fuerza sobre el volante al escucharlo. Me pregunta por la hora de cada mensaje y niega cuando le pregunto si quiere que ponga el audio.

No sé qué decir, realmente tenía esperanza en ellos, en que Arianna insistiera un poco más al menos. Ahora tengo que tragarme mis palabras y entender que Jack ha hecho bien advirtiendo a su amigo. O eso o puede que Arianna haya tratado de darle celos a Trevor, sonrío un poco ante la idea.

—Ashley —llama, devolviéndome a la realidad. Bloqueo el móvil a la espera de ver mi casa cuando él para el coche, pero reconozco el inicio de nuestra calle. Ahí es cuando me doy cuenta de que él ha parado en el medio de la carretera, sin siquiera aparcar—. ¿Esa no es tu casa?

Llevo la mirada al final de la calle y lo veo.

Los coches de policía.

Y están los dos estacionados frente a mi casa.

Palidezco de golpe.

—Sí.

—Pero, no... Incluso si se han dado cuenta de que no estás, no han pasado veinticuatro horas, la policía no debería de haber aparecido, ¿no? —La comprensión me golpea ante sus palabras.

Brigitte.

—No creo que sea por eso —Hago un intento por abrir la puerta, pero Jack me sostiene el brazo a tiempo de evitarlo—. Brigitte lleva con un caso difícil, me advirtió de que nos habían amenazado a todos, creo que puede haber pasado algo.

—¿Caso peligroso? —repite más fuerte de lo que debería.

—No me ha explicado mucho, sólo que tuviera cuidado durante un tiempo. Por eso me llevan y traen del instituto. Me cambiaron de móvil y llevan como locos más de un mes. No sé nada más, no es algo que hablen conmigo.

—¿Lo sabías desde hace un mes y no me has dicho nada?

Suena ofendido.

—¿Y por qué iba a decírtelo?

—No sé, ¿quizás porque han amenazado a toda tu familia y extrañamente tú eres parte de esa familia?

—Claro, ¿cómo no se me había ocurrido decirte?: "Eh, acabas de ganar esta carrera, es genial porque mi madre adoptiva está de los nervios porque nos han amenazado, otra vez, por cierto, ¿cómo corres tan rápido?" —estallo. Él se da cuenta por primera vez de la rabia que ha conseguido en mí con su molestia y su mirada se suaviza. Con eso yo también me relajo—. Mira, lo siento, ¿vale? No es que no quisiera contártelo, es sólo que no es que fuera fácil que llegara el momento adecuado para decirlo.

—Lo sé, también siento haber saltado —pasa una mano por su nuca, suelta un suspiro y vuelve a arrancar el coche.

Guardo como puedo el móvil en el bolsillo de su chaqueta y él toma mi mano nada más aparcar.

—No será nada importante —promete—. ¿Entrarás por el balcón?

—No lo sé.

—¿Te acompaño?

—Por favor.

Y lo hace. Me acompaña al jardín sólo para ver cómo me cuelgo del suelo de mi balcón e impulso lo suficiente como para ver a través de la balaustrada. Encuentro la luz de mi habitación encendida y no me hace falta más para dejarme caer al césped de nuevo. Jack entiende el significado y apoya una mano sobre mi hombro.

—¿Por la puerta principal?

Asiento, nerviosa. No quería que este día llegase aunque no termina de parecerme extraño, supongo que sabía que pasaría, que las cosas iban a torcerse. Casi sonrío al darme cuenta de lo ciertas que han sido mis palabras de esta tarde: sólo era cuestión de tiempo.

Al llegar a la puerta contengo la respiración.

—Jack es mejor que te vayas.

Frunce el ceño, no lo entiende. No entiende que lo que me preocupa es lo que puedan decirle a él, porque a mí ya me va a caer una buena encima, lo que menos quiero es extenderlo hacia él.

—Por favor —insisto—. Te llamaré mañana y te contaré cómo ha ido, ¿de acuerdo?

Jack se estira y para cuando quiero darme cuenta ya ha pulsado el timbre. Mis ojos se abren todavía más, empujándole hacia un lado, para mi desgracia no soy capaz de que él dé ni un sólo paso en la dirección que busco.

—Jack, de verdad, tienes que irte antes de que abran la puerta.

Sonríe un poco, con su decisión ya tomada. Sostengo su mirada esperando verme lo suficiente amenazante como para que él acepte una derrota. Para cuando se abre la puerta, él sigue aquí.

Brigitte aparece al otro lado de la puerta, todavía con la ropa que ha llevado esta mañana y su cabello enmarañado pegándose a la nuca. Sus ojos azules me miran con notoria sorpresa, su boca se abre por un segundo, no dice nada antes de abrazarme.

Me abraza.

Brigitte Daking, quien ha pasado años siendo la mujer más estricta a la que he conocido, esa que no conocía el significado de cariño me está abrazando con fuerza y yo no soy capaz de moverme de mi lugar. No le devuelvo el gesto, ni siquiera respiro en lo que ella suelta un suspiro de alivio antes de soltarme. Sus manos vuelan a mis mejillas al apartarse, examinandome en busca de cualquier pequeño detalle.

Ahí su rostro deja de mostrar la primera emoción y vuelve a endurecerse. Sus manos caen.

—Donde has estado —mira a mi lado, notando a Jack por primera vez—. ¿Dónde ha estado?

Hay dos policías saliendo de nuestra cocina para acercarse a Brigitte. Ella pasa la palma de su mano sobre las mejillas y se gira hacia ellos.

—Es ella —avisa.

La mujer mira a su compañero antes de acercarse más.

—¿Y quién es él? —pregunta. Brigitte mira también a Jack como si se preguntara lo mismo.

Trago saliva, cuánto quería haber podido evitar este momento. Quiero por todos los medios mirarle y buscar refugio en él, pero eso sólo empeoraría las cosas. Cualquier gesto que tenga hacia él haría que Brigitte pusiera el grito en el cielo, la conozco lo suficiente como para saberlo.

—¿Están aquí por mí? —pregunto para atrasar el momento. La policía es quien abre la boca para responder, pero Brigitte la interrumpe con un seco "Sí"—. Salí. Sé que no debería de haberme escapado, fue una irresponsabilidad, pero iba a volver, eran sólo unas horas, no debí de haberlo hecho.

Estoy tan acostumbrada a pedirle disculpas a la espera de sus miradas cargadas de indiferencia y quejas que las palabras se deslizan solas a través de mis labios.

—¿Quién es él? —repite Brigitte.

—Es un amigo.

La policía se acerca a su compañero, comparten un par de bajas palabras y le dicen a Brigitte que ya tiene que irse. Ella acepta diciendo que hará el papeleo después, lo que sea que eso signifique.

Después de que ellos se vayan la frialdad de Brigitte adopta un nuevo nivel. Señala el interior de la casa.

—Entrad —ordena.

Se da la vuelta bruscamente, directa a la cocina. Tomo una profunda bocanada de aire, lista para las consecuencias cuando siento el roce de la mano de Jack sobre la mía. Se acerca a mí y me deja escuchar el susurro que me devuelve la tranquilidad por un momento.

—Ignoraré que no me has presentado como tu novio sólo porque no son formas de conocer a mis suegros.

—No quiero ir —admito en otro susurro.

Jack cierra la puerta detrás de nosotros, aprieta mi mano y dice: "Tranquila, estoy contigo."

Y esa es la peor y mejor parte al mismo tiempo. Se siente culpable, lo sé, yo tengo un fuerte nudo en la garganta y demasiadas pocas ganas de que él presencie la escena que sé que va a llegar. Sorprendentemente, el señor Daking no está aquí, su ausencia únicamente revuelve más mi estómago y hace estallar mis dudas.

Las manos de Brigitte se mueven algo temblorosas sobre las tazas que había sobre la mesa de la cocina, las deja sobre la encimera y toma asiento. Apoya los dedos sobre su sien.

—Ashley... —deja ahí la frase, un ataque previsto que Brigitte acalla antes de apartar la mano y volverse hacia Jack—. Dame el número de tus padres.

Brigitte tira de una pequeña libreta que siempre hay junto a la nevera para ir apuntando qué hay que comprar y le acerca un bolígrafo. Jack no habla, pero escribe. Al terminar Brigitte arranca la hoja y sale de la cocina móvil en mano.

Jack traga saliva al apoyarse contra la encimera. Ahora solos en la cocina, me permito soltar el aire que estaba conteniendo desde que él ha empezado a escribir.

—Lo siento —digo, porque es mi culpa. Él ya tenía problemas con su padre, lo que menos quería era empeorarlo. La sola idea me carcome, imaginándome el rencor que puede llegar a sentir si eso ocurre. Incapaz de evitarlo, me acerco a él, dejando que me reciba con los brazos abiertos—. No quería causarte problemas con tus padres.

—No vas a causar ninguno, nunca les he ocultado nada y mientras no afecte a mis notas o rendimiento no tienen problema dejándome salir. Lo que me da pena es que vaya a despertar a mi madre cuando se levanta temprano.

—¿Tus padres saben que sales de madrugada? ¿Te dejan hacerlo?

—A mi padre no le hace demasiada gracia, mi madre es más permisiva, además, sabe cuáles son mis razones y está bien con eso. Puede que no la hayas conocido, pero por lo que ha escuchado ya te tiene cariño y me mataría si te dejase salir sola a estas horas.

Suelto un suspiro, cierro los ojos por un segundo y deseo con fuerza haber tenido unos padres como los de él. Jack me dice una vez más que no hay problema antes de soltarme. Me echo el pelo hacia atrás y tomo asiento en lo que vuelve Brigitte, nerviosa, incómoda y a nada de empezar a morderme las uñas si esto sigue así. Aunque sé que él no va a molestarse conmigo, aunque lo haya dejado claro, el silencio sigue incomodándome.

Le miro una vez más a tiempo de sostener su mirada, me guiña un ojo y eso hace que los nervios y el alivio se mezclen en una sonrisa sobre mis labios. Segundos después Brigitte vuelve a entrar.

—Tus padres vendrán a buscarte en unos minutos —le dice a Jack—. Ahora explicadme qué hacíais fuera a las cuatro de la mañana.

—Yo la convencí —Salta Jack.

Pero Brigitte se sienta y sus ojos caen únicamente sobre mí.

—¿Por qué te has ido? —pregunta. Conozco su método y si algo he aprendido es que cuanto más directa y corta sea la respuesta, antes terminamos. Además, ya lo sabe, sabe que me he ido, ¿de qué me valdría servir ahora?

Quizás sea eso, o puede que simplemente me haya cansado de mentir.

—No quería estar aquí.

—¿Por qué?

—Porque no soporto estar aquí.

—Esa no es razón para huir como lo has hecho.

—Para mí sí.

—¿Lo has hecho más veces?

—Sí —digo. Lo hago a tiempo de escuchar a Jack responder un rápido "No".

Lo único que consigue es que Brigitte le mire por un segundo y que la comprensión llegue a ella. Se ha dado cuenta de que la única razón por la que él saltaría de esa forma es para cubrirme, y si me cubre es porque lo sabe. No le cuesta entender que él lo sabe porque iba conmigo.

Brigitte se dirige por última vez a él.

—Espera en el salón hasta que lleguen tus padres —ordena.

No se mueve, no hasta que le doy mi visto bueno a la idea señalando con un leve gesto la puerta. Ahí descruza los brazos y se va. Antes de que Brigitte vuelva a tomar el control, soy yo quien habla.

—¿Por qué estaba aquí la policía?

—Estabas desaparecida.

—Pocas horas —explico, no le encuentro el sentido, no a no ser que ella haya intervenido y ni siquiera sus contactos podría haber llegado a tanto, no a no ser que hubiera algo más—. Es por tu caso, ¿no? ¿Tiene algo que ver con eso? ¿Es la razón por la que ha venido la policía, porque creían que quien te amenazó había llegado a mí?

Cuantas más preguntas lanzo, más se aclaran las ideas en mi mente. Mi cabeza trabaja más rápido que nunca y las ideas se amontonan.

—Pero eso sería raro —sigo—. Que alguien que te ha amenazado a ti llegara a mi habitación. Así que o es peor de lo que me dijiste y quieren llegar a ti por todos los medios, en cuyo caso te habrías sorprendido más al verme, o sabías que directamente iba a por mí y por eso te veías tan culpable.

—¡Eso es una tontería! Ashley, te escapaste, te escapaste cuando sabías que había policías haciendo guardia cerca porque nos han amenazado a los tres. Eres una irresponsable y claro que la policía iba a venir, ¡ellos estaban haciendo guardia a unas calles de aquí!

—¿Haciendo guardia? ¿Cuándo vas a decirme qué está pasando realmente? ¿Y por qué el señor Daking no está aquí?

—Eso no te incumbe.

—¿Cómo puedes seguir diciendo eso?

—Ashley, ve a tu habitación y ni se te ocurra volver a salir como has hecho hoy o yo qué sé cuántas veces porque...

—¡¿Por que qué?! ¿Qué harás si lo hago? ¿Ponerme un localizador? ¡Ja! Ya hemos pasado por eso —Cansada y quizás siendo lo más estúpido que haya hecho en mi vida, me arriesgo a tirar todo lo que he soportado y tenido por la borda al no poder más con mis propias emociones—. Inténtalo, te reto, porque en el momento en el que lo hagáis será la última vez que sepáis de mí, eso puedo jurártelo.

Entiendo la cruda realidad de mis palabras y todo lo que he arriesgado con ellas. Todavía tengo que terminar el instituto, no puedo desaparecer así como así, sería hundir mi futuro. Sólo espero que ella no note la forma en la que tendría que arrastrarme para volver si me presionan. La partida la gano yo, lo sé antes de salir como alma llevada por el diablo de la cocina al temer mi error y buscar a Jack en el salón. Él está en el sofá, con la frente apoyada sobre sus manos y los codos clavados en sus rodillas.

Levanta la mirada al escuchar mis pasos.

—¿Estás... —pronuncia. Me dejo caer a su lado y la obligo a pasar el brazo sobre mis hombros. Siento sus labios sobre mi frente—. Estará bien.

—No, pero gracias por intentar animarme.

Estoy temblando, ¿y si de verdad me presionan todavía más? No puedo lanzar una amenaza así y no cumplirla, me quitarían todo el poder que tengo, he hecho algo creyendo que en cierta forma les importo, confiando en ello. Si no es así empaquetarán mis cosas y me abandonarán en un reformatorio, perderé por completo lo que había conseguido. La idea me aterra hasta el punto de tener que esconder la cara contra la ropa de Jack para no romper a llorar.

Su mano se desliza sobre mi pelo.

—Lo he oído todo, estará bien. Créeme, Ashley, he tenido discusiones peores con mi padre, ya te conté las burradas que llegamos a decirnos, se le pasará.

Cierro la mano sobre la tela de su sudadera, me acerca más a él.

—Venga, eres tú la que siempre tiene algo que decir, ¿desde cuándo puedes estar tan callada? —bromea—. ¿Es tu forma de admitir que he ganado? ¿No me miras porque te da verguenza admitirlo?

Levanto la cabeza, encuentro su sonrisa socarrona y sonrío también por su improvisado intento de animarme.

—Gracias —murmuro antes de volver a esconderme bajo su agarre, todavía con las manos cerradas sobre su ropa para que dejen de temblar. Tengo miedo de las consecuencias, demasiadas de lo que pasará cuando el señor Daking vuelva. Porque conozco a Brigitte y ella verbalmente es letal, pero el señor Daking es agresivo y eso me lleva persiguiendo en cada pesadilla durante mis años aquí.

Como si acabara de invocarlo, llaman al timbre.

Me reincorporo con los ojos muy abiertos y conteniendo la respiración. Jack tira con suavidad de mi brazo para volver a acercarme, pero el corazón me late demasiado acelerado como para permitir la tranquilidad que quiere regalarme.

Brigitte sale de la cocina y abre la puerta.

Al otro lado aparece una mujer de pelo corto rubio envuelta en una gabardina oscura. Frunzo el ceño y el corazón vuelve a latir a un ritmo normal al comprobar que no se trata del señor Daking. Jack se mueve de su sitio para verlo.

—Es mi madre —avisa.

Jack se pone en pie para acercarse a ella, pero antes de dar el primer paso su madre deja escapar un "¿Eres Brigitte Harris?" cargado de reconocimiento. Brigitte también parece reconocer a la madre de Jack. "¿Ester Jones?", pregunta Brigitte.

Jack frunce el ceño, más confuso que yo cuando su madre abraza a Brigitte. Y yo confundida al ver que Brigitte le devuelve el gesto. Tiro de la manga de la sudadera de Jack y él se acuclilla frente al sofá.

—¿Sabes qué está pasando?

—Creo —responde—. Una de las mejores amigas de mi madre en la universidad se llamaba así, no pensaba que fuera tu madre.

—Yo ni siquiera sabía que Brigitte tuviera amigas.

Las manos de Jack llevan hasta mis rodillas.

—Míralo por el lado bueno —dice—, si vuelven a ser amigas podrían darnos más rienda suelta.

—¡No puedo creerlo! —escuchamos que prácticamente grita la madre de Jack—. ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Quince años? Pero mírate, estás estupenda.

Jack tira de mis manos para que también me agache.

—Vale, no te alarmes Ashley, pero estoy empezando a asustarme —dice.

—Creeme, yo también.

Lo siguiente que sé es que Brigitte le invita a entrar a Ester y que le ofrece tomar un café. Ester acepta y para cuando queremos darnos cuenta ambas están charlando animadamente en la cocina. Anonadada, miro a Jack, él aprovecha el gesto para besarme.

—Alegra esa cara, Ashley, mi madre te adora sin conocerte y era amiga de la tuya, eso ha sido un buen golpe de suerte así que deja de verte como si acabaran de decirte que van a regalar a tu mascota.

—Es sólo que es todo muy raro.

—Lo sé —sonríe, se sienta de nuevo a mi lado y desliza una mano sobre mi mejilla—. ¿Pero tú sabes lo bueno que es esto?

—¿Sí?

—Mucho, es muy bueno. Anda quita esa cara y ven aquí.

Desliza la mano hasta mi nuca y me apega a su cuerpo. Todavía no puedo calmarme por completo, no hasta que el señor Daking no aparezca y sepa cuál va a ser su reacción. Odio temerle, pero, sobre todo, odio que tener que temer pisar mi propia casa por él.

—¡Jack! Hijo, ven un momento.

Jack levanta la cabeza para centrar la voz de su madre. Extiende una mano hacia mí al levantarse como pregunta, me ofrece acompañarle y, con el corazón en un puño, lo acepto y le acompaño hasta la cocina. Ahí me lo arrebatan, su madre apoya una mano sobre el hombro de él y le pone frente a Brigitte.

—Este es mi hijo mayor, Jackson —ella misma se atraganta un poco con las palabras. Jack lo nota y le sonríe un poco. Hijo mayor. El puesto que antes ocupaba Spencer ha caído en manos de Jack de una indeseada forma—. Jack, esta es una amiga de la universidad, ¿ya te hablé de ella?

—Sí, me hablaste de ella —Él extiende una mano hacia Brigitte a modo de saludo, finge que no se han conocido como lo han hecho y ella lo acepta.

—¿Esa es tu hija entonces? —Sigue la madre de Jack.

—Sí, es Ashley.

Brigitte me mira y Ester me hace gestos para que me acerca "Acércate, no muerdo", me dice.

A pasos lentos, me acerco a ella. Le sonríe a su hijo y luego me abraza con fuerza. Me cuesta devolverle el gesto por la falta de costumbre y en el momento en el que lo hago siento unas inmensas ganas de llorar por la sensación que me produce. Es el cariño materno o paterno lo que he anhelado por años y Ester me lo regala apenas conociéndome. ¿Por qué los Daking no pudieron haber sido así?

—Me alegra conocerte al fin, Jack me ha hablado mucho de ti. Con su manía de hablar hasta debajo del agua creo conozco mejor tu vida que tú misma —ríe Ester. Jack aparta la mirada y puedo notar que está avergonzado cuando esconde las manos en los bolsillos de su sudadera en busca de algo que hacer. Es de las pocas veces en las que ese chico impulsivo y bromista se muestra avergonzado por algo y, extrañamente, me gusta eso—. Todavía no puedo creer que sea tu hija, Brigitte, ¿quién iba a decirnos en la universidad que nuestros hijos terminarían juntos?

Jack pasa un brazo sobre mis hombros y sonríe hacia nuestras madres.

—Sí —dice—. Ni planeándolo os hubiera salido mejor.

Ahí escucho las llaves y la puerta abriéndose. Me tenso por completo bajo el agarre de mi novio y temo el momento en el que el señor Daking aparezca en mi campo de visión, porque aparece. Entra a la cocina quitándose una gruesa chaqueta gris que deja de forma brusca sobre la mesa.

—Está aquí, ¿cúando ha llegado? —me señala, ignorando que tenemos compañía.

—Hace media hora, te he enviado un mensaje —responde Brigitte.

—¿La han encontrado? —pregunta con lentitud.

—Se había ido por su cuenta, una salida nocturna.

—¡¿Una salida nocturna?! —Su grito me hiela la sangre y puedo jurar que bloquea mi capacidad de hablar y moverme.

Brigitte le lanza una clara mirada que le avisa de que no es el lugar ni el momento. Es ahí cuando el señor Daking se fija en la compañía que tenemos y vuelve a mirar a su mujer, molesto, en busca de una explicación. Brigitte nos pide un minuto para hablar con el señor Daking, pero él parece un perro con un hueso que no quiere soltar.

—Ashley sube a tu habitación, estás castigada hasta que te gradúes, luego hablaremos contigo —ordena, su voz elevándose en la cocina, cortando el aire de la peor forma.

—Con todo respeto, entiendo que se hayan asustado al no verla, yo también me preocuparía si alguno de mis hijos desapareciera así, pero no creo que debierais de tomar medidas tan extremas.

Ester es, sin duda, la madre que me hubiera gustado tener.

—¿Quién se cree que es para darme lecciones de cómo educar a mi hija? Ashley, a tu habitación —Jack se tensa a mi lado al escuchar la forma en la que el señor Daking responde a su madre, sé que él está a punto de saltar y Ester también porque veo cómo pasa la mano por el brazo de su hijo para que se relaje. Es un chico que adora a su familia, lo demuestra por cómo habla de ellos, por cómo se dirige a ellos. No me sorprende su gesto—. Vas a cabrearme si sigues así.

Con ese último aviso me resigno.

—Me alegra haberla conocido, Ester —me despido—. A ti te veré en clase.

Jack afianza el agarre cuando me dirijo a él. Tarda un segundo en dejarlo ir, como un niño que no quiere prestar un juguete y, aun así, tiene que hacerlo. No soy capaz de mirar a los Daking al salir, me encierro en mi habitación, con el corazón en un puño, la ansiedad abriéndose camino y el deseo de no escuchar nunca la puerta de casa abriéndose de nuevo.

Porque cuando se abra significará que Jack y su madre se han ido.

Y entonces el señor Daking subirá a hablar conmigo.

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Me imagino a Brigitte presentando a Ashley la amiga que tuvo tal que:

Traducción: Solía ser humana.

1. ¿Os esperais que Brigitte hubiera tenido amigas? #PasadoNoOscuroPeroSorprendente.

Llevo pensando que las madres hubieran sido amigos desde que decidí que habían estudiado lo mismo, así que las hice de la misma hermandad fehirfbe (Ester no sabía que era ESA Brigitte porque ellas perdieron el contacto antes de que Brigitte conociera al señor Daking, entonces al saber el apellido de Ashley ni se le ocurrió. Conocen sus apellidos de solteras no de casadas)

2. ¿Se viene mal con el señor Daking?

3. ¿QUÉ ESTÁ PASANDO CON LA POLICÍA? Para que hayan aparecido con tan pocas horas después de la desaparición... algo tiene que ir muy mal, ¿no os parece? ¡Hipótesis venid a mí!

4. Que empiece la cuenta atrás para el boom.

—Lana 🐾

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