Capítulo 28 - Noche de bares y moteros
Canción en multimedia: Bleeding out — Imagine Dragons (SVRCINA Cover)
Capítulo veintiocho — Noche de bares y moteros ღ
──── ∗ ⋅✦⋅ ∗ ────
—¿Es aquí?
Tiene que ser una broma, Jack no puede haber aparcado justo aquí.
La zona es oscura, un bar de carretera que en el aparcamiento ya tiene a un grupo de moteros riéndose con fuerza. Ellos y ellas de edad que supera los treinta, con ropa oscura y raída, motos grandes detrás de ellos y, por cómo ha aparcado Jack, más cerca de la puerta que nosotros. Pretende que pasemos junto a ellos para llegar hasta la puerta. Me niego.
Jack abre su puerta, se quita el cinturón y sale. Cuando escucho la puerta cerrándose soy incapaz de salir, me siento segura aquí dentro. Segundos después él golpea mi ventanilla con los nudillos, la bajo un poco, sin querer abrir porque eso implicaría tener que salir.
—¿Piensas quedarte ahí dentro toda la noche?
Él apoya las manos sobre el coche, inclinado hacia adelante y con una sonrisa divertida puesta sobre sus labios.
—Sal —pide.
El alboroto que el grupo de siete u ocho que están junto a la puerta del bar me mantiene alerta, no me gusta, pueden ser prejuicios, pero no tengo ganas de pasar cerca. Me pregunto qué clase de personas hay dentro del bar. No, yo prefiero quedarme en el coche.
—Ashley, vamos, va a gustarte.
Niego—. ¿Podemos ir a algún otro lado?
Jack suelta un suspiro, mirándome con cansancio.
—Confía en mí.
Me muerdo el labio. Sin estar demasiado segura de lo que estoy haciendo subo del todo la ventanilla, me quito el cinturón y Jack me abre la puerta. Cierra, haciéndome sentir expuesta al instante. Cuando aprieta el botón de su llave que bloquea las puertas siento un escalofrío recorrer mi columna, lo hago porque ese ruido ha hecho que el grupo de moteros levanten la cabeza y claven sus miradas directamente en nosotros.
Trato de eliminar los prejuicios y, aun así, lo único que consigo es agarrar la mano de Jack y apretarla con fuerza. Con más fuerza cuando una de las parejas, un hombre de cabello rubio largo y barba de más de cuarenta años y una mujer, un poco más joven con cazadora llena de tachuelas plateadas, empiezan a andar hacia nosotros. Me digo que probablemente quieran ir a otro lugar, que estoy siendo muy paranoica, hay más coches, ¿y si uno es suyo?
Jack se ríe por lo bajo a mi lado, se inclina un poco hacia mí.
—Si sigues mirándoles así vas a terminar tan pálida que van a confundirte con un fantasma.
Quiero decirle que no es momento para sus burlas, pero siento los labios tan secos que no puedo pronunciar palabra.
—¡Eh, parejita! —grita la mujer. Su voz es más aguda de lo que había esperado, sus dientes cuidados cuando sonríe con cierta diversión—. ¿Por qué no os acercáis un momento?
Lo único que quiero decir ahora mismo es ese "¿Ves?" a Jack para demostrar mi punto. Me hiela la sangre notar cómo sus pasos bajan la velocidad y suelta mi mano. Abro los ojos todavía más, inmóvil en mi sitio cuando él se acerca a ellos.
—Hijo de puta —escupe el motero.
Se me olvida respirar. Sólo puedo a ver a Jack acercarse a ellos, escuchar al hombre insultarle al acercarse también. La mujer, en cambio, se cruza de brazos en su lugar. No estoy entendiendo nada y, cuando Jack rompe a reír y ellos se abrazan, entiendo menos todavía.
—Voy a partirte la cara, mocoso —Se carcajea el motero—. ¿Hace cuánto que no nos visitas?
¿Visitar?
—Lo siento tío Henry, he estado algo ocupado, los estudios, ya sabes —Le responde Jack.
¿Tío Henry? ¿Tío?
Jack se aparta de él para acercarse a la mujer y ya no me sorprende cuando escucho que de sus labios sale un "Me alegra verte, tía Helena". Llevo las manos a la parte baja de mi cazadora amarilla al abrazarme a mí misma, todavía sintiendo el latir de mi corazón descontrolado. Jack va a reírse de mí por años por haber estado asustada por sus tíos. Bueno, de sus tíos y de los amigos de sus tíos por lo que parece.
Después de unos segundos donde les escucho reír y burlarse, Jack por fin mira sobre su hombro.
—Ashley, acércate, no muerden.
Henry sigue pareciéndome intimidante, de hombros anchos, rasgos marcados y altura considerable. Sus ojos son oscuros, parecen completamente negros vistos desde aquí. Me mira también y soy incapaz de moverme.
—Sólo el rabioso Ray —se carcajea señalado al resto de su grupo, desde allí un hombre flacucho lanza una botella que casi les da. Ni siquiera se inmutan.
Helena niega.
—Pobre chiquilla, la habéis aterrorizado. Acércate anda.
Desde el pequeño grupo, un hombre con arrugas ya marcadas sobre su piel y una cicatriz notoria sobre la frente se pone en pie con dificultad. Se balancea un poco hasta apoyar la mano en la pared.
"Yo os ayudo" creo que dice, sus palabras se pisan entre sí.
Jack le mira.
—No hace falta Bernon —Cuando Jack vuelve a alcanzarme me doy cuenta de la forma en la que únicamente he sido capaz de ver la escena como un simple espectador. No es hasta que él me toma la mano que me doy cuenta de que estoy aquí, como si hasta ahora todo hubiera sido algo que veo, pero no siento—. Cuando les conoces son buenas personas.
Su afirmación a modo de susurro me relaja un poco, pero más lo hace el sentir su mano cerrándose sobre la mía y haciéndome saber que está aquí.
—¿Vendréis el domingo a casa?
Henry levanta ambos pulgares hacia Jack.
—Ahí nos veremos, mocoso —responde.
Aunque Jack me haya mostrado que no tengo por qué mirarles de esa forma, no puedo evitar sentirme aliviada al entrar en el bar. Es pequeño, con muebles de madera y una mesa de billar ya ocupada en una esquina. En todo el bar puede verse el humo mezclado de distintos cigarrillos que ya no están encendidos. Pocas mesas están ocupadas, más bien las personas están por la barra, bebiendo tranquilamente. La canción que está sonando no la reconozco.
—Ashley, relájate —Jack me da un apretón, obligando a que me centre en él—. Llevo viniendo aquí desde que tenía nueve años, son todos amigos de la familia, buena gente.
Maldigo los prejuicios que me han inculcado y asiento. Jack hace una seña hacia la barra para captar la atención de uno de los camareros y me lleva hasta una alejada mesa.
Él se sienta frente a mí en la mesa, toma mis manos y su mirada se clava en mí como tantas veces ha hecho, como ha dicho Arianna que lo hace. Encuentro sus ojos siguiendo cada uno de mis movimientos cuando levanto la mirada, él sonríe al instante.
—Tranquila —repite.
Y su sonrisa relajada es lo único que necesito para sentir cómo me relajo por completo. Entonces él aparta sus manos de las mías y la tranquilidad absoluta se rompe.
—Así que eran tus tíos —digo con lentitud, tanteando el terreno—. ¿Por parte de madre o de padre?
—Él es el hermano de mi madre. Es el mejor tío que he podido tener, ¿sabes que me enseñó a conducir su moto cuando tenía doce años? —Pasa los dedos sobre un trozo de papel que hay sobre la mesa, lo echa a un lado—. Parece que además de a las gaviotas tienes miedo a los moteros, ¿quién iba a decírmelo?
—No les tengo miedo.
No me cree, es fácil para mí llegados a este punto leer sus gestos y, aun así, yo si creo mis propias palabras.
—No es miedo —repito—, sólo precaución.
—Sólo precaución —imita como un niño, se ríe al momento.
Eso me saca a mí también una sonrisa.
—¡No te burles, Jack!
—No me estoy burlando.
—Claro que lo estás haciendo —critico.
—Claro que no.
Inclino un poco la cabeza, tratando de sostenerle la mirada y no rendirme por la cara que está poniendo ¿Cómo puede conseguir parecer tan inocente cuando no lo es? Su facilidad de parecer un niño que nunca ha roto un solo plato no dejará nunca de sorprenderme.
—Te has burlado —sigo, inclinándome hacia adelante en la mesa.
Él me imita y en menos de dos segundos estamos más cerca de lo que nunca antes habíamos estado.
—Pruébalo.
—Pruébalo —imito yo como antes ha hecho él.
De reojo encuentro su sonrisa, pero no soy capaz de apartar la mirada de sus ojos, de ese azul claro que me distrae con tanta facilidad. Él es expresivo, muy expresivo, al menos para mí lo es. Quien dijo que los ojos eran las puertas del alma tuvo que haber visto alguna vez unos como los de él, tan brillantes, tan llenos de esa característica dulzura y diversión, de inocencia. Puedo verlo todo al mirarle a los ojos, puedo verle a él. Nunca antes me había sido tan fácil leer a alguien de esa forma.
Ahí es cuando se echa hacia atrás y busca con la mirada a alguien más dentro del bar.
—Voy a pedir, ¿tú quieres algo?
—Sólo agua.
—Sólo agua —repite, poniéndose en pie y alejándose a paso rápido para llegar a la barra.
Vuelve pocos minutos después, más calmado al dejar un vaso de agua frente a mí y dejarse caer en su asiento con otro en su mano.
—¿Eso tiene alcohol?
Jack niega—. Te lo dije, no bebo nada si voy a conducir, menos todavía si voy a llevar a alguien.
Por lo que le pasó a Spencer. Lo recuerdo, como algo que se había escapado de mi memoria de un momento a otro, me pregunto si en algún momento él también lo olvida y si después se culpa por ello.
—¿Cómo es que vienes aquí desde que eras un niño?
—Mis tíos —se limita a responder—. Henry es el hermano de mi madre y cuando se casó con Helena conoció también al hermano de ella que da la casualidad de que es el dueño de este bar. Henry es muy familiar así que prácticamente me he criado a su alrededor y eso incluye este bar. Son como parte de la familia —inclina un poco la cabeza, pensativo—, algunos más lejanos que otros, pero los son.
—Y dime, ¿algún día voy a verte con botas, pantalones rasgados y cazadora negra? —Me inclino un poco hacia adelante, imaginándole así vestido.
No, no van con él. Jack es mucho más casual para eso, creo que sólo una o dos veces le he visto con cazadora, él es más de vaqueros y camisetas o, depende del día, sudaderas e incluso pantalones de chándal algo holgados.
—¿Por qué lo preguntas? ¿Estás tratando de decirme que te gustaría verme así? —Siento el reto en sus palabras, su forma de presionarme para ver si voy a seguirle el juego o dejarle ganar.
Por su puesto, lo sigo.
—¿Y qué si es así?
—Pensaba que su estilo te aterrorizaba —señala con la cabeza a un par de miembros del grupo que estaba fuera, acaban de entrar por la puerta, acercándose a paso rápido a la barra. Sin poder evitarlo, me encojo un poco en mi sitio—. ¿Ves?
Vuelvo a mirarle—. Oh, cállate.
Se ríe.
—¿Por qué? Acabo de dejarte sin palabras, me gusta eso, es otra fecha que apuntar en mi calendario.
—¿Como cuando quisiste apuntar el día en el que te di la razón en algo o te pedí disculpas?
Se lleva una mano al corazón, dando dos suaves golpes.
—Esas son fechas importantes —comenta.
Niego, riéndome también—. Puedes ser un idiota cuando quieres, ¿lo sabías?
—Claro que lo sé, te tengo a ti para recordármelo cada semana.
Me guiña un ojo y vuelve a echarse hacia atrás en su asiento. Toma su vaso, dejando que la mitad del refresco o lo que sea que ha pedido se deslice a través de su garganta.
—Vale, ahora es tu turno —Dice al dejar el vaso de nuevo sobre la mesa. Hay algo en esa frase que me avisa de lo poco que me va a gustar lo que tiene que decir—. Sabes mucho de mi familia, quiero saber de la tuya.
Golpeteo mi vaso de agua, marcando un ritmo en busca de tener algo controlado dentro de este lugar.
—No hay mucho que contar.
—Vamos, Ashley, quiero saber.
Le miro incrédula ¿Qué es lo que quiere saber? ¿Que los Daking me tratan como a una muñeca a la que controlar? ¿Que son mi única "familia" y aun así no lo siento como tal? ¿O que todavía paso alguna noche llorando como cuando era pequeña por la impotencia de saber que nunca tendría ese cariño que otras personas reciben? El tema "familia" no es bonito para mí y, cuando las únicas personas que en cierta forma han cobrado esa importancia para mí también van a desaparecer de mi vida, el tema se vuelve más doloroso. Porque Ben se irá. Y la señora Reed dudo que pueda recordarme de aquí a unos meses. Me duele, y sé que eso se refleja en mi tono de voz cuando suelto la pregunta, lo sé por la forma en la que los rasgos de Jack se suavizan tras haber soltado ese rasposo "¿Por qué? ¿Por qué quieres saber?".
—Porque me importas —Es su respuesta.
Cierro las manos sobre mi vaso, con fuerza.
—¿Y qué?
—¿Como que "y qué"? —Se cambia de asiento, viene al que hay a mi lado y separa mi mano del vaso para poder levantar un poco la manga de mi cazadora. No nota ninguna marca, me mira—. ¿Crees que después de lo que vi la otra vez iba a poder quedarme tranquilo? —Sus manos se cierran sobre la parte desnuda de mi brazo, pero no es como cuando el señor Daking lo hace. Jack tiene cuidado, sus dedos rozando mi piel con suavidad, de forma casi protectora—. Necesito saber si las cosas están mejorando, dame eso al menos.
—Están mejorando —La mentira se desliza a través de mis labios como una serpiente lo hace sobre la tierra, con facilidad y una naturalidad envidiable.
Aunque quizás no sea una mentira tan grande, después de todo, estos últimos días apenas he sentido sus miradas sobre mí ni sus críticas hacia mis "pocas" horas de estudio. Están demasiado ocupados con el último caso de Brigitte, pero Jack tampoco tiene por qué saber eso. Es como la última vez, unas semanas de tensión y luego todo termina, quedándose en nada.
—¿Entonces por qué no te creo?
—Porque prefieres pensar lo peor de las personas —me limito a responder.
Jack niega, una de sus manos se separa de mi brazo y termina sobre mi mejilla. Nunca antes lo había hecho y pese a ello el sentimiento que me produce es demasiado familiar como para poder ignorarlo. El corazón se me acelera, mi respiración se vuelve más lenta, más superficial al sentir su cercanía, su preocupación, la forma en la que su mirada me envuelve de forma que cualquier rastro de realidad se escapa entre mis dedos.
—No. Es porque sé cuándo mientes, porque reconozco cuándo estás mal.
Habla bajo, volviendo la conversación más íntima de lo que la escasa distancia que ha dejado ya la vuelve. El roce de su mano sobre mi mejilla, sobre mi piel, logra que un cómodo sentimiento me rodee.
—Quizás no eres tan bueno leyéndome como crees.
—Soy bueno leyéndote —defiende—, aunque tú demasiado buena mintiendo. Me lo pones bastante difícil, niña bonita.
Sonrío al escuchar el apodo—. Toda una lástima.
—Una gran lástima —responde, aunque ya no parece demasiado concentrado en lo que está diciendo—. Pero al menos hay cosas que todavía puedo saber de ti.
—¿Ah, sí? ¿Como cuáles?
Y ya es descarado, es demasiado descarada la forma en la que estamos flirteando como para que alguien diga lo contrario. Es nuestra cercanía, está en las miradas, en esas sonrisas rápidas y tono meloso.
Salvo para el tío de Jack. Henry hace acto de presencia de forma tan brusca que nos sobresalta a ambos, rompe el momento y termina con cualquier intimidad que hubiéramos tenido. Bajo la mirada, Jack parece poco dispuesto a mostrarse animado por su repentina presencia.
—¿Cuántos años tiene ya la mayor de mis sobrinas?
Esa ha sido la pregunta que ha conseguido que me sienta más incómoda de lo que nunca antes me he sentido, más que nada por la posición en la que nos deja a Jack y a mí, tan cerca que sus labios casi rozan los míos y, a la vez, con una brusca frialdad de por medio que el hombre ha dejado con su aparición.
—Tío Henry —deja escapar Jack con cansancio—, Audrey tiene once.
Habla pero no se aparta, a duras penas le mira.
—¿Todavía juega con las muñecas esas tengo-más-profesiones-que-toda-mi-familia-junta o le llevo otra cosa?
Bajo la cabeza para no romper a reír por el comentario. La mano de Jack sube hasta mi pelo y me pega a su pecho. Otra forma de que no se vea lo roja que debo de estar ya por el momento elegido por Henry para interrumpirnos.
Mis pensamientos corren a demasiada velocidad, aun así no parece ser la suficiente como para darme una solución.
—Eso mejor para Maia. Para Audrey cualquier pintauñas servirá.
—¿De qué color?
—Del que quieras. Tío Henry, ¿podrías, por favor, darnos un momento?
Cierro los ojos con fuerza todavía escondida contra el pecho de Jack. Su mano ha empezado a moverse con suavidad entre mi cabello, es relajante. Su cercanía, en cambio, la forma de alterarme por completo.
—Sólo quiero saber un color.
—Rojo, rojo está bien. Ahora, ¿podrías irte, por favor?
No sé qué es lo que pasa después, pero pasan unos segundos hasta que Henry vuelve a hablar. Esta vez trato de girar la cabeza para mirarle, pero Jack no me deja hacerlo, me mantiene contra él, en un noble intento de hacer que me sienta menos avergonzada.
—Entiendo. Dale recuerdos a tus padres.
—Lo haré.
Me muerdo el labio con fuerza, sintiendo cómo la las manos de Jack se deslizan hasta tratar de que le mire de nuevo, aparta el pelo de mi rostro con una amplia sonrisa sobre sus labios.
—¿Puedes creer que en todos estos años no sea capaz de recordar que se llaman muñecas Barbie?—dice Jack.
Leerle es tan simple como leer un libro abierto. Encuentro sus sentimientos, expuestos de igual forma que yo he dejado los míos. El ambiente sigue algo pesado entre nosotros
—Me lo creo.
—Creo que prefiero esto a salir a correr —confiesa.
El momento de antes ha terminado y la distancia entre nosotros aumentado. Deja caer la mano y la apoya detrás de mi asiento.
—Correr es mejor.
—Correr no es nunca mejor.
—Sabes que sí y, por cierto, me he quedado con las ganas de echar una carrera por el bosque, ahí te ganaría.
—Ashley —hace una mueca, mirándome como un padre que va a decirle a su hijo que lo que acaba de decir es un sinsentido—, no eres más rápida que yo.
Me siento ofendida al instante. Vale, quizás él tiene razón en eso, pero eso no quiere decir que tenga que dársela. Aun así encuentro mi punto fuerte y lo exploto.
—Pero soy más ágil.
Se acerca un poco—. Te ganaría.
—No podrías.
—¿Quieres que compitamos?
—Por supuesto —Estoy tan deseosa de restregarle mi victoria por la cara que si fuera por mí iríamos ahora mismo. Conozco todas las zonas, los obstáculos, los caminos más cortos y los más difíciles. Allí tengo ventaja, ahí mi agilidad supera su rapidez—. ¿Qué tal mañana?
—El sábado mejor, al medio día.
—No puedo.
—¿Por qué? —su sonrisa se vuelve forzada—. ¿ya has hecho planes?
¿Sería muy penoso decir que es porque no me dejan salir los fines de semana? No me dejan salir en general y escaparme cuando los Daking no duermen es lo siguiente a imposible, más ahora, cuando ambos están con los nervios a flor de piel.
—No puedo —repito, odiando no poder tener una vida normal como cualquier otra personas de mi edad. Agotada de tener que mentir y encerrarme porque es eso a lo que me limitan, ahogada entre quejas y culpada de no ser suficiente. Los comentarios, tan típicos en mi día a día que han dejado de dolerme, se acumulan en mi cabeza, se escapan de mis recuerdos y vuelven conmigo.
Rompen con cualquier buen momento que hayamos estado pasando.
—¿Podemos irnos? —Necesito meterme entre las mantas antes de que me dé con más fuerza el bajón. Lo noto, golpeando a mi puerta con ansia de verme caer.
Jack frunce el ceño y se aparta del todo.
—Si he hecho que te sientas incómoda... —No le dejo terminar. Alcanzo su mano, haciéndole ver que en ningún momento ha sido su culpa, pero sé que no estoy bien y en todos estos años he aprendido a distinguir cuando estoy cerca de venirme abajo. Antes de que mi humor empeore y lo pague con él, prefiero irme a casa.
—No es eso.
Se relaja un poco.
—Eso espero porque me está costando intentar hacer las cosas bien.
—¿Hacer las cosas bien? —La curiosidad me puede, me mantiene en mi asiento, sin forzarle a irnos ya—. ¿A qué te refieres con eso?
Sueno molesta, no me importa demasiado mantener el tono a raya.
—A ti —da como respuesta, manteniéndome en una ignorancia que poco soporto.
—Explícate.
—No sé cómo hacerlo sin que suene mal.
—Inténtalo.
Enarca una ceja—. ¿Ahora hemos vuelto a la fase de sólo decirnos una palabra en nuestra relación, Ashley?
Me cruzo de brazos, echándome hacia un lado de forma que él quede más alejado.
—Sigo esperando mi respuesta.
—Está bien, ¿directo al grano lo quieres, no? Como digas entonces —Su tono se vuelve más bajo, las palabras más lentas y pesadas. Se vuelve el chico maduro entre una frase y la siguiente. Claro está, lo que dice es a mí a quien deja sin saber cómo reaccionar—. Quiero que salgamos, pero no sólo como amigos.
──── ∗ ⋅✦⋅ ∗ ────
──── ∗ ⋅✦⋅ ∗ ────
Un minuto para asimilar que era realmente la última frase...
¡¿HABÉIS LEÍDO ESO?! ¡JACK ACABA DE DECIR QUE QUIERE QUE SEAN SUPER-ULTRA-MEJORES AMIGOS! :0
Vale, ahora sí, esto ha sido muy: Jack lanzando los últimos comentarios a Ashley y ella viéndolos tal que:
¿Os imagináis a Jack con cazadora y pantalones rasgados? JAJAJAJA Si aparece en moto seré la primera en reírme XD
Espero que hayáis disfrutado del capítulo ♥
Sí, todavía no sé cómo sentirme hacia el capítulo porque llevo dándole muchas vueltas sobre cuándo quiero que pasen las cosas y no sé si ellos estaban listos para el comentario de Jack, pero juro que escribir esto es como hacer caso a lo que quieren los personajes (no estoy loca jajaja os prometo que es algo raro, pero real) así que ¡culpa a ellos si sale mal!
Importante: Estoy hasta más no poder de trabajos y no consigo sacar tiempo para seguir con el siguiente capítulo (y, cuando lo saco, estoy con tal agotamiento que mentalmente soy incapaz de escribir más de una línea por hora) así que en principio voy a pasarlo al miércoles que viene (dentro de una semana). Si de todas formas consigo sacar tiempo de escribirlo, lo subiré antes, ya lo sabéis(;
Un beso &, nos leemos el próximo miércoles ღ
—Lana 🐾
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro