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Un pequeño favor




Tardé unos minutos en encontrar el ascensor. Más bien dicho, hasta que uno de los guardias de seguridad, me sujetó por un brazo y me señaló donde estaba.

Donde antes solo había visto una pared, ahora se encontraba el ascensor abierto, custodiado por dos personas.

Caminé hacia ahí, y ellos al verme llegar, me dejaron pasar. Apreté el botón que iba hacia abajo y aguardé.

En cuestión de instantes, las puertas se abrieron y me encontré en un pasillo que tenia una sola puerta por delante. Me sorprendió la elegancia del lugar y el hecho de pensar que muchos vampiros debían vivir así. En lugares subterráneos tan bien estructurados y alejados de la luz del sol.

El pasillo estaba decorado por unos cuadros, en los cuales se podía ver a una versión en miniatura de lo que supuse eran las hermanas gemelas. Vestidas de igual manera y haciendo el mismo gesto, era imposible distinguir a una de la otra. Los cuadros eran un poco inquietantes, porque parecían estar muy pálidas, desde antes de ser convertidas en vampiros.

Seguí caminando hasta llegar a la puerta. Golpeé por educación y esperé.

—Adelante —dijo Verónica con la misma voz de su hermana, pero con un tono completamente diferente.

Ingresé para encontrarme con una habitación bastante grande. Todo el lugar estaba perfectamente iluminado, dejando ver el cuadro de un hombre junto a las dos mellizas. Ninguno de los tres en el cuadro lucia feliz. El hombre ya anciano, tenía una mirada soberbia y llevaba puesto un elegante traje de color gris. Sus manos apoyadas en cada hombro de las muchachas.

Ellas, estaban vestidas de la misma manera, pero a diferencia de los cuadros del pasillo, se podía ver como una sonreía en un gesto triunfal y la otra tenía la mirada perdida.

Un escritorio grande se instalaba enfrentado a la puerta de entrada y ahí sentada estaba Verónica.

Tenía un traje del mismo color que el del hombre de la foto, pero obviamente con un corte femenino que resaltaba sus atributos, igual de exuberantes que lo de su hermana. Solo que ella, tenía sus pechos cubiertos. La mirada era completamente distinta, mientras Victoria tenía una mirada lasciva. Verónica tenía una mirada penetrante. Donde una provocaba atracción, la otra provocaba intimidación.

—Buenas noches Robert Vorgrimler —saludó en un tono cortes.

—Buenas noches Verónica Vile.

—¿Qué estabas mirando hasta hace un momento? —preguntó con los ojos clavados en mí.

—Nada —respondí sobresaltado—. Solo miraba el lugar.

—No es muy grande. Esta es la sala principal, por la puerta que está a la derecha, esta mi baño y en la puerta que está cerca de la izquierda, mi pieza.  No acostumbro a recibir gente aquí.

—¿En serio? —pregunté extrañado —¿A qué debo el honor?

—No es honor alguno, viniste un día que el club esta abierto y por lo tanto no acepto reuniones en el salón VIP.

—¿Hay algún día que el club no este abierto? —Pregunté sorprendido.

—Abrimos solamente los viernes sábados y domingo. El resto esta cerrado, y lo uso de oficina —dijo casi reclamándome.

—Perdón.

—No es tu culpa. Leopoldo me comento un poco tu situación, estás complicado.

Guardé silencio. Las palabras me golpearon con fuerza, "estás complicado" un eufemismo para decir que si no lograba concretar la misión que se me había otorgado, terminaría muriendo al igual que Roxy.

—Roxy me caía bien —dijo Veronica mirándome y casi podía jurar que sus ojos brillaban.

—¿La conocías? —pregunté sorprendido.

—Claro que la conocía. Somos pocos y vivimos mucho. Además, siempre pensé que el machismo este arraigado en toda sociedad, inclusive en esta tan particular, las mujeres tenemos que mantenernos unidas. Una pena lo que paso.

—Sí. No entiendo porque tuvieron que ser así. Me pregunto si el novio de Roxy estará bien. ¿Lo conoces?

—¿Jared? Claro que esta bien. ¿Quién crees que hizo la denuncia de un vampiro nuevo sin autorización al Concilio?

—¿Qué? —pregunté casi gritando.

—Él la entregó. Lo hizo para que Leopoldo lo tuviera en mejores condiciones. Se que eres nuevo y que mucho de lo que te digo no va a tener un sentido real para ti, pero estamos en una época, que si no tienes alguna utilidad a la hora de luchar contra los enemigos del Status-Quo, tienes que hacer trabajos humillantes y aburridos. Jared es un inútil, entonces para tener una mejor ocupación hizo lo que hizo.

Apreté los puños. Me sentía furioso, la razón por la que Roxy había muerto había sido por su culpa. No solo eso, la razón por la cual yo estaba involucrado en esta misión, la razón de la que mi vida hubiera cambiado de esta manera se debía a ese maldito. Quería matarlo, quería destruirlo.

—Me alegra ver que no eres un debilucho. Vas a necesitar de ese carácter si quieres mantenerte vivo en este mundo. Y si quieres vengarte de ese infeliz, vas a necesitar de experiencia además de ira. Y esa experiencia puede dártela un tiempo en las trincheras de Leopoldo.

—¿Trincheras de Leopoldo? —pregunté extrañado.

—Misiones que da respecto a la guerra contra El Bestiario.

—Hablando de eso —dije intentando calmarme. Me dijeron de tu problema con Hier y me preguntaba, si podías declarar que estaba todo bien con él. Así puedo ir a sacarle la información.

—No puedo hacer eso. Hier se aprovechó de la estúpida de mi hermana, no puedo dejarlo salir impune de eso. En el momento que saque su asquerosa cabeza de las alcantarillas voy a matarlo.

—Pero es una misión para Leopoldo.

—No me importa. Eres muy nuevo, pero voy a explicarte algo. Leopoldo es tu jefe, no el mío.

—Pensé que el era como el jefe de todos.

—Ya quisiera serlo. La realidad es que, si acepte esta reunión, si acepte que vengas a esta ciudad por tu misión, es porque creo que puedes hacer algo por mí.

—¿Estás hablando en serio? —pregunté incrédulo.

—¿Algún problema? —preguntó un poco ofendida.

Varios problemas, primero en principal porque ni siquiera quiero hacer esto para Leopoldo.

Segundo, que lo que más me gustaría en este momento es estar con tu hermana en el sótano y no estar acá viendo como me tratas como a un imbécil. Tercero, porque tengo miedo de cualquier cosa que puedas llegar a pedirme.

—No —Respondí.

—Perfecto. Mira es algo muy sencillo. Y si lo cumplís, tal vez hasta te deje disfrutar una noche con mi hermana.

Me quedé paralizado, no solamente por el ofrecimiento sino porque era la tercera vez que Verónica decía un comentario relacionado a lo que estaba pensando. ¿Seria que uno de sus poderes era leer la mente? Para mi sorpresa, luego de formular esta pregunta en mi cabeza, sus labios dibujaron una sonrisa.

—Si es tan sencillo, que raro que no lo hiciera alguno de tus guardias—le dije hablando con franquedad, sabiendo que mentir era en vano.

El rostro de Victoria se transformó. Enmudeció de repente y se levantó de la silla.

—Si vuelves a contestarme de esa manera, se termina el trato y la única oportunidad de que salgas de esta oficina es por el extractor de aire, ¿Me entendiste neófito? —dijo furiosa.

—Sí —respondí asustado.

—Así me gusta. ¿En qué estábamos?

—Me decías que me ibas a pedir algo muy sencillo.

—Exacto. A pocos kilómetros de la salida de la ciudad, se encuentra un hotel abandonado. Bah ya no esta abandonado porque lo acabo de adquirir. Tengo planes para ese lugar, pero tengo un problema.

Asentí para que continúe su historia, temeroso de interrumpirla.

—El dilema con el lugar, es que esta embrujado. ¿Te parece gracioso? —Preguntó al ver mi cara de sorpresa, mezclada seguramente con escepticismo, porque yo no creía en los fantasmas.

—No, señora.

—Bien. Porque me imagino que no eres tan estúpido de descubrir que existen los vampiros, pero te cerras a la idea de que existan otras criaturas, que hasta hace unos días creías que eran mitos o leyendas o cuentos para asustar.

Touché.

—Contraté una espiritista, pero no termino bien. Lo único bueno, es que antes de que uno de los ventiladores cayera desde el techo para matarla, mis empleados me dijeron que menciono un relicario. Por lo que se supone que el espíritu que mantiene embrujado el lugar debe tener su ancla ahí.

—¿Ancla? —pregunté

—Lo que lo mantiene en este plano —dijo muy seria.

—Ok. Creo entender —dije memorizando lo que me acaba de decir.

—Entonces lo que necesito es que me traigas el relicario. A mi y solo a mí. Es muy importante porque lo necesito para hacer la limpieza correcta, en caso contrario todo habrá sido en vano.

—¿Y cómo hago para enfrentarme al fantasma?

—Tú no puedes enfrentar a un fantasma. Careces del conocimiento alguno de ocultismo, o tampoco tienes algún objeto que sea capaz de desterrarlo. Lo único que puedes hacer, es evitar que te intente matar mientras recorres el lugar, buscando el relicario.  Tal vez, con tu condición seas capaz de verlo y eso te facilite el camino a seguir.

—¿Mi condición?

—Cierto que estas verde —dijo llevándose los dedos a la frente—. Bueno voy a hacerte un favor, después de todo sirve para mis intereses. Los de tu tipo, tienen cierto poder con la sangre, la mente y la percepción.

—Si, vi a Roxy realizar algo extraño con su sangre.

—¿Unas cadenas?

—Exacto.

—Bueno, para eso necesitas mucho entrenamiento. Pero vamos a lo que nos importa, tienes una percepción mayor a la de un humano de por si, por ser un Vampiro. Pero los tuyos tienen un don que comparten con los míos, que es una percepción que supera a la de otros vampiros. Escuchar cosas, ver cosas que caminan entre mundos.

—¿Entre mundos?

—Exacto. Como los espíritus. Si entrenas tu mente y la coordinas con el resto e los sentidos, podes ver a los fantasmas que se encuentran materializados en los lugares, mientras más domines este don, mas sera tu interacción con ellos, hasta puedes llegar a hablarles, a veces inclusive podes llegar a convencerlos que te ayuden.

—¿En serio? —pregunté emocionado.

—Sí, pero eso es muy difícil. Vamos paso a paso. Si cierras los ojos y respiras profundo, vas a notar como tus sentidos buscan agudizarse. Utilizar esto por un periodo prolongado, puede provocar que te debilites, inconscientemente tu cuerpo gasta sangre y si no te alimentas puedes enloquecer o quedar en letargo.

—¿Letargo?

—El sueño eterno. Seria como morir, salvo que no estas muerto. Puedes permanecer en ese estado hasta que el sol te haga cenizas o alguien te mate.

Me quedé pensando en esta información. Creo que comprendía como funcionaba el asunto de agudizar mis sentidos, si podía lograrlo al entrar al lugar y encontrar el relicario, seria todo más sencillo.

—¿Traigo el relicario y dejas que Hier salga libre? —pregunté finalmente.

—Exacto.

—¿Me das tu palabra? —dije recordando el consejo de Jaques.

—Sí —dijo Verónica a regañadientes.

—¿No tienes que decirlo?

—No eres tan verde después de todo. Yo Verónica Vile te doy mi palabra de que si me traes el relicario, pondré fin a la cacería de Hier.

—Genial. ¿Cómo hago para llegar al hotel abandonado?

Verónica sacó de un cajón una tarjeta y me la entregó en mano.

—Dile al taxista esta dirección y dile que te esperé o que te vaya a buscar luego, ya que la señal es muy mala en ese lugar.

—Ok perfecto —dije mirando la dirección de la tarjeta.

—Vas a tener que ir mañana a la noche porque ya esta por amanecer.

—Esta bien.

—Y Robert...

—¿Sí?

—Te olvidaste de pedir la noche con mi hermana —dijo sonriendo de manera maliciosa.

—Es que pensé que era una trampa. Como estabas leyendo mis pensamientos, no quería pensar o decir nada que te molestara —dije con honestidad, ya que mentir no era una opción.

—Mi hermana es una puta que se regala por nada, no me molestaba en absoluto entregártela por el relicario, si total se entrega sola —dijo con desprecio—. Pero igual agradezco el gesto. Ahora vete, necesito descansar.

Me despedí de Verónica y salí de su oficina. Camino en el ascensor pensé en que afortunadamente había sobrevivido otra noche, ahora tenía que ir a casa y ponerme al día con Leopoldo. Explicarle un poco lo que había hecho hoy, obviamente evitando el hecho de que Saturno, que fue la persona que mejor me había tratado en la noche, había metido la pata y tuve que ir yo a recuperar el explosivo. Luego acostarme a descansar, rogando que cualquier cosa que sea lo que este dentro del hotel abandonado, no sea capaz de matarme.

Pensé en Roxy y en Jared. Tenía que ser fuerte, tenia que demostrar que Roxy no había muerto en vano y hacer que ese infeliz pagara por lo que hizo.

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