CAPÍTULO 8
Desde que Drogo se marchó de mi despacho me quedé mirando a la puerta durante varios instantes, ¿Me había llamado cosita?
Lo que más rabia me daba de aquella situación era la sensación que me dejaba cuando él se acercaba a mí. A veces no podía reaccionar; era como si me olvidara de lo que soy ahora y me convirtiera en una colegiala calenturienta.
Siempre he sido de relaciones, pero no de acostarme con el primero que viniera y menos si era del tipo de Drogo. No soportaba que la gente le gustara solo por el físico; para mí era degradante y me sentía imbécil.
Era hora de poner las cosas en su sitio antes de que la cosa fuera a mayores, así que decidí que ya era hora ir a la residencia Bartholy.
Tomé mis auriculares y comencé a caminar. No tenía prisa para llegar y no parecía lejos de aquí, ya que la dirección la recuerdo hacer visto en uno de los rodeos que hice por la ciudad.
con la música como banda sonora de mis pasos, sin darme cuenta iba casi bailando por los pasillos. No podía evitarlo, cuando la música suena, es como si algo me poseyera y tuviera que moverme. Al menos en la facultad iban a conocerme por ser una tía enrollada y no por ser una estúpida de libro.
Lo cierto es que a excepción de Loan y Drogo, el resto de los alumnos eran un encanto conmigo y deseaba poder tener mi plaza fija en aquella facultad. En los siguientes meses que Sebastián estuviera fuera iba a demostrar que yo valía para esto y que merecía algo más que ser una suplente.
Era casi al mediodía y sentía mucho pillar a los Bartholy en su hora de comer, pero el asunto estaba poniéndose serio e iba a ser una conversación rápida (lo más rápida que pudiera).
Conforme iba andando, la ciudad iba quedándose mas atrás, acercándome mas a la parte del bosque justo donde casi todas las leyendas de Mistery Spell surgieron. Era apasionante vivir en esa zona, tan cerca de tantos misterios sin resolver....
llegué a una antigua mansión colonial realmente enorme y me quedé tan sorprendida que tuve que mirar de nuevo la tarjeta para fijarme si la dirección era correcta: sí que lo era...
Ahora entendía la actitud de Drogo: era el típico niñato de dinero que se lo consintieron todo y piensa que todas las mujeres se pueden conseguir, ya que las comparaba con cosas.
"Por eso me llamó cosita..."
Esperaba que al menos el señor Bartholy fuera un poco más racional que su hijo y pudiera mantener una conversación medianamente cordial y normal.
Crucé la verja metálica, observando la majestuosa fuente que había en el centro. Todo parecía sacado de los típicos palacetes antiguos y todo parecía estar en buen estado y no parecían ser reproducciones sino piezas auténticas.
Llegué a la entrada de casa y no tenía un timbre convencional sino una aldaba de metal en forma de león de grandes colmillos; aquella casa me fascinaba. No era que no me gustara la casa de Sebastián; era realmente acogedora, pero siempre he querido vivir en una casa así. A veces pienso que quizás he pertenecido a una época antigua y por eso me atraen todo este tipo de cosas, quien sabe...
Toqué tres veces la puerta como hacían en la antigüedad cuando una visita cordial venía a casa. Unos pasos comenzaron a sonar al otro lado de la puerta y un hombre joven de hermosa cabellera me miró de forma amable.
"Oh dios...un príncipe"
Me quedé mirándolo embelesada; era tan...anticuado y eso me encantaba. Era como el chico de mis sueños; sacado de un libro de literatura propio del siglo XVII.
Aquel hombre me sonrió y me preguntó con su melodiosa voz:
-Buenas tardes señorita, ¿Qué se le ofrece?
"y encima educado...ya me conquistó"
-Eh..verá es que...busco al señor Bartholy, el padre de Drogo, ¿Está en casa?
-Lo siento, pero nuestro padre está trabajando fuera de Mistery Spell, pero yo soy el mayor y me encargo de todo en su ausencia.
-Vale, está bien; quiero hablar del comportamiento de Drogo en clase, ha sido realmente maleducado...
Aquel hombre se sorprendió y me preguntó:
-¿Eres su compañera de clase?
Comencé a reírme ante aquella expresión y su pregunta. Si él supiera....
-Realmente soy su profesora de historia. Estoy recién licenciada así que llevo poco tiempo trabajando.
-Oh vaya que sorpresa; es usted muy joven para ser profesora. Ojalá en mi época de estudiante hubiera tenido una profesora tan hermosa.
"¡me ha dicho hermosa!"
-Señorita, acompáñeme a mi despacho y así podremos hablar tranquilamente...
-No hace falta, además vine a la hora de comer. Era solamente para que supiera lo de Drogo...
-Insisto, además nosotros comemos muy temprano y ya hemos terminado.
No pude negarme ante tanta cortesía y le sonreí entrando a aquella magnífica mansión. Lo que aún no se me quitaba de la cabeza es que aquel magnífico hombre era hermano de Drogo, ¿Qué clase de gen recesivo lo hizo ser tan idiota?
Toda la casa debería de estar en un museo, no había nada moderno; ni siquiera una tele. Olía como una biblioteca de las de antes mezclada con el aroma floral del jardín que se colaba a través de la ventana.
"Esta mansión es mi hogar ideal"
Cuando llegamos a su despacho me hizo pasar con una reverencia y no pude evitar derretirme como mantequilla al sol.
Con toda la amabilidad del mundo me ofreció una copa de vino y yo se lo acepté. No solía beber vino, pero bueno, un día era un día. Mientras bebía, los ojos de aquel hombre me miraban como si escanearan cada parte de mí y aquello lejos de ponerme nerviosa, me gustaba.
-Bueno señorita, es hora de las presentaciones; Me llamo Nicolae Bartholy y soy el mayor de los hermanos. Un enorme gusto conocerla-Dijo tomando mi mano y besándola.
Con una sonrisa idiota le dije suspirando.
-Yo soy Sun Ji y vengo de Busan, una ciudad de Corea del Sur, encantada de conocerlo.
Aquella visita comenzaba a agradarme.
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