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CAPÍTULO 41


Y se prende fuego la cosa...


Había llegado a la biblioteca a una hora en la que todo el mundo estaba almorzando o bien trabajando por lo que apenas había mesas ocupadas y los ordenadores estaban libres.

Si quería buscar información lo más rápida y eficientemente posible, debía usar un ordenador.

Me senté en el más alejado de todos y comencé a teclear el nombre y apellidos de Víktor Bartholy. Entre tantos resultados que encontré, comencé con el artículo más reciente.

"Vícktor Bartholy es el nuevo alcalde de nuestra bella ciudad Mistery Spell. La proclamación del cargo se realizó coincidiendo con la apertura de un refugio social para las personas sin hogar o de bajos recursos. En aquel refugio existe también asistencia médica y puede conseguirse todo tipo de medicamentos y tratamientos para los más necesitados, siendo costeados por el bolsillo de nuestro alcalde. Este gesto de gran generosidad siempre lo ha caracterizado, siendo alguien muy querido por la gente de su ciudad. Sus tres hijos acudieron a la cita con una elegancia y presencia impecables, mostrándose orgullosos de la buena obra de su padre, que apenas se muestra en público. La vida personal del señor Vícktor es un misterio, jamás viéndose acompañado por una mujer"

"O sea que Vícktor era el padre de los Bartholy..."

La fotografía al pie del periódico no me dejaba duda alguna; eran los Bartholy sonrientes al lado de su padre. Viendo el aspecto de Vícktor, estaba claro que era el padre biológico de Nicolae; eran malditamente idénticos.

Solo necesitaba imprimir aquella foto y enseñársela a Melisa para que ella me dijese si ese Vícktor era el Vícktor del que ella hablaba, pero yo no tenía duda alguna.

Aal parecer ha sido un hombre bastante hermético con su vida privada, al igual que el resto de los Bartholy. Aún desconocía la transformación de Peter o de Drogo, ya que a diferencia de Nicolae ellos no nacieron así.

Comencé a anotar en mi libreta lo que había encontrado hasta ahora. Al menos sabía que Víktor seguía vivo, pero era evidente que no me bastaba con eso; debía investigar cómo era capaz de convertir a la gente en vampiro si él era un demonio. Quizás Nicolae convirtió a Drogo o Peter en el pasado...

¿Pero cómo se conocieron?

Esto era cada vez más extraño...

Era evidente que tarde o temprano tendría que ir a verles y pedirles explicaciones, pero por el momento prefería evadirles. Quizás mi abuela podría ayudarme, pero al no tener mi móvil no podía llamarla.

Decidí salir de la biblioteca a paso ligero a buscar una cabina telefónica. Daba gracias a que me sabía el teléfono de casa de memoria...

Cerré las puertas de la cabina y comencé a teclear el número cuando de repente un enorme cuerpo me aplastó contra el cristal. Cuando iba a comenzar a gritar, una voz familiar me susurró al oído.

-Tranquila cosita, soy yo.

¿Drogo? ¿Pero qué hacía aquí?

Me giré violentamente, echándole una mirada cargada de veneno pero él no me miraba de la misma forma sino con preocupación. Sus brazos se cerraron en torno a mi cintura, atrayéndome hacia él, aspirando el aroma de mi cuello como si lo necesitara para seguir respirando.

-Como te eché de menos...cuanto miedo he pasado por ti...pensaba que no volvería a verte...

Una lágrima calló sobre mi cuello, mientras que el cuerpo de Drogo comenzaba a temblar por los nervios contenidos. No sabía que lo había pasado así, pero no debía de sentir pena y menos sabiendo lo que él hizo en el pasado.

Le empujé para liberarme de su abrazo. Todo el resentimiento volvió a mí con fuerza al recordar la historia de Rebecca, la hermana de Sebastián.

-¿Qué ocurre Sun?,si es por lo de nuestra condición lo siento, teníamos que ocultártelo porque no sabíamos como reaccionarías. Veíamos que era muy pronto para comentártelo.

-¿Y LO DE REBECCA TAMBIÉN ERA PRONTO PARA COMENTÁRMELO?-Le grité mientras que mis puños golpearon su pecho.

Drogo se quedó callado y serio. Las venas de su cuello comenzaron a marcarse.

-Veo que Jones no perdió el tiempo en llenar de mierda mi tejado.

-Y veo que siempre yo he tenido razón respecto a ti; ¡no respetas a las mujeres y jamás me respetaste a mí y yo como una maldita idiota enamorándome de un gilipollas como tú!

Drogo se quedó lívido. ¿Qué había dicho?

Comencé a analizar la frase que había salido despedida de mi boca entonces me di cuenta.

Mierda se lo había dicho...

Le había dicho lo que sentía....

¡¿PERO COMO PUEDO SER TAN IDIOTA Y TAN BOCAZAS?!

-¿Qué dijiste Sun?

Mis ojos se posaron en sus zapatos para evitar mirarlo. No podía salir de allí porque Drogo me bloqueaba la puerta. Estaba atrapada por toda la eternidad en aquella minúscula cabina si a Drogo le daba la gana. Comencé a respirar fuerte, pidiendo por favor que alguien de la calle pasara por allí pero entonces vi el cartel en la esquina de la puerta:

"Fuera de servicio"

Mierda....

Sin previo aviso, Drogo me pegó al cristal, tomando mis caderas y enroscando mis piernas alrededor de las suyas. Comenzó a besarme como si hubiera perdido la cabeza, mientras sus manos ascendían por mi espalda arqueada. Las palabras que tan cuidadosamente había seleccionado para mandarlo a la mierda, desaparecieron en cuanto sentí sus labios contra los míos y su lengua jugueteando con la mía. Aquella indecente situación comenzaba a excitarme, sus manos en concreto me estaban excitando muy perversamente. Hacia tanto que él no me tocaba que parecía haber pasado toda una vida sin sus manos y la suavidad de su piel. En aquel momento, no existía Sebastián, no existía el pasado sino el ahora; la espiral de pasión que nos estaba devorando a ambos.

La boca de Drogo abandonó la mía y me miró fijamente con seriedad pero con la mirada encendida:

-Mírame Sun y entiende cada palabra que voy a decirte. Vas a venir conmigo a la mansión y vamos a hablar y tú me vas a escuchar. Cuando lo hagas te darás cuenta que yo te amo tanto o más de lo que tú me amas a mí y que desde siempre he sentido eso por ti y por nadie más. Cuando lo comprendas, te llevaré en brazos hasta mi cuarto y te haré el amor de una forma que ya no te quedarán dudas acerca de mí ni de mis sentimientos, ¿Lo entendiste?

No pude contestarle, mis palabras se habían secado como una flor al sol. Solo pude asentir mientras que él me bajaba al suelo y me robaba otro beso que me hizo tambalearme mientras salía de aquella cabina que se había convertido en un horno.

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