Mientras estaba ensimismada con la cabeza dentro del libro, mi madre tocó la puerta.

-Hola cielo, veo que la abuela ya te dio el libro...

-¿Porqué no me dijiste nada, mamá?-Le pregunté seria.

Mi madre cerró la puerta y se sentó a mi lado, tomándome de las manos.

-Tenía la esperanza que no tuvieras que pasar por todo esto. Es duro ser lo que es la abuela y lo que eres tú; es mucho poder y mucha responsabilidad. Deseaba que fueras una niña feliz y que crecieras fuera de todos estos temas mágicos lo máximo posible porque no deseaba que la magia condicionase tu vida.

-Mamá, me ocultaste lo que soy y eso no es justo. A veces, me he sentido tan extraña y perdida...sin saber que tenía una justificación como esta. Quizás si lo hubiera sabido, no me hubiera sentido tan sola-Dije con la voz cargada de tristeza.

-Hija, hice lo mejor que pensé que era para ti. Quizás no tomé la mejor de las decisiones; tu abuela no lo aprobaba pero respetó mi decisión. Ella deseaba instruirte en el arte de la magia, pero tu padre y yo nos negamos. Pero la mayor ironía de todo es que, a pesar de que nos negamos a ello, siempre te interesó el tema de las leyendas y mitos de las criaturas mágicas.

-Siempre lo ha llevado en la sangre-Interrumpió mi abuela.

-Mamá, creo que tuviste razón cuando me dijiste que debía decirle acerca de sus poderes...siento que la he fallado-Dijo mi madre con lágrimas en los ojos.

Mi abuela se acercó a ella y la abrazó con su cálida sonrisa. Mi abuela jamás ha sido rencorosa; ella siempre me decía: "Pequeña, no te quedes con nada dentro, sácalo porque si no se convierte en una úlcera y te matará poco a poco, el silencio es el más letal de los asesinos"

Yo me reía con todas sus ocurrencias pero ella siempre tenía razón. A pesar de ser poderosa, para mí su superpoder era tener la razón en todo.

-Bueno mis pequeños trozos de cielo, es hora de esperar a nuestros hombretones con un buen vaso de limonada fresquita. Acompañadme a la cocina-Dijo mi abuela animada.

Mi madre y yo la seguimos riéndonos por el pasillo; no sé qué haría sin mi abuela Lele.

Mientras que exprimíamos los limones, alguien llamó a la puerta. Mi madre abrió y mis tres chicos preferidos se asomaron por la puerta con un color muy saludable; parecía que habían comido bien...

-¿Qué tal la comida chicos? ¿Buena, eh?-Le preguntó mi abuela con un tono divertido.

Los tres se quedaron rojos de la vergüenza sonriéndole agradecidos, mientras que mi abuela no cabía en sí de alegría.

-Como os dije mis muchachos, la abuela Lele siempre tiene razón-Decía orgullosa.

-Y ahora no lo dudamos, señora-Dijo Drogo con su preciosa sonrisa.

Admitía que la parte tranquila que estaba viendo en Drogo me estaba gustando mucho. La expresión pícara y porno que siempre me mostraba para hacerme rabiar, era ahora dulce y relajada, me hacía sonreír como una tonta.

Mi abuela nos miraba en silencio con una expresión de alcahueta; ella tramaba algo y estaba segura.

-¡Vaya hombre, se acabaron los limones! ¿Drogo, puedes acompañar a mi pequeña Sun a por más limones?-Le preguntó mi abuela.

-Pero mamá yo compré más, están en...-Dijo mi madre antes de ser interrumpida por mi abuela.

-No hija, ya no hay. Anda pequeños míos id a por limones-Nos dijo mi abuela mientras nos empujaba al exterior de casa y cerraba la puerta tras de nosotros.

"¿Pero qué mosca extraterrestre le pico a mi abuela?"

-Bueno Sun, será mejor que hagamos caso a tu abuela y compremos lo que nos pidió; me veo con una marca de su zapato en el trasero sino le traemos lo que pidió.

Comencé a reírme con fuerza; Drogo había calado a mi abuela a la perfección. Al principio temía que los Bartholy conocieran a mi familia. Pensaba que huirían despavoridos o quedarían traumatizados de por vida, pero no era así. Me hacía sentir verdaderamente aliviada y tranquila.

-La tienda no queda lejos de aquí y aún quedan varias horas hasta que anochezca, si quieres vamos dando un paseo y así ves la ciudad.

Drogo parecía feliz por mi propuesta, haciendo una reverencia como en el siglo pasado. Admito que ese gesto le quedaba realmente bien, anotándose un punto en el marcador de "posible candidato a ser novio de Sun"

-Estaré encantado de que una preciosa e interesante dama como tú me acompañe en un delicioso paseo.

-Admito que ser un caballero te queda bien...

-¿Me permites cogerte la mano?-Me preguntó tímidamente.

Aquel gesto me enterneció el corazón; para mí fue más que eso, significaba que me respetaba y que no me veía como un trozo de carne al que hincarle el diente sino como una mujer que le interesaba de verdad. No pude decirle que no, era demasiado tierno y la verdad, deseaba pasear con él y que la gente pensara que era mi novio.

Caminamos por las calles tranquilas de mi preciosa ciudad. Los cerezos se encontraban en flor y Drogo parecía estar maravillado por aquellas flores. Eran las flores que más me gustaban en el mundo y el ver que Drogo coincidía conmigo me hizo sentir que aquello nos hacía ser más cercanos. Aquellas flores simbolizarían algo especial entre nosotros, el florecer de algo nuevo que poco a poco se abría camino entre nosotros.

Lo tenía más claro que nunca; amaba a Drogo y Nicolae no era el indicado para mí.

Tomé la decisión silenciosa de hablar con él en la noche y decirle lo que sentía; no quería perderlo pero era peor dañarlo y él no lo merecía.