Mi presencia generaba extremos opuestos; estaba la parte de los chicos los cuales unos me miraban de forma obscena, gesticulando de forma que pretendiían excitarme o bien con cara de sorpresa. En cambio, las chicas la mayoría cuchicheaban y se reían y otras estaban a disgusto de que yo acaparase la atención de los chicos.

-¡Silencio, vamos a empezar la clase!-Dije en voz alta.

El murmulló llegó a su fin, pero las miradas intimidantes de unos y otros me hacía sentir nerviosa. Dejé mis papeles en la mesa y comencé a pensar en el orden que daría mi clase.

-Este tema tratará sobre la Antigua Grecia, una época que comenzó en el 1200 a.C, considerada como la edad oscura de Grecia. Se la conoce así debido a la decadencia cultural y de riquezas que azotó la época. Este período comenzó con el hundimiento de la civilización Micénica, de la cual hay muchas hipótesis, pero no hay mucho esclarecimiento acerca del tema.

En cuanto a los motivos de dicho hundimiento encontramos la tesis tradicional, la tesis de los pueblos del mar, factores internos y causas naturales.

¿Cuál cree que fue la verdadera razón, profesora Sun?-Me preguntó una chica amablemente.

-Creo que fue una combinación de factores internos y causas naturales. Hubo mucha rivalidad entre palacios micénicos, lo que provocó el caos y numerosos conflictos fatales, produciéndose así una disminución de los recursos y un aumento de enfermedades.

-Veo que el profesor Jones eligió una buena sustituta-Dijo una voz masculina al fondo de la clase.

Miré al fondo y encontré a un chico moreno con los ojos azules sonriéndome como un idiota; y así empezaba mi primer día.

-Disculpe, ¿Puedo saber su nombre? -Le pregunté a aquel incordio.

- ¿La señorita desea conocerme?

-No, es solo que quiero saber a quien debo de ponerle un cero en actitud-Le dije irritada.

Toda la clase comenzó a reírse incluido él; si se esperaban que iba a ser una profe sumisa y callada iban listos.

La clase terminó antes de lo previsto porque justo hoy era la noche de Halloween e iba a haber una fiesta en la facultad.

Todos comenzaron a salir mientras recogía mis cosas y cuando levanté la vista un chico pasó por delante de mí con los ojos sumergidos en los míos. Sus ojos castaños eran profundos y brillantes y, aunque fue un instante en el que se cruzaron nuestras miradas, me quedé un tanto desestabilizada.

Comencé a caminar hasta mi despacho para poner en orden lo que daría mañana en clase. Mi primer día fue difícil, pero era manejable; me veía siendo profesora y no se me daba mal. Sabía transmitir mis conocimientos a la gente y apenas vi caras aburridas o dormidas.

Me hacía sentir importante y capaz de cualquier cosa.

Cuando recopilé mi horario y mis documentos, los guardé en el cajón del escritorio y salí del despacho cerrándolo con llave.

Caminé por el pasillo mientras que varias miradas curiosas se clavaban en mí. Aquel chico tan impertinente se había escapado de su castigo pero no habría una próxima vez.

Aquel chico de ojos castaños estaba apoyado en una de las taquillas con un aire despreocupado hablando con un chico de cabello negro cuya aura destilaba misterio.
Ambos se me quedaron mirando, uno me miraba con curiosidad y el otro con...deseo.

Dejé de mirarle y continúe caminando. Habían alumnos corriendo con sus caras pintadas y colgando girnaldas o decoraciones típicas de aquella fiesta.

Mi noche de Halloween iba a ser tranquila, la pasaría en casa viendo una película de terror.

Esperar un taxi o autobus me desesperaba asi que decidí ir caminando y aprovechar y comprar la cena. Por supuesto esta noche no iba a cocinar.

Pedí unos tacos y unas patatas fritas con bacon y queso. De postre, un trozo de tarta de queso con arándanos.
Con una gran sonrisa iba caminando pegando saltitos;aquella ciudad me fascinaba. Aquella festividad se tomaba muy enserio en la ciudad pero, por desgracia, no pude preparar un disfraz.
Abrí la puerta y coloqué la cena en la mesa, encendiendo la tele en el canal de terror. Esta noche la programación parecía interesante. Cena y película en casa;mi combinación perfecta.

Mientras que estaba atenta a la pantalla, un golpe sonó en la ventana, haciéndome sobresaltar. Me asomé pero no vi nada, quizás era sugestión.

Pensé que quizás mi cansancio me estaba jugando malas pasadas así que terminé apagando la tele y me fui a la cama, admitiendo que era intimidante dormir entre las sábanas de Sebastián.