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CAPÍTULO 2


Me encontraba en el avión con mis auriculares puestos y un libro entre mis manos. El libro se trataba de las leyendas que encerraba Mystery Spell.

Una de las leyendas que llamó mi atención fue la del lago de los lobos; un lago en el que las lobas van a dar a luz a sus pequeños y la luna los bendice con su fuerza y su magia. Allí es donde se originaron los primeros hombres lobo.

Aquella historia me parecía increíble y deseaba investigarla por mi propia mano. Aprovecharía mi estancia en Mistery Spell para hacer mis propias investigaciones e incluirlas en mi cuaderno.

También se decía que era tierra de otras criaturas mágicas como brujas o vampiros entre otros.

Las brujas decían que se escondían en unas madrigueras bajo tierra para que nadie las descubriera. Cuando llegaba la noche de Halloween se decía que a las tres de la mañana comenzaba la hora de las brujas y que ellas salían camufladas entre todos aquellos que iban disfrazados y se llevaban a los niños con la excusa de darles caramelos. Muchos niños desaparecieron para siempre y no llegaron a encontrar los cuerpos.

En cuanto a los vampiros se cree que un demonio fue rechazado del infierno por rechazar el provocar la muerte de una niña que estaba en el hospital. Aquella niña era hija del reverendo de la ciudad, una niña que sufría de esquizofrenia, razón por la cual deseaban la pureza de su alma. Pero aquel demonio no quiso, quería darle la oportunidad de que viviera una vida larga y feliz.

Desde entonces, aquel demonio caminó en soledad por la ciudad, desterrado por su bondad. Pero un buen día, refugiado en lo que era su hogar que consistía en un hueco en el árbol con una pequeña manta, una bella joven caminaba por el bosque donde él vivía. Ella llevaba una cesta la cual llevaba varios ramos de flores. Aquel demonio se acercó a la joven para admirarla, pero ella lo vio a sus espaldas. Lejos de sentir miedo, ella se apiadó de él y se acercó. Él tenía miedo de ella, pero su bello rostro iluminado por el brillo del sol hizo que él le permitiera acercarse a ella. Aquel demonio estaba desnutrido, sucio y harapiento; malviviendo en el hueco de un tronco seco.

A partir de ese día, la muchacha lo continuó visitando cada día para traerle comida o ropa nueva y su amistad se hizo más y más fuerte.

Aquella amistad se transformó en algo más y un encuentro casual terminó en pasión y ambos sucumbieron a sus deseos, pero aquella chica sufrió un ataque mientras que ellos estaban haciendo el amor, muriéndose en el acto.

De pronto, un demonio apareció dándole la enhorabuena por su gran trabajo; el alma de la niña ya la había conseguido. Aquella hermosa mujer era aquella enferma niña postrada en la cama, el alma que se negó a entregar.

Él volvió de nuevo al infierno, dejando el cuerpo de su amada inerte en el frío suelo. Pero aquella mujer, aunque muerta, quedó encinta y los demonios lo descubrieron por lo que volvieron a por ella. Al cabo de unos meses, aquel cuerpo había sido consumido; el propio bebé se lo había comido.

Y así es como surgió un vampiro y la razón de porqué estaban muertos. Un demonio no posee alma y aquella mujer murió en el momento en el que el óvulo se fecundó. Aquel extraño niño solo se alimentaba de sangre; de lo que se alimentó aquellos meses ya que su madre no podía comer al estar muerta. A raíz de ahí, comenzaron a aparecer los vampiros que todos conocemos.

Aquella historia me fascinaba y me ponía los pelos de punta. No estaba segura si era cierto o no, pero merecía la pena investigarlo.

Mientras llegaba a mi destino tomé mi guía de la ciudad y comencé a mirar sitios históricos. El árbol del que hablaba la leyenda era un viejo castaño que llevaba seco desde hacía muchos años. Era uno de los sitios que sin duda iría a visitar.

Una azafata comenzó a avisarnos de nuestra inminente llegada cerrando mi libro y tomando mi bolso.

La gente comenzó a bajar en masa y yo fui dando tumbos entre la multitud. Sebastián me esperaría en el aeropuerto, cerca de la salida y deseaba verlo cuanto antes.

Siempre tuvimos una buena relación de amistad-, era una mente privilegiada y fascinante. Cada uno de sus viajes era digno de relatarse como un best seller y no me importaría ayudarle.

Su cabello negro y su imponente altura podía divisarse desde lejos. Su sonrisa era tan luminosa que podía verse desde lejos. Una vez que tomé mis maletas sin percances, nos fundimos en un enorme abrazo.

- ¡Sun, cuanto tiempo!

- ¡Igualmente Sebi! -Le dije con una sonrisa.

Él tomo caballerosamente mis maletas y nos dirigimos a tomar su coche. El trayecto estuvo lleno de preguntas hacia su nueva investigación, me parecía un castillo realmente interesante y ojalá pudiera visitarlo alguna vez.

Su casa no pillaba lejos y pronto llegamos. Era realmente bella y acogedora, estaría muy a gusto viviendo allí.


Mientras que Sebastián tomaba sus maletas comenzó a redactarme todo lo que debía hacer en la facultad: Donde estaba su despacho, la dirección de la facultad, teléfonos de contacto y correos electrónicos entre otras cosas.

Mientras apuntaba todo aquello en mi libreta, él llamó a un taxi para que me llevara a la facultad y luego lo llevase a él al aeropuerto.

Aquel bello edificio donde trabajaría apareció; su arquitectura era fascinante, rodeado de zonas verdes y llena de multitud de alumnos. Hoy tocaba clase de historia de Grecia, un tema que me apasionaba, pero estaba realmente nerviosa y Sebastián lo notó.

Cuando bajé del coche él me dio un abrazo y me sonrió diciéndome:

-Lo harás bien, sé tu potencial y no me decepcionarás. Hablaremos a menudo, no voy a dejarte sola ante el peligro.

-No creo que me vayan a morder mis alumnos-Dije riéndome.

-Eso ya lo veremos-Dijo Sebastián con una sonrisa de lado.

Me despedí agitando la mano y apreté mi libro y carpeta contra mi pecho para darme fuerzas. Comencé a caminar buscando la clase PB3 mientras que chocaba con muchos chicos y chicas de uniforme. Yo parecía pertenecer más al mundo estudiantil que al de profesores, pero mi ropa me delataba.

Llegué a la clase y me asomé por la rendija de la puerta; había muchísima gente y comenzaban a sudarme las manos, pero no debía de mostrarme débil o me pisotearían. Abrí la puerta haciendo callar a todos mis alumnos ya que al verme sin uniforme sospechaban que yo era la profesora, pero mi edad desconcertaba.

Me coloqué frente a todos delante de la pizarra y dije con seguridad

-Buenos días, soy Sun Ji y seré vuestra nueva profesora de Historia.

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