CAPÍTULO 14
Capítulo candente...
Los labios de Drogo eran implacables contra los míos. Mis manos sujetaban su torso desnudo como si lo necesitara para no caer al suelo de la impresión. Sus manos sujetaban con indecencia mi trasero,apretándolo como si se tratasen de dos pelotas antiestrés. La chimenea aún ardiendo, mostraba las sombras de aquel bello cuerpo creando la ilusión que aquellos ojos guardaban fuego en su interior.
El beso de Nicolae me había dejado sin palabras y con ganas de más, pero el de Drogo se colaba por cada poro de mi piel. Su aroma marcaba mis sentidos, me enloquecía hasta aterrarme.
Su nombre no podía tener más significado;aquel hombre era como una droga,una vez que la pruebas, estás perdido.
Su risa insolente no se apagaba ni en esos momentos.
—Te dije que te haría temblar,cosita.
—Yo no tiemblo,Drogo;estoy perfectamente...
Mi cara totalmente roja, el sudor que recorría mi columna y mis labios entreabiertos y jadeantes mostraban lo contrario y él lo sabía. Sabía el efecto que tenía en mí y lo aprovechaba al máximo.
—Hora de ir quitando barreras—Dijo contra mi cuello.
Tomó el suéter y comenzó a subírmelo para quitarlo. Por primera vez,tenía vergüenza de que me vieran desnuda.
—Hum...que rico cuerpo...
Se agachó a la altura de mi cintura y comenzó a besarme en el vientre. Su lengua dibujaba formas intrincadas que me ponían los pelos de punta.
Sin previo aviso, me levantó del suelo y me llevó a horcajadas hasta la encimera de la cocina. Me tumbó en toda mi longitud, notando en frío mármol en mi espalda.
—Vamos a ver que tienes en la nevera....umm veo que eres toda una golosa...
"Dios mío que calor tengo..."
—Creo que quedarás deliciosa con un poco de sirope de chocolate—Dijo con el bote en la mano y relamiendo sus labios.
Yo cerraba mis ojos intentando calmar los latidos de mi corazón desbocado. El contacto de algo frío sobre mi barriga hizo que diera un respingo. Drogo vertía chocolate sobre mí, provocando millones de sensaciones y hormigueos por todo mi cuerpo
-Noto como tiemblas cosita...sólo estoy empezando...
Drogo abrió mis piernas, desabotonando el botón de mi pantalón. Aquella prenda fue deslizada por mis piernas con suavidad mientras que sus ojos incandescentes me miraban desde una perspectiva indecorosa.
-Que bonita ropa interior, lástima que mi hermano no vaya a disfrutarla-Me dijo con una sonrisa de lado.
-quizás algún día si que le deje-Le dije con picardía.
"A este juego podemos jugar dos"
-Después de que pruebes el sexo conmigo, no repetirás con otro, cosita.
-Quizás no me guste, soy difilmente impresionable.
Drogo comenzó a reírse de forma malévola, tomando mis braguitas con los dientes. Con sus manos fue descendiendo aquel trozo de tela, mientras que su lengua acompañaba aquel dulce camino.
Comencé a gemir más fuerte. Su respiración iba mezclándose con el tibio contacto de su lengua haciéndome estremecer.
-Voy a tener que esforzarme más para sorprenderte...
Tomó mis piernas y tiró de ellas hasta dejarme sentada en la encimera de la cocina. Su boca descendió hasta mi húmedo interior; dios nadie me había hecho eso.
Mis relaciones eran bastante tradicionales por lo que el sexo oral no estaba dentro de los planes de ninguna de las parejas que había tenido. Todas coincidían de que era algo sucio y que no era agradable de hacer. Pero en este momento me daba cuenta que todos aquellos hombres que pasaron por mi vida eran idiotas.
Su lengua jugueteaba con mi más húmeda profundidad mientras sus manos masajeaban la cara interna de mis muslos. Mis gemidos se convirtieron en gritos, agarrándome con fuerza del cabello de mi rubio de bote.
Comencé a reírme como una demente, era tal mi felicidad y mi liberación que parecía que había enloquecido. Entre mis piernas pude ver como Drogo me sonreía maliciosamente, apretando más su agarre y lamiéndome con más rapidez e intensidad.
Me acosté de golpe de la impresión del orgasmo que se aproximaba a mí. Sus dedos seguían el mismo baile que su lengua y yo tenía que agarrarme al borde de la mesa para no caer al suelo de los temblequeos que estaba sufriendo por doquier.
Drogo se colocó encima de mí relamiéndose como si se hubiera dado un festín. Comenzó a quitarse los pantalones y toda la ropa que le faltaba por quitarse. Me tomó en brazos para quedarme de nuevo sentada en el borde de la encimera.
- ¿No vamos a hacerlo en la cama? -Le pregunté.
-Querida Sun, esta noche no vas a pisar la cama.
Y de una embestida me calló de golpe.
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