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Capítulo Único

Los latidos de su corazón en sus orejas no lo dejaban escuchar bien, y lo frío que empezaba a sentir mientras más se acercaba a la editorial Yae, era algo que de verdad le asustaba. No por Yae Miko que siempre le ha parecido intimidante, sino por Lumine que lo esperaba.

¿Hace cuánto se conocían? No lo recordaba claramente, pero esos días donde solamente la veía lo dejaban con más dudas de lo que sentía. Su gran belleza era de otro mundo, y esa forma tan delicada al hablar le encantaba, así como los días que comparten juntos y le correspondía de una manera tan natural.

Juntar el entrecejo y respirar profundo era lo que necesitaba para darle ese empujón de caminar a ella.

—¡Lumine!

Caminó intentando parecer sereno, pero al momento que le vio el rostro no podía creer lo que veía. Esos enormes ojos ámbar y esa postura tan elegante eran su debilidad.

—Por un momento creí que no vendrías —musita ella.

Estaba frente a aquella dama, y aún con vergüenza la miró fijamente, no podía echarse atrás después de declarar sus sentimientos en aquella carta que le envío hace 2 semanas atrás.

La rubia río levemente y ladeó el rostro, parecía muy divertida con lo ante dicho por él.

—¿Por qué no vendría? Yo fui quien pidió hablar aquí. Lamento llegar tarde, Lumine.

—Solo lo pensé —sonrió.

Gorou apartó la mirada, no estaba muy contento, pues este día definiría qué pasaría con ambos. Estaba listo para cualquier batalla, pero no para un corazón roto.

—Ven, caminemos —le pide ella.

La bella mujer caminó por delante de él, dando pasos cortos muy tranquila. El sol del atardecer caía ante todo a su alrededor y por supuesto, en Lumine; reflejando sus rubios cabellos y relatando el blanco de su vestido. Las hojas de los árboles caían con suavidad a cada paso que daban y el sonido del mar relajaba a Gorou de algún modo.

¿A dónde irían? No lo sabía y tampoco preguntaría, solo quería seguir tras ella, pensando en lo hermosa que se miraba en aquel ángulo.

—¿Qué tanto te gusta el mar? —Pregunta ella.

Lumine se acercó lentamente al agua, y en cuclillas se hincó a tocar la humedad de la arena, esperando la respuesta del chico.

—Es hermoso, sin embargo, preferiría un lugar sin tanta humedad. Pero me gusta mucho, es maravilloso.

—Ya veo...

Después de aquellas palabras no se mencionó nada más. Cada minuto sin hablar era eterno, y él no estaba seguro de mencionar el tema principal de su encuentro. Le daba tanto miedo su respuesta que por un lado pensó en ya no decir nada, pero tomó fuerza desde adentro de su pecho y soltó en un segundo:


—¡Quiero hablar contigo!

—Gorou...

Ambos hablaron al unisono, provocando que se observen mutuamente. El sol estaba en su punto perfecto, reflejando rojizos destellos en el agua por el cielo que se tornó naranja, era un ambiente perfecto para salir llorando o bien, afortunado.

—No sé como tomaste la carta, tampoco sé si seré correspondido o si piensas que es una broma de mal gusto. Pero, para eso estoy aquí.

Lumine se levantó de la arena y Gorou se acercó un poco más a ella. La tenía a casi un metro frente a él.

Sentía como el abismo lo consumía y lo frenético de sus emociones recorriendo su cuerpo. Ese sentimiento era aterrador.

—Tu presencia hace más fácil todo para mí, me haces sentir especial —baja la mirada levemente—. Cuando estoy contigo siento que soy tan fuerte como lo dices y me creo capaz de todo cuando estamos juntos. Me haces sentir mejor en todos momentos con solo pensar en ti, en ayudarte y que sigas sonriéndome. Me gusta tu valentía que queda bien conmigo, y lo hermosa que eres. En verdad anhelo que me mires y... Puedas pensar que también soy único para ti.

El general levantó la vista, encontrando el bello rostro pálido de su compañera. Se podía percibir el carmín de sus pómulos y esa sorpresa en toda su cara. No tardó mucho hasta que esos rosados labios hicieron una bella sonrisa ladina. Dio dos pasos cortos, quedando tan cerca de él. Temía por su respuesta, le aterraba la idea de ser rechazado por ella.

Lumine, acercó sus bellas manos a su rostro, tocando sus mejillas. Gorou bajó con suavidad las orejas por la delicadeza del tacto. No podía creer lo que sucedía, de verdad le estaban gustando esas caricias tan tiernas que parecían un sueño.

—Gorou, también me gustas...

Ambos conectaron sus  miradas, y en el bello rostro del chico se apreciaba la impresión, la pena, felicidad, todo en una bomba emocional. Era inexplicable la sensación tan hermosa que sentía por haber escuchado aquellas palabras. Una joven princesa tan hermosa como ella fijándose en él.

—Llumine... A-ah... De ahora en adelante, ¿puedo ser yo quien te acompañe en tu viaje? Quiero ir contigo a donde quiera que vayas...

Gorou llevó sus manos a las de ella, tomándolas con delicadeza. Lumine soltó una ligera risita, acortando la distancia entre ambos.

—Por supuesto que sí.

El castaño sonrojado apretó levemente sus manos. Todo estaba saliendo a la perfección, tal y como lo había imaginado desde la perspectiva perfecta.

Respiró hondo y observó los labios de su compañera. Deseaba tanto besarla que lo hipnotizo mirarla.

—No lo pienses tanto —murmura ella bajando el rostro.

¿Fue tan obvio? Instantáneamente la sangre le subió a la cabeza, y el corazón le latía más rápido, sentía que podía desplomarse ahí mismo.

—¿Q-qué dices...?

—Hum...

Era su oportunidad, el momento perfecto para hacerlo. Negó repentinamente para deshacerse un poco de los nervios y en un impulso se inclinó a ella para buscar su rostro cabizbajo que miraba a la arena.

—Lumine.

Suavemente, con los dedos tocó su mentón para levantar el fino rostro de Lumine, y ahí vió nuevamente el destello en sus ojos que le otorgaban vida, dándole valentía para acercarse tanto y colapsar sus labios con ella. Lumine atónita al afecto del chico, cerró los ojos, coincidiendo con el ritmo de él, logrando un bonito beso. Entre el acto, lumine lo abrazo del cuello y Gorou tan cerca de ella la tomó por la cintura. Cuando separaron sus bocas, ella recargó su rostro en el pecho del chico, ahora abrazándolo de la cintura, y este pasó sus manos por su espalda.

No conseguía asimilar lo que había sucedido hace un instante. Los labios de su enamorada eran tan suaves, tan deliciosos de besar que quería hacerlo otra vez.

—Creo que ya debería regresar.

—No lo dices en serio, ¿verdad? —responde con una risa de por medio.

—Claro que no —sonríe.

—Quédate conmigo.

Ambos intercambiaron miradas. Por supuesto que Lumine quería, pero era imposible no pensar que era muy pronto para visitar su casa.

—No te preocupes, me quedaré en alguna posada cerca.

—Lumine, no quiero que estés fuera buscando algún lugar donde dormir si puedes venir conmigo. Oh, aparte puedo prepararte algo de comer, supongo no has comido, ¿o sí?

—¿De verdad puedo hacerlo?

—Claro. Siempre.

Gorou le extendió su mano y Lumine avergonzada la tomó. Era algo nuevo para ambos hacer ese tipo de actos, aunque no era tan extraño, después de todo se conocen muy bien y confiaban el uno con el otro.

Llegaron a una casa no muy grande, al entrar se podía deducir que Gorou no vive ahí, solo duerme en ese lugar. Lumine se sentó en una de las 2 sillas que rodeaban la pequeña mesa y se dispuso a observar con curiosidad.

—¿Quieres comer algo?

—Claro.

—En la mañana compré comida y algunas frutas, ya que estaré en casa por un par de días.

—¿En serio? ¿Por qué? —lo mirá.

—Pedí tres días para descansar, el trabajo ha sido muy pesado últimamente y no me ha hecho muy bien.

—¿Te sientes mal? —menciona con preocupación.

—Me siento muy estresado y últimamente me duele la espalda —dice tocándose el cuello.

—Te ayudaré a preparar la comida, después de comer ve a descansar.

Al terminar de cocinar, Gorou se recargó en el marco de la puerta de la cocina y Lumine se quedó cortando un poco de fruta. La miraba por atrás con una tenue sonrisa en los labios. No podía creer que esa mujer tan bella ahora era su novia.

—¿Quieres? —lo mira por detrás de su hombro.

El muchacho caminó hasta ella, miró el plato de frutas y Lumine le acercó con un tenedor un pedacito de mango. Este lo comió gustoso y ella le sonrió.

—¿Está bastante dulce, verdad?

Cuando Lumine volteó a él, se percató de lo atento que este estaba a ella; mirando fijamente como movía las manos al cortar la fruta. Ambos no dijeron nada, hasta que Gorou soltó un pequeño suspiro. Ella dejó el cuchillo y volteó a verlo, haciendo que él la mire devuelta. La belleza del Gorou era adorable, pero fiera a la vez, le gusta mucho ese hombre.

Delicadamente se acercó a él, llevando sus manos por sus hombros hasta posar por detrás de su cuello, Gorou bajó la mirada muy sutil, y ella tiró de él para atraerlo a su boca y dejar nuevamente dulces besos en sus labios. El beso que llevaban era un poco diferente, tal vez frenético e intenso, pero no se detuvieron a pensar en ningún momento y siguieron así hasta que uno de los utensilios cayó al piso. Ambos fijaron sus miradas al cucharón, pero Lumine con ambas manos en las mejillas de su novio le giró el rostro para volver a lo que hacían.

Las caricias en su cabello que pasaban por sus suaves orejas le hacían disfrutar más de ese beso, por tal acto también empezó a tocar a Lumine con ternura, iniciando por su cintura. Los besos intensos y la armonía que conllevaban encendía algo nuevo en ambos. Aquello los hizo separarse muy poco. Tal vez era muy excesivo tocarla así durante un beso tan agresivo.

Gorou apartó sus manos discretamente, pero Lumine las volvió a posar en ella. Él sentía tantas emociones en ese momento que su esponjada cola lo delataba. Por supuesto que estaba siendo seducido por ella, no iba a negarlo y tampoco se mentiría así mismo que le encantaba ese momento.

Este se acercó a sus mejillas y beso un par de veces hasta hacer que Lumine volteara a él. Al conseguirlo, Gorou le tomó la mano, apagó el fuego de la comida y de soslayo la observó. No sabían cómo avanzar a más de un beso, pero la cocina no era el lugar indicado para intentarlo. Al menos la primera vez.

El chico la guío por fuera de la cocina, entrando a su habitación. No era un lugar muy grande y solo estaba equipada con lo escencial. Pero se sentía acogedor y cómodo. Ambos sabían que sucedería, por ello, sin perder más tiempo volvieron con esos besos llenos de dulzor. Gorou se sentó sobre la cama y su bella novia subió a sus piernas. La poca luminiscencia en la habitación provocaba más confianza en empezar a retirar sus prendas, y sucedió. Sin miedo o vergüenza, Lumine desabrochó su vestido, dejándolo caer al piso frente a él. La combinación perfecta entre lo hermoso y lo exitante le invadió los sentidos. No paraba de mirar lo hermosa que es su espalda descubierta y su abdomen que le generaba ganas de besar, o esa forma ingenua de mirarlo mientras se retira la ropa íntima.

—Eres preciosa...

Él con una tenue sonrisa en sus labios, tomó su mano y dejó un beso por encima. Lumine empezó a sentir escalofríos y su corazón latir inconmensurable por la nueva sensación. Gorou se levantó y frente a ella se quitó cada parte de su ropa, dándole una bonita vista a su novia. No sentían vergüenza de mirarse y tocar sus pieles al acomodarse en la cama, sino todo lo contrario, les causaba un sentimiento emocionante por la calidez de sus pieles. La silueta de Lumine en la cama, sin ropa, expuesta de una forma que solo él puede ver le generaba cierto placer interno. Algo que solo él podía entender.

Se tomaron de las manos al mismo tiempo que él se acomodaba mejor por arriba de ella. Avergonzado tomó aire y la miró. No estaba seguro que posición tomar.

—No sé qué hacer... —le susurra él de forma elocuente.

—Yo tampoco...

Ambos se sonrieron y él prosiguió a inclinarse a ella para besarla, manteniéndola cautiva con las manos. De sus labios bajó a su cuello, lugar donde dejó pequeños besos. Lumine respiraba profundo, soltando el aire en suspiros y gemidos, acto que intensificó el tacto del chico por el estímulo de escucharla. Le soltó las manos y ella inmediatamente las pasó por su cálida espalda. Se daban besos una que otra vez, pero también tocaban sus cuerpos con tanto vigor que no se inmutaban por quejarse en lo bajo. Cuando Gorou apretaba sus piernas o uno de sus pezones, Lumine gemía fuerte, y eso le gustaba a él. Verla así le otorgaba felicidad y lo exitaba más.

Su erección tocaba la húmeda vagina de su novia, y cada que sucedía suspiraba por lo caliente que sentía. Por supuesto que miraba mucho la feminidad de su novia, y deseaba mucho de ella. Pero también adoraba tocar sus brazos y besar su pecho, no sabía qué hacer con tanto. Lumine delineó sus cejas con la yema de sus dedos, provocando una vez más que se miren.

—Ya puedes hacerlo.

—¿Segura?

La rubia asintió ladeado el rostro. El general encantado, bajó la vista nuevamente a su vagina y al mismo tiempo su mano. Ella por el contrario tenía el rostro hirviendo de pena, pero no le disgustaba. Se sentía muy querida por él.

—¿Puedo...?

—Sí —se lleva una mano a la boca.

Con seguridad tocó superficialmente, moviendo sutilmente los dedos de arriba a abajo, luego de lado a lado mientras disfrutaba de los gemidos que le provocaba a su novia. Por cada segundo que pasaba, se sentía más mojada, y más resbalosa esa zona. Al darse cuenta que a ella le gustaba lo que hacía, decidió presionar un poco sus dedos, provocando que de Lumine saliera un gemido más placentero. Extasiado por ella, tomó su miembro y acarició su vagina con el, provocándose así mismo un par de gemidos.

—Si quieres que me detenga, dime, por favor.

—Lo haré.

Este dejó un beso en sus labios y acomodó con más libertad las piernas de su novia a los costados de él. Con cuidado acercó su pene a ella, empezando a hacer presión con sus intimidades. Lumine apretó las manos a las sábanas y se quejaba de dolor, haciendo que él se detuviera por momentos hasta que ella le pidiera seguir.

—Lu, no quiero lastimarte...

—Está bien, no me vas a lastimar...

Ella acarició sus brazos y este suavemente volvió a intentarlo. Lumine se aferró a su espalda y al paso de minutos, él intensificó la presión entre ambos, logrando penetrar suavemente. En ese instante el soltó un suspiro tan extasiado que fue acompañado por otro de su novia. La sensación era completamente nueva, bastante rigurosa y se sentía bien en todas partes de sus cuerpos. Aunque para Lumine a ese punto aún era poco doloroso, se sentía bien con esa sensación.

¿Estás bien...? —le pregunta dejando un beso en su frente.

Lumine le sonrió y susurró un "sí" en sus labios. La forma tan bella en que le hablaba le daba a entender que estaba bien seguir. Por ello, continuó con embestidas muy lentas, hasta llegar totalmente dentro, Lumine suspiraba con pesadez manteniendo su mirada en él. Tenerlo encima de esa forma, con las orejas inclinadas por atrás la tranquilizaba mucho que solo sonrió cerrando los ojos. Gorou se inclinó a besarla y entre el beso, dio las primeras acometidas profundas, ella se separó de sus labios para quejarse y al mismo tiempo subió sus piernas por la cadera de su novio. Él con su esponjada cola rodeó sus piernas y con una mano tocaba uno de sus muslos, Lumine no pudo evitar pasar sus uñas por su espalda, su cuello y sus clavículas perfectamente marcadas. Todo iba tan bien para ambos. Las penetraciones totalmente adentro las sentía con poco dolor por ser la primera vez, pero le gustaba lo que sentía cada que Gorou chocaba contra ella. Él pensaba demasiado en su bienestar y en querer complacerla, haciendo que empezara a aumentar su rudeza, dando penetraciones más rápidas. Lumine placentera le enterró las uñas en la espalda sin llegar a lastimarlo y él se inclinó tanto que ella lo mantenía abrazado del cuello, ambos se regalaban gemidos a sus oídos y por supuesto que eso intensificó sus hormonas. Era inigualable esa sensación que sentía al entrar y salir de ella, y ella el sentir la presión y desliz de cada profunda y exitante penetración. El fluido que compartían era tanto que facilitaba todo. Finalmente él le dio una embestida fuerte, para luego salir de ella y eyacular fuera. Al momento ella lo miró soltando un fuerte gimoteo, viendo como este se quejaba mientras se tocaba y salía aquel fluido blanquecino de su miembro. Era emocionante verlo así, pero apartó la vista para no avergonzarlo.

S-se sintió bastante bien... —le dice ella entre un suspiro.

Gorou aún entre sus piernas le sonrió ampliamente. Se veía cansado, muy agitado pero aparentemente contento.

—Me encantas, Lumine.

Ella se apoyó con los brazos, levantándose hasta quedar sentada frente a él. Ambos mirándose con amor, se abrazaron fuertemente hasta recostarse en la cama. Gorou se apegó a ella, escondiendo su rostro sobre su pecho y Lumine acarició sus cabellos y orejas mientras le dejaba dulces besos.

—¿Te siente bien? —le murmuró él.

—Demasiado bien.

El general la abrazo con fuerza y seguido la miró sonriente, ella correspondió haciendo lo mismo, y el procedió a besar todo su rostro. Lumine reía por eso. Le encantaba sentirse tan cómoda con él.

—¿A dónde irás mañana? —le susurra Gorou.

—No lo he pensado.

—¿A dónde quieres que te acompañe?

Lumine soltó una pequeña risita.

—¿Por qué estás riendo?

—Cuando dijiste que quieres ser mi acompañante en cada uno de mis viajes, lo sentí como si fuera ser hasta encontrar a mi hermano.

—¿No me crees?

La rubia volteó a verlo incrédula.

—¿Lo decías en serio?

—Por supuesto. No puedo dejar que corras peligro cada que sales.

—Gorou, pero tienes cosas que hacer aquí. No bromees conmigo, por favor.

—Sí, tal vez tengo muchas cosas que hacer. Pero veré cómo arreglar todo antes de irme.

—¡No! No tienes que hacer eso.

—Quiero hacerlo.

—¿Por qué? ¿Por qué ahora?

—Porque me preocupas. Siempre he querido ayudarte y ahora que seremos más cercano, podré hacerlo mejor. No lo iba a hacer si no me aceptabas como tu novio porque sería incómodo para mí que te acompañe mientras siento algo por ti.

—¿Por qué quieres hacer eso? La gente aquí te necesita.

—No precisamente a mí, a mis tropas también. Confío en ellos, son capaces de todo.

—Ellos necesitan un líder como tú.

Gorou miró el techo con el ceño fruncido.

—¿Gorou?

—Dime.

—¿Estás enojado?

—Lumine, de verdad quiero estar contigo...

—Pero no puedes hacer eso por mí. Tú tienes una vida aquí...

—Quiero ayudarte.

—Hazlo, pero no seas extremista.

—Quiero ayudarte a encontrar a Aether. ¿No es por lo que estás aquí? Quiero verte completamente feliz, y qué mejor si te ayudo a cumplirlo.

Lumine se quedó callada por un par de minutos. Ambos seguían desnudos, solo que no abrazados como antes. Gorou boca arriba con los ojos cerrados y ella de lado mirándolo. Nadie aparte de Paimon se ha ofrecido a acompañarla hasta encontrar a su hermano, y que él lo quiera hacerlo, le parecía irreal.

Los ojos le brillaban por las lágrimas y su cuerpo empezó a temblar por el frío. El joven se percató de eso y la miró repentinamente.

—¿Qué sucede?

Su hermosa novia extendió sus brazos a él, abrazándolo fuertemente, Gorou hizo lo mismo al instante y besó su bonita cabellera que ahora estaba cubriendo su rostro en totalidad. No tardó en que se empezara a escuchar sus lamentos, preocupando a su pareja.

—¿Está todo bien? ¿Por qué lloras?

La rubia se apegó más a él, escondiendo su rostro en su pecho. El general estaba asustado, no sabía qué hacer si ella no respondía nada.

—¿Necesitas algo?... Dime algo, Lu.

—¿De verdad te quedarás conmigo...?

La viajera levantó la mirada, con los ojos húmedos y la cara un poco rojiza.

—Por supuesto que sí. Es una promesa.

El castaño se acercó a besar sus labios de forma tierna y pasó su mano por sus mechones, haciéndolos hacia atrás.

—Eres muy hermosa, ya te lo dije, pero no puedo parar.

Ella sonrió y él se separó de ella y se levantó de la cama para tomar una frazada limpia. Lumine se acomodó y él la cubrió con la cobija para luego volver a recostarse con ella. Ambos se volvieron a abrazar, solo que ahora más calientitos y con ganas de descansar.

—Te quiero, Lumine...

—Yo mucho más.

Ambos durmieron plácidamente, tranquilos, acurrucados cual enamorados; quella noche fue agradable para ambos, algo único y que jamás se repetiría de la misma manera.

Un beso que se convierte deseo y un deseo que se convierte en realidad. Es claro que lo mejor no es la caricia en sí misma, sino su continuación por la vida.

Escrito por @WolfieGrow

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