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〔03〕

"Acercarse. Es más cuestión de ganas que de kilómetros"
— Esme Jiménez.

9 años después (1810).

En los años en que Hyunjin iba viviendo a dependencia y junto al príncipe heredero, ha aprendido a conocerlo, más que nadie el vampiro estaba seguro que lo conocía de pies a cabeza, para él, Yang Jeongin era lo más predecible hasta el momento.

Mientras fue creciendo, el bebé baboso que reía por todo, se convirtió en un niño de 10 años con una personalidad juguetona y algo tímida, creció con una perspectiva bastante...inocente de su alrededor.

Hyunjin no podía mentir, era su culpa.

Para la actualidad y como un error que comenzó desde un grano de arena hasta formarse en una bola enorme de tornado, Hyunjin sabe que se equivocó a desarrollar una especie de defensa personal alrededor de Yang Jeongin.

Si Jeongin veía una serpiente y chillaba de miedo, él se encargaba de convertirlo en cenizas...bueno, a Jeongin parecía aliviarlo más aquello que un animal deslizándose con rapidez cerca suyo. Si el príncipe le tenía miedo a la oscuridad él prendía los focos de todo el reino y no los apagaba hasta que el niño duerma, incluso si todo el reino hacia un disturbio por las "fallas eléctricas".

Le había cedido todo desde el primer momento, que el mayor error fue no dejar que se haya desarrollado solo con una perspectiva real del mundo.

Lo comprendió cuando en un momento de torpeza del príncipe heredero frente a su padre, éste se enfado tanto que lo abofeteó frente a todos los sirvientes del templo, frente a su madre, frente suyo.

Frente suyo, y él no supo que hacer.

¿Qué haría?, ¿matarlo?, ¿que iba a hacer cuando la gente se vuelva loca por una fuerza misteriosa acechando y asesinando a aquel que toque a Yang Jeongin?. Lo iban a tachar de toda clase de monstruosidades, como ser el hijo de un demonio o poseer el respaldo de algún ente maligno.

Si eso pasaba, podrían llegar tan lejos hasta intentar quemarlo vivo a sus 10 años.

Así que cuando Jeongin cayó al suelo por la bofetada y sus ojos se llenaron de lágrimas por la impresión y el miedo pudo comprender que cometió un error enorme. Y le tocó morderse la lengua y apretar los puños mientras escuchaba al rey gritarle al infante que solo lloriqueaba y buscaba con la mirada consuelo y protección en su madre, quien solo apartaba la mirada.

Jeongin fue castigado de aquella forma por haber comido su sopa de una forma inaceptable, si bien Hyunjin nunca hizo nada cuando el príncipe tomaba su cuenco y bebía todo el contenido sin utilizar la cuchara. Fue distinto para el rey quien por obras de algún ser maligno prefirió ese día por comer por primera vez con su hijo a quien dejó al olvido.

Tal vez Jeongin no hizo el procedimiento correcto, ¿pero cómo podría saberlo si nadie intentó enseñarle nunca?. Claro que para el razonamiento del rey, abofetear a su hijo y arrojar el cuenco contra el suelo fue el mejor método de enseñanza, generando así un miedo irrazonable dentro del menudo y frágil cuerpo que ahora se levantaba y huía del templo en llantos lastimero sin ser detenido por nadie.

Volteando Hyunjin observó al rey carraspear afónico de tantos gritos y tomar asiento sobre su almohada maldiciendo cosas por lo bajo mientras su reina bajaba la mirada y volvía a la comida al igual que los sirvientes a sus deberes.

Al ver que tenía intención de seguir comiendo Hyunjin relajó su cuerpo y concentró la mirada en el cuenco con sopa aún lleno, y entre cerrando los ojos comenzó a calentar la temperatura del líquido hasta ver el humo escapar de este.

Estuvo satisfecho cuando el rey no prestó atención creyendo que la sopa ya se hallaba tibio luego de la contienda, y cuando se llevo una cucharada de la comida en la boca sin miramientos disfrutó el siseo alto junto a la maldición en gritos al quemarse la lengua.

Volteando salió del templo y concentró sus sentidos en el ruido del exterior. Apenas captó el llanto y las pisadas bruscas saltó fuera del hogar del rey y cayó sobre un árbol al centro del bosque, observando desde arriba a Jeongin correr entre los árboles frotando su rostro empañado avanzando prácticamente a ciegas.

Saltando nuevamente avanzó al otro árbol y cayó frente suyo antes de que Yang Jeongin choque contra él. Deshizo el aura invisible y no se movió ningún centímetro cuando el príncipe chocó contra su cuerpo al no pillar su presencia y terminó retrocediendo hasta caer al suelo.

Ni siquiera levantó la mirada para ver al intruso que obstaculizó su camino, cubrió sus ojos y lloró con fuerza mientras Hyunjin lo observaba, lo dejaba descargarse cuidando de no escuchar algo inusual que ponga en peligro la ubicación en que se encontraban.

—U-usted... —luego de minutos la voz quebrada del niño llamó la atención de Hyunjin, observando como hipaba y se ponía de pie torpemente—. U-usted aparece en los momentos más tontos por las cosas más tontas, pero no a-apareció ahora —hipó y finalmente lo miró.

Hyunjin no cambió su expresión severa e inmutable, recibiendo los ojos hinchados por el llanto y la mirada brillante a causa de las lágrimas, el rostro sucio por frotarse tanto luego de tocar tierra y la ligera hinchazón en la mejilla a causa del golpe.

Acercándose los pasos que los separaban tomó el mentón del menor y lo hizo levantar la cabeza observando la herida de cerca.

—Deberías dejar de llorar y concentrarte en curar esa herida, príncipe heredero —respondió evadiendo las palabras y no cedió cuando el labio inferior de Jeongin tembló vulnerable y sus ojos se oscurecieron, no era la respuesta que quería.

Alejándose de su tacto lo rodeó sin decir palabra alguna y siguió su camino esta vez sin echarse a correr. Hyunjin se volteó para observarlo unos segundos y suspiró pesadamente al notar su aura de rencor, estaba molesto y triste y él lo entendía. Sin embargo, acababa de caer en cuenta de su error y no podía correr a disculparse y decirle que para la próxima cortaría la mano del rey, eso era nuevamente hacer que generará una dependencia y tranquilidad por su presencia que no debía.

Pero no se negó a seguirlo, sostuvo sus manos detrás de su espalda y lo siguió con pasos relajados cuidando la distancia, por cada paso cayendo en cuenta de a donde se dirigía el niño que a juzgar por el latir de su corazón y la respiración pausada ya iba calmándose y aceptando lo que había ocurrido.

Como esperaba Yang Jeongin encontró las cascadas fuera del bosque al otro lado del reino. No era un camino extenso considerando que el bosque no era inmenso. Se detuvo pasos atrás de las piedras observando al príncipe subir a la pequeña piedra y con cuidado acostarse apoyado en el suelo para así meter la mano dentro de las aguas verdes y comenzar a relajarse con la corriente cosquilleando en sus dedos.

Volteando Hyunjin observó hacia arriba a las cascadas de agua caer sin compasión en un ruido relajante y semejante a burbujeos, árboles de distintos tamaños rodeaban las rocas sosteniendo las aguas y bajaban hasta rodearlos de vista verde, se sentía tan exterior al mundo que había al otro lado de ese escenario que el vampiro se permitió aceptar esa ofrenda de relajación y se acercó a niño que reposaba la cabeza en su brazo y observaba el agua fluir entre sus dedos.

Acuclillándose no pudo evitar observar de reojo la mejilla que se veía a la vista y la cual fue lastimada, y pudo bajar los hombros complacido al ver que efectivamente la hinchazón y el rojo por la irritación ya no estaba, el príncipe se concentro en curarlo y la pasada herida ya solo era un recuerdo.

Observando el río se concentró por un momento en la aura de Yang Jeongin. El latir lento y desanimado de su corazón le molestaba un poco, y sobre todo su silencio le generaba una ligera ansiedad del porqué no le dirigía la palabra. El príncipe heredero era alguien que sin parar parloteaba a su alrededor de toda clase de cosas.

Desde cuentos de hadas, hasta lo que aprendía junto a los niños de su edad, farfullando que muchos eran especialmente tontos y no se parecían a él, al "Señor de la cara pálida", como lo llamaba el menor quien por más que insistió Hyunjin no le concedió el ser sabedor de su nombre.

—¿Estás triste? —preguntó lo obvio, tan solo en un intento de hacerlo hablar.

Escuchó el largo suspiro del niño, y no le respondió. Definitivamente le estaba haciendo la ley del hielo.

—¿Quieres saber por qué no intenté interferir hace un momento? —Yang Jeongin nuevamente no respondió pero Hyunjin pudo adivinar la respuesta con el simple acelerar de su corazón.

Suspirando Hyunjin observó las aguas casi cristalinas y extendió sus dedos, comenzando a levantar una ola grande hacia arriba y atrayéndolo hacia ellos, separándolo en dos y comenzando a realizar giros llamando así la atención de Jeongin.

—¡Woah!... —el príncipe exclamó apoyándose sobre sus manos y Hyunjin observó su perfil iluminado con más liviandad, los ojos brillantes del príncipe se quedaron embobados por el espectáculo mientras iba subiendo la cabeza a la par en que Hyunjin levantaba las olas.

Eso hasta que pilló que estaba fraternizando con su nuevo "enemigo", y su mirada se apartó mientras se cruzaba de brazos infantilmente cayendo sentado cruzando las piernas. Sonriendo ligeramente Hyunjin dejó caer la ola de un chasquido y no se arrepintió cuando el agua salpicó y Jeongin chilló molesto por haberse mojado.

—¡Me he mojado por completo! —puchereó apartando su cabello húmedo de los ojos.

—Ya estabas sucio de todos modos —se burló ligeramente recibiendo un nuevo quejido mientras volvía a cruzarse de brazos y se arrastraba hasta darle la espalda.

—El señor con la cara pálida es un tonto —Hyunjin se sintió ofendido, hasta indignado, pero no podía ponerse a dramatizar con un niño, así que simplemente calló con una ligera sonrisa en los labios.

Unos ligeros minutos de silencio, Hyunjin se permitió disfrutar el burbujeante sonido de las olas, de las hojas de los árboles meciéndose y el latir lento de un corazón joven a centímetros suyo. Apoyándose sobre sus manos hacia atrás observó el cielo con nubes esponjosas antes de hablar.

—No estaré para siempre a tu lado, príncipe heredero —contó, sin apartar la vista de aquel paisaje, consciente del latir acelerado de Jeongin—. Sólo soy alguien fugaz, por más que quieras o creas que podrás depender de mí, no será así. No tienes que llegar hasta el punto de necesitarme porque una vez me vaya, te perderás en este mundo atroz...lo que precensiaste antes es lo que envuelve aquello que es atroz, y tú no quieres ser débil y no saber enfrentarlo, ¿cierto?.

Hyunjin no esperó una respuesta, en realidad dejó que las emociones negativas y descontroladas de Yang Jeongin tomen su curso para poder mermarlas, oyendo como el corazón latía desbocado y viendo la aura triste y lastimada, como los pequeños hombros bajaban y la tristeza se reflejaba al rededor del príncipe heredero.

—¿Quien es usted en realidad, señor? —Hyunjin bajó la mirada del cielo, se preguntó como una voz quebrada e infantil podía causarle tantas incomodidades a su pecho, a su característica tranquilidad siendo removida.

—Mm...¿una persona que ha vivido muchos años? —Hyunjin percibió al niño girar lentamente y con recelo hacia él, subiendo las piernas y abrazando sus rodillas mientras descansaba el mentón sobre estas.

—¿Cuántos? —indagó curioso, el vampiro ya pudo saber que Jeongin estaba evitando las conversaciones difíciles a como de lugar.

Así que decidió apoyarlo sin refutar, no lo iba a forzar a comprender algo que para su pequeña edad no estaba capacitado de hacer, entender lo inexplicable es un hilo sin sentido.

—Muchos...decirme señor seria poco —Jeongin soltó un murmuro pensativo.

—Sin embargo creo que el señor me esta mintiendo, no creo que haya vivido tantos años. No necesita fingir ser fantástico, para mí ya lo es —pestañeando Hyunjin bajó la cabeza ante la voz suave y sincera, había tanta seriedad en palabras absurdas que la inevitable ternura lo abrazó como una manta mientras fingía soltar un sonido de indignación.

—¿No me crees?, tú falta de confianza puede lastimar, príncipe heredero —dramatizó lastimero mientras recibía risitas divertidas por su voz infantil y ofendida.

—Entonces señor, dígame cuantos años tiene, ¡juro que voy a creerle! —intentó convencer.

—Sin embargo no te creo... —molestó recibiendo un quejido largo e infantil—. Deberías hacer algo para que confíe y pueda revelarte mi edad secreta.

Bufando el niño siguió observando el ritmo de corridas del agua, jugando con la tela de su hanbok y mostrándose pensativo.

—¿Por qué si no se quedará mucho tiempo sigue aquí? —Hyunjin no tuvo corazón para decirlo.

Se suponía que no debía sentir pena o lastima. Pero ahí estaba, temiendo de que el corazón del niño duela si le confesaba que quería recuperar su don de sanación para poder largarse, dejaría al príncipe tam vulnerable que sus labios se apretaron ante el pensamiento.

—¿Por qué?, ¿quieres qué me vaya? —contestó decidiendo aliviar el ambiente con otra broma, pero el infante no rió ni se quejó.

—Sí —Hyunjin entre abrió los labios desconcertado—. Si piensa abandonarme en cualquier momento, prefiero que lo haga de una vez —Hyunjin captó el tono apagado y con algo de dolor.

No supo que fue, pero algo se removió dentro suyo con esas simples palabras.

5 Años después (1815)

Hyunjin cerraba los ojos, meditando sobre el escenario de madera del reino, era de madrugada. Podía escuchar los ronquidos molestos, las risas de las doncellas junto al rey, el llanto de la reina en otra habitación.

Los pasos apresurados dirigiéndose hacia él fue lo único que lo hizo reaccionar.

Aunque lo había advertido igual terminó sorprendido cuando el delgado y alto cuerpo chocó contra su espalda y la risa traviesa acaricio su oído mientras unos brazos envolvían sus hombros.

— ¡Aquí estas, vampirito! —Hyunjin no tuvo compasión y estirando los brazos hacia atrás tomó la tela de la ropa ajena y estiró de él con fuerza hasta hacerlo caer frente suyo con el cuerpo tendido y la cabeza cayendo sobre sus piernas mientras las manos se sostenían del cuello de su hanbok.

Le entre cerró los ojos al príncipe heredero, Yang Jeongin quien tenía una expresión espantada mirándolo desde abajo pronto pasó a sonreír con inocencia.

— ¿Qué te he dicho, príncipe heredero? — Yang Jeongin, el joven y algo rebelde príncipe de 15 años hizo un mohín aburrido.

—Que no salte de sorpresa, no grite en plena madrugada y que no salga de madrugada —enumeró mientras Hyunjin enarcaba una ceja.

—Y creo ver que no has obedecido ninguna petición —cuando Yang Jeongin ofreció un puchero ya veía venir su rendición.

—Pero sabe que no me gusta quedarme cuando se escuchan esos ruidos feos —Hyunjin ya cayó, especialmente porque comprendía la actitud del joven.

Yang Jeongin era el típico adolescente que sí le hablaban de una niña o futura novia te hacía una mueca de asco y corría a jugar en el río con el vampiro de cara pálida, como solía seguir llamándolo.

Y si mencionabas el sexo, no hombre, por ahí Yang Jeongin no pasaba. No querías verlo fingir arcadas.

—Para eso te regale tapones de oídos —Jeongin arrugó la nariz.

—Lastiman, y además no funcionan —volvió a refutar y Hyunjin finalmente suspiro negando severamente y golpeó la frente del menor sacándole un quejido.

—Aún así, entonces pide desde tu hogar que vaya a buscarte, no quieres correr el riesgo que alguna doncella de tu padre te vea, y estarás en problemas, príncipe heredero —Yang Jeongin se quejó enderezándose y girando solo para mirarlo traicionado.

—Sí puede oírme llamarlo, también puede oír lo que mi padre hace en su cuarto, ¡usted debería ir primero a buscarme! —recriminó y Hyunjin tuvo que morderse la lengua cuando no pudo refutar a esa verdad.

—No grites —suspiró y se puso de pie —. Vamos.

—No quiero volver a casa aún —el menor imploró sin ponerse de pie y Hyunjin volteó entrelazando sus manos detrás de su espalda.

—No iremos ahí, vamos no quiero que te vean y empiecen a crear rumores —Jeongin esta vez obedeció con saltos contentos por lograr su cometido.

Fueron a las afueras del reino. Hyunjin ya lo había sacado cientos de veces en ese transcurso de años. Cinco años en que se rindió a pasar desapercibido para Yang Jeongin, decidió estar a su lado, enseñarle tantas cosas como fueran posibles y explicarle sobre todo porque sólo él podía verlo.

Yang Jeongin, el príncipe heredero era algo infantil pero inteligente, y comprendía todo al pie de la letra, y no preguntaba mucho, parecía ser porque le daba miedo la verdad y Hwang Hyunjin no alivió su temor.

Aún había tensión entre ellos cada vez que se presentaba una situación donde él debía alejarse, porque Yang Jeongin creía que lo iba a abandonar, y porque Hyunjin sabía que no podía hacerlo.

El adolescente aún no sabía de sus reacciones estando lejos suyo. Sabía que era vampiro. Sabía que vivió 715 años. Sabía que tenía dones cuestionables. Y aún así Yang Jeongin lo trataba como su amigo mayor de cualidades geniales.

Hyunjin no caminaba apresurado, al contrario del príncipe quien correteaba a su alrededor quejándose que era muy lento y que parecía anciano, burlándose una y otra vez mientras el vampiro escuchaba con aburrimiento y algo de indignación.

—¿Lento?, deberíamos jugar una carrera, veamos quien gana —instó con orgullo inflando su pecho y el príncipe soltó un bufido.

—Usted hará trampa, no corre como un humano normal —el mayor colocó los ojos en blanco.

—Lo siento por ser un vampiro y ser tan genial— se burló.

De igual manera Yang Jeongin corrió contento entre la oscuridad. El bosque era un lugar sin dudas peligroso, pero Hyunjin era un vampiro, uno que emanaba una aura oscura, porque eso era su interior, un interior digamos que podrido del poder y la sangre de diferentes humanos que a consumido a lo largo de los años. Así que si hubiera un ser de cualquier categoría merodeando por allí, no se animarán a acercarse de ninguna manera. Y no se quejaba por eso, porque tenía a un humano que seguir cuidando.

Hyunjin pestañeó para prestar atención a los sonidos, varios árboles le bloqueaban la vista pero podía escuchar al príncipe soltar un jadeo sorprendido a unos metros suyos. Estaban en esa ubicación peligrosa del bosque. Así que pudo intuír qué se había encontrado el humano.

—Puedes.... —exhaló con estrés—. ¿Dejar de ponerte en peligro?.

Imploró una vez estuvo en el comienzo de la gran roca, observando frente suyo a Yang Jeongin clavado en la punta de un acantilado y observando a lo alto la luna y las estrellas, como si un paso en falso no lo llevaría a la boca de la muerte.

No pudo acercarse, y no era por nada, solo que la vista y la relajante ráfaga fría lo tuvo clavado en su sitio, observando la tela de ropa del príncipe ondearse por el fresco y escuchando los tranquilos latidos de su corazón, tan calmado en un sitio atemorizante.

¿Pero qué debía sorprenderle?. Si no temía de él, ¿de qué podría temer?.

—Han pasado cinco años, de aquella conversación —la voz del adolescente hizo eco en sus pensamientos.

Se sorprendió por el poder de memoria del humano, aunque no fuera algo imposible, debía estar hablando de algo importante para tenerlo guardo en sus recuerdos y soltarlo de repente.

—No me quiso decir su nombre —Hyunjin ya recordó, pero no cambió su expresión severa cuando el joven se giró y le hizo un mohín—. ¿Está bien para usted que lo siga llamando cara pálida?.

—Sí, lo está —respondió indiferente cuando por dentro se cuestionaba a donde iba todo eso.

Le llamó la atención verlo acentuar su ceño fruncido con frustración.

—¿Por qué no quiere decírmelo?. Lo he visto literalmente conmigo toda mi vida, usted conoce todo de mí, y estoy seguro que sabe el porqué poseo este don, el de la sanación —el vampiro se tensó pero intentó mantener la compostura ante la actitud del humano—. ¿Y a usted le parece mucho decirme su nombre?.

—No lo tengo —mintió y el joven entrelazó las manos detrás suyo balanceándose riendo, una risa melodiosa y con ese toque travieso de un príncipe rebelde.

—¿Sabe que sé de usted?, lo adiviné sin que usted pueda evitarlo —sonrió orgulloso y Hyunjin se encogió de hombros.

—Sorprendeme —Jeongin levantó el dedo índice.

—Cuando miente, su voz baja de desniveles —Hyunjin apretó los dientes atacado.

Bueno, lo admitía, era demasiado perspicaz para adivinar el porqué de sus gestos y actitudes. Aún así no quiso mostrarse vulnerable por eso.

—Felicidades, soy un completo libro abierto para ti —ironizó y Jeongin sonrió más orgulloso que nunca levantando un segundo dedo.

—Su presencia a mi lado, depende de algo fundamental en su vida—el vampiro endureció su mirada, mostrándose inmutable mientras el humano suavizada su mirada—. No puede irse porque aún no tiene lo que necesita, ¿cierto?.

Remojó sus labios, no se dejó llevar por las emociones que podía presentar el humano, si bien lo cuidaba como una absurda joya, ese ser terminaba siendo un asunto aparte de él si no fuera por la unión de su don. Así que debía dejar de tener compasión.

—Cierto —concordó como quería, y presenció el corazón frente suyo latir un poco lento y luego acelerarse, pudo ver los gestos suavizarse hasta parecer un vulnerable zorrito triste, como un animal lastimado.

Perfecto, se estaba arrepintiendo con solo un semblante.

No pudo decir algo más, tal vez soltar otra palabra para poder mermar su conmoción, porque para su sorpresa del príncipe se recompusó y sonrió más amplio y señalándose altanero.

—¿Ve que si puedo leerlo, vampirito? —se burló una vez más y Hyunjin relajó sus hombros.

—Felicidades —repitió y el humano hizo una expresión amable.

—¿Y no me dirá su nombre? —insistió con lo mismo y el vampiro exhaló ruidosamente.

—Que no tengo nombre —repitió fingiendo estar hartado y Yang Jeongin le chasqueó la lengua.

—Mentiroso, mentiroso, mentiroso —enfatizó al final y Hyunjin le frunció el ceño con molestia—. ¿Sabe que más sé de usted?, aparte que le gusta mentir— aclaró molesto.

Se encogió los hombros retador.

—Sorprendeme.

Yang Jeongin infló su pecho con el orgullo lastimado pero firme.

—Que es alguien muy miedoso —Hyunjin estuvo a punto de carcajearse hasta insultado, pero el príncipe completo—. Y su mayor temor es compartir conmigo porque tiene miedo de encariñarse hasta el punto de no querer dejarme.

El aliento de Hyunjin se trabó, por primera vez en su larga y absurda vida tuvo un nudo de no saber que responder, de quedarse sin palabras.

Apenas pudo pestañear cuando el humano le sonrió de una forma afable y bonita, como si no estuviera disfrutando su estupefacción. Lo vio voltear hacia atrás y mirar hacia abajo.

—Esto esta muy alto, ¿lo sabe?, vampirito —Hyunjin intentó espabilar cuando el príncipe lo miró de una forma extraña.

Ampliando su mirada apenas fue consciente del acelerar de su corazón. Moviendo con duda su pierna intentó avanzar, aunque se negara a creer que Yang Jeongin hiciera lo que creía que iba a hacer.

—No te creas inmortal por tenerme, príncipe heredero —advirtió entre dientes—. Porque no iré detrás de ti.

Yang Jeongin se encogió de hombros con la adrenalina calando sus venas, retrocediendo solo unos ligeros pasos  cuando sintió el borde del acantilado desaparecer debajo de la planta de sus zapatos.

—Pero tengo entendido que me necesita, no lo ha negado —recordó y Hyunjin quiso maldecir, pero se mantuvo en su sitio como desafío.

—Solo no quise aportar en tu ficción —el humano levantó las manos desinteresado.

—Entonces esperemos que estos dones del altísimo me ayuden a sobrevivir.

En sus 715 años, Hwang Hyunjin aprendió a no desafiar a un humano. Porque había algunos de esos seres que se desarrollaban con la mente rebelde, incapaz de temer a la muerte si tenían que seguir con su desafío.

Al menos era lo que aprendía con Yang Jeongin luego de los 15 años a su lado.

Tal vez solo era ese humano, ese príncipe heredero, capaz de saltar por un acantilado desafiando a la muerte, desafiándolo a él.

Era el único en 7 siglos que iba poder burlarse de Hwang Hyunjin luego de que el vampiro segundos después avance con rapidez sobre la roca, podría burlarse de él cayendo arriba suyo, extendiendo los brazos asustado solo para salvar su vida.

Solo Yang Jeongin, príncipe de la Dinastía podría hacerlo.

Por fin puedo usar el banner de Sempiterno luego de 7 meses por la chucha.

Nada, por el momento gracias por leer y apoyar este pequeño fic ♡.

Contenta de actualizar y nos leemos la próxima. Los quiero mucho ❤️‍🩹

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